Partida Rol por web

Brianna y Ethan se pusieron en marcha de nuevo, abriendo la puerta de par en par para observar en el exterior. Al salir, pudieron ver que el grupo de enfermos ya se alejaba por el pasillo, con unas pocas luces que parecían linternas o velas en las manos de algunos de ellos. Recorrían el camino que poco antes ambos habían trazado, y no tardaron en perderse tras una esquina. 

Ethan y Brianna abrieron la marcha entonces, encaminándose a las escaleras y bajando lentamente. Algunos cascotes se encontraban desperdigados por el suelo, pero parecía completamente estable. Una vez en la planta inferior, Ethan y Brianna se colocaron en el lateral de la pared de su izquierda, tratando de ocultarse lo máximo posible. La oscuridad era casi total en este punto, ya que las ventanas apenas llegaban a iluminar nada por la noche cerrada.

Continuaron avanzando, y conforme se acercaban al comedor, las evidencias del destrozo eran más abundantes, hasta que llegaron a la zona. Allí, un gran boquete humeante se había materializado en la pared del comedor, y unos cuantos fuegos ardían débilmente, probablemente originados por la explosión, aunque no tardarían en apagarse.

Sin embargo, lo más escalofriante no era el desastre que tenían enfrente, sino el hecho de que el comedor estaba plagado de enfermos que vagaban sin rumbo. Parecían no hacer nada en específico, pero de vez en cuando dos se encontraban, y las reacciones eran de lo más variopintas: algunos lloraban, otros reían, otros simplemente continuaban su camino, ajenos a todo y a todos. Además, unos pocos intercambiaban gritos y golpes, y no paraban hasta que uno de los dos se quedaba quieto. En la penumbra Brianna y Ethan pudieron ver algunos cuerpos tendidos en el suelo, y casi que jurarían que estaban llenos de sangre y de heridas, aunque era difícil de determinar con precisión. 

La caja del diferencial se encontraba a escasos metros de la puerta del comedor, y un fuego ardía en ella, de la que saltaban chispas. 

Al salir de la habitación, Ethan se temió lo peor, que aquellos enfermos se dirigieran hacia donde estaba la malherida Esther y tras ver que sus sospechas se confirmaron, suspiró de tranquilidad por dos cosas. Aquellos enfermos no parecían estar bajo los efectos de ninguna alucinación, de hecho iban hasta con linternas y parecían asustados. Por otra parte, la idea de Brianna haría que Esther estuviera más cobijada, por lo que seguramente se encontraría bien... Seguramente...

No dijo nada, se dispuso a continuar con su compañera hacia el piso inferior, pero al bajar la oscuridad los inundaba por completo. Menos mal que Ethan no se había fundido la batería del móvil en ver demasiadas chorradas por Internet en su descanso, si no iría a tientas y a ciegas.

Al llegar a las proximidades del comedor, ambos pudieron ver el horror que allí adentro acontecía, parecía digno de una película de terror. Ethan no pudo evitar apartar la mirada y mirar a su compañera, con gran preocupación. La caja de fusibles no estaba demasiado lejos, pero podrían verlos a través de los cristales y los agujeros, al igual que ellos los veían haciendo atrocidades. - Tenemos dos opciones. Pasar con sigilo es una, pero si nos pillan, estaremos bastante indefensos. La otra... Es más arriesgada, para uno de los dos, crear una distracción, pero nos tendríamos que separar... - suspiró, la verdad es que no le hacía ni pizca de gracia quedarse solo rodeado de un montón de enfermos con alucinaciones, pero si no había más remedio... - ¿Qué opinas tu Brianna? Antes has tenido una muy buena idea con lo de Esther, así que me gustaría saber que opinas. O si se te ocurre un plan mejor.

Salieron nuevamente al pasillo y con cuidado bajaron a la planta siguiente. Sin embargo, la nueva imagen que se encontraron mientras iban caminando casi a ciegas la dejó helada. Realmente por un lado había agradecido que todo aquel desastre sucediera, porque si realmente la hubieran metido en aquel loquero estando con sus recuerdos y relativamente sana —si sus recuerdos eran reales, no sabía que tan dañada había estado con una madre así— hubiera terminado en un infierno, rodeada de personas que si estaban mal mentalmente como las que estaban viendo.

Escuchó las preguntas de Ethan y analizó lo que tenía frente a ella. Podían atreverse a entrar en silencio, pero al encender las luces todo se iría al traste. Igualmente, separarse indicaba que uno de los dos quedaría en medo del desastre y en cualquier caso, iba a salir todo muy mal. —No me gusta nada esto — dijo suspirando. —¿Qué tal tratar de hacer una distracción en otra sala lo suficientemente grande para que todos se muevan? O la mayoría, podríamos manejar a pocos si se da el caso de que no todos se alerten — era lo único que se le ocurría en ese momento, no quería separarse de Ethan ni que alguno de los dos terminara herido del todo por los locos, no gracias.

Se quedó dubitativo un segundo ¿crear una distracción en otra parte? ¿Y como demonios iban a hacer eso? Pero tras observar de nuevo a Brianna de arriba a abajo se dio cuenta de como podían hacerlo. - Brianna... Podrías lanzar mi móvil con la música puesta. Renunciaríamos a la linterna que tenemos, pero bueno, vamos a devolver la electricidad, supongo que tampoco es mala idea... - se acercó a ella, despacio, para no llamar demasiado la atención, para enseñarle como activar la música. - Tienes que pulsar aquí y luego aquí. - señaló el chico. No sabía hasta donde podría llegar la perdida de memoria de su compañera, la cual podría no recordar como usar un móvil. - Tengo música de casi todo tipo, así que escoge la que creas que puede sonar más y lánzalo bien lejos de nosotros. Eso nos dará tiempo.

Al tenderle el móvil a Brianna, ella identifica claramente cómo usar el aparato. No recuerda haber usado ninguno antes, pero sí recuerda todo lo concerniente al uso de estos dispositivos, y no le resulta en absoluto complicado entender su funcionamiento. En general, ahora que lo pensaba, sabía todo lo que tenía alrededor, y lo identificaba correctamente. Solo sus recuerdos estaban confusos y con lagunas, por el momento.

Vio a Ethan mirarla un poco perdido sin saber que hacer o como plantear esa idea, ella tampoco sabia como hacerlo en realidad, había pensado en ir a otra sala y tirar algo o mover cosas, nada planificado realmente, solo no quería que alguno quedara parado en medio de nada, porque los pacientes los verían al prender la luz y adiós intento. Pero al escuchar al hombre, miró el celular y la idea se formó clara en su cabeza tal cual él le decía, era genial.

Lo dejó explicarle le funcionamiento, pero realmente se dio cuenta de que recordaba cómo usarlo, igual que la mayoría de las cosas normales del lugar. Era una sensación extremadamente rara, tener conocimiento sobre todo lo cotidiano, pero no recordar para nada como había aprendido a usarlo o la primera vez que lo había hecho. Esto la hizo fruncir el ceño, era horrible.

Dejó sus pensamientos de lado y asintió a sus palabras, le bajó casi todo el volumen y se puso el celular en la oreja, mientras cambiaba las canciones escuchándolas y buscando una que fuera bastante estridente, hasta que encontró una que imaginó podría sonar bastante estridente (una de rock) y de inmediato le puso pausa, le subió todo el volumen, miró al enfermero y respiró profundo —¿Listo? En lo que busquen el sonido hay que apresurarnos — le dijo, esperando alguna afirmación. Con eso, volvió a mirar a los locos, luego a la puerta que daba a la otra habitación, le dio rápidamente a play al teléfono y lo lanzó lo más fuerte que pudo al otro lado, viendo cómo iba lejos el aparato, esperando que funcionara y que pudieran llegar lo más libres posible a los interruptores.

El momento en el que Brianna pulsó el botón de reproducir del teléfono móvil, la música comenzó a sonar a todo volumen. Apresuradamente, tratando de que los enfermos que podían escuchar la música no los detectaran antes de que pudiera generar una distracción eficaz, lanzó el teléfono móvil de Ethan en una dirección lo más alejada posible de la caja del diferencial, para así darles tiempo a llegar y tratar de reparar los desperfectos ocasionados por el fuego, de alguna foma.

La reacción por parte del grupo de personas congregadas en el comedor no se hizo esperar, y la mayoría de ellas giraron la cabeza de repente, alarmadas por el sonido tan repentino. Ethan y Brianna pudieron observar cómo un buen grupo de ellos salía corriendo hacia el teléfono móvil, que rebotó contra el suelo a una buena distancia de ellos. Ethan y Brianna temieron que el móvil se rompiera por el impacto contra el suelo, pero por suerte esto no fue así, y continuó sonando con su melodía, llamando la atención de los enfermos que habían salido del comedor. Los que quedaban dentro, o bien parecían no haberlo escuchado, o no reaccionaban al estímulo, puesto que permanecieron en sus sitios. Quizá incluso estuvieran muertos, era difícil distinguir a unos de otros cuando todos ellos estaban en el suelo tirados como fardos. 

Ethan y Brianna se apresuraron entonces a la caja de fusibles, sorteando los cascotes del suelo y esquivando los pequeños fuegos que todavía ardían, remanentes de la explosión. Al llegar, pudieron observar el verdadero destrozo que era la caja del diferencial. El fuego se había hecho cargo de la cubierta de seguridad, pero ese no era el mayor problema, ya que el fuego, afortunadamente, no había llegado a dañar los circuitos e interruptores. El mayor problema era que por dentro estaba repleta de cortes y golpes. Parecía que habían golpeado el interior del diferencial hasta dejarlo inservible, y después habían cortado los cables que contenía la susodicha caja. Ethan miró a Brianna desesperanzado. Aquel destrozo era irreparable, o al menos lo era sin las herramientas adecuadas.

Sin embargo, sus preocupaciones no acababan más que comenzar. El sonido de la canción se acercaba a ellos lentamente, lo cual era extremadamente raro. Al girarse, observaron con pavor cómo todos los enfermos que habían acudido al reclamo se hallaban frente a ellos, amenazantes. Uno de ellos portaba el teléfono en sus manos, por alguna razón que el doctor desconocía. Ninguno de ellos tenía la misma expresión en sus rostros. Algunos de ellos sonreían ferozmente, otros portaban una cara de pena o incluso de terror, profiriendo alaridos de cuando en cuando sin razón alguna, al menos que pudieran ver con facilidad. Sin embargo, también había muchos que los miraban con indiferencia. 

Un paso.

Dos pasos.

Ethan y Brianna no esperaron más, y echaron a correr en dirección contraria aterrorizados, atravesando el comedor para poder alejarse de la turba que los precedía. Comenzaron a sonar gritos a sus espaldas, el sonido de pisadas que los perseguían retumbó en las paredes agujereadas y maltrechas del comedor. Muchas pisadas, todas ellas con un solo objetivo: alcanzar al doctor y a aquella paciente.

Brianna gritó cuando uno de los enfermos que se encontraba en el suelo se movió, agarrando su tobillo. Un brillo febril en sus ojos y una tez pálida como la ceniza, visibles incluso en la semioscuridad, indicaba que no le quedaba mucho tiempo de vida, y quizá nada de salud mental. El enfermo parecía gesticular algo, intentando hablar, pero no le salían las palabras. Brianna se zafó con fiereza del agarre de aquella persona, con ayuda de Ethan que tiró de ella. Ambos siguieron corriendo a través del comedor, saltando y empujando mesas y sillas para tratar de frenar a la multitud que los perseguía inexorablemente. 

Las respiraciones de sus perseguidores aumentaban de volumen, y jurarían que algunos incluso aullaron de placer y de exaltación, como si de una cacería se tratase. Los corazones de Ethan y Brianna iban a toda velocidad, mitad por el esfuerzo, mitad por el terror del que estaban siendo partícipes. Ethan frenó en seco cuando uno de aquellos enfermos se acercó demasiado a él, que de alguna forma había conseguido rebasar al resto, y por inercia sacó la pistola y disparó en su dirección. La bala se alojó en el muslo del otro hombre, que retrocedió chillando de dolor, dejando un rastro de sangre a su paso. Ethan no se detuvo, y siguió corriendo, tratando de atravesar el comedor para llegar al otro ala del hospital, y tratar de dar esquinazo a aquellos malsanos seres humanos. 

Sin embargo, divisó con pavor cómo algunos de ellos conseguían rebasarlos también, y comenzaban a formar una línea frente a la puerta, cortando su escapatoria. Sin más opciones, Ethan miró alrededor sin dejar de correr, y observó una abertura en la pared y el suelo allá donde la explosión los había destruido, que llevaba al sótano del hospital. Se acercó corriendo, agarrando a Brianna del brazo para que no se quedara atrás, y se asomó al hueco. Habría como cuatro o cinco metros de caída, quizá incluso seis, pero no parecían tener mucha más opción que morir en manos de aquellos locos.

Se lanzaron al vacío, manoteando en el aire mientras intentaban caer estables, pero al tocar el suelo un estallido de dolor surgió en sus tobillos debido al esfuerzo. Ambos rodaron por el suelo, y Brianna chocó con la cabeza contra la pared, reabriendo la herida que tenía en su cuero cabelludo, de la que comenzó a manar sangre. Ethan, por suerte o por desgracia, no se golpeó la cabeza, pero su tobillo crujió con un sonido muy poco satisfactorio, y el dolor fue aún más intenso si cabía. Parecía no haberse fracturado de milagro, pero no podría andar con la misma soltura que antes.

Los enfermos se agolparon en la oquedad, mirando ruidosos en la dirección de los dos. Uno de ellos se lanzó, una mujer con el pelo blanquecino, que se tornó carmesí al aterrizar frente a sus ojos, de cabeza, chocando su cráneo contra el duro suelo de cemento. Los demás enfermos permanecieron en aquella posición, al parecer sin intención de lanzarse al vacío tras Ethan y Brianna. Uno de ellos, sin embargo, el que tenía el móvil en la mano, lo lanzó hacia ambos. El dispositivo se estrelló contra el suelo, cesando la música de inmediato. 

Lo último que ambos pudieron escuchar antes de que se retiraran, fue al mismo hombre decir lo siguiente:

«Vuestra pesadilla acaba de comenzar.»

Todo lo que estaba pasando era una jodida locura. Ni se molestó en revisar su móvil, lo había dado por perdido cuando lo lanzó con la música puesta. Ahora que tenían una calma relativa, se acercó a Brianna, fue gateando, pues no quería forzar aún más su dolorido tobillo. Sin decir nada, le examinó la cabeza, se había abierto su herida nuevamente. Se quitó la camisa, un escalofrío recorrió el cuerpo del enfermero, en el sótano las temperaturas suelen estar más bajas, además de que no le hacía gracia ir con el cuerpo al descubierto. Le quitó una de las mangas a la camisa, la usaría para vendarse el pie luego, pero primero vendó a Brianna, para intentar cortar el sangrado. - Lo siento Brianna... Al final no ha sido tan buena idea.

Se separó ahora de ella, se sentó de forma cómoda en el suelo, para poder trabajar. Se miró el pie, se le iba a inflamar terriblemente y seguramente un montón de vasos sanguíneos se habrían roto por dentro. Si tuviera hielo y reposo, sabría que se le pondría bien en un par de días, pero no tenía ninguna de esas dos cosas, menos aún tiempo para reposar el pie. Se ató con una camisa el pie, de forma que dejara fijo el tobillo, lo que menos le convenía ahora a ese pie era moverse demasiado. Se puso en pie, parece que no le dolía demasiado como para no andar, aunque mejor ir olvidándose de correr. Sería mejor comunicárselo a su compañera. - Puedo continuar, pero si tenemos que participar en otra persecución... Déjame atrás, te ganaré tiempo, es lo único que puedo hacer. - habló con cierta tristeza. Entre estar semidesnudo y malherido... Tenía la ansiedad por las nubes.

Se apoyó con la espalda en una pared, intentando no apoyar el pie torcido demasiado a la hora de respaldarse en la pared. - No tiene sentido... Nada de esto. Algunos tienen miedo, otros sonríen y a otros parece no importarles sus vidas, pero ¿te has fijado? Trabajan unidos. - suspiró y miró al suelo, le dolía un poco la cabeza. - No tiene sentido, si están alucinando, deberían ver a todos por igual, pero parece que para ellos somos diferentes. Además... - miró hacia arriba ahora. - Parece que uno de ellos tiene plena consciencia de lo que está pasando. Brianna... - dirigió su mirada a su compañera, se veía la ansiedad tanto en sus ojos como en el temblor de su voz. - No creo que salgamos de aquí con vida, está todo en nuestra contra y encima ahora estamos en el sótano, el lugar más alejado de una salida...

Se tocó la cabeza haciendo una mueca ante la sangre, limpiándose la mano de inmediato contra la bata para quitarla de su piel. Toda la carrera la había dejado sin aliento y mientras la adrenalina se iba de su cuerpo sintió ganas de llorar. Había sido un enorme desastre… Pero ¿Habían más opciones? No se iba a separar de Ethan e igual manera, los atraparían sí o sí. Respiró profundo tratando de ignorar el dolor en su cabeza y agradeciendo que por los momentos no sintiera más efectos que esos, no quería terminar desmayándose o algo así ahora. Volvió a mirar arriba con miedo para luego sentarse bien y mirar a Ethan tratar de revisarse el pie. Estaban tan jodidos.

—No te preocupes, realmente ninguna de nuestras opciones tenían un final feliz — dijo haciendo otra mueca, se estaba haciendo buena para ignorar los dolores. Se levantó también logrando no marearse y suspiró al escuchar al hombre, ahora irían más lentos y todo por el desastre que acababa de ocurrir. —Lograremos algo, no te voy a dejar de lado. — le aclaró, realmente, podían tratar de defenderse todo lo posible ¿No? —Esos experimentos ¿Quizás están actuando como una colmena? O algo así… Ya sabes. Que cada uno tenga como una reacción diferente, pero atiendan las órdenes de ese, que parece estar consiente — estaba tratando de buscarle lógica a todo, si fueran más desordenados, sería más fácil pasarlos.

—Si saldremos, tenemos que salir — trató de calmar al otro, aunque ella no estaba tan tranquila —No tenemos luz, pero conoces el hospital, vamos a ir modo sigilo ahora. Solo, tratemos de rodearlos y volver a llegar donde Esther — o a la salida directamente, pero prefirió no comentar eso por ahora —Y así terminar de irnos. Estábamos cerca, podemos movernos, debe haber una manera. — dijo más para sí, comenzando a revisar el lugar, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad, ahora solo tenían que subir.

Con dificultad se levantaron ambos, paciente y enfermero. El tobillo de Ethan dolía al apoyar, pero parecía poder soportar su peso por ahora, aunque con muchas dificultades. Si lo forzaba mucho quizá terminaría de ceder, y entonces no tendría un arreglo inmediato. El vendaje improvisado con la camisa ayudaba, sí, pero Ethan sabía que era una medida más bien pobre. Brianna, por su parte, tenía leves palpitaciones en la cabeza, que eran más dolorosas a medida que pensaba en lo dolorosas que eran, pero al menos había dejado de sangrar tanto, y poco a poco la hemorragia se estaba deteniendo. El vendaje ayudaba, definitivamente.

Al frente, un gran pasillo se extendía, blanco como el papel, al igual que el resto del hospital, aunque aquellas paredes eran claramente mucho menos delicadas y trabajadas. Algunas pocas tuberías surgían de vez en cuando en el techo, y unas pocas puertas metálicas como las que había en las otras plantas, todas ellas cerradas en apariencia, se encontraban también en el estrecho pasillo. 

El pasillo estaba oscuro, y apenas podían avanzar a tientas, con las pocas luces de emergencia que se repartían por él. Al menos, de esa forma, podían ver el contorno de las cosas, pero aún así eran cautelosos. La rigidez del cuello volvió a Ethan, y comenzó a sentir él también unas leves palpitaciones, como un dolor de cabeza atenuado. 

Eventualmente llegaron a una intersección, donde unas escaleras subían de nuevo a la planta superior, mientras que el pasillo continuaba hacia delante. Ethan no conocía exactamente a dónde llegarían por aquellas escaleras o por el pasillo, pues apenas había estado una vez en el sótano en toda su carrera allí, en el hospital. Los sótanos correspondían a la parte del hospital menos cuidada, donde las celdas eran más viejas y de más difícil acceso. Por eso mismo, allí se ponían a los enfermos más peligrosos o a los más inestables, y con los cuales no tenía trato en absoluto. 

A Ethan no le convenció demasiado el optimismo de Brianna, aunque agradeció el hecho de que la chica intentara levantar los ánimos del grupo. A pesar de no estar convencido de salir con vida, sabía que debía intentarlo, por lo que decidió continuar adelante. - Por cierto, solo me quedan cinco balas. - sentenció el joven. Eran pocas y los enfermos eran muchos.

El dolor del cuello volvió, cosa que agitó un poco el corazón de Ethan, pues se sumaba ya al dolor que tenía en el pie. - Brianna ¿podrías mirarme el cuello? Tócalo también un poco, sin miedo de apretar, a lo mejor a mi también me han hecho algo y no me acuerdo... - se notaba que el chico estaba bastante preocupado, aunque sonrió levemente al ver que la herida de su compañera había dejado de sangrar.

Tras aquella pequeña pausa, continuaron la marcha, llegaron a una intersección. Ahora podían ir arriba o seguir en el sótano. - No podemos volver a subir, nos están esperando arriba. Aunque aquí están los pacientes más peligrosos y problemáticos, no tenemos más remedio que seguir por abajo, con suerte seguirán encerrados y sin suerte... Bueno al menos no nos esperan. - comentó Ethan. Esperaba que Brianna se equivocara por una vez y que no fueran una mente colmena, porque entonces en cuanto les encontrara el primero, todos los demás ya sabrían donde ir.

Miró a Ethan de reojo casi con ganas de lloriquear, no eran buenas noticias que le quedaran tan pocas balas. Ahora tenían que buscarle alguna otra arma a Ethan, se negaba a rendirse y si tenía que terminar con una carnicería para que salieran vivos, lo haría. —Si encontramos una barra o algo así por el suelo o una palanca, agárrala — le dijo de inmediato, tenían que salir bien de ahí.

Miró con cuidado al otro y asintió, entendía que estuvieran pasándole cosas raras y le preocupaba mucho porque no era bueno que a Ethan le hubieran hecho algo también. Se acercó al otro y con cuidado le toqueteó el cuello, presionando un poco duro por si sentía algo raro. —¿Te duele mucho si te presiono así? — le preguntó, tratando de sentir si había algo raro ella misma.

Siguieron caminando mientras miraba a todos lados nerviosa. Cuando llegaron a la escalera y el mayor le dio las indicaciones suspiró, ni una sola cosa buena. —Si nos están esperando, mejor seguir por aquí abajo. Si estamos callados, imagino que no nos verán, que la oscuridad nos ayude un poco — dijo tratando de verle algo bueno al asunto —¿No sabes si hay alguna otra escalera para salir o algo así aquí abajo?

Al tacto, el cuello de Ethan estaba rígido como una piedra. Ethan emitió un quejido de dolor, indicando que la presión prolongada sobre la zona le dolía en efecto. Además, estaba caliente, tenía la temperatura corporal elevada. Sin embargo, no había ningún signo de que hubieran hecho nada con él, a diferencia de con ella misma. El dolor de cabeza de Brianna, por otra parte, no parecía remitir en absoluto, y a momentos se hacía incluso más acuciante. A veces le resultaba difícil pensar en ese estado, pues el dolor la nublaba parcialmente.

Continuaron adelante, sin pensar mucho más en las escaleras. Ethan no conocía un camino claro, pero esperaba llegar a algún lugar desde el que pudiera orientarse. 

Suspiró y negó con la cabeza. - No, lamentablemente no conozco ningún otro camino... - miró a la chica, parecía estar pasándolo mal. Le puso una mano en la frente para comprobar si tenía fiebre, aunque con todo lo que debían haber hecho con ella... Era lo normal. - Si necesitas parar a descansar, avísame. - comentó. No quería que su compañera se desmayara, menos aún ahí abajo.

Avanzó delante por el pasillo, con la pistola en su mano diestra y tendiendo su mano izquierda a Brianna. - Está oscuro y ya no tenemos luz, será mejor asegurarnos de no separarnos el uno del otro. - caminaba firme, aunque despacio, no quería torcer aún más su pobre pie.

—Realmente estas tenso. Y algo caliente — le dijo luego de su inspección a su cuello y suspiró, esperando que no fuera nada malo y la fiebre fuera por la torcedura de tobillo o algo así y fuera normal. Siguieron caminando un poco más y se acercó lo más que pudo a Ethan para no perderse, porque con lo nublada que tenía la cabeza ante el dolor y lo poco que podía pensar en esos momentos, dudaba en reaccionar bien si algo aparecía o forzar sus ojos a distinguir mejor el camino. —Me duele demasiado la cabeza, pero no creo que mejore si paramos, lo más conveniente es seguir caminando — le dijo tratando de tranquilizarlo y a sí misma, necesitaba seguir en movimiento para no desmayarse o algo así. —Sin camino aparte, entonces… Podemos seguir caminando a ver a donde llegamos, quizás encontremos algo que nos ayude. O logremos que se distraigan lo suficiente para alejarse de la salida — divago un poco entre el dolor mientras seguían el camino, ojala consiguieran mejorar el panorama pronto.

Ambos caminaron por el pasillo bien juntos, sin separarse uno del otro. La poca luz que había no ayudaba para avanzar, pero tampoco podían hacer otra cosa que seguir adelante. Ethan revisó la pistola por si se había roto por la caída, no fuera a ser que fallara cuando más la necesitaban, pero no parecía tener ningún desperfecto. 

Al cabo de un par de minutos caminando por el pasillo, llegaron finalmente a una sala grande y amplia, con un candado cerrado en ella. A su derecha, ambos tenían otro pasillo que parecía discurrir de la misma forma que el anterior por el que estaban caminando, aunque una de las puertas de metal estaba abierta de par en par.

Escuchó el análisis de Brianna sobre su cuello y asintió. Realmente no parecía algo grave, pero aún así esos dolores intermitentes eran un motivo de preocupación para Ethan. Caminaron juntos de forma que la oscuridad no fuera un impedimento para conocer la posición del otro, hasta que finalmente llegaron a lo que parecía ser una gran sala con un candado.

El pobre enfermero no tenía ni la más remota idea de que sería aquello, lo que si que sabía era que necesitaban la llave para continuar por ahí. Había otro pasillo, quizá allí estuviera la llave o mejor, una salida alternativa, pero aquella puerta abierta de par en par... Le daba muy mala espina. - Es muy probable que esa puerta abierta sea de alguna habitación de un paciente peligroso, será mejor no hacer mucho ruido. - intentó calmar sus pulsaciones, inútilmente, pero si logro reducir su marcha de forma que apenas eran audibles sus pasos. Por otra parte, no logró agacharse, debido a su pie malherido, tuvo que resignarse a caminar de pie, aunque a la hora de apuntar, quizá eso sería algo bueno.

Siguieron caminando, Brianna más pendiente de que la cabeza no le explotara mientras caminaban, agradecida por un lado por la poca luz porque estaba segura de que si hubiera mucha luz, no aguantaría su cabeza más de lo que ya lo hacía. Se detuvo junto a su compañero cuando llegaron al gran pasillo y suspiró frustrada al ver el gran candado. Alguien los odiaba definitivamente.

Asintió a sus observaciones y se apegó lo más que pudo a Ethan para que pudieran caminar en silencio. —Veamos si podemos echar un vistazo sin hacer ruido o que nos vean cuando pasamos por allí, no vaya a ser que la llave está allí y no al lado del otro pasillo y terminamos caminando de más — le murmuró ya en modo silencioso, comenzando a caminar con él. No quería encontrarse con nada raro allí abajo porque iban a estar muy, pero muy jodidos si salía algo justo ahora. A ver si por fin algún pequeño indicio de suerte les aparecía, porque no habían estado teniendo ni un poco de ella desde que había despertado.

Decidiendo omitir por lo pronto el candado hasta encontrar la llave para abrirlo, Ethan y Brianna se encaminaron por el pasillo perpendicular, pasando con cuidado por enfrente de la puerta entreabierta. Al mirar adentro, rápidamente y con sigilo, pudieron ver que estaba vacía. Era una celda como las que había en las plantas de arriba también, aunque mucho más vieja y menos equipada, siendo que había apenas un camastro con un colchón roído por las pulgas y un agujero en el suelo para lo que, suponía Ethan, era el "inodoro".

Ethan puso una mueca entre el asco y la confusión. El hospital tenía cierto renombre, y los ingresos anuales eran más que abundantes como para mantener el hospital, pero esta faceta no la conocía el enfermero. Parecía que mantenían una bonita fachada desde afuera, pero para los pacientes más peligrosos no parecía existir tal comodidad y dignidad como la que gozaban los pacientes en los pisos de arriba, siendo que al parecer apenas vivían en un zulo.

De pronto, Ethan comenzó a sentir un intenso dolor en su cabeza, sus pupilas se dilataron y dejó caer la pistola a un lado para agarrarse con las manos la cabeza. Contuvo un grito a duras penas, siendo apenas consciente de que si lo hacía alertaría a todo el que estuviera cerca, pero se mordió los labios con fuerza, tratando de soportar ese dolor. Entonces, el enfermero cayó al suelo, inconsciente.