Partida Rol por web

El dios nórdico Bálder aparece en vuestra noche de descanso, está apenado y con la cabeza gacha, al poco se recompone y se dirige a vosotros con la belleza que le caracteriza hablando con una melodiosa voz.

Tenéis que empezar a cumplir vuestra parte del trato, hay que hacer un sacrificio... una pausa incómoda os hace estremecer con un escalofrío vuestro cuerpo, no tenéis claro si es por el frío de la noche o por lo que os va a decir. Balder mira al suelo y os vuelve a mirar uno a uno el fin justifica los medios, recordar que estamos aquí para salvar el mundo de la destrucción pero para ello debemos hacer sacrificios, a veces, de gente inocente pensar que lo hacéis por un bien mayor. Debéis ir a Punta Arena y quemar el pueblo y matar a todos sus habitantes tras estas palabras calla haciéndose un silencio sepulcral y os mira de nuevo esperando vuestra respuesta.

Notas como la enlutada está excitada por la emoción del momento, el hecho de escuchar las palabras de Bálder sobre matar a un pueblo entero ha hecho que esté en un éxtasis de felicidad y a tu mente llega una frase que notas que se le ha escapado a la espada negra por la tensión del momento por fin!

Al escuchar las palabras del dios, lo observo con los ojos crispados de ira. 

¿Quién diablos se ha creído este idiota? ¿Acaso cree que somos unos genocidas sin escrúpulos? Si estaba pensando que ibamos a hacerle caso, pues está muy equivocado. - pensé antes de observar a mis compañeros.

Si es una broma, pues es de muy mal gusto. No pienso masacrar a un pueblo, no soy un asesino, allí hay niños y ancianos, gente buena que no le ha hecho daño a nadie. 

No lo haré y sé que ninguno de mis compañeros lo hará, el único que quizás hubiera accedido yace muerto en Cima del Cardo.

¿Qué es lo que quieren con la gente de Punta Arena? ¿Por qué deberían morir? ¿Acaso no hay otra salida? - pregunto, mientraz siento la sed de sangre de la espada.

- No lo entiendo. ¿Ayudamos a salvar Punta Arena y ahora nos mandas a reducirla a cenizas? No sé que poderes piensas que me has dado, pero si la guardia me pilla haciendo eso que nos pides me hará pedazos.- Samay no lo veía claro. Le daba apuro dirigirse así a un dios, pero necesitaba más si quería que se arriesgara tanto. Eso sin contar con el dilema moral que suponía arrasar con todo, inocentes incluidos.

Kalimash frunce el ceño profundamente, lo que le da un aire aún mas porcino. Eso no quita que sienta la presencia sobrenatural de un dios y mira sorprendido a sus compañeros cuando estos son capaces de llevarle la contraria.

No obstante intenta concentrarse en la pregunta, obviando el hecho de estar viviendo una leyenda que podría narrar por todo el continente, o la extraña pregunta que les ha hecho.

Aunque Kalimash es de pensamiento rápido tarda bastante en asimilar lo que se le pide, al igual que las respuestas de sus compañeros, pero después tras dedicarles una mirada endereza los hombros irguiéndose cuan grande es y para acentuar su decisión se acerca a Balder dando la espalda a sus compañeros antes de girarse, quedando a pocos metros del dios. Su voz dura y chirriante demuestra que le cuesta decir lo que dice -eztoy de acuerdo. Zi hay que hacer un zacrificio... que azí zea.

Observa a sus compañeros sin hostilidad, pero con firmeza.

- Samay tiene razón - respondió frunciendo el ceño, pero con una sonrisa. - Vamos... ¿qué sentido tiene? Salvamos la ciudad de un ataque goblin, vamos a por ellos, ¿y ahora terminamos el trabajo que empezaron?

Permaneció en silencio durante unos instantes, pero era un silencio palpablemente tenso. Resultaba obvio que estaba luchando por mantener la compostura, su sonrisa vaciló durante unos instantes hasta que finalmente...

- ¡¡JOODER!! - bramó, levantándose de golpe. Pateó la piedra más cercana hacia la hoguera, arrastrando cierta cantidad de tierra consigo y haciendo que las llamas crepitaran furiosamente, como contagiadas de su ira. Se alejó unos metros echándose ambas manos a la cabeza. Quizá hubiera tenido los mismos escrúpulos que Kalimash ante casi cualquier otra cosa, pero era incapaz de ignorar que eso lo pondría al nivel de J.R. ¿Y desde cuándo había sido fácil convertirse en lo que uno odia?

- No... - dijo girándose hacia Bálder y señalándolo. - No puedes pedirnos algo así sin dar ninguna jodida explicación. ¿POR QUÉ?

La expresión de Balder cambió y se tornó fría. Primero se dirigió hacia Eladamri Cuidado con lo que piensas Eladamri, hay otra salida ya os lo dije, la otra salida implica más muerte de gente inocente de la que supone acabar con Punta Arena y además contra vuestra voluntad. También implica que rechazáis el pacto que acabáis de hacer con Asgard y los dioses nunca pierden. La amenaza unida a la expresión del dios hizo que se os helara el alma. 

Después se dirigió a Samay Punta Arena está condenada, sólo adelantaréis los acontecimientos para un bien mayor. Respecto a tus poderes, sé perfectamente que te hemos dado con que apoyes a tus compañeros en esta tarea será suficiente.

Después mira a Kalimash No albergues dudas en tus pensamientos, lo que os pedimos es tal cual, no intentes ir por delante.

Por último se dirige a Oswyn Por el bien de todos, hacerlo o todo se torcerá.

En serio que soís cabrones. Ustedes juegan con la vida de los mortales como si fueran simples peones que pueden descartar cuando os place. - le increpo a Balder, mientras intento ocultar en vano el miedo que me producía aquel ser.

Mis piernas y brazos temblaban como una hoja al viento, mi mente me invitaba a arrodillarme o echar a correr, lo único que me permitía plantarle cara a aquel dios era la fuerza de mi corazón, la misma que menguaba cada segundo.

Fue entonces cuando un pensamiento llegó a mi cabeza y sin mayor dilación me arrodillé ante Balder.

Tenía un plan, pero debia esperar para ponerlo en marcha, pues sabía bien que sólo un dios puede enfrentar a otro dios y conocía a las deidades indicadas para esta labor, Sarenrae y Desna, lo único que buscaba era atraer su atención sobre nosotros y ellas salvarían a la gente de Punta Arenas o bien los dejarían perecer bajo nuestros aceros.

Está bien mi señor, se hará como Usted dice. - digo con la voz entrecortada.

Patético.... menudo montón de estúpidos.... ¿y estos son a los que tendré que acompañar?.... - pensaba para sí.

Observó atentamente a cada uno de ellos, los analizó, como vestían, que llevaban, sus gestos, sus dejes, como miraban y como cambiaban sus rasgos según a donde o quien se dirigiesen sus ojos. Era su manera de ser, lo analizaba T-O-D-O. Nada se le podía escapar, era vital conocer su entorno y aún más conocer a sus potenciales aliados-enemigos. 

Pero eso no quitaba que disfrutase de como el Dios los trataba y, obviamente, jugaba con ellos. ¿Habrían sido tan directos con él como lo fue él mismo?.... por lo pronto, había uno que parecía querer jugar unas cartas que de por sí era evidente que todavía no estaban sobre la mesa... cambiar así de parecer y aún así querer mostrar valor... solo dos tipos de personas actúan así.... los locos o los que creen poder regir su destino pese a las decisiones de los Dioses.... pobre infeliz. ¿Por qué no sacar tajada de todo esto?,¿qué más da cuantos muriesen?, la vida viene y va, muchos han muerto tiempo atrás y muchos más morirán cuando ellos solo sean pequeñas motas que se mecen bajo los tallos de los árboles... ¿por qué no divertirse?.

Pss.... seres inferiores.... - seguía pensando para sí mismo.

Si sólo tengo que mirar...- Una cosa era tener que masacrar a unos incentespor un bien mayor, y otra diferente "prestar su apoyo", como le decía el Dios.  En principio dejaría a que los machos actuasen y ella se quedaría en un segundo plano interviniendo en caso de ser necesario. 

- Si no hay otra salida...- Dijo sin demasiado entusiasmo. Sería tonta no pensar en que muchos dioses se la habían jugado ea mortales en múltiples ocasiones. Sin embargo, como mujer que era, sabía que los poderosos se aprovechaban de su fuerza y que para los más débiles era infructuoso resistirse de forma directa.

El semiorco contiene el aliento cuando Eladamri insulta a Balder y el resto de dioses, no porque lo que dice no sea cierto, sino porque aunque admira su valor y capacidad de decir algo así a un dios también le parece una temeridad.

Tampoco cree que ninguno de sus compañeros ponga de verdad el corazón y voluntad en sus palabras, no cuando su cambio ha sido totalmente repentino. Así que de momento permanece en silencio observando y agitando su morro porcino por el nerviosismo de forma inconsciente.

- Me importan un carajo la gente inocente o el bien común... - dijo entre una risa amarga, en voz baja pero audible, bajando la cabeza y masajeándose el entrecejo. Era cierto. Bálder le ofreció ser un instrumento para cambiar el mundo y él aceptó, pero nunca había sido su deseo que ese cambio fuera para mejor, como parecía ser el caso de Eladamri. ¿Cuál era su deseo entonces? ¿Qué quería de ese cambio? ¿Qué quería del mundo? Quizá eso fuera lo peor, que ni siquiera estaba seguro. Le parecía atractivo el mero hecho de cambiar las cosas, un mundo estático era sin duda aburrido. Eso, unido a que el dios le prometió información sobre J.R., le pareció razón suficiente para aceptar el trato, y ni siquiera en ese momento se arrepentía de ello.

No... era el paralelismo con J.R. lo que le molestaba, hacer algo parecido a lo que él hizo. Pero uno no se echa atrás cuando hace un trato con gente peligrosa, y un dios... no era gente y además era algo más que peligroso. Así que más le valía aceptarlo, y para ello tendría que empezar a centrarse en las diferencias entre una situación y la otra. Arrasaría la ciudad, pero no se apoderaría de ella y convertiría a sus habitantes en esclavos durante meses. Un trabajo rápido, limpio y carente de crueldad. Sin supervivientes que sufrieran por la muerte de sus seres queridos o la caída de su ciudad.

- Está bien... lo haré - dijo asintiendo y volviendo a alzar la cabeza, mirando a Bálder a los ojos. Algo se rompió en su interior al hablar. Quizá los pocos escrúpulos que le quedaban. - ¿Pero es tanto pedir que no seamos simples peones? ¿Que sepamos por qué hacemos lo que hacemos?

Bálder pierde un poco la paciencia con Eladamri Mide tus palabras, has hecho bien en arrodillarte después calla y se pone pensativo os escucha a todos y ante la pregunta de Oswyn, a lo que Kalimash asiente inconscientemente, responde tenemos que hacer un sacrificio y Punta Arena está condenada, su destino es trágico aunque no seáis vosotros quien acabéis con ellos, lo único que haréis es adelantar los acontecimientos a cambio del sacrificio que hay que hacer. Además iba a decir algo más y calla espero que esto sea suficiente para que todos colaboréis, si lo tenéis todos ya claro os presento a uno o dos compañeros más que os van a ayudar en toda vuestra gesta. Sin más espera la respuesta definitiva de todos.

Asiento levemente con la cabeza y me inclino aún más ante la presencia del dios, pues el poco valor que me quedaba se había agotado con mis últimas palabras.

La imponente presencia del asgardiano era demasiado para mi, mi cuerpo temblaba de pies a cabeza como una hoja al viento.

Mi corazón latía rápidamente, mis fuerzas menguaban a tal punto que perdí la capacidad de hablar o al nenos eso sentía y aunque quería clamar por ayuda, sabía que eso sería una pésima idea, al menos de momento.

Con gran esfuerzo, reuní un poco de aliento y articule un débil y casi inaudible.

SÍ señor Balder.

Ante la respuesta de Eladamri y el mudo asentimiento de Oswyn, habiendo aceptado ya también Samay y la cara de duda de Kalimash; Balder da por terminada la conversación dando por hecho que vais a obedecer De acuerdo entonces, tenéis una semana para acabar con Punta Arena y sus habitantes después señala a su derecha y aparece un ¿humano? sin armadura, con un mandoble y un arco largo; pero lo más característico es que superpuesto a él tiene un aura de un ser algo más grande que él que parece humanoide y con garras vistiendo una armadura completa. Este es Tamlorm y os ayudará en vuestra gesta. Después Bálder desaparece. Termináis de descansar y al amanecer os dirigís hacia Punta Arena acercándoos por el puente sur.

Mientras marchamos hacia Punta Arena, empiezo a elevar una plegaria a Desna y a Sarenrae, clamo a las diosas y elevo la siguiente plegaria para atraer su atención sobre nosotros.

Sarenrae, señora de la redención, perdóname por mis futuros actos, estoy por desatar una masare por mandato divino, un dios de otro lugar me ordena esto y no hay nada que pueda hacer al respecto.

Noble Desna, estoy por masacrar a tus fieles, va a ser una verdadera carnicería y sólo tu puedes salvarlos. Oh benevolente diosa, pon sobre aviso a tu gente para que abandone el lugar amntes de nuestra llegada.

Sólo tu puedes salvarlos, sólo tu divina guía puede salvarlos de mi mano segadora. Oh Desna guarda a tu gente de mi infame acero, sálvalos de mi furia asesina, sálvalos del odio de Asgard.

Si me oyes Desna, salva a tu gente, sálvalos de mi, porque yo no puedo detener mi filo asesino hasta que el último de ellos haya muerto.

Oh Sarenrae, guarda a las almas buenas ddl pueblo que estoy por masacrar debido al divino capricho de Asgard. Sarenrae, diosa de la compasión envía a tus nobles paladines a detener nuestra mano, protege a los débiles y oprimidos de mi letal acero, guarda sus almas y no permitas que derrame su sangre.

Por favor diosa del valor y compasión no permitas que se cumpla la voluntad de Asgard y de ser el caso, concédele la redención a mi alma, que tu divina justicia prevalezca sobre los caprichos del poderoso. 

Una y otra vez repito mi clamor y busco alguna señal de que las diosas han prestado algo de atención a mi oración. Eso era todo lo que podía hacer por punta arenas y su gente, al menos de momento.

Ante vosotros aparece una figura sencilla, común, de un varón de tez morena, envuelto en ropajes del camino, acompañado por una capucha que cubre su cabeza ocultando la imagen de su cabello.
Si no fuese por el aura que aparece tras él, pensaríais que no es nadie a tener en cuenta.

Os mira y os saluda con una sonrisa.

¡Mucho gusto!.

Samay ve al recién llegado pero no se mueve de su posición y dice:-Así que tú eres el que nos va a ayudar en la "gesta" de destruir un pueblo de inocentes. -dice la pícara con cara neutral. -¿Qué debemos de esperar de ti?, ¿vienes como vigilante a controlar el desarrollo de nuestra misión e informar a Asgard de como desarrollamos el mismo? -estaba claro que el desconocido debería de dar alguna explicación convincente para no tener que hacer guardia día y noche para controlarlo.

Tamlorm sonrió ante la pregunta de la joven. Era evidente que el grupo en su totalidad no estaba de acuerdo con la orden del dios al que habían aceptado tan ricamente. Pero más claro era con esa pregunta que dependiendo de la respuesta sería bien recibido o no... algo que le traía francamente sin cuidado.

No vengo ni a ayudar, ni a vigilaros. Simplemente sigo, al igual que vosotros, las órdenes de Balder, y si ha decidido que tenemos que destruir un pueblo, pues que así sea. Si decidís hacer lo contrario será un dios el que os observe y os juzgue.