Partida Rol por web

-Eso, poneos todos en modo berserker....Molly, yo me ocupo de entretener a tu amigo, tu ayuda a los otros.-Sin pararse a pensar en el disparo recibido y con el aerodeslizador por fin en rango, Lyn no dudó en dar el salto al borde mientras acumulaba su energía en ella misma y las chispas saltaban a su alrededor.

-Veamos si puedes seguir esto.- Aun no había entendido lo que Molly le había dicho, pero no podía permanecer estancada, debía sacar a relucir su inventiva. Si su control mágico era pobre en el exterior solo tendía que mantenerlo dentro para impulsar su cuerpo.

En el instante en que el el pie de Lyn tocó el barco se convirtió en un borrón de luz que se lanzaba contra la espada clavada frente al cowboy, como un relámpago atraído a un pararrayos haciendo desaparecer la distancia entre ellos en un instante. En un primer pensamiento Lyn aterrizaría elegantemente sobre su espada para luego lanzar su asalto epicamente, pero en la realidad el impulso había sido excesivo y el movimiento instantáneo había tenido que transformarse en un tajo en pasada que apenas lograba frenar tras el pistolero. 

-Finura le falta bastante...pero creo que merezco un aprobado por ser la primera vez.

De pronto Lance se adelanta y se mete justo en medio del peligro.
—¡No me dejes solo! ¡Estúpido!

Por el camino se barre a la mitad de los esbirros, quienes intentaron inútilmente obstruirle el paso.

—¿Pero quién es este loco? ¡Y por qué no hacen nada para pararlo!

—Yo estoy ocupado —responde Van, mirando de reojo hacia allá, para después enfocarse en Keira.
Reacciona a su amenaza con una sonrisa.
—Mi corazón es demasiado duro, te vas a romper esa dentadura tan bonita que Dios te ha dado.

En mitad de su caída, Simon siente un cambio de dirección, pero en vez de ir hacia arriba se desplaza horizontalmente, continuando a la misma velocidad, hasta que se estampa con la pared externa del barco. Al menos ha conseguido agarrarse de ahí y el impacto puede que no lo haya dejado grogui del todo.

—¡Y tú no te vayas! —exclama Hana, girándose hacia el enmascarado, que es estaba escabullendo hacia los contenedores.

—Tenemos otro intruso, voy a limpiarlo.

Ahora en la distancia ven que se acerca una nave patrullera rodeada por una comitiva de aerodeslizadores. Se oye una voz por un altoparlante:
—¡Policía de Bremonia! —se anuncia—. ¡Resolvamos esto de forma civilizada y asómense con las manos en alto para que podamos identificarlos!

Lyn es la siguiente en mandarse, que como el rayo aparece detrás de un muy sorprendido Vant. Un segundo después aparece un corte limpio y perfecto en su habano, haciendo que la punta encendida caiga al suelo.
—Vaya, eso ha sido especi- ¡¡OOOOAAAHH!!
Y sin previo aviso le impacta un relámpago encima, dejándolo bien chamuscado.

—Qué cosa... No ha entendido nada de lo que le dije, pero igual se la dio y bien. Me hace sentir a mí inútil, oye.

Una explosión los ensordece a todos. Ha ocurrido en la nave patrullera que acaba de aparecer y ven otro aerodeslizador más aparecer en escena. Su tripulante es el psicópata albino.

Con un ademán, la espada negra que ahora reemplaza su mano crece hasta alcanzar un par de decenas de metros de longitud y la usa para, al pasar con su vehículo junto a la nave, cortarla en dos de un tajo.
Los efectivos en deslizadores inmediatamente reaccionan y contraatacan, pero son eliminados con la misma facilidad.

—Em, Vallstein, lamento tener que rechazar tu orden, pero yo a ese quiero ir a pegarle.

Con un poco de dificultad, Molly se pone de pie en el asiento del deslizador, temblándole las piernas al intentar mantener el equilibrio. Coge el manubrio que, en medio de chispazos, se convierte en una katana, para luego dar un salto con la intención de caerle encima al raro.

Ignoro todo lo que ocurre a mi alrededor mientras avanzo con mis escudos, los cuales siguen rebotando furiosamente en los enemigos que me rodean. Ni siquiera hago caso al chico del pelo blanco que parte en dos una embarcación de la policía. Mis ojos solo están centrados en la que parece ser Hana.

—¡¡¡HANAAA!!! ¡¡¡SOY YO, LAAAAANCE!!!— grito a pleno pulmón mientras sigo a la carrera todo lo rápido que puedo hacia ella.

Cuanto más me acerco más convencido estoy de que es ella. ¡No hay duda, ella sobrevivió a lo que fuese que ocurrió en Noresya! Ahora mismo me importa un bledo todo lo demás.

La aparición del psicópata desvío por completo la atención de Lyn hacia la embarcación partida en dos, no podía reprochar nada a Molly por no ir a ayudar a los demás con aquel loco por allí, menos siendo ella misma la primera que quería saltar a rebanarlo. Pero sin un buen punto de apoyo sería más un estorbo que una ayuda, y con tantos enemigos dejar desatendido al tirador les daría demasiada desventaja...sin contar que aun estaba presente la paliza recibida hacia unas horas.

-Tsk, dale una paliza de mi parte….y no vayas a palmarla- Volviendo su mirada hacia Van Zant y determinada a sacarlo del combate, las chispas volvieron a rodearla mientras dos espadas salían disparadas y acto seguido la propia Lyn intentaba repetir su movimiento instantáneo para rematar con una tercera.

- Bueno, de ahí no se cae.

Solté la viga y reduje el martillo hasta que volvió a ser un martillo de carpintero. Mi mirada se volvió a clavar sobre el pistolero mientras me abalanzaba, casi cayendo directamente sobre él.

- Bastardo hijo de perra, he dicho que te voy a mandar de vuelta al infierno.

Justo tras el último corte de Lyn simplemente dejé que la gravedad me llevara hacia delante, lista para clavar el martillo en la sien para acabar con aquello de un golpe.

Y Lance sigue abriéndose paso, ya quitándose de encima a otro par de esbirros más, para llegar a unos pasos delante de Hana.
—¿Lance? —repite la muchacha, extrañada—. Lance... ¡Ah, sí! Vaya, ahora que te oigo más de cerca, sí que eres tú.

Sonríe de forma socarrona y se lleva una mano a la cintura, haciendo un gesto despectivo con la otra.
—Pues lo siento, tienes un aspecto tan soso que te confundí con un matón genérico.
Lance se acerca otro poco más, pero entonces Hana se lleva la mano a la espalda para sacar de la nada una escopeta de doble caño decorada con ribetes y florituras que hacen juego con su ropa. Con el arma apunta al joven a la cara.
—Mala idea exponerte tanto, ahora probarás bien de cerca los efectos de Nirvana.
Otra sonrisa más, mostrando los dientes, y le jala al gatillo. En vez de metralla sale humo bien espeso de colores, dándole a Lance apenas un instante para reaccionar.

—¿Dos contra mí? Oh, vamos, me sobreestiman demasiado.
Ambas muchachas se mandan expresas hacia Van Zant, decididas a acabar con él, a lo que el vaquero simplemente se hace a un lado y, con su mano libre, saca de su cinturón un cilindro que chasquea con el pulgar y les lanza delante. Resulta ser una granada de destello que las deslumbra, resultando en un vergonzoso choque de frente entre una y otra.
—Zoe, ya es la segunda vez que metes a mi vieja en esto, a la tercera me enfado. ¿Quién te educó de esa forma tan grosera?

—¡Pues tú seguro que no, infeliz! —grita el niño rubio desde donde aterrizó con el escudo de Lance, más o menos a quince pasos de Van Zant.

Éste lo mira de soslayo, quitándose despacio el pucho cortado de la boca y soltándolo al suelo. Lo pisa aunque esté apagado.

—Ah, eeh...

Ese escopetazo me pilla completamente por sorpresa y me alcanza de lleno. Noto cómo se me nubla la vista y pierdo un poco el equilibrio haciendo que trastabille hacia atrás, a la par que me siento mareado.

—¿Por qué...?— pregunto con total incredulidad tratando de mirar a Hana, pero soy incapaz de enfocar la vista.

Toda una torrente de sensaciones invaden mi cabeza. ¿Por fin encuentro a Hana y lo primero que hace es atacarme? Me cuesta creerlo, ella siempre que me metía en problemas saltaba a ayudarme. ¿Por qué me ataca sin más ahora y me habla así?

—¿Acaso me odias por no haber podido protegerte cuando ocurrió lo de Noresya? ¿Es eso, Hana? ¡Lo siento, era muy débil y no pude hacer nada, y tuviste que salvarme tú! ¡Pasé años deseando haber sido yo quien hubiese sido alcanzado por esa cosa, pensaba que aquello te había matado! ¿Me odias por ello? ¡LO SIENTO!

Si mis compañeros me miran comprobarán que no tengo ninguna voluntad para luchar. No solo eso, sino que trato de pararme en pie y extiendo mis brazos a la par que guardo mis orbes. Trato de mirar a Hana a la par que me lloran mucho los ojos (no sé si por ese escopetazo o si es por el torbellino de emociones que siento ahora mismo). Lentamente esbozo la sonrisa más amplia que nadie ha visto jamás en mi cara.

—Me alegro de que estés viva, Hana. Bienvenida.

-Joder, será cabronazo...- Ajena al momento dramático que se daba en el otro lado del barco. Lyn se frotaba los ojos luchando por volver a enfocar, mientras el embarazoso choque entre compañeras la recordaba que no solo necesitaba enfocarse en coordinar su cuerpo y su elemento, si no también en colaborar con sus compañeros si quería evitar situaciones como aquella.

-En serio que este tio esta empezando a ser molesto. - Pateando de nuevo el suelo, Lyn se movió apareciendo y reapareciendo alrededor de Van como un fantasma, dejando sus múltiples espadas clavadas a su paso, solo cuando frenó su verdadero propósito fue visto. Tocando la ultima de ellas y con un pulso de energía, los relámpagos comenzaron rebotar entre las diferentes hojas creando una red de rayos, que incluso si era esquivada serviría para retener por unos instantes los movimientos del cowboy.- Todo tuyo.

— ¿Por qué te enfadas? Es la puta verdad — dije escupiendo al suelo mientras me levantaba —. Sabes perfectamente lo que hiciste. De hecho, no debería sorprenderme que estés aquí. Las cucarachas son difíciles de matar, y si tienes una oportunidad de joderme la vida, ¿por qué cambiar tus hábitos tras todos estos años?

Después de la trampa tendida por Lyn arrojé directamente el martillo a su cara, intentando que le atravesara un ojo. Sin embargo, consiguió evitarlo, mientras que yo volvía a manifestar el martillo en mi mano.

— Tú de aquí no sales con vida. Quédate quieto e igual consigo que sea rápido y solo duela un poco.

Van Zant suspira, cerrando los ojos y agachando la cabeza. Levanta la vista nuevamente, a la vez que sus manos, con las palmas abiertas, una a cada lado de su cabeza. Ya no sostiene su revólver, sino que ha sido enfundado no saben cuando.
Keira arremete y el vaquero no hace nada. Justo en el momento en que están más cerca hace un ademán, donde podría jurar la muchacha que intenta acariciarle la cabeza con el brazo postizo, pero antes de lograrlo recibe una trompada brutal con el martillo y se lo arranca, haciéndolo añicos.

Del otro lado está Lance de rodillas en el suelo, tieso, con la boca abierta, babeando. Hana intenta levantarlo, pero le pesa demasiado y no puede, así que se lo lleva arrastrándolo.

Justo antes de que pueda meterse por la escalera que da a las instalaciones interiores, de allí sale el pingüino que los había acompañado anteriormente.
Se quedan un instante mirándose tras casi chocar, hasta que el bicho saca sus sables y se pone a pelear con la chica.

—¡Qué remegacarajos! ¿De dónde salió esto?
Hana intenta defenderse como puede, evadiendo e interponiendo su escopeta entre los tajos.

—Yo qué sé, es la primera vez que veo eso —responde Van Zant, doliéndose el hombro que ahora ya no tiene amigo.

—Lance... Lance, no...
Delante de ti, Hana también se pone a llorar. Su rifle desaparece y avanza unos pasos hacia ti.
—Pensé que estabas muerto, que había sido la única sobreviviente. No, no hace falta que te disculpes, debería ser yo la que pide perdón por no buscarte No buscarte a ti ni a nadie, realmente.

Detrás puedes ver como Keira le da con su martillo a Van Zant, dejándolo incapacitado. Lyn aterriza junto a ella y se ponen a buscar más enemigos en el perímetro.

Niego con la cabeza, sonriente.

—No te preocupes, ahí estamos a la par. Yo lo único que pude hacer cuando aquel rayo te alcanzó fue lo que mejor se me daba siempre: esconderme. Yo también creí que habías muerto, o al menos que estabas desaparecida. Me uní a la academia para evitar que volviera a pasar lo mismo, investigar y averiguar lo que pasó y buscarte. Con verte viva compensa todos los fastidios por los que he tenido que pasar— suspiro —Agh, ahora quiero echarme una siesta bien laaaaarga...

No estoy prestando atención a lo que ocurre a mi alrededor, lo único que me interesa ahora es Hana.

—¿Cómo es que estás con estos tipos? ¿Te rescataron o algo así?

-¿¡Lance!? Mierda, tenemos que acabar esto rápido. - El pingüino había desviado la atención de todos, Lyn incluida, haciendo que esta reparara en un Lance aparentemente inconsciente. La situación en el otro lado había disparado su preocupación, y para colmo no conseguían rematar al pistolero...

El tiempo apremiaba demasiado pero lanzarse a lo loco no iba resolver nada, recordaba el consejo de Molly y todo lo que había aprendido, necesitaba un golpe preciso que cambiara el rumbo de aquel enfrentamiento. Con la espada envainada, la samurai se coloco en posición imaginando la trayectoria del tajo por unos segundos que le parecían eternos.- Justo ahí....- Un chasquido de electricidad fue lo único que pudo avisar a Van justo antes de que la pelirosa apareciese agachada a su lado envainando su espada mientras un único tajo amenazaba con rebanar el brazo restante.

La ira ardía dentro de mi, pero estaba lista para hacer lo que fuera necesario para acabar con él. Quería ser quien le diera el golpe de gracia, pero aunque le hubiera roto el brazo era perfectamente consciente de que no caería con solo un golpe más. Lyn había tendido la trampa antes, así que ahora me tocaba a mi hacer lo propio. En un amago que parecía ser un martillazo ascendente, detuve mi mano a medio golpe, solo para hacerla descender rápidamente multiplicando el peso del pistolero hasta que no fuera capaz de moverse para ponerselo fácil a Lyn.

- Espero que por lo menos hayas tenido la decencia de no tener más hijos.

—Aquel día Topalian me rescató, me salvó la vida al evitar que me diera aquella luz. Desde entonces ha sido como un hermano mayor.

Hana te ofrece un abrazo, acompañado de una sonrisa. Cuando anuncias tu sueño y cansancio, se separa y te mira con una ceja levantada.
—¿Estás de broma?
Y sacude la cabeza.
—Quiero decir, ¿quiénes son estos que te acompañan? No me dirás que vienes a detener a Topalian. Él sólo quiere un mundo mejor para todos.

Van Zant va a apuntar de nuevo con el revólver, sólo para ver un hilo de sangre correr por el brazo que le queda. Un instante después, salta un chorro rojo que lo hace gritar de dolor y cae de rodillas al suelo. El miembro no ha sido cercenado completamente, pero ese tajo seguro que se lo ha dejado inutilizado completamente, pues ha soltado el revólver y ya no lo mueve, sino que queda colgando, inerte.
—Jamás —le responde a Keira, muy serio— soy un tipo que se porta mal, sí, pero jamás traicionaría a mi mujer.
El peso extra es insostenible y de rodillas pasa a estar tumbado, boca abajo, en el piso. El charco que brota de su brazo va creciendo considerablemente, llegando hasta los pies de la pelirroja.

Mientras tanto, Hana está teniendo dificultades para defenderse del pingüino. Sin embargo, justo cuando el bicho está a punto de dar una estocada que se ve potente, detrás de él aparece por sorpresa el enmascarado.
—¡...!
Apenas tiene tiempo de voltearse cuando el enmascarado saca de la nada una espada de hoja verde y lo rebana por la mitad con un limpio tajo horizontal. Hana queda momentáneamente perpleja.
—O-oye... qué...
Mordred, que había ido a desatar a Reddo, ahora está señalando al pingüino cortado en dos. La parte superior resulta ser hueca y ha caído al suelo suavemente, como una sábana. 
Del interior de la parte de abajo surge una persona que inmediatamente propina un tajo con una katana al enemigo, cortando su máscara en dos mitades iguales.
No es otro que Rean, quien ahora lleva el pelo mal cortado y con el flequillo del mismo largo que siempre, como si hubieran usado una espada para rebajarle detrás hasta las orejas.

—¡Es el terrorista!

Rean salta en silencio del disfraz. Lleva puesto un kimono azul y sandalias.
El enmascarado, que era obvio que se trataba de Topalian, el director de Flamberge, emprende una huida hacia el interior de la nave, a lo que Rean lo persigue.

—Ah, eh... ¡espera! ¿Quién es este tipo?

Y mientras mientras tanto, Molly allá arriba está teniendo una batalla complicada con el rarito psicópata. Ha sido golpeada hasta caer bruscamente en el techo de la cabina en la popa y el otro aterriza a su lado para seguir dándole. Apenas consigue rodar a tiempo para evadir, levantarse y continuar. Tiene la ropa rasgada en varias partes y está cubierta de tajos y moretones.

Abrazo a Hana.

—En ese caso tiene mi agradecimiento. Pero eso no quita que ese tipo raro esté causando daño como loco.

Cuando pregunta por mis compañeros ladeo la cabeza.

—Ellos son mis compañeros de la academia de paladines, me uní para que no volviera a ocurrir lo de nuestro pueblo y poder investigar lo que te pasó. Y sabes bien que no bromeo, siempre me ha gustado vaguear y estar tranquilo, odio estas movidas. Son un fastidio.

Cuando me pregunta si he venido a detener a Topalian me encojo de hombros.

—A mí me han arrastrado hasta aquí mis compañeras, ando bastante perdido y no tengo ni idea de qué está pasando exactamente. Solo sé que ese tipo rarito casi se carga a nuestra profesora y a una de mis compañeras, y no me hace gracia que nadie les toque un solo pelo.

-La madre que te pario, ¿sigues vivo y ni siquiera avisas?. - Al ver a su maestro Lyn no tenía muy claro si queria abrazarlo o matarlo ella misma, pero sin lugar a dudas quería arrearle por preocuparla de aquella manera, por desgracia no estaban en la mejora situación para ello.

Dando por neutralizado al pistolero tocaba decidir que hacer en aquel tremendo lio, descartando a su maestro al cual podría servir de poco apoyo, el inconsciente Lance y la apaleada Molly parecían los que más ayuda necesitaban, y puesto que uno no podía si quiera defenderse solo quedaba esperar que la profesora aguantase por su cuenta.

-Un salto más...- Volviendo a cargarse para un nuevo movimiento relampago, esta vez el resultado no fue el esperado, apenas consiguiendo dar un par de pasos la samurai había caído al suelo de bruces con las piernas acalambradas, sin darse cuenta aquel movimiento explosivo le había pasado factura a su cuerpo...- ¿¡!? No me jodas, ahora no es el momento...

Mi mirada ensombreció de repente, y agarré con más fuerza el martillo. Caminé lentamente pisando la sangre del hombre que ahora yacía tendido en el suelo, casi inerte porque lo estaba inmobilizando.

— ¿Qué jamás la traicionarías? ¡¿Cómo te atreves a decir eso?! ¡MAMÁ MURIÓ POR TU PUTA CULPA!

Le ira me hizo respirar más rápidamente. Los dedos de mi mano estaban blancos por la fuerza con la que agarraba el mango. Levanté el martillo, lista para terminar con la persona que me había causado mayor sufrimientro, esta vez con mis propias manos.

— No te lo mereces, pero ya que aún tienes los cojones de considerarte mi padre, te voy a dar la oportunidad de pronunciar tus últimas palabras.

El cuerpo de Lyn ya no da más de sí y trastabilla, controlando apenas el equilibrio para no caerse. A la joven se le nubla la vista y siente un cansancio enorme, su barrera mágica ya no la está protegiendo debido al enorme gasto en tan breve período de tiempo, lo único que puede notar con sus sentidos nublados es un poderoso calambre en las piernas mientras su maestro sube por una escalera que da a la segunda cubierta, persiguiendo al director Topalian.

—E... Elise... —murmura Van Zant, con una dificultad enorme para hablar— Elise está viva. N-no voy a decir que no fue mi culpa, porque todo lo que les ocurrió a ustedes dos lo fue, pero aquí hay una principal responsable que en estos momentos se está regocijando de vernos matarnos entre nosotros.

Con un considerable esfuerzo apoya una rodilla en el suelo. Se ha ido todo aspecto jovial que podría tener y ahora su mirada se posa fijamente en Keira.
—¿No te preguntas por qué uso este revólver de mierda en vez de mi magia?

—K-kei... digo, Zoe —interrumpe Reddo, sudando copiosamente y con las manos temblorosas—. Ella está...

—Está en este barco —re-interrumpe el vaquero—. Salomé, tu "jefa", está en esta nave. Lleva trabajando con el rubiete ese más tiempo del que pude imaginar.

Y tose sangre, volviendo a caer al suelo.

—Este tipo tiene todos los huesos rotos. Está sangrando hasta por lugares que no pensé que se podría.

—Salomé quiso eliminarnos ella misma para luego quedarse contigo. Nos tendió una trampa, prendió fuego toda la casa con nosotros dentro. Apenas pudimos escapar, pero no sin dejar parte de nosotros en el intento.

Van Zant cae de costado y no se puede seguir moviendo. Ves que del interior de su poncho cae un guardapelo al suelo, que por el exagerado impacto al verse incrementado su peso, se parte en dos y cae pesadamente un mechón de cabello color trigueño y una fotografía pequeñita de una mujer joven y una niña de alrededor de dos o tres años, las dos con ese mismo color de pelo, abrazadas y sonriendo hacia la cámara con un paisaje campestre detrás.

—La protección de Help Somebody sólo funciona mientras estoy tocando a esa persona o parte de ella, empleé todo el poder que tengo para mantenerla a salvo y lo sigo haciendo hasta ahora. Te ruego que...
Tose de nuevo, apenas puede abrir la boca ahora y su mirada está vacía.
—La bus... ques...

—Ey... Ey, tío, o-oye. —Mordred se pone de rodillas al lado suyo, acerca una mano, pero tiene miedo de tocarlo y empeorar sus heridas.

—Perdón —dice Van, con un hilo de voz, y deja la boca entreabierta.
Sigue respirando con mucha dificultad, lenta y entrecortadamente.