Partida Rol por web

Me sumé con los demás a aquella búsqueda espontánea, pero al poco rato desistí. Todo estaba gastado, era demasiado grande o no reconocía qué diablos era. Suspiré y anuncié:
-Aquí no hay nada aprovechable. Voy a ver qué está pasando ahí fuera

Tras esas palabras, me volví y me fui hacia aquella puerta. Para mí el camino estaba claro.

Pese a vuestros esfuerzos, no encontráis cosas aprovechables que podáis llevar con vosotros. Gran parte de lo que está esparcido por los suelos está gastado o sucio, o es demasiado aparatoso para llevarlo encima, o directamente no sabéis para qué puede usarse, y en el mobiliario tampoco parece haber cosas dignas de mención. En retrospectiva, parece como si alguien hubiera revuelto todo y luego no hubiera recogido Algunas no sabéis ni lo que son.

No parece ser buena idea quedarse aquí. Aesperar a que aparezca otro de esos engendros.

Me limité a asentir al agradecimiento del chico, esperaba que no tuviera que devolverme el favor pronto.

Una vez que quedó claro que allí no encontraríamos nada útil, me dispuse a seguir al otro tío. Mejor no quedarnos como putas presas en un mismo sitio y comenzar a movernos antes que el olor del cadáver los atrajera.

Abandonáis la habitación y os encontráis en

---El Pasillo---

Habéis salido a lo que parece un pasillo de hospital, en el que podéis ver múltiples puertas cerradas. Los ruidos que antes se intuían ahora se oyen de forma un poco más clara, y eso no es tranquilizador en absoluto. Oís golpes, gritos ininteligibles, y lo que parecen explosiones, a una distancia que no podríais precisar. De vez en cuando notáis estallidos más cercanos, que sacuden todo el lugar haciendo caer polvo del techo y que las luces del techo titilen, algunas incluso apagándose directamente entre chispazos. 

El pasillo es recto, con la entrada a unos aseos y lo que parece media docena de puertas en los lados, dos puertas antes de los aseos y otras cuatro después. Al final, podéis ver que el pasillo se bifurca horizontalmente en dos caminos, izquierdo y derecho. 

¿Hacia dónde os dirigiréis?

El jóven ojerizo a cada minuto, parece más nervioso. Poco a poco sale por la puerta y se sitúa en la parte izquierda del pasillo. avanza, con la espalda prácticamente pegada a la pared. Avanza muy sigilosamente, primero avanzando el pie izquierdo, y luego, cruzando el derecho. Despacio, pero seguro de sí mismo mientras mira a los otros y les hace gestos que piden silencio.

Al alcanzar una puerta, hace un gesto a la chica, en el que le marca con los dedos los ojos y señala a la puerta. Creo que quiere decir algo como que vayamos a ver qué es lo que ocurre ahí dentro.

¿Qué dices? susurró al chaval encogiéndose de hombros. ¿Qué pasa? No sabía muy bien porque hablaba bajo pero supuso que debía haber algún motivo para que el chaval se dedicara a hacer gestos extraños en vez de explicar lo que quería decir. Luego miró al resto. A la chica y al otro tipo. Esperando a que hicieran algo. Desde luego él no pensaba ser el primero en avanzar. 

Mientras salían, quienes habían manifestado la espada y las garras se dieron cuenta de que éstas se habían ido retrayendo hacia el interior de sus extremidades. Ahora vuelven a parecer brazos y manos normales, pero todavía pueden notar los filos óseos en su interior, duros , tensos, extraños. Probablemente podrían volver a manifestarlas si hiciera falta con un poco de esfuerzo. 

Al sentir un peculiar tirón en el brazo bajo la vista, justo a tiempo para ver cómo esa extraña espada osea vuelve a penetrar en la carne, dejando como prueba de su existencia el agudo dolor que causaría una enorme inyección al ser clavada en el músuclo, posiblemente creada para ser usada en un animal sobredimensionado, y una dureza ahuecada en la piel, como indicando por dónde volvería a salir en caso de ser necesaria. No era capaz de recordar mi nombre o cómo había llegado allí, pero algo me decía que no tenía esta peculiaridad biológica antes de llegar aquí.

Al salir al pasillo, con el resto de los prisioneros (porque diría que es lo que éramos) la cosa no pintaba nada bien, sonidos de explosiones, batallas, jadeos y gritos, muestras de daños graves en la integridad estructural del edificio... Dudaba que alguien fuese a aparecer por el pasillo y darnos una explicación plausible para lo que estábamos viviendo. La punzada continua en el brazo me dejaba claro que esto no era algún tipo de simulación virtual y dudaba de la existencia de una escape room con tal nivel de producción y que violase el cuerpo de sus usuarios tan alegremente. Y la naturaleza de aquel animal, porque a pesar de mi amnesia, también sabía que en el mundo no podían existir monstruos así naturalmente, solo hacía que me preocupase más y más.

- No... No soy capaz de recordar mi nombre o qué carajo hacemos aquí, pero, creo que nos vamos a tener que apoyar los unos a los otros si queremos sobrevivir.- Comenté con voz queda mientras nos reuníamos en el pasillo. - Creo que lo más cómodo, a no ser que vosotros recordéis vuestros nombres, será que nos busquemos nombres provisionales con los que dirigirnos los unos a los otros, yo... seré Bob... Y creo que podríamos echar un vistazo en los baños, si vemos que ninguna puerta previa se abre, por si hubiese taquillas en las que tratar de conseguir ropa.- Comenté, tan seguro de mi mismo como de que nunca había sudado tanto en mi puta vida.

La sensación en mis manos era extraña, sin embargo el dolor de mi hombro apenas me permitió percatarme de ello. Fui avanzando con los otros tres, en silencio, viendo los gestos de aquel chico ojerizo. Sin embargo, los otros dos comenzaron a hablar. Aunque el primero no había dicho nada muy importante, el segundo si me llamó la atención. Intente no reír con sorna ante el nombre, sería fácil de recordar al menos.

-Seré Jane- Dije. Era la única chica, por lo que Jane Doe era lo que tenía más sentido en ese momento. "Chica desconocida", era lo que aquel nombre significaba, y eso, lamentablemente, era. Desconocida hasta mi misma.

Me acerqué a la primera puerta a la derecha y me apoye al marco, antes de probar abrirla con mucho cuidado.

El jóven mira al resto. Parece que eso de querer ir en silencio no va con ellos y que prefieren ponerse a hablar y montar un puto reality show, cuando algo resulta que les ha cambiado por dentro. Desafiando a toda lógica, de los brazos salen espadas, y con cierto nerviosismo, parecer ser que él mismo puede controlar, o al menos modificar la corriente eléctrica, y sus derivados.

Bob,  ¿este tío que cojones se cree? No me fío de él... ¿Por qué quiere que vayamos a los baños? De hecho.. hasta el sonido viene por ahí... ¿Quien no me dice que este fulano no sea parte de uno de estos hijos de puta que nos ha encerrado, atado y a saber que mierdas más?

El jóven ojeroso, ojerizo, apoya la espalda con la puerta e intenta abrirla, despacio, con mucho cuidado...
 

Miró al tipo de la ojeras. Luego al otro tipo y a la chica. ¿A quien seguir? ¿Que puerta abrir? Se puso a pensarlo un momento y llegó a la conclusión de que cuantos más mejor y, además, se estaba meando desde antes de que apareciera el perro ese de antes.

Yo seré Ron. susurró poniéndose detrás de la chica. Ron era un buen nombre. Corto y pegadizo. Perfecto para aquella situación.

Ninguna de las dos puertas ofrece resistencia...

Permanezco expectante, junto a Jane, preparándome para atacarme o defender en caso de que nos encontremos algún embuste, criatura o humano tras la puerta que está abriendo.

Al entreabrir la primera puerta de la izquierda, puedes ver muchas cajas de cartón, apiladas o desparramadas sobre el suelo, y alguna estantería, metálica y de aspecto resistente. 

Parece ser un pequeño almacén que ha visto bastante tráfico. Seguramente contiene todo tipo de cosas útiles que podríais aprovechar. 

Abrís la puerta y...es una habitación prácticamente idéntica a la que habéis abandonado hace un momento: Misma construcción, misma distribución, mismo mobiliario. La única diferencia es que ésta está completamente desocupada, no hay ninguna persona ni criatura, ni viva ni muerta, en su interior.

El joven entra en el cuarto que acaba de abrir y se pone a buscar cosas útiles por todas partes. Empieza por las partes más accesibles, y después se dispone a buscar en lo menos alcanzable.

Entras como una exhalación al ver las cajas. Estás en un pequeño y cálido almacén, lleno de cajas de todos los tamaños y materiales. Cajas de madera, de cartón y de plástico, abiertas y cerradas, llenas y vacías, nuevas que parecen recién salidas de la fábrica y viejas que han sido reaprovechadas mil veces, pulcramente apiladas o esparcidas de cualquier manera por la habitación. ¡Cajas, cajas, cajas!

Y una pared con estanterías metálicas, rígidas y estrictamente funcionales, que también prometen estar llenas de cosas. 

El suelo, de un material diferente al terrazo de los otros sitios, está lleno de rayaduras, como si hubieran estado arrastrando cosas duras y pesadas una y otra vez por él, señal de que este almacén ha visto mucho uso. 

Empiezas a buscar frenéticamente algo aprovechable, poniendo el almacén patas arriba.