Partida Rol por web

- Si estuviera por mi cuenta, les haría caer el peso de mi justicia a todos los pescados que se cruzaran en mi camino, pero lamentablemente sería ponerlos en un aprieto a ustedes. Estos infelices me han causado EL mayor dolor de cabeza desde que cierto dios me persiguió por todo el mundo... -

La diosa se agarró la cabeza, como si tuviera una migraña. Se podía notar que estaba de muy mal humor.

- No nos separemos, es lo único que se me ocurre, y esperemos a ver que sucede. Si hay que pelear, mejor aquí que en el agua. -
 

Echas un buen vistazo a la estancia y lo cierto es que salvo la peculiaridad de estar en una burbuja de aire en medio del océano, no percibes nada más.  Ni gente, ni otros prisioneros, ni nada.

Perdíisteis constancia del tiempo que habíais pasado en aquella burbuja, sin embargo y a pesar de la soledad, erais perfectamente conscientes de que a siendo observados.

No pasó mucho más tiempo hasta que un pequeño ejército de tritones aparecieron rápidamente rodeando el exterior de la burbuja, con rostros amenazantes y acusatorios.  Acto seguido, una criatura hizo su tétrica entrada.

Se trataba en apariencia de un gigantesco hombre recubierto de escamas con la mitad inferior de su cuerpo totalmente de pez, como si de una horrenda sirena se tratase.  Sus manos, tenían unas fuertes membranas entre sus dedos coronadas con puntiagudas garras que seguramente le sirviesen para nadar con mayor velocidad y seguramente cazar o...  algo peor.

Aquel ser se colocó justo frente a vosotros tratando de ocultar en parte su rostro, deforme y oscurecido, del que brotó la voz menos humana y más istriónica que jamás hubiéseis escuchado:

- Soy Tritón, hijo de Anfítrite y Poseidón, mensajero de los mares.  Se ha decidido permitiros el don de la palabra, temporalmente...  usadlo con corrección y quizá se os permita salir de aquí - comenzó, midiendo totalmente cada una de sus palabras.

- Sólo os haré una pregunta, de modo que meditad la respuesta y pensad antes de responder, pues sólo os concederé unas breves palabras - esperó a que recibiéseis cada palabra y pudiéseis pensar en su significado, para acto seguido lanzar su pregunta.

- ¿Qué hacéis aquí? Aquí donde no sois bienvenidos, responded, sed concisos, y no parloteéis - advirtió.

"Qué feo que tiene que ser el condenado" pensó para sus adentros el dios de la guerra, cruzando los brazos sobre el pecho en actitud de seguridad y sin apartar la mirada del hijo de Poseidón. "Seguro que por eso está tratando de que su rostro permanezca oculto".

-Tritón -dijo Ares, dando un paso adelante hacia el que era su primo-. Mi padre, Zeus, desapareció tras la pelea contra tu padre. Y por lo que hemos intuido al escuchar hablar a las sirenas, el dios de los Océanos también ha desaparecido. Además, las puertas del Inframundo se encuentran cerradas y nadie ha podido contactar con Hades o con Perséfone. Hemos venido aquí buscando una alianza temporal con Anfítrite y contigo, al menos hasta que podamos obtener nuestros objetivos. Os han quitado a vuestro rey, y a nosotros al nuestro. Trabajemos juntos para averiguar qué ha sido de nuestros padres.

El belicoso dios dirigió una mirada a sus dos compañeras, aguardando por si ellas deseaban aportar algo más a lo que había revelado al hijo de Poseidón.

- Mi hermano habla bien, Tritón. Yo más que nadie tengo razones para agarrarme del odio y ajusticiar a todos aquellos que han destruido el Equilibrio, y sin embargo, aquí estoy. Es hora de olvidar egos y reinos para pensar en una solución que nos sirva a todos, y que restaure lo que se ha roto. -

Al comenzar el movimiento de sirénidos Hebe se levantó del mullido sofá en el que por fin se había sentado, después de dar vueltas incansablemente por la sala como si de un león enjaulado se tratase, se giró hacia el hijo de Poseidón cuando apareció y no le gustó no poder verle la cara. A ella le gustaba ver los ojos de sus adversarios, mirarlos profundamente y saber si le decían la verdad.

La voz que escuchó casi le dijo más que las palabras que oyó, esperaba no equivocarse con su intuición.

Asintió a la contestación que su hermano dio e inclinó la cabeza señalando el acertado comentario de Némesis, cuando la diosa del equilibrio acabó ella añadió algo más. 

-Somos familia. A pesar de lo que haya podido pasar, cuando alguien ajeno amenaza a alguno de nosotros, nos amenaza a todos. Y todos debemos responder como uno solo. Nos parecía que la amenaza era sobre los tres reinos, hemos venido para comprobarlo y para ponerle punto final... juntos.

Esperaba que Tritón se diese cuenta que ellos no eran responsables de lo que fuese que había propiciado el estado de alarma total, que parecía se vivía en el reino submarino dada la extraña fila que habían visto en la entrada, que el Olimpo no se estaba cobrando venganza por la sublevación de Poseidón y que juntos podían solucionar cualquier cosa.

Las gemas que os habían entregado en el Olimpo comienzan a vibrar, y aunque Tritón no se de cuenta de ello, todos sous conscientes de que Hera está tratando de comunicarse con vosotros, sin embargo, también sabéis que no hay modo de responder sin que Tritón se dé perfecta cuenta de ello. 

Por otra parte, él parece pensativo, pues vuestras palabras no caen en saco roto.  Seguramente está meditando el mejor modo de actuar...

- No confío en ninguno de vosotros, y en la hija de Erebo menos que en nadie, a pesar de ello Le concederé el don de una audiencia con Anfítrite a uno de vosotros, los otros esperarán aquí...  ¿Quién será vuestro emisario? ¿O preferís que lo escoja yo? Conozco los gustos de mi madre... - prosiguió, de tal modo que todos fuisteis conscientes de la naturaleza...  sexual del comentario...  ¿Qué quería decir? 

El comentario no pasó desapercibido para ti, igual que era evidente que se comportaba más como un sirviente que como hijo de su señora.  No hubo lugar a dudas, era un siervo fiel y parecía sincero...  y el coste de la alianza tendría un precio ¿en carne? 

Ares percibió que la gema que le había entregado Hera había empezado a vibrar, pero aparentemente el hijo de Poseidón no se había percatado de lo que estaba sucediendo. Sabiendo que no podría hablar con su madre, al menos en esos momentos, el dios de la guerra hizo como si nada hubiera sucedido y, esbozando una sonrisa maliciosa, añadió, dirigiéndose de nuevo a Tritón:

-Estarías loco si confiaras en nosotros, primo. Haces bien en ser prudente. Nuestros respectivos padres se encuentran en bandos opuestos en medio de esta guerra. Guerra que, por cierto, parece haber finalizado con la desaparición de ambos caudillos... -Respiró hondo, dejando salir todo el aire de sus pulmones. Luego, puso sus musculosos brazos en jarras. A juzgar por el comentario final sobre los gustos de Anfítrite, intuyó que él sería el escogido como emisario para parlamentar con la diosa de los Océanos. Al fin y al cabo, ¿qué mujer, mortal o inmortal, podía resistirse a su musculado torso y su larga cabellera?-. Si con mi presencia puedo hacer que nuestro diálogo con la diosa de los Océanos sea más agradable, estoy dispuesto a ofrecerme como emisario.

La vibración entre sus pechos hizo que Hebe aguantase la respiración y apretase los dientes -Qué oportuna madre- fue el pensamiento que acudió a su mente. Rápidamente desechó todo escuchando las palabras de Tritón, ante el comentario de que Némesis no le parecía del todo confiable, dio un paso adelante dispuesta a ofrecerse como emisaria. A pesar del cambio que había visto en su hermano desde la conjura, pensaba que ella sería menos influenciable por la diosa de los mares. Pero la última frase del sirénido hizo que las palabras se quedasen atascadas en su garganta.

No es que no estuviese dispuesta a hacer lo necesario para preservar del mal a su familia, es que estaba buscando en su memoria cuáles eran los gustos de su tía -Hombres o mujeres... ¿algún fetiche raro? Porque dominante está claro que es.- El ofrecimiento de Ares, unido a su pose, hizo que una sonrisa estuviese a punto de adornar su rostro, pero controló los músculos a tiempo y una débil tos salió de entre sus labios antes de tomar la palabra. 

-Muy noble de tu parte hermano, la conversación no irá de guerra pero siempre es bueno poder contar contigo para lo que sea. -se dirigió entonces hacia su primo acuático -Por mi parte, y para que quede demostrada nuestra buena fe, no tengo inconveniente en que elijas quién debe ir. 

Acabó su intervención con una leve inclinación de cabeza y una sonrisa amistosa.

- Coincido con Hebe. Nombra a quien consideres oportuno, el reloj corre y el universo se acerca a un punto de no retorno... - 

Complacido con vuestras respuestas, Tritón empezó a mover sus manos y a jugar con el límite entre vuestra gran burbuja y el agua sobre la que nadaba con su pequeña y fiera escolta, sin decir ni media palabra durante los instantes en que su juego tenía lugar, hasta que finalmente creó una burbuja de aire  que sostenía con la mano:

- Lamento decirte Ares que los gustos de mi madre no son los que crees - comenzó con cierto rintintín divertido en la voz, sabiendo lo desconcertado que se quedaría el dios que tantos corazones había roto - si eres tan amable Hebe, esta burbuja es para que no te nos asfixies, creo que esas prácticas no son del gusto de madre.

Colocó sobre el rostro de la Diosa aquella creación y sin daros ocasión a réplica, tanto él como su sequito de tritones, desaparecieron con Hebe, dejándoos nuevamente solos, y con aquella vibración, aquella llamada pendiente...

Tritón te había tomado de ambos brazos, cubriéndolos con sus frías manos de larguísimos dedos para poder guiarte con mayor eficacia a través de las aguas, pues era realmente rápido nadando.  En cuanto a la burbuja de aire, bueno, no olía precisamente a rosas pero el ligero hedor a pescado podrido que se intuía en ella, era tolerable y desde luego preferible a no respirar...

- Tengo instrucciones bastante precisas con respecto a ti - dijo rompiendo el silencio, y dejando claro que hubieseis seleccionado a quien hubiéseis seleccionado, el resultado habría sido el mismo, - lo lamento por el ego del Dios de la Guerra, pero mi madre nunca ha tenido esas inclinaciones...  bueno, eso es algo que es posible que descubras pronto, pues me han ordenado dejarte en sus aposentos...

Avanzáis durante un buen rato a través de diversas salas, muchas de ellas con burbujas de aire y otras sin ellas, pero desde luego, es llamativo el inmenso número de burbujas iguales a las que os habían asignado, seguramente sean los calabozos y tengan algún tipo de seguridad desconocida para ti para que la gente ni siquiera esté deseando ni intentando salir de ellas cuando carecen de vigilancia.

Por un momento crees darte cuenta de que muchos de los prisioneros podría decirse que se parecen físicamente a Zeus, casi como si de una obsesión se tratase, el Dios del Océano debía estar compensando algún trauma infantil, como que su padre se los comiese...  por poner un ejemplo.

A parte de eso, no ves nada más que te llame la atención, cuando por fin llegas a una zona con varias corrientes verticales de...  burbujas que ascienden a toda velocidad.  Tritón te coloca una de sus frías y espeluznantes manos en los ojos y sin mediar palabra ni mostrar la más mínima gentileza se lanza junto contigo a una de ellas comenzando un rápido ascenso lleno de giros que casi te hace vomitar.

En cuanto llegáis a alguna parte te retira la mano de los ojos y de un empujón te lanza a una zona carente de agua, y se retira, dejándote en lo que parece el interior de una habitación, los aposentos de alguien con...  un trono ¿un trono? ¿en serio? Poseidón necesita algo de terapia familiar es evidente.

Sin embargo la que aparece de detrás de este y toma asiento, es Anfítrite, que te mira de arriba abajo sin disimular ni lo más mínimo su agrado:

- Creí que te sentirías más cómoda si podías respirar por ti misma - dijo a modo de saludo.

Los ojos de la diosa miraron curiosos lo que estaba llevando a cabo su primo, pues esas manos que parecían garras palmeadas se movían casi con elegancia, hacia al final se dio cuenta por fin que estaban formando una burbuja entre ellas y cuando la aguda voz se volvió a oír le costó un poco seguirla. 

No pudo si no soltar una corta risa ante las palabras que escuchó. Desde la decepción predecible de su hermano, pasando por la responsabilidad de ser ella la escogida, y acabando por la referencia a los gustos de su anfitriona, todo junto hizo que dejase escapar los nervios en esa corta risa que intentó sonase como una buena respuesta al 'chiste'.

Antes de ser arrastrada por el ser acuático sólo le dio tiempo de lanzar una mirada rápida a sus acompañantes tratando de mostrar una confianza que por momentos iba y venía.

- Bueno, maldita sea... Esperaba que hubiéramos sido alguno de nosotros dos Ares, ya que sabemos defendernos mejor. Queda confiar en que no lastimarán a Hebe. -

Sería una larga espera para la diosa, preocupada como estaba por su compañera, la cual por alguna razón le caía infinitamente bien.

"Maldito seas Zeus, si quieres a tus hijos aunque sea un poco, cuida de Hebe. Ella no se merece esto..."

El dios de la guerra se sintió desconcertado de que Hebe fuera la escogida, aunque no dijo nada al respecto. Quizá fuera mejor así.

-No le harán daño -indicó Ares, convencido de sus palabras-. Puede que sean nuestros enemigos, pero en medio del caos incluso ellos sabrán que precisamos de una alianza.

Sabiendo que Hera quería comunicarse con ellos y esperando que no hubiera ninguna sirena espiando su celda, el belicoso inmortal hizo chasquear su gema para poder comunicarse con su madre.

El escalofrío que recorrió los brazos y el cuerpo de la joven cuando Tritón la agarró se quedó en el olvido, junto con el peculiar olor del aire que respiraba, cuando atravesaron el agua a una velocidad vertiginosa para ella. Estuvo a punto de cerrar los ojos. Ella sabía chapotear y deslizarse en los lagos y manantiales tranquilos del Olimpo, pero aquello era... demasiado estimulante como para perdérselo.

Las siguientes palabras que escuchó hicieron que tragase -Tranquila Hebe, tú como si nada de lo que pasa te sorprendiera- y sonriese con gracia -Dientes, que jode-.

-Se lo recordaré a Ares siempre que pueda. -contestó como si no le preocupase nada de lo que había oído. 

No perdió detalle del paisaje que iban atravesando, o al menos lo intentó, y el rostro que se iba repitiendo le dio un tema de conversación con la reina que añadir a la lista que ya tenía. La mano en sus ojos sorprendió a la diosa de la juventud e hizo que su boca se abriera por la impresión, luego todo comenzó a dar vueltas y ella intentó alejar las ganas de vomitar, no se le ocurrió otra cosa que aprovechar la posición y sacar la lengua para dar un lametón en donde pudiera. 

La mano se retiró de golpe y fue lanzada hacia adelante.

Trastabilló al encontrarse de nuevo en una estancia seca, por suerte, o más bien gracias a su divinidad, no se cayó de bruces y sus ojos recorrieron la habitación haciendo que elevase una ceja. La figura que inmediatamente salió de detrás del trono hizo que dejase su inspección e inclinase la cabeza en reconocimiento de su autoridad.

La posterior mirada de la que fue objeto hizo que se sintiera desnuda y, orgullosa de su cuerpo, elevó el mentón mientras con sus manos escurría lentamente el agua de sus ropas.

-Mucho mejor, gracias. Una audiencia privada es un privilegio que no se si merezco, me honra que me eligieses... aunque me temo que mi atuendo no está en su mejor momento para esta ocasión.

En comparación con la majestuosidad de Anfítrite ella debía parecer una pordiosera, despeinada y empapada.