Partida Rol por web

Ante la exigencia de su oponente, Yi Fan no hace sino guardar silencio, dejando que las chispas de ira que saltan de sus pupilas sean la mejor respuesta que el Gran Maestro del Gremio de Asesinos pueda recibir. Una mirada que desborda un odio que sólo puede ser saciado con sangre.

Pero a pesar de los sentimientos volátiles que le invaden, en el profundo interior de Yi Fan, éste consigue mantenerse frío, helado como un témpano de hielo. Porque entiende al fin que Peter Novak no es sino el medio de lograr un fin mayor. Que con simplemente matarle no satisfará la promesa que hizo hace tanto tiempo. Así que deja que fluya la furia que espera a ser desatada en combate, pero siempre controlada por su férrea voluntad.

No es el mejor lugar para enfrentar a su oponente, aquel en el que se encuentra. Podría tratar de escapar. Pero si el plan del  Dindavara resulta, no tendrá que preocuparse por ello… Por tanto sigue centrando su atención en Novak, sin desviar su mirada siquiera para comprobar si cuenta con el apoyo de Areth… y es que no quiere darle la mínima oportunidad al falso chambelán de que descubra su juego.

Yi Fan sabe que el asesino debe ser un enemigo astuto, desconfiado, acostumbrado a moverse en un mar de mentiras, pero Yi Fan ha nacido para interpretar el papel que ahora mismo está representando, el papel de honorable Dindavara clamando por venganza, y por eso confía en que Novak no vea más allá y no descubra sus intenciones ocultas…

Mi nombre es Venganza.

La Dinda sale de su vaina tan sólo un par de dedos, lo justo para que el metal forjado mil veces refleje la luz del sol con un brillo peligroso. La voz de Yi Fan resuena poderosa y retumbante. Y es que el Dindavara hace uso de en estos momentos de los conocimientos adquiridos en aquellas clases de oratoria y declamación que tomó años ha, siendo infante. Para que su plan tenga efecto, cuantos más oídos escuchen sus palabras, mejor.

Una venganza que ha de verse satisfecha con sangre. Continúa. Tú, Peter Novak, y tus sucios negocios con Dindavara, con el clan de los ríos, han traído consecuencias a tu puerta que no esperabas… como la caída en desgracia de mi rama familiar, lo que me llevó al exilio y la deshonra… pero en el día de hoy, tras mucho vagar, por fin encuentro al responsable de la desgracia de los míos…

¡Vas a tener que responsabilizarte de tus actos! Aulla Yi Fan con el rostro congestionado. ¡Y relataré ante todo el mundo, ante todo aquél que quiera escucharme, cómo tus negros manejos comerciales acarrean desgracia y deshonor por toda la tierra!

El filo de la espada Dinda va apareciendo centímetro a centímetro, a medida que la extrae de su vaina.

¡Quiero que todos sepan de los pecados por los que vas a responder con tu vida!

Tengo que llamar la atención, pero ¿cómo?

Creo que lo que necesita Yi-Fan es un buen grupo de gritones que se pongan de su lado. Nada le gusta más al populacho que un buen espectáculo. ¡Vamos a dárselo, entonces! Si consigo animar a un gran coro de gente dispuesta a ver una pelea desde la primera fila, será más fácil arrancar un duelo.

-¡Mira cómo tiembla ese rico! ¡Mira, mira a ese, al pisaverde, al del vestido bonito! Tan gallardo y tan apuesto, caminando como si la calle fuera suya. ¡Ahora le van a dar lo suyo! ¡A ver de qué le sirve al niño bonito, los paños finos, la gorguera, los perfumes y sus zapatos de señorito! A ver si debajo de ese jubón zurcido resulta que no tiene corazón. A ver si debajo de esos pendientes de travestido resulta que no tiene agallas. ¡A ver si esa pluma que lleva es todo lo que tiene para lucir! Vamos niño rico, enséñanos la pluma, ¡ya que no tienes redaños para enseñarnos la espada!

Voy de grupo en grupo, intentando encender los ánimos. Los más propicios son los vagabundos de los portales, los humildes que más predispuestos estarán a reírse de un richachón en un aprieto.

-¡Emplumado, desplumado, está a punto de llorar! ¡Mirad, todos, a un cobarde, a un ladrón, a un gallofa, a un bufón!
 

El hombre se para mirando a Yi Fan.

- Meiren... - susurra frunciendo el ceño. Rápidamente, echa un vistazo a su alrededor, buscando más gente que pueda haber venido contigo. Centra su mirada un momento en Areth y sigue oteando durante un segundo más. Tal vez no sea un asesino tan eficiente como la Mano, pero claramente no es un iluso.

- Podría decirte que no soy responsable de lo que le haya ocurrido a tu familia. Si tu padre y tu tío rompieron las leyes de su país negociando conmigo y mi gremio es problema suyo - dice con tranquilidad, ignorando los gritos de Areth. - En Uldholm no tenemos leyes que impidan tener tratos comerciales con Dindavara.

Se queda callado un momento, pensando.

- Pero tú no estás aquí por eso... - añade en tono más bajo. - Al menos, no exclusivamente por ese motivo. Había oido hablar del duelista que mataba para Asceltis - casi no se escucha el nombre con los gritos de Areth - pero no pensaba que llegarías hasta aquí.

Gira ligeramente la cabeza, dubitativo.

- ¿Qué esperas, Meiren? ¿Que nos batamos aquí y ahora? ¿O acaso me dejarás atender mis asuntos primero antes de que acabemos con esto? - Sonríe, provocativo. - No, claro. Realmente sólo usas el honor como una excusa para matar, pero no eres mejor que tu padre o tu tío. Tal vez merezcas haber caido en desgracia después de todo...

El compañero de Peter no parece tener su misma templanza y se vuelve bruscamente hacia Areth.

- Tú, energúmeno - dice con voz seria. - Estás en los Barrios Centrales, no en un arrabal. Deja de gritar así o llamaremos a la guardia para que detenga a un Sin Gremio.

Desgraciadamente para Areth, está en lo cierto. Los gritos que le habrían valido ganarse el favor de la gente en la mayor parte de la ciudad sólo consiguen que le miren como a un perturbado en la zona más rica de la misma. A un par de calles de distancia del Palacio del Consejo, hay poca gente de un nivel de vida suficientemente bajo como para sentir cierta indignación hacia el Chambelán del palacio.

Ahora mismo, lo que tengo que hacer es ganar tiempo para mi amigo. El compañero de Peter parece que es bastante más excitable que el propio Peter. Eso quizá juegue en favor mío. Jugaré la carta del tonto y del loco.

Pongo la expresión de consternación más extrema de la que soy capaz.

-¡Ohhh, perdone, le he confundido con Jacinto, qué error tan terrible!- le cojo del brazo y le arrastro un par de pasos lejos de Yi-Fan. -¡Ese Jacinto es una persona espantosa, permítame decirlo! ¡Un día me intentó vender el puente de la ciudad, pero yo le dije: "Jacinto, sin duda tratas de engañarme. ¡No has pintado el puente, y tratas de vendérmelo como si fuera nuevo!" -intento no dejarle abrir la boca y alejarle todavía más. A cada paso que dé en dirección a Yi Fan, yo le tiraré del brazo dos pasos en la dirección opuesta- ¡Pero me he dado cuenta de mi error! Su expresión no es la de Jacinto. ¡Es usted sin duda un hombre noble, se le vé en su semblante! Y yo, ¡oh, triste de mí!, he hablado mal de usted. ¡Permítame, permítame enmendar mi error! ¡No, no se vaya, usted merece una reparación de su honra y su honor! ¡Heme aquí, ante los hombres y los Dioses! ¡Quiero confesar mi arrepentimiento, y pedir perdón! ¡Perdón por hablar mal de este hombre, sincero y noble! -le estrecho fuertemente contra mi costado, y ayudado por la capa, con mi mano oculta le pongo mi cuchilla corta en los riñones y aprieto levemente -Y si da una voz llamando a la guardia, le hago aquí mismo un pastel de riñones- le susurro a oído-  ¡Pues ya lo dijo el filósofo, que es humano el equivocarse, pero es divino perdonar! Y usted, siendo un hombre bueno, encontrará en lo más hondo de su pecho el ánimo para perdonar a este, su humilde servidor!...

-Podría seguir así todo el día...-
 

Areth sabe montar una escena como nadie. No importa que aquellos que se vean atraídos por el escándalo que está dando el guerrero Uld se pongan de nuestro o lado o no, lo único que importa es que sea cuanta más gente mejor, porque ello pondrá a Novak en una situación cada vez más incómoda.

Aprovechando los gritos de su compañero, Yi Fan susurra a su oponente para que sólo él lo escuche:

Cuando Asceltis me informó sobre quién eras, le dije que te mataría gratis…

Acéptalo, Gran Maestro de Asesinos. Sólo podrás escapar de esta situación si aceptas enfrentarte a mí…

Y con un súbito gesto, termina de desenvainar la Dinda, sosteniéndola en alto en toda su extensión, haciendo que refleje los rayos del sol sobre su pulida hoja.

¡Puede que vuestras corruptas leyes os amparen y os libren de todo castigo! Ruge Yi Fan ¡Pero de nada te sirven contra la venganza que he de ver cumplida ante Dindakuan, el Padre Espada!

¡Acepta la responsabilidad de tus actos y enfréntate a mí en combate… o juro que te partiré en dos!

Areth se acerca al acompañante de Novak y coloca una daga a su espalda, sólo para encontrarse con la punta de otra apoyada en su axila. De repente, acercarse tanto a un asesino no parece tan buena idea.

- Muy audaz por tu parte - susurra el hombre - pero seguro que manejas tu espada mucho mejor que las cuchillas.

Por su parte, Novak observa la dinda de Yi Fan mientras la gente sigue agrupándose a vuestro alrededor.

- Está bien, Meiren - dice finalmente. - Veo que eres digno heredero de tu apellido y que careces de la decencia de dejar tus asuntos para más tarde.

Ignorando la espada en alto que amenaza con partirle en dos, se da la vuelta.

- ¡Sígueme! Nos batiremos en un lugar más discreto, como mandan las tradiciones... No querrás que la guardia interrumpa tu venganza, ¿verdad? - pregunta no sin cierto sarcasmo en su tono de voz.

El grupo de gente a vuestro alrededor abre un pasillo para dejaros pasar en la dirección que camina el chambelán.

Estoy tranquilo. Mi cuchilla está sujeta con la mano derecha, pero con la izquierda tanteo la empuñadura de mi espada. Sé que puedo desenvainarla con tanta velocidad que le cortaría el alma antes de que se diera cuenta. Una sonrisa de tiburón asoma a mi cara cuando veo a Yi Fan y a Novak ponerse en marcha hacia el lugar del duelo.

-Mira, princesita. -le digo al compañero de Novak- Por allí suena música de baile. Seguro que no te quieres perder el espectáculo. Detrás de ti, doncella.

Yi Fan envaina la Dinda antes de seguir el camino que abre Novak entre la gente. El acompañante del chambelán y Areth les siguen de cerca y el Dindavara consigue intercambiar con el guerrero Uld una mirada que no deja lugar a dudas sobre su significado: No te confíes…

Pero no es del compañero del Maestro asesino de quien se preocupa Yi Fan, sabe que puede contar con Areth para mantenerlo a raya, sino del mismo Novak. A pesar de haber asegurado que seguiría las tradiciones, no hay que olvidar ni por un segundo cuál es su verdadera identidad, la de un despiadado asesino a las que las palabras honor y duelo justo no significan nada. Apenas acaba el Dindavara de conocer los entresijos del gremio de asesinos y ya sabe de lo letales y traidores que pueden ser, sólo tiene que recordar los trucos de Oligis Ledoma…

No. A pesar de haber logrado su propósito de interceptar a Novak de camino a su refugio y haberle obligado a enfrentarse a él, ahora la iniciativa está en manos del asesino. Yi Fan no duda que lo va a llevar a su terreno en cuanto pueda y que utilizará cualquier método a su alcance para matarle lo más rápidamente posible, no importa lo sucio que sea.

Lo difícil comienza ahora.

Areth escucha cómo el asesino desenfunda otra de sus dagas y aprieta su cuchilla contra los riñones del hombre.

- Más te vale comportarte, o yo sí te voy a convertir en una doncella - dice el tipo mientras extiende su capa para ocultar la punta de la hoja que coloca cuidadosamente desde atrás entre las piernas de Areth. Desgraciadamente, a esta distancia la espada del mercenario sería demasiado lenta como para ser efectiva. - Pero será mejor que dejemos ese baile para luego si queremos caminar al ritmo de nuestros compañeros...

El asesino da un rápido giro sobre si mismo, separándose de Areth antes de que pueda moverse. Cuando termina el movimiento, sus manos están nuevamente vacías. Parece evidente que el hombre no es un mero aprendiz de los asesinos. Pero el guerrero tampoco es nuevo en estos lances y rápidamente hace girar la hoja de su cuchilla para ocultarla en su manga sin que nadie se percate de ella.

Con paso firme, siguen a Yi Fan y a Novak mientras se alejan de la multitud. Al cabo de unos cinco minutos, el Gran Maestro de los asesinos se para ante un pequeño parque rodeado por un muro de a penas un par de metros de alto. Una sola puerta da acceso al jardín, que parece más el patio de una casa noble que un lugar público. Viendo que uno de los laterales del muro ha sido reconstruido, bien puede ser que lo fuese en algún momento.

No es la primera vez que Yi Fan está en este lugar, pues es un sitio suficientemente discreto y desconocido como para batirse en duelo en los barrios centrales y, de los trece asesinatos que perpetró para Asceltis antes de que todo esto empezase, dos de ellos fueron en este jardín.

Novak abre la puerta y pasa al interior. Sin darse la vuelta, se empieza a desabrochar la capa, demasiado ligera para servir de ayuda en el combate debido al calor imperante en esta estación, y la deja con cuidado sobre un pequeño banco de piedra. De su costado cuelga una fina espada ropera, que casi parece un juguete frente a la dinda de Yi Fan.

- ¿Tanta prisa tienes por morir que ni siquiera admites una petición para postergar este duelo, Meiren? - pregunta finalmente Novak cuando los cuatro estáis en el centro del recinto. Observáis a vuestro alrededor, pero el lugar es lo suficientemente pequeño como para poder ver que está completamente vacío. - Bien, pues aquí me tienes - dice desenvainando su espada. - Cuando te reúnas con tus ancestros podrás decirles que te envió al infierno el mismo hombre con que negociaron traicionando a su país.

El otro asesino se mantiene un par de pasos por detrás de su maestro, observando a Areth sin perderle de vista ni por un instante, pero evidentemente fastidiado por estar perdiendo el tiempo cuando podían haber acabado con vuestras vidas antes de venir hasta aquí.

Me inclino sobre el hombro de mi compañero para susurrarle al oído sin que nuestros contrincantes nos oigan.

-Sé lo que aprecias el honor, dindavara, y que prefieres la muerte antes que la deshonra. Sé que no verías con buenos ojos que te ayudara en un duelo, aunque eso te costara la vida. Así que más te vale no perder. Si mueres ahora, estaré terriblemente enfadado contigo, y soy capaz de ir a buscarte al infierno y traerte de vuelta por las orejas.

Me vuelvo hacia los dos asesinos.

-Caballeros, entramos cuatro aquí, pero sólo saldrán tres. Los Dioses serán testigos de que sólo el más hábil prevalecerá. Ellos concederán la victoria a aquel que más la merezca. El arma blanca será el objeto de duelo, y los testigos serán los custodios de la legitimidad. Maldito aquel que recurra a otras artes para ganar la ventaja.

Los ojos del Dindavara examinan con rapidez todos los rincones del recinto, pero no encuentra nada especial respecto a las otras ocasiones en las que ha estado aquí.

Que Novak le haya traído precisamente a este lugar quiere decir que no es probable que les hayan tendido una trampa, pero eso no hace que Yi Fan se relaje. Está claro que el Maestro Asesino se ve capaz de terminar con él sin ayuda, pero eso no significa que no esté preparado para usar sus trucos de asesino contra el Dindavara para inclinar el duelo de su parte.

¿Tanta prisa tienes por morir que ni siquiera admites una petición para postergar este duelo, Meiren?

Las palabras de su oponente no le hacen mella, y despacio, se desembaraza de su propia capa, doblándola con cuidado. No es él quien tiene prisa, sino Novak… Una idea se hace en su mente. Puede que pueda usar eso en su contra… y acto seguido comienza a moverse de manera más lenta y pausada.

Bien, pues aquí me tienes – dice desenvainando su espada. - Cuando te reúnas con tus ancestros podrás decirles que te envió al infierno el mismo hombre con que negociaron traicionando a su país.

El duelista Dindavara observa la espada ropera de su oponente. Aparentemente un arma más decorativa que eficaz en un combate real, al menos comparada con su Dinda, pero Yi sabe que en manos de un experto puede ser letalmente rápida, y si está envenenada, como sospecha, el asesino sólo necesita un mínimo roce y él estará muerto.

Escoge mejor tus palabras – responde a la provocación de Novak. – Podrían ser las últimas que pronuncies en este mundo…

Una vez terminada de doblar la capa, se acerca a Areth para entregársela, momento en el que aprovecha el guerrero Uld para susurrarle al oído.

Sé lo que aprecias el honor, dindavara, y que prefieres la muerte antes que la deshonra. Sé que no verías con buenos ojos que te ayudara en un duelo, aunque eso te costara la vida. Así que más te vale no perder. Si mueres ahora, estaré terriblemente enfadado contigo, y soy capaz de ir a buscarte al infierno y traerte de vuelta por las orejas.

Un amago de sonrisa triste aparece en el rostro herido del Dindavara, pero su mirada es mortalmente seria cuando responde, también entre susurros, a su amigo:

Esta no es una cuestión de honor, Areth. Sólo pretendo que lo parezca… Debemos matarlos a ambos y voy a necesitar tu ayuda más que nunca. Apoya su mano en su hombro. Ayúdate de Fawkes, de Hanna, que debe encontrarse cerca, para intentar obtener algún tipo de ventaja, y en cuanto dispongas de ella… ataca.

No des cuartel.

Yi Fan se da la vuelta y se encamina hacia su oponente, pero se detiene a los pocos pasos, cerrando los ojos, aparentemente rezando entre quedos murmullos. Pero el Dindavara no está orando. Por su mente pasan imágenes de su pasado, situaciones vividas, decisiones tomadas… Todas ellas le han llevado a este día, a este lugar, a este enfrentamiento… que bien podría ser el último…

Las palabras que detrás suyo pronuncia Areth le acompañan en su falsa oración.

Caballeros, entramos cuatro aquí, pero sólo saldrán tres. Los Dioses serán testigos de que sólo el más hábil prevalecerá. Ellos concederán la victoria a aquel que más la merezca. El arma blanca será el objeto de duelo, y los testigos serán los custodios de la legitimidad. Maldito aquel que recurra a otras artes para ganar la ventaja.

El gran maestro observa un momento a Yi Fan con la espada ropera en la mano, frunciendo el ceño.

- ¡Acabemos con esto! - dice finalmente mostrando el filo del arma frente a su rostro antes de hacerlo silbar en el aire y ponerse ligeramente de perfil.

Yi Fan adopta finalmente su posición, con la mano sobre la empuñadura de su dinda y espera el movimiento de Novak. El gran maestro da un pequeño paso hacia el dindavara, cauteloso, pero, cuando se lanza al ataque, su movimiento es tan rápido como el de una serpiente. Cargando su peso en la pierna trasera, se lanza hacia Yi Fan a toda velocidad, alargando súbitamente el brazo del arma, de forma que su hija parece más una flecha lanzada hacia el duelista dindavara que una estocada corriente.

Me encojo de hombros y lanzo una radiante carcajada. A fin de cuentas, no somos más que una banda de asesinos. Y no voy a permitir que hagan lonchas a mi amigo. Aprovechando mi entrenamiento con el mandoble, lo desenvaino con pasmosa velocidad y me abalanzo sobre Novak gritando como un poseso.

-¡Eh, que eso pincha, animal!