Partida Rol por web

El doctor examinó al pequeño mono con curiosidad. Sopesó un momento sobre hacerle un sangrado, pero luego se dió cuenta de que no tenía allí un microscopio. Y que, aún teniéndolo, no podría ver lo que él quería. No, tendría que solucionar aquello de un modo más experimental.

-Disculpe, creo que tengo una idea, pero necesito una segunda opinión.

Bajó a la planta de abajo, al comedor, donde su sobrino y las Butler estaban comiendo. Llevaba al pequeño Nelson sobre el hombro, y la señora Spooner arrugó la nariz al ver al mono. Augustus estaba terminando de redactar el escrito cuando su tío apareció con una sonrisa triunfal. Las hermanas Butler no le entendieron mucho, mientras que Georgina se sintió atraída por el olor del roast beef y el puré de patatas sobre la mesa.

-¡Augustus, mira muchacho! Este es un mono de Borneo, como el primero que transmitió la enfermedad. Quizá es endémica entre su especie, pero él no está afectado. Creo que si analizamos su comportamiento, su dieta... su sangre. Podremos entender que frena el contagio. Debemos traer nuestro material de laboratorio aquí, o irlo a buscar.

A veces el cielo nos arroja una soga por la cual trepar. Las oportunidades, como dijo alguien, las pintan calvas. Por eso, curiosidad del destino, sir Patrick y un par de sus yeoman entraron en la cantina con grandes risotadas, como si la situación les divirtiera.

Connor estaba levantándose del asiento y cogiendo su sombrero cuando el "pequeño violador", como lo llamó Strafford, se tropezó con él al girarse, dándole en el muslo con la vaina del sable. Se giró a mirar al irlandés con una media sonrisa, socarrón.

-Oh, perdone. No le había visto, no acostumbro a mirar a los cobardes.

Parte de los green jackets miraron en aquella dirección, con el pichel de cerveza en la mano, curiosos. A veces la estopa alimentaba al fuego antes de que este se hubiera encendido.

Narcisus no se hubiese esperado aquello ni en un millón de años. Había que tener unos testículos muy pesados bajo la ropa para entrar sin más a la cantina, obviar a los green jackets e insultar a Connor en público. Aquello no iba con Strafford, al menos en apariencia, pero aún así el Capitán no pudo sino ensanchar una sonrisa de oreja a oreja, alzando las comisuras hasta donde normalmente solían estar los caídos pómulos. Su mirada se encendió con un deje de pasión, más por lo gracioso que le resultaba que por sentir algún tipo de ofensa.

La realidad era que aquello le parecía hilarante. Era tan gratuito y pendenciero que inspiraba a Narcisus a reírse, aunque no lo hizo. Consideraba que aquello era arrojarse tierras al propio tejado, dada la situación actual. Hubiese proferido una explicación al respecto, pero no era su estilo y no hubiese sido tan impactante como algo simple y natural.

- Le debe costar mirarse en el espejo, entonces- fue lo que replicó Narcisus Strafford, girado hacia aquel que interrumpía con una sonrisa.

El súbito instante de tensión creado lo pasó sin mudar la expresión, en alerta por dentro ante la posibilidad de tener que moverse en breve. Asumía que le acababa de joder el día, y aquello, si bien no era usual en Strafford, le había salido de lo más profundo del alma. Se sentía bastante liberado en ese momento.

Masticaba de forma mecánica, ni el sabor ni los nutrientes que le aportaba la comida le importaban. Sólo la presencia entusiasta de su tío hizo que finalmente levantara la mirada de los papeles. Calló mientras este hablaba, aunque en su interior una sucesión de emociones se iba desencadenando. Desde un "¡por fin!" eufórico ante la idea de buscar su instrumental, hasta la reconsideración debido a la peligrosidad, todo mientras toda una serie de engranajes mentales se le iban activando ante la diagnosis planteada. Finalmente, sin poder aguantarse más, se levantó veloz de la silla y se acercó al mono.

- ¡Asombroso! ¡Semejante caso de estudio puede revolucionar la medicina tal y como lo conocemos! - frenó, consciente del tono de su voz y de la necesidad de pensar con detenimiento - Tal vez sea demasiado peligroso hacer una incursión sólo por el material... - dijo con un deje de tristeza, pensando en alternativas. De repente su rostro se iluminó - ¡Pero quizás no lo necesitemos! ¿Recuerda el experimento de Jenner con la viruela? Si funcionó de una vaca a un niño, no veo porqué no podría funcionar de un mono a nosotros. ¡Piénselo! Y no necesitamos ningún tipo de instrumental complejo.

Era una buena posibilidad, una que merecía la pena desarrollar. No mencionó que tal vez debiera estar evolucionada la enfermedad para poder inocular a una persona. Sabía que su tío sabría eso, y también sabía que caería que tenían cientos de muestras de la enfermedad cerca con la que poder inocularse. Pero prefirió no mencionar su origen delante de las jóvenes.

Evangeline escuchó la conversación entre los dos médicos. Entrecerró los ojos, desconfiada... el término "experimentos" no le transmitía confianza ninguna. No dijo nada, no obstante, y comenzó a jugar con la comida en el plato, moviéndola de un punto a otro sin comer apenas, inmersa en un silencio melancólico.

- Revolucionar la medicina... -repitió las palabras del joven médico-. Es usted un hombre extraordinario, doctor Frederick. Mientras otros más mezquinos nos conformamos con sobrevivir, usted es capaz de pensar en términos sorprendentes -añadió, admirada de que fuera capaz de sobreponerse al mero pánico y tuviera tal amplitud de miras.

El sable de Patrick golpea la pierna de Connor, pero el motivo no era causar daño, sino llamar la atención para ser el objetivo de una de sus ya típicas humillaciones. El Capitán aferra su puño y se dispone a intercambiar unas palabras con el hijo del Coronel, pero Narcisus se adelanta.

No podía haber respondido de manera más certera. Connor también se centra en Markington y le hace ver que no se someterá mientras pueda a su burla. - No he oído hazañas vuestras de valentía en combate. Quizá muy pronto todo el mundo pueda ver que vuestra perícia con la lengua sea superior a la de la espada. Hasta entonces, disfrute de sus humillaciones bajo la protección de vuestro padre -

La situación se tornará más que tensa, y John parece percibir que todos los comensales han dejado de alimentarse para centrarse en los nuevos acontecimientos. También se verá qué postura toman los green jackets. La templanza de Strafford es, a los ojos de su compañero de rango, casi sobrenatural. Es posible, que estos acontecimientos cambien el futuro próximo de la vida dentro del fuerte. O quizá, simplemente Strafford y Connor pasen la noche con los grilletes puestos, con su historial manchado y su orgullo herido. A pesar de la tensión, el joven Capitán piensa en cómo reaccionarán las tropas si sus capitanes son apresados con cierta injusticia. ¿Se quedarán callados para no verse perjudicados? ¿O bien se alzarán contra los Markington con el fin de terminar con su pequeño "imperio"?

Katherine estaba sorprendida de lo que se les había ocurrido al doctor y su sobrino; le parecían unas personas excepcionales ambos. Miró a su hermana, nunca mejor dicho y le había arrancado las palabras de la boca. Por fin volvió a sonreír, seguro que el té de la señora Spooner había funcionado pues se sentía más relajada.

-Si no hay necesidad de ir por el equipo, quizás sea lo mejor... No me gustaría perder a más personas.

En ese punto miró a su hermanastra unos segundos, la verdad es que Katherine le tenía un poco de miedo ahora, las cosas ya no eran iguales.

El doctor salió como una exhalación de su cuarto.
Georgina tardó en seguirle, no solo la había mirado con desaprovación si no que había ignorado su lamentable estado psicológico y desesperación ante una situación que no sabía como manejar. Quedó perpleja en la banqueta y solo pensar que se había llevado a Nelson la hizo ir tras él.

Se mantuvo discretamente detrás del anciano y mientras este hablaba con los presentes, sin dejar de escuchar, discretamente se movió hacia la señora Spooner para preguntar si ella y el servicio restante habían almorzado y descansado convenientemente (Durante todos esos años había tenido más relación con ellos que con la familia). Le dio las gracias, olía delicioso y estaba inusitadamente hambrienta, de modo que se sirvió un generoso plato.

Al sentarse y disponerse a iniciar la comida, fue empuñar el cuchillo y el pulso empezó a temblarle visiblemente, se sujetó la muñeca y respiró hondo. Hizo una segunda intentona en la que clavó el tenedor en la carne e hizo el primer corte, la sensación de hundir el cuchillo casi la hace vomitar y terminó por soltar los cubiertos incapaz de hacer nada mas. Cerró los ojos tratando de contener la tormenta de recuerdos en su cabeza, una orgía de sangre y visceras que la bloqueó por completo. Se quedó quieta y rígida, no soportaba siquiera la visión del roastbeef, era macabro, al fin y al cabo no era mas que... un trozo de músculo, un pedazo de un cuerpo que una vez estuvo vivo, como las tripas que desgarraban esos cadáveres andantes, como el pecho que una y otra vez ella había apuñalado.

-Perdón...

Musitó.
Ahora comprendía a Kapoor y su voto de vegetarianismo, apartó el plato sin volver a mirarlo para servirse puré. Esto si pudo comerlo sin problema, y le supo a gloria, pero quedó pensativa

- ¿En que consiste ese experimento señor Frderick?

En cuanto abrió la boca se arrepintió de haberlo hecho, apartó la vista y se llevó un par de cucharadas mas a la boca

-¿Señora Spooner... han almorzado Kapoor y el Señor Templeton? Si no es así les llevaré este plato, se... sería un pena desaprovecharlo...

No estaba bien, no quería que la vieran así y tenía la certeza de que su presencia incomodaba a los presentes.

Asintió, despacio. El pequeño Nelson, convertido en el centro de atención, se quedó quieto, sin saber muy bien que esperarse. El viejo doctor le dió un poco de puré de patatas con una cuchara, y el simio se lo fue comiendo.

-La única duda que tengo es como reaccionará un cuerpo reanimado ante la inoculación de un poco de sangre de nuestro amigo. En teoría ya están muertos, así que quizá la inoculación solo funcione para detener la enfermedad vehicular que provoca la muerte, al igual que el extracto de quina. Pero para comprobarlo necesitaríamos... una persona que se haya infectado. O que esté dispuesta a infectarse voluntariamente.

Aquello de "voluntariamente" atrajo las miradas. Miradas de incredulidad. Después de todo, los médicos estaban un poco mal de la cabeza. Era algo por todos conocido.

Lo inesperado ocurrió. El asunto había sido manejado para provocar un desafío, un duelo en toda regla. Pero no habían contado con que solo los hombres que se conducían honorablemente aceptaban desafíos. Allí, en el fuerte, respaldado por su padre, sir Patrick se sentía poderoso, y no tenía que guardar las apariencias.

Así que lo que hizo fue mucho más simple. Descargó un puñetazo contra Connor, buscando desequilibrarle. Luego retrocedió un par de pasos y desenvainó su sable, furioso. Tiene la mirada de un hombre desquiciado. Sus dos escoltas llevaron la mano a sus espadas, pero sin desenvainar todavía.

- Yo lo haré.

La joven no varió un ápice el tono de voz plano y sin inflexiones. Las razones de Evangeline eran claras, pese a que no fuera a decirlo en voz alta: la supervivencia de su gemela era más importante que la suya propia. Mantener a Kate con vida al coste que fuera.

Clavó los ojos en Barnabas Morgan, como desafiándole a que tuviera el valor de negárselo. En todo caso, había llegado un punto al cual le daba un poco lo mismo: su objetivo era proteger a Kate y lo haría a cualquier precio.

Narcisus permaneció impertérrito ante el suceso, estático e inamovible como un sudario en un cementerio. Aquello le había impresionado y sobresaltado, pero el proceso estaba sumido en el diálogo interno, dejando al hombre por fuera como si fuese algún tipo de estatua que seguía pestañeando y mirando con abrumadora paciencia y serenidad.

No desenvainó la espada. Aquel era el momento de Connor, pues ya tantas veces había hablado antes que él. No iba a interrumpir o tomar partido por el momento, dejando a su compañero de armas alzarse en la gesta. Hubiese sido muy maleducado por su parte salir al auxilio. Quizás no, pero él lo hubiese considerado una ofensa, asumiendo que no podía valerse por si mismo. Adicionalmente, no quería ser él quien se metiese de por medio, aunque la cosa fuese con él más que con cualquier otro de la cantina, salvando a Connor. Debía esperar al momento oportuno, y hasta entonces el peso no estaba en sus hombros, sino en los del enamorado.

El puño de Patrick fue rápido, pero los reflejos del joven Capitán lo fueron un poco más. Quizá fuera dicha acción exitosa lo que sacó más de sus casillas al vástago del Coronel, y desenfundó su sable con macabras intenciones. Narcisus no intervino, cosa que John agradeció. Así en caso de perder la trifulca no se vería castigado. Connor debía aprovechar el momento para seguir con su plan. Lejos de querer entablar cualquier combate con un ser perturbado, se dirigió en alto y con la ventaja del silencio del resto de comensales observando, habló en alto.

- Coronel, su hijo llega en estado más que alterado y trata de agredirme. Toda esta mesa es testigo. No contento con ello, desenvaina y  me amenaza con su sable. ¿Qué hará al respecto? Actuará como Coronel o como padre? - En vez de desenvainar y tratar de acabar con Sir Patrick, Connor usa la pluma como arma y la emplea directamente contra su preciado objetivo. Su hijo sin darse cuenta, ha permitido poner en jaque a su padre en evidencia del resto de oficiales. Si actuase en beneficio de su hijo, su valía como Coronel se vería más que afectada. - Recuérdenos Coronel cuál es el castigo en tiempos de guerra, como la  que sufrimos ahora, por atacar a un Capitán de su Majestad y amenazarlo con una espada - Katherine, dame fuerzas.

-¡No!

Dijo de pronto con el rostro desencajado. ¿En qué estaba pensando su hermana? Ya había perdido a su padre y no quería perder ahora a su hermana.

-No deberías, querida...

Su gesto cambió de enérgico a preocupado.

-Aunque sé que si lo decides lo harás y el doctor hará lo que tenga que hacer, me arriesgo a perderte y no quiero.

Parte suya había asumido que uno de los dos iba a ser el sujeto del experimento, pero la lógica conveniencia de que fuera otra persona y que los dos médicos pudieran juntar sus mentes para dilucidar el problema parecía imponerse. Apretó los labios a disgusto, no era una idea que le gustara, pero también sabía que no encontraría muchos otros voluntarios cerca.

- ¿Está completamente segura? ¿Entiende los riesgos que comporta semejante experimento? Si estamos equivocados... - dejó la frase a medias pues no era necesario acabarla - Idealmente deberíamos inocularle muestras del mono y de un sujeto ya muerto, pero desconozco cómo se desarrollará la enfermedad ni si podremos llegar a buen puerto. O si esto servirá de algo.

Era arriesgado seguir gastando vidas, pero Augustus tenía muy asumido que para conseguir ciertos avances había que hacer sacrificios.

-  Lo he decidido -repitió, cortante, Evangeline. Su carácter, dulce y comedido, se veía a tenor de los últimos acontecimientos veteado de actitudes más ácidas-. No, doctor, no entiendo los riesgos, y puestos a ser honestos, quizá vos tampoco. ASí que haga lo que tenga que hacer, antes de que cambie de opinión.

Katherine Butler sobrevivirá , pensó. Y no hay más que decir.

La muchacha tenía razón, probablemente el escenario que tenía creado en su mente podía variar y suceder lo impensable. Tal vez estaba intentando hacerle cambiar de opinión, era una situación a la que Augustus no se había enfrentado nunca. Los enfermos del hospital aceptaban graciosamente sus decisiones, si es que estaban conscientes, y él no tenía problemas en imponerles su criterio. Pero experimentar así en una joven sana y de buena familia se salía de los esquemas de cualquier médico que conocía.

Echó una mirada a su tío, pues si alguien iba a frenar aquello era él. No obstante su edad, Augustus tenía la posibilidad de imponerse, aunque no sabía si quería hacerlo.

- En ese caso, creo que sería mejor que nos quedáramos solos. No hay motivo para exponer a nadie más. - explicó a las otras dos hermanas. Se habría disculpado por su brusquedad, pero en aquellos momentos era incapaz de darse cuenta de nada que tuviera que ver con aptitudes sociales - Y tampoco hay motivo para demorarlo.

Se acercó al lugar donde reposaban los pocos instrumentos y sustancias que habían recopilado, dudando sobre el siguiente paso a seguir pero convencido de darlo.

Katherine se quedó sin habla ante la decisión de su hermana y como pudo fue alejándose de ella. ¿Por qué se exponía a eso cuando podía hacerlo cualquier otro? ¿Por qué sin saber los riesgos? ¿No le importaba dejarla sola sin nadie más en la vida? Negó con la cabeza totalmente enojada sin poder entender lo que sucedía y se alejó de allí para encerrarse en su habitación, no quería hablar con nadie ni saber nada de nada en esos momentos.

- Vamos, dejadnos -ordenó Evangeline-. Será mejor que nadie salvo el doctor y yo estemos presentes.

Antes de que su hermana saliera, susurró un leve "Te quiero, Kath. Suerte."

Mientras el doctor manejaba el material, se sentó en una silla con apoyabrazos.

- Debería usted atarme a la silla, por si acaso, doctor... Augustus. Permítame que le llame por su nombre de pila, puesto que aunque apenas nos conocemos y es una lamentable falta de buen gusto, creo que me lo he ganado. Y todo sale mal, nadie va a poder reprochármelo. Pero tiene usted que jurarme por su honor de caballero, Augustus, que se encargará de cuidar a mi hermana si llegase el momento, como si fuera la suya propia -y, sin cambiar el tono de voz, continuó-. Áteme manos y pies a la silla, y tenga una espada a mano, por si acaso.  Si ha de matarme, hágalo con limpieza -frunce la nariz y añade con severidad-. Soy una dama, no cualquier mujer sin elegancia. Mi cadáver ha de ser enterrado con toda corrección.

Georgina se limitó a observar la escena tan sorprendida como todos. Hizo un gesto con los labios mientras asentía con reconocimiento para la joven "Tiene arrestos la señorita, no como su padre", no pensaba decir ni una palabra no haría si no molestar y sería un insulto al valor y decisión de la joven.
Ayudada por la señora Spooner sirvió lo que quedaba de comida para que se lo llevara a su novio y su guardaespaldas, esperó para salir la última y antes de cerrar la puerta hizo una leve inclinación de respeto hacia Evangeline. Eran tiempos en los que afloraba lo mejor y lo peor de las personas.
Mientras lo que fuera sucedía dentro de la habitación decidió permanecer junto a Katherine.