Partida Rol por web

Lanzó un largo suspiro.

- Muy valiente amenazar a un herido, Nox. ¿Samay? Si fueras tan amable... y si realmente funciona así... creo que este elemental tiene que irse.

– ¿Qué? – apenas había acabado con Eladamri, en realidad ni había empezado, cuando se giró con la misma cara de odio hacia Oswyn. Le echó una larga mirada, y sonrió, apoyándose en el bastón, en apariencia más relajado pero nada más lejos de la verdad. Sus siguientes palabras fueron como un siseo –. Yo que tú no lo haría, Samay – la dijo sin mirarla –. Puedo pegar a este idiota incluso sin mi magia ni mis invocaciones – sonrió de medio lado, con malicia –. Pero si me las arrebatas, si usas ese poder sobre mi ahora mismo, os vais a arrepentir todos. Me he asegurado de ello.

Con el mismo gesto arrogante, volvió a girar el cuello hacia el elfo, al que observó con altanera supremacía, esperando su reacción a todo aquello. Por lo que parecía, a Nox le importaba un comino lo que ahora mismo opinaran los demás, solo quería dar una lección al necio que tanto estaba tirando de la cuerda, pasando de las burlas a, simple y llanamente, atacar su orgullo a través de insultar su potencial y su inteligencia.

– Venga. ¿Te has tragado la lengua o es que tu familia te quitó una parte esencial de la anatomía antes de repudiarte? Tal vez fue por eso que no querían verte. ¿No? Di algo. Estoy esperando.

¿Quieres zanjar esto de una vez? Por mi genial salvo por el hecho de que estoy herido y tu tienes un gigantesco elemental cuidando tus espaldas.

Dos golpes son todo lo que necesito, pero no aquí ni ahora, cuando volvamos al pueblo y luego de una buena noche de sueño. Tu y yo, sin magia, sin armas. Tus puños contra los míos, si ganas aceptaré que eres mejor que yo y no cuestionaré tus decisiones por muy tontas que me parezcan.

Pero si yo gano, me dirás ¿Qué demonios tienes en mi contra? Y empezarás a tratarme con un poco de respeto y no con esa estúpida altanería que vienes mostrando. - digo tendiendo mi mano hacia el muchacho.

¿Aceptas o prefieres asesinarme sin darme la oportunidad de una pelea justa? Como sea que lo decidas igual ppdrás demostrar tu talante ante todo el grupo, quienes sabrán realmente quién eres. - digo con total serenidad.

- ¿Por qué iba a usar yo mi don con un compañero?- Preguntó indignada Samay ante las palabras de Nox. Se desprendía de ellas un deje de amenaza que no le gustaba para nada.- Eso sería...ridículo.- Le parecía un sin sentido anular a Nox, cuando éste podía ayudarlos, igual de ridículo que que éste atacara ahora a Eladamri. Si eso llegara a pasar no serí aella la que usara su don contra un compañero sino al revés. Una oportunidad para probar como funcionaba su poder recién adquirido. Samay había visto muchas peleas de gallos en los que movían el plumaje, hinchaban el pecho, se daban unos empujones y luego cada uno se iba por donde habían venido orgullosos de sus bravuconadas. Esto le parecía lo mismo. Como quien no quiere la cosa, Samay se fue moviendo hacia los dos más cuerdos de aquel grupo, que no eran otros que Kalimash y Oswyn. Estaba de acuerdo con ellos en seguir el plan que habían trazado. Ella podía pasar desapercibida con el ruido que montaran los otros y, si encontraban en el registro alguna poción, podría tomarse alguna libertad más.

Atendió a las palabras de Samay, mirándola de reojo, y entonces, cuando acabó y pudo volver a centrarse en el elfo, rió. Rió sin vergüenza ni pudor ninguno, a carcajadas, aún a sabiendas de que no era el momento idóneo ni el lugar propicio, hasta que se le saltaron las lágrimas.

– ¿Tan idiota eres? Esto no es un cuento, ni yo soy un caballero de brillante armadura con un código de honor al que hacer caso. ¿Cuántos años tienes? ¿Cien? ¿Doscientos? ¿Más? ¿Cuántos has estado con una espada en la mano? ¿Cuántas peleas en tabernas y callejas oscuras has tenido? – negó –. Yo no llego a los veinte y apenas he peleado. Siempre he sido más grande que los demás – no había que olvidar que, pese a ser un joven hechicero, medía metro noventa, era de anchas espaldas y tenía los músculos bien definidos –, así que nadie se metía conmigo – sonrió, y en su gesto no había ni pizca de gracia, sino una simple y directa malicia –. No espero vencerte en una pelea justa. Si la hubiera querido, la habríamos tenido ya, en el pueblo. Sé que seguramente en combate directo me vencerías, y no pasa nada, no me importa. Tampoco me importaban tus estúpidos juegos. Si, sabes a lo que me refiero, no sé para que preguntas, eres tú quien ha comenzado este tira y afloja – ladeó la cabeza, señalando sin hacerlo realmente, es decir, invitando a mirar, hacia Samay –. Me divertía. Eres más hábil con la espada que con las palabras, aunque eso no sea decir mucho de ninguna de las dos disciplinas, así que solo has resultado ser una mosca, un bichejo insignificante. Pero ahora me has insultado, directamente, a mi inteligencia y mis poderos, y además sin tener ni puta idea de lo que hablas, pues estoy seguro de que no has invocado nada en tu vida. Que lo hayas hecho cuando estás malherido y hecho polvo... – se encogió de hombros –. Bueno, solo demuestra lo bocazas que puedes llegar a ser.

Dio un paso atrás, cruzándose de brazos. Parecía más relajado, pero haber rechazado la mano del guerrero así como el veneno que soltaba por su boca eran pruebas más que  suficientes de que las cosas no habían acabado. Su postura, definitivamente, no era más que fingida, o más bien prueba de que no era necesario que él estuviera a escasos centímetros del elfo. Ahora tenía a otro que le hiciera ese trabajo, no tenía que ensuciarse las manos ni sufrir el asqueo de la cercana presencia de Eladamri.

– Pide perdón. Hazlo, y no te haré nada ahora, no lo hagas... –un repentino gesto de dolor cruzó su rostro al decir aquellas palabras; se repuso con rapidez, pero sus palabras a continuación sonaron frías como el hielo. Estaba claro que algo, tal vez algún recuerdo, le había afectado –. No te mataré, pero no te irás andando de aquí. Te recomiendo que te decidas rápido. Si los goblins no han venido, poco les faltará.

Realmente este sería el momento ideal para que calmases los ánimos después de haber echado leña al fuego éstos días- pensó el semiorco. No obstante estaba claro que habían llegado a un impasse y que el futuro del grupo como tal estaba por decidirse. 

Lo ideal hubieze zido que amboz oz curtiézeiz la cara amigablemente en la ciudad. Ezo zuele rebajar tenzión- se entrometió el bardo titubeando al principio, pero cogiendo carrerilla después, lo que hizo que su acento adquiriese un marcado acento gutural -pero ya que todo empezó porque queríaiz preñar a Samay- hasta ahí había llegado, claro que no llegaba muy bien a comprenderlo -¿porque le habéiz dado tantoz rodeoz y lo convertíz en una competición de egoz? Eztoy zeguro que zi ella quiere uno o loz doz podrá tener zu oportunidad independientemente de cuanto oz peleéiz... Porque una vez habéiz empezado a pelearoz lo habéiz llevado al terreno perzonal. Pero antez de que decidáiz cometer un acto que quizá no tenga vuelta atráz conteztadme una pregunta cada uno.

Miró a Eladamri, el que a la postre debería ser mas maduro y reflexivo, o eso pensaba él de alguien capaz de vivir siglos -¿porque te tomaz tan a pecho lo que cualquiera de nozotroz diga zi en pocaz décadaz tu no peinaráz canaz y nozotroz eztaremoz en nueztraz tumbaz?- pensamiento desagradable para el semiorco, que aún siendo el mas joven tenía todo en contra para sobrevivir a cualquiera de sus compañeros. Pero antes de que el elfo respondiese Kalimash preguntó a Nox -puedez tener mucho poder. ¿Pero haz penzado en lo que Oswyn, Samay y yo penzaremoz zi trataz azí a alguien? ¿Quien noz azegura que no haráz lo mizmo con el rezto zi te reducez a actuar de la mizma forma que cualquier orco que rezulta que tiene el garrote máz grande?- el tono gutural de su acento le daba una vibración amenazadora, no es que fuese voluntaria pero el semiorco olía la violencia y por mucho que no le gustase aceptarlo una parte de él se deleitaba en esa posibilidad. No obstante quizá reflexionasen sobre las preguntas y evitasen cometer una tontería.

No fui yo quién amenazó a Nox con matarlo, además en ningún momento Samay me dijo que tenía una relación con Nox, si me lo hubiera dicho, pues simplemente seguía mi camino y ya. - respondo con tranquilidad a lo dicho por Kalimash.

Si no hubiera amenazado con matarme y desde un inicio me hubiera dicho que me mantuviera lejos de su mujer, pues yo lo habría entendido.

Vamos seamos francos, cuántas veces vengo pidiendo explicaciones por sus desplantes e insultos, todos lo habeís visto. - digo a todo el grupo sin perder de vista a Nox.

Él ni siquiera se ha tomado la molestia de conocerme y ya me odia. Yo no lo odio, pero tampoco puedo permitir que nadie amenace con matarme y quedarme callado.

¿Tu lo harías Kalimash? Estoy seguro de que no. Yo mismo le acabo de proponer partirnos la cara a golpes y no lo ha aceptado. - añado encogiéndome de hombros.

En Punta Arena arriesgue mi vida para proteger la suya cuando él estaba rodeado de goblins. Así que dime amigo mío ¿Quién es el que encendió la tea que detonó el conflicto?

Yo nunca he querido procurarle ningún mal a Nox y todos son testigo de ello. - digo mientras apoyo mi mano en el hombro de Kalimash.

La intervención de Kalimash fue recibida con un resoplido por parte de Nox. Nada más. No es que no le importara lo que decía el semiorco, sino que... Bueno, si que le daba igual. Se conocían desde hacía menos de una semana, ninguno sabía nada de unos y otros, y en absoluto ninguno sabía de él. Por lo que respectaba a los demás, igual que uno era un ladrón prófugo y otro un saqueador exiliado, él mismo podría ser una asesino buscado por la ley. Tanto era así, que no irían tan desencaminados. Nox no era malvado, en absoluto, pero tras una vida –corta tal vez, pero muy larga para él– siendo el bicho raro, no soportaba las tonterías de otros respecto a él, no cuando se creían por encima. Si los demás se molestaban por algo así, en realidad si que le daba igual; nunca había pedido compañeros, y con el poder que tenía ahora, no los necesitaba.

Por parte del elfo, en cambio, las preguntas del bardo fueron tomadas de otra manera. El idiota vio en aquello la oportunidad de ignorarle, de hacer como si aquello no estuviera pasando, de incluso fingir que él era culpable de todo, y encima seguir con la tontería. Se acabó.

– Ella no es mi mujer – siseó –. Pero está bien, está bien, no importa – ¿se acabó? por supuesto que no –.  No digas que no te avisé – se encogió de hombros, sin lamentarse, entrecerró los ojos, se giró hacia el golem, y señaló a Eladamri, antes siquiera de que acabara su charla –. Inmoviliza a ese. Déjalo inconsciente.

Con un gruñido petreo ante la orden, el elemental obedeció, lanzándose sobre su presa de inmediato y buscando atraparla entre sus poderosos brazos, a la par que el propio Nox retrocedía por si al elfo se le ocurría tomar represalias y sortear al coloso de piedra.

Tu lo quisiste. Kalimash, Oswyn, Samay, póngase a salvo, él  sólo quiere matarme a mi no a ustedes. - digo al tiempo que ataco al elemental, recurriendo a mi reserva arcana para potenciar mi estoque.

No quiero herirte, pero si me fuerzas a ello, lo haré. - digo mientras uso mi estoque para bloquear el ataque del elemental. 

Tu lo quisiste. Kalimash, Oswyn, Samay, póngase a salvo, él  sólo quiere matarme a mi no a ustedes. - digo al tiempo que ataco al elemental, recurriendo a mi reserva arcana para potenciar mi estoque.

No quiero herirte, pero si me fuerzas a ello, lo haré. - digo mientras uso mi estoque para bloquear el ataque del elemental, mientras mantenía al enorme ser entre Nox y yo, para evitar que Nox pudiera desargar algún conjuro sobre mi.

Los gallitos hablaban como si ella no estuviese delante. Si no estuviera en tan mal estado se iban a enterar. Sin embargo no estaba en condiciones de caldear más el ambiente así que interpretó un papel que se le daba bastante bien, el de damisela desamparada y necesitada de protección. Eso siempre hacía sentirse importante a los varones, siempre prestos a demostrar su masculinidad a flor de piel. Así que, cuando Kalimash habló de "preñarla", de que los dos contendientes tendrían quizá su oportunidad con ella, se tapó la boca escandalizada , como ahogando un grito, y un ligero rubor tiñó sus pálidas mejillas.

- Dejad de pelearos por lo que más queráis.- Y mientras decía aquello con rapidez llevó su mano al costado* fingiendo estar dolorida, lo que no le iba a resultar difícil, dado su estado. Sin embargo, lo que pretendía era tener al menos una daga con la que defenderse, llegado el caso. Quería ver con sus propios ojos hasta donde estaba dispuesto Nox a llevar aquella afrenta que sentía. Nada mejor para conocer con quién habían formado un grupo. Es lo que tenía aliarse con desconocidos. Mientras los dos contendientes se exponían constantemente sus personalidades y habilidades, los demás guardaban sus ases bajo la manga, nunca mejor dicho.

Bloquear al elemental me resulto un bastante complicado, tenía que quitar esa cosa del medio si quería ajustar cuentas con Nox, pero la pregunta era ¿Cómo hacerlo?

Tal vez si lo despisto. - pienso mientras busco una brecha en la defensa del elemental.

Samay, por favor quita al elemental del camino, sólo la magia lo ata a nuestro plano, si anulas ese vínculo, el elemental volverá a su lugar de origen. - digo mientras me apresto a conjurar a la defensiva.

Sin embargo, debido a la tensión del momento, mi conjuro resulta un verdadero fiasco.

¡Mierda! Ni modo, será por las malas. - rezongo mientras me pongo fuera del alcance del elemental.

Independientemente de si Samay ayudaba a Eladamri o no, habían llegado a un punto de inflexión. Nox se estaba comportando igual que un orco traicionero, y como un orco lo trataría Kalimash. Puede que en un inicio sintiese renuencia a lo que estaba por hacer, pero el enorme poder que demostraba era demasiado para ellos y él si sabía cuál era la mejor forma de tratar con invocaciones: acabar con el invocador. Llegó a pensar en intentar dejarle inconsciente sin riesgo de matarle, pero era demasiado complicado y no podía permitir que siguiese dando órdenes al elemental.

Hacha en ristre se alejó de Eladamri a la carrera contra Nox con un rugido mientras su hacha relucía con los poderes arcanos del bardo. Sólo tendría una oportunidad así que su golpe fue directo al torso del hechicero.

Todos estaban atentos a la disputa entre Eladamri y Nox, en cuanto Nox dió la orden todos sabían lo que iba a pasar al menos eso parecía porque reaccionaron tan rápido que Nox y el gran elemental no tuvieron tiempo de actuar a pesar de haberlo premeditado. Cuando el elemental se abalanza Eladamri reacciona atacándole pero el daño es ínfimo, la dura roca apenas recibe un arañazo. Ante la situación Oswyn de momento queda a la expectativa pero Kalimash carga con toda su furia, sin embargo a pesar de pillar desprevenido al hechicero este tiene una barrera mágica que hace errar el ataque del semiorco. Samay se hace la víctima a la vez que saca una daga con disimulo, cosa que unos ven y otros no.

Por otro lado el goblin está embobado y atado sin nadie que le preste atención o evite que huya, pero el terror hace que no se mueva de su sitio.

Samay, ves acercarse corriendo una mujer de pelo plateado muy hermosa, armada con una espada bastarda negra en las manos, llega por el patio de donde salieron los perros.

Por ahora eres la única que lo ve. Todavía no ha llegado pero en el siguiente asalto llega de sobra.

Atónito ante la orden de Nox, sólo veía una posibilidad de que no llegase a derramarse la sangre.

- Tal vez sea ridículo usar nuestros dones entre nosotros, Samay, pero... hay quien no lo ve así.

Kalimash no se lo pensó. Para todo lo compasivo (quizá demasiado) que era en ocasiones, le costó mucho menos que a él tomar la decisión de abatir a Nox. No es que el muchacho les hubiera dejado muchas alternativas, siendo el que había empezado la pelea y... algo más. No le gustó nada cómo sonó lo que le dijo a Samay, aquello de que todos se arrepentirían si usaba sus poderes contra él, y que ya se había asegurado de ello. ¿"Ya se había asegurado"? Él mismo había admitido haber actuado en frío y contra todos, no sólo Eladamri. Tal vez a él se le diera bien apuñalar espaldas enemigas, pero hay quien prefería las aliadas.

Y a pesar de todo, no le gustaba tener que ir a por él de esa forma, como si se tratase de un goblin más. Por ello decidió ser paciente y no cargar junto a Kalimash, con la esperanza de que el elemental desapareciera y Nox no siguiera adelante si se veía obligado a luchar sin poder aprovechar su don. Pero al mirar a la chica, vio que simplemente sacó su daga sin que nadie la viera y se puso en guardia.

- ¿¿Samay?? - preguntó incrédulo. ¿Quién la iba a atacar a ella? El único de la habitación que lo haría si pudiera, estaba atado y demasiado asustado para moverse. Una vez más, cuando las cosas entre Eladamri y Nox habían escalado a otro nivel, ella tenía la posibilidad de detenerlo y elegía no hacerlo.

Decidió hacer un último intento.

- No quiero matarte, chico - dijo contrariado. - Estás a tiempo, nadie ha salido herido todavía. Páralo.