Partida Rol por web

El palacio del Consejo, junto con su edificio gemelo, el palacio del Senado, son los dos edificios más representativos del nuevo estilo arquitectónico desarrollado por los constructores de Uldholm; estilo que es en la actualidad uno de los secretos mejor guardados de la nación con respecto a otras potencias extranjeras, algo similar a la forja del acero de las espadas dinda.

El palacio en si está rodeado por un patio rodeado por un fuerte muro. El patio tiene dos accesos y Hannah os cuenta que normalmente, cuando en el Consejo se discute alguna decisión importante, los miembros de los gremios acuden en masa para escuchar la resolución lo antes posible. Sin embargo, las dos puertas de entrada están vigiladas por dos guardias fuertemente armados, la élite de la guardia de la ciudad, y sólo permiten el acceso a oficiales de los gremios. Incluso los aprendices sólo pueden entrar si van acompañados por alguno de los maestros de su gremio.

Hannah se acerca con descaro a uno de los guardias y le hace una pregunta. El hombre, enfundado en una pesada armadura completa, se gira hacia ella y la observa un momento. Su yelmo os impide ver si contesta a la chica, pero cuando vuelve a vuestro lado os trae algo más de información.

- Al parecer Novak está dentro del palacio - os informa la chica. - No vamos a poder entrar - asegura, - así que será mejor esperarle fuera. Podemos separarnos para evitar que salga sin que le veamos, pues tendrá que salir por una de esas dos puertas. - Espera que le digáis qué tiene que hacer antes de preguntar. - Yi Fan, ¿has pensado cómo abordarle una vez te encuentres con él?

Miro alrededor mío, y la masa de gente de la ciudad me marea. Lo mío son el campo y las callejuelas de los suburbios. Me siento como un pez fuera del agua.

-Oye, chica, estamos en medio de la calle, en una de las ciudades más concurridas del mundo. Se supone que tenemos que vigilar para ver cuándo sale una persona que no he visto en mi vida. ¿Cómo se supone que le voy a distinguir en medio de todo el gentío?

Frente a los suntuosos y enormes palacios que escupen a la cara del espectador extranjero la arrogancia y prepotencia de la capital de Uldholm, Yi Fan no puede evitar sentirse intimidado e insignificante. Y no tiene duda que esa era precisamente la intención de los arquitectos y constructores que levantaron los edificios que se alzan ante ellos.

No importa. El Dindavara estruja esos sentimientos y los arroja al fuego de la ira que arde como nunca en su interior, avivándola, enardeciendo emociones que habían estado aletargados desde hacía mucho tiempo. Sentimientos que le pueden llevar al descontrol y a la precipitación, los peores enemigos que puede tener en un duelo más allá de su oponente.

Yi Fan se pregunta si su rostro o su mirada delatarán sus sentimientos. ¿Se habrán dado cuenta Areth o la muchacha? Se alegra de nuevo de llevar la capucha echada, ocultando su expresión de ojos ajenos.

No te preocupes Hannah. Susurra desde el interior de la capucha con voz distorsionada por el odio. En cuanto revele mi identidad ante Novak, el chambelán comprenderá que me sobran las razones para retarle en duelo. Para resarcir mi honor con sangre. Su sangre.

Pero entonces se da cuenta que Areth tiene razón en lo que acaba de decir. Ni siquiera sabe cuál es la apariencia de Peter Novak. Esto deja al Dindavara perplejo: ¿Desde cuándo es el rudo guerrero Uld el sensato de ambos dos y él mismo quien se deja llevar por emociones descontroladas?

En su fuero interno, Yi Fan se siente como arrastrado por un remolino que lo lleva hacia el fondo de un abismo. Y sus esfuerzos para resistirse, para no ahogarse, son en vano.

Por primera vez en mucho tiempo tiene al alcance del filo de su Dinda a uno de los responsables de la caída en desgracia de su familia. Los recuerdos, ya borrosos, nublan el juicio del Dindavara: Un padre ajusticiado como un vulgar criminal. Un hermano mayor escapando del deshonor con el suicidio. Una madre marchitada. Y luego él, un desterrado, al que se le arrebataron los colores de su Casa e incluso su propio apellido: Meiren.

Y a pesar de recordar bien las palabras de Asceltis sobre la responsabilidad de su propio padre en toda la trama que le ha llevado a él hasta este lugar, hasta este momento, el odio y la sed de venganza que desde que fue expulsado de su patria lleva consigo, por fin tienen una oportunidad de escapar, de estallar, desatándolos contra Peter Novak, para saciarse con su muerte…

Justo como Asceltis quiere. Pero cierta parte de su mente que aun mantiene algo de control le ruega que recapacite. El verdadero culpable es su tío. El hermano de su padre. Contra él debería dirigir su rabia. Pero la única manera de llegar hasta él es Novak.

¿Y cómo podrá conseguirlo si Yi Fan muere? ¿O si él es quien mata al maestro del gremio de asesinos?

Sea cual sea el resultado del duelo, él pierde.

Hannah asiente mirando a Areth.

- Es cierto, olvidaba que no lo conocéis... - dice. - Sin embargo, es fácil de reconocer: el alfiler de oro de su chaqueta le identifica como maestro del gremio de hosteleros. Dado que hoy no hay reunión del consejo, el Palacio estará prácticamente vacío, así que sólo los tres Consejeros de ese gremio y el Chambelán podrán estar por aquí.

Se queda pensando un momento una posible descripción.

- Veamos, no es demasiado alto, delgado y con una perilla que empieza a mostrar canas. Si Henry tiene razón, se moverá deprisa, pues es probable que tenga bastante prisa en estos momentos. - Se encoje de hombros, como si no tuviera mucho más que añadir.

- No sé, supongo que a mí no me reconocerá - despues de todo, Hannah es una simple aprendiz y él uno de los tres Grandes Maestros Asesinos. De los dos, mejor dicho, ahora que Henders está muerta - pero, por si acaso, estaré en movimiento de un sitio a otro.

Ligeramente distraido, escuchas las palabras de Hannah recordando tu conversación con Asceltis. Si la mujer embozada está en lo cierto, en casa de Novak tal vez encuentres pruebas que culpen a tu tío por su trabajo. A pesar de que eso no sería suficiente para restaurar el honor de tu rama familiar, tal vez sí lo sea para que el castigo sea exonerado.

De hecho, si encuentras las pruebas que tu tío utilizó contra su propio hermano, tal vez puedas hacer pensar a los jueces Riyan que fueron falsificadas para esconder su propia traición... Maldices mentalmente tratando de sacarte esa idea de la cabeza. Has pasado demasiado tiempo con los traicioneros Ulds y seguramente te has contagiado de sus formas poco honorables de hacer las cosas.

Tras un resoplido exasperado, Yi Fan contesta:

Muy bien muchacha, ponte en movimiento y alértanos si aparece nuestro objetivo... Areth y yo permaneceremos juntos...

Cuatro ojos ven más que dos, y ambos buscamos un alfiler... una aguja en un pajar, más bien. Los ropajes ostentosos y recargados de estos malditos Ulds de clase alta hacen que un detalle como ese no sea sencillo de descubrir.

Sí... Yi debe averiguar dónde se encuentra la residencia del falso Chambelán, y dónde guarda toda la documentación prometedora.

Quizás pueda sonsacarle esta información durante el duelo... o quizás Novak la quiera intercambiar por su vida...

-"Un alfiler del gremio de hosteleros". ¿Tendrá un berberecho insertado en la solapa? ¿Un pincho moruno? -No sé tú, pero esto no parece demasiado fácil.- Me embozo con fuerza y me reclino en un portal para no atraer la atención de la gente, en un sitio desde donde tengamos una visión aceptable de la salida del palacio. -¿Y cómo piensas hacerlo? Si le vemos, yo podría ir hacia él, hacerle tropezar adrede y montar un escándalo para provocarle. Pero no sé si sería suficiente. Realmente, no conozco nada de esa persona. ¿Tienes algún plan?

Nada es fácil… replica Yi en voz suficientemente baja como para que sólo Areth pueda escucharle.

Pero debo ser yo quien aborde a Novak en cuanto lo tengamos a la vista. Continúa. Ese hombre tiene una deuda conmigo, aunque todavía no lo sepa…

La mirada interrogante del guerrero Uld hace que el Dindavara se decida, por una vez, a explicarse algo más ante su compañero de desventuras. Al fin y al cabo, está arrastrando a Areth al peligro en un asunto que sólo le incumbe a él. Le debe algún tipo de explicación.

Peter Novak mantuvo relaciones comerciales con mi familia, allá en mi patria natal. Parece que a Yi Fan le cueste hablar del tema, pero sigue haciéndolo. Esas transacciones son ilegales… y cuando fueron descubiertas significó la caída en desgracia de nuestra rama familiar.

Es la razón por la que sufro destierro.

La mano de Yi se cierra fuertemente sobre la empuñadura de su Dinda. Un vano intento por apaciguar la furia que le come por dentro.

Y es por esa razón por la debo ser yo quien me enfrente a él. Pero… lanza una significativa mirada al Uld. Pero necesitaré que, una vez lo aborde, hagas algo para atraer la atención de la gente de los alrededores hacia nosotros.

¿Podrás hacerlo?

Areth no tiene tiempo para contestar a Yi Fan. Mientras empieza a asentir, dos personas le llaman la atención al salir precipitadamente del Palacio del Congreso. Prácticamente no hablan entre ellas y a penas se molestan en mirar a su alrededor. Estáis lo suficientemente cerca como para distinguir sus broches del gremio de hosteleros, pero sólo uno de los dos tiene el broche dorado que lo identifica como maestro: un hombre de estatura media, con una cuidada perilla y una mirada penetrante que saluda a los guardias del Palacio con un gesto de cabeza al salir.

Paseando por la calle discretamente, Hannah os hace un gesto para indicaros que ese es el hombre que estáis buscando, pero no tarda en alejarse para evitar que Peter Novak pueda reconocerla.

-¿Llamar la atención? -sonrío para mis adentros- eso sí que sé hacerlo.

Apresurándome detrás de Yi Fan, pienso en la complicada forma de pensar de mi amigo, y llego a la conclusión que en el fondo, no actuaría yo de forma diferente. -Puede que no conozca a ese fulano, pero si sé que es el causante de mi desgracia y de la deshonra de mi familia, también me gustaría convertirlo en paté. Si ésto ayuda a que Yi Fan se vuelva un poco menos depre, yo mismo le serviré las asaduras del fulano en una bandeja.

Plantado en mitad de la calle, a la vista de todos los que quieran verlo, sin intención alguna de ocultar su presencia, Yi Fan se alza en toda su envergadura, interponiéndose en el camino de los dos hombres que se acercan a paso rápido hacia él.

Con un brusco gesto, se echa la capucha hacia atrás, dejando al descubierto su faz. Algunos transeúntes cercanos se apartan ante la presencia del Dindavara, no tanto por la impresionante longitud de su espada Dinda, que ya no se preocupa de ocultar bajo la amplia capa y que sostiene entre sus manos, sino más bien por la expresión de odio de su rostro, acentuado por una fina línea roja que le recorre la cara, y sobre todo por la furia de su mirada, una furia que Yi Fan no tiene que fingir ni contener ni un segundo más…

Tratáis de interceptar a los dos hombres en el centro de una calle, pero no os coordináis suficientemente bien, por lo que finalmente os encontráis en las proximidades a una de las esquinas de las amplias calles de los Barrios Centrales. No es el lugar óptimo para forzar un encuentro, pues Novak y su compañero tendrían fácil acceso a una vía de escape, pero a Yi Fan no parece importarle.

Con paso firme y seguro, se coloca en mitad de la calle y retira su capucha, centrando su mirada en el hombre del alfiler dorado. Peter Novak. El asesino frunce el ceño al ver el gesto del dindavara y durante un momento observa su posición y la espada que cuelga de su cintura. Intercambia una mirada con su compañero, que le hace un gesto de impaciencia, como si tuviese prisa por llegar a algún sitio.

Finalmente, siguen caminando en la misma dirección, ante la mirada iracunda de Yi Fan que se mueve ligeramente para interceptarles el camino. El Gran Maestro del gremio de asesinos se para un momento mirando al duelista que tiene frente a él y agita su capa, dejando a la vista la empuñadura de una fina espada ropera.

- ¿Quién eres y cómo osas cortarme el paso, extranjero? - dice finalmente sin apartar la vista de Yi Fan al tiempo que su compañero echa un vistazo a su alrededor, temiendo una emboscada.