Partida Rol por web

El combate parece compensarse para el lado del bien, el Conde consigue matar de un mazazo en la cabeza a uno de los grandes trasgos que le hostigan, mientras que la enana casi mata de un proyectil al trasgo que había cargado contra ella. Pero no todo iba a ser tan fácil para el grupo, el pobre Hobbit seguía perdiendo sangre inconsciente en el suelo, ademas surgida de la nada detrás de la maga una explosión de humo trajo consigo a una serpiente.

La vívora lanza un mordisco a la maga, clavándole sus colmillos. Sheiland sufre un dolor inmenso y nota como pierde fuerza, sin duda la mordedura ha causado su efecto y el veneno corre por sus venas enanas.

Lo peor viene acto seguido, el Gran trasgo que acababa de recibir un fuerte ataque mágico aprovecha el estado de la enana al ser envenenada para golpearla con toda su fuerza con su espadón, causándole un tajo importante que la tumba directamente echando sangre a borbotones por la herida mientras la serpiente se enrolla en su brazo para deleitarse con su carne.

El único que sigue en pie es el Conde clérigo cuya armadura una vez mas es la diferencia entre morir y vivir.

Por su parte la guerrera enana sigue huyendo gimiendo por su vida, llorando por dejar atrás a los que la intentaban ayudar.

Dando un pequeño salto atrás para salir del rango de ataque de aquel amenazante espadón, volvió a elevar la maza hacia los cielos.-¡Per Horus!¡Et Per Rah!¡Et per solemne Victus... Duchere!

Un relámpago impactó en la punta de su maza, la cual se iluminó de luz divina. Tras golpear con la maza en el suelo, una explosión de humo precedió a la aparición de una águila celestial

-¡Melitensis Vulturem! ¡Imparte tu  castigo!- ordenó a la criatrura, la cual, sin pensárselo se lanzó a en carga picada contra el orco que había sido objeto de los proyectiles

Lo cierto era que Dwama se sentía muy mal por dejar a aquellos bondadosos viajeros a merced de aquellas sanguinarias criaturas, pero por mucho que tratase de luchar contra sus piernas y dar media vuelta, el miedo la atenazaba. No lo entendía, pues lo cierto era que nunca antes había sentido un pánico tal como aquel. Ni cuando estaba rodeada por Jom y sus secuaces, corrió como una doncella asustada y en cambio, ahora que habían llegado refuerzos, huía del combate. Ese no era su estilo.

- ¡Dwama, quieta! - Gritó con todas sus fuerzas.  - ¿Qué diría el abuelo?

De la explosión de humo que provocó el clérigo con su conjuro, un águila divina, la misma que usa el Gran Sant Cuthberto cuando se dispone a ir de caza junto a otros dioses de su panteón, surca los cielos cargando contra el gran trasgo que acababa de tumbar a la maga de un espadazo.

El aguila, poderosa ella, clava sus garras en la cabeza desprotegida del trasgo, arrancándosela de cuajo y llevándosela de premio a su querido Dios.

El cuerpo del trasgo, cae al suelo entre borbotones de sangre de un cuello sin cabeza.

Por su parte el último gran trasgo vivo opta por golpear al noble, fallando una vez mas, por lo que, en un alarde de cobardía, decide huir, lo que coge desprevenido a nuestro héroe que no puede golpearle, por lo que el gran trasgo desaparece entre la maleza.

Godofredo el Noble levanta su maza al cielo agradeciendo a su rapaz convocación la ayuda, momento que aprovecha la serpiente, que aún se encontraba enganchada a la maga, para cargar contra él en un movimiento serpenteante que coge desprevenido al clérigo, notándo como 2 afilados colmillos perforan la junta de su armadura a la altura de la rodilla, causandole primero un pequeño dolor, seguido de otro mas profundo cuando el veneno entra en contacto con la sangre.

La serpiente se enrosca en su pierna sin que nada pueda hacer para evitarlo.

Por su parte tanto el hobbit como la enana siguen desangrándose en el suelo, una muy próxima ya a la muerte debido a la gran perdida del liquido.

Dwama de pronto se para en seco, ya no tiene temor alguno en su interior, no sabe que es lo que ha pasado para que huyera del combate.

Tras sentir aquellos impíos colmillos descargando el veneno en su cuerpo apretó los dientes con  rabia.

-¡Acaba con este ser abominable, fiel siervo del castigador!- ordenó al halcón celestial que se mantenía a una distancia prudencial volando en círculos.

El Águila descendió en picado tratando de agarrar a la ofídea criatura la cual, si bien esta explotó en una nube de humo justo antes de que pudiera herirla.

Aquello dejó claro al Conde que se trataba de una criatura mágica convocada. Por eso mismo se cuidó de andarse con cuidado por si el convocador aún se encontraba por la zona.

El estado de aquellas gentes que aparentemente habían estado luchado  su lado parecía bastante precario. A simple vista su vida parecía correr serio por lo que alzando ambas manos al cielo cerró los ojos y recitó 

-Exaltabo te, Domine, ad te levavi me.

Quia non rideat me et inimicos meos.

Domine, Deus meus, in auxilium petivit te et sanasti me.

Tu, Domine, in sepulcrum tuum tecum inire fecisti; Vivifica me fecit mortuis.

Cantate Domino laudate et fidelis eius sanctum nomen ejus.

Así como iba hablando, un círculo de luz azulada que incluía a todos los presentes empezó a brillar en el suelo. Los que se encontraban en su interior notaron como sus heridas iban sanando.

Exaltabo te, Domine, ad te levavi me. Quia non rideat me et inimicos meos. Domine, Deus meus, in auxilium petivit te et sanasti me. Tu, Domine, in sepulcrum tuum tecum inire fecisti; Vivifica me fecit mortuis. Cantate Domino laudate et fidelis eius sanctum nomen ejus.

Dwama, avergonzada con la extraña actitud que ha tenido en los últimos instantes, se da media vuelta dispuesta a regresar tras sus pasos con la intención de ayudar a aquellas pobres gentes. Lo cierto es que sospecha que alguien oculto entre la maleza ha usado magia contra ella. No consigue ver más allá de dos palmos por delante de su nariz, le ha entrado algo en los ojos o es que está maldita. 

Lo que si ve es que el combate, parece concluido. Muchos caídos y solo aquel hombre luciendo armadura parece permanecer en pie. Aunque por como se retuerce buscando algo en su cuerpo, puede que todavía alguna alimaña le esté importunando. Dwama empieza a correr en dirección a la enana que dejó atrás tras su incomprensible ataque de pavor. Su intención es clara, tratar de curar sus heridas antes de que muera desangrada.

- Igual si le clavo la punta del urgrosh en la herida, se tapona así la hemorragia... - Piensa dispuesta a hacer aquella salvajada.

Al poco de la huida del último Gran Trasgo Dwama, la enana guerrera, vuelve junto a quienes le han ayudado a sobrevivir al ataque, avergonzada por su actitud.

A pesar de que como compensación por su huida quería ayudar a los caídos, antes de hacer nada por ayudar a nadie, el humano de imponente armadura comienza a recitar unos versículos sagrados que hacen volver a la consciencia a los dos moribundos, el hobbit que propició el ataque y a la maga exótica. Ambos se levantan con mucha dificultad y doloridos, no se ven con ánimo ni de continuar la marcha debido a las heridas.

En el lugar quedan los restos de 5 grandes trasgos (uno sin cabeza), la carreta y el burro, pero falta uno de los grandes trasgos y ese humano que debía estar escondido según os contó el hobbit antes de caer inconsciente.

Cuando estáis todos frente a frente, notáis una vibración en el pecho, como que algo os insta a sacarlo a la luz.

-Revelame a los demás elegidos. escucháis todos en vuestra cabeza, reconocéis la voz como la que os habló al tener la primera visión.

Uno a uno vais sacando el amuleto que vuestra deidad os hizo llegar como elegido por ella para salvar al mundo. Todo parece indicar que habéis encontrado al resto de elegidos en el camino a Hommlet, como aquella visión, o vuestro propio Dios, os indicó.

- Hemos estado cerca de... - Tragó saliva. - Mi nombre es Dwama. Dwama Pillim. Mi abuelo era el famoso Gralick aliento de ajo Pillim.

Fue la primer en hablarle a aquellos totales desconocidos con quienes se había jugado la vida. Por suerte todos habían vivido para contarlo, pero en el caso de la otra enana y el pequeñín, la habían visto pasar muy de cerca la muerte. Pensó entonces en disculparse por haber salido huyendo como una gallina. Ese no era su estilo y ella misma no se lo perdonaría fácilmente, aunque finalmente no lo hizo, era demasiado orgullosa para ello. Además, había otros temas más importantes que tratar.

- Parece que finalmente nos hemos encontrado... - Dijo la enana. - Desde que encontré esta piedra en el interior de la mina donde trabajaba, oigo voces hablándome de una profecía. Veo que os pasa lo mismo... pero, antes de seguir hablando de esto, quizás sería revisar el perímetro. No quisiera que aquel gran trasgo que huyó y el mago que se escondía de nosotros regresen con refuerzos. - Miró entonces al hobbit. - ¿Mediano, tú sabes algo de ellos, verdad?

Sin previo aviso se deja caer de rodillas ante aquella voxzz.

El Abad de Mont-Foccon jamás habría soñado con poder escuchar la mismísima voz de Sant Cuthberg y él en cambio, un humilde conde, ya había sido regalado dos veces con semejante honor.

-¡Osanna! ¡Osanna, hermanos! ¡Aqueste milagro debe ser honrado!

tras dibujar el signo de la cruz marcando frente,  abdomen y los hombros izquierdo y derecho respectívamente, trazó un círculo que envolvía aquella cruz figurada.

Tras la milagrosa recuperacion y revelacion de la piedra de mi Dios, corro a la carreta en busca de mi equipo (en caso de no estar alli, algo para cubrirme la cara) y hecho esto me acerco a ellos con la cara oculta.

-Lamento que antes de hablar con vosotros me haya alejado a recuperar mis cosas y ahora lleve el rostro oculto, no es por faltaros el respeto, pero no deseo mostralo por razones personales.

Acabado esto les cuento lo sucedido:

-Como bien ha dicho la dama enana, Dwama, se algunas cosas sobre ellos; os contare lo sucedido hasta nuestro encuentro. 

-Por lo que veo, al igual que vosotros, llego a mi poder este artefacto, en mi caso con la forma representativa de mi deidad, Olimmandara, la cual me instó a dirigirme al pueblo de Hommlet donde me deberia encontrar con otros elegidos por los dioses para llevar a cabo su voluntad, una mision divina de gran importancia.

-Parti raudo en camino a Hommlet cuando en mitad del camino observé una persona junto a un carro dañado, muy parecido a la situacion que tenemos aqui ahora, ya antes de llegar sospeche de la situacion, asi que observe mi alrededor en busca de posibles amenazas, pero fue tarde, atacaron desde lejos, varias lanzas cayeron cerca de donde me encontraba y algunas acabaron con mi montura, viendo la encerrona y el numero de enemigos intente ocultarme y analizar la situacion, pero estaban muy bien organizados para ser seres de tan baja inteligencia, consiguieron dejarme inconsciente.

-Cuando desperte, estaba sin mis pertenencias, y junto a otros prisioneros; esos malditos trasgos devoraron el cadaver a mi montura esa misma noche y nos golpearon, durante dias estuvimos en marcha y recibiendo golpes ; pero un dia, mientras estabamos en movimiento, escuche la pregunta que uno de los trasgos le hizo al humano que los lideraba, un tal "Naz",un monje vestido con ropajes color ocre, de hacia donde nos dirigiamos, un templo maligno, seguramente nos usarian como sacrificios a alguna deidad maligna o como esclavos. Al poco de oir esta conversacion un trasgo llego corriendo, tenia apariencia de explorador, el cual informo al tal Naz de haber divisado a una enana; esa eras tu Dwama.

-Optaron por la tactica del indefenso conductor de carros con una rueda dañada para tenderte una emboscada, a misma que utilizaron conmigo, pero esta vez, yo era el necesitado; el les ayudaria desde lejos con conjuros si te resistias.

-A partir de aqui ya sabes como fue todo, intente soltarme para avisarte, pero las ataduras fueron dificiles de soltar y no puede avisarte a tiempo de que te alejaras.

Tras haberse santiguado, escuchó con relativa atención el relato de aquel extraño personaje enmascarado.

Todo parecía designio de Sant Cuthberg, como él había supuesto desde un principio y al parecer, aquellos debían ser los elegidos que le había nombrado su dios.

 -Si el Castigador os ha puesto en mi camino, entonces es que debemos andarlo juntos, Osanna.

Volvió a santiguarse.

-Permitid que me presente-dijo golpeándose en el pecho con el puño.

-Soy Godofredo conocido como "El Audaz", conde de Miramonte y de  Papaêncourt, vasallo del rey Luis I "El Gordo", señor del lejano  reino sacro de Montpell, con derecho de vida y muerte en mis condados, siervo de nuestro señor el Señor del justo Castigo y desde poco tiempo ha, portador de su voluntad sobre la faz de esta poagana tierra.

-Si aquesto que decís es cierto, debemos andarnos con mil ojos... Mi deseo sería el de dar caza al cobarde que se batió en retirada y a su amo, más la misión encomendada por el mismísimo Sant Cuthberg trasciende a mi parecer el propio deber de aplicar el justo castigo dadas las circunstancias.

Más debo preguntaros... ¿decís que os secuestraron? ¿cómo fue eso? No alcanzo a comprender como pasasteis de estar preso a veros envueltos en aqueste combate

Observó un momento el carromato, mesándose su incipiente barba de algunos días.

-Creo que sería menester amarrar mi fiel Castigador a ese vetusto carromato, y partir sin demora a la aldea denominada Hommlet. No debemos retrasarnos en el cumplimiento divino.

Sorprendida y dolorida por los efectos del veneno, me aproximo al resto de compañeros para ver con quién voy a interactuar durante las próximas semanas.. o meses.

No puedo quitarme de la cabeza el hecho de que casi nos eliminan un grupo de apestosos trasgos, es que no había nadie más competente para ser elegido?

Quizás debería haberme quedado con mi familia.. aquí salen serpientes y bichos de cualquier sitio sin aviso.

Saludos hermanos, parece que el destino y los dioses han dirimido que vayamos juntos a terminar con el mal que se cierne sobre el mundo.

Aunque tengo mis dudas sobre nuestras capacidades, quién soy yo para contradecir a los creadores del mundo.

Como wu-jen espero poder auxiliar a la causa.

Tras finalizar el combate, el hobbit, al cual todos le habéis visto una horrible cicatriz en la cara, producto de algún corte, corre al carro, tras unos momentos rebuscando encuentra sus armas, su armadura y su bolsa de dinero y sus ganzuas, si bien quedan algunas pertenencias que no encuentra entre la marabunta de objetos que atestan esa carreta, todas pertenencias de la gente a la que, sin querer, había ayudado a secuestrar.

Me dirijo al humano, aparentemente clerigo, que se hace llamar Godofredo, el "Audaz":

-Veo que estais versado en la lengua comun antigua, hacia tiempo que no oia a nadie hablarla.

Tras esto continuo hablando para el resto:

-Primero deciros que agradezco vuestra ayuda; y como ha preguntado Godofredo, si, fui secuestrado y torturado por los trasgos que ahora yacen aqui, pero ahora no hay tiempo de hablar, me preocupa es el que los lideraba, un humano con ropajes ocres, seguramente la vivora que ataco a la que se denomina "wu jen" fue obra suya, y puede que siga por aqui al acecho, no podemos relajarnos aun, estad preparados.

Tras mis palabras intento avistar a "Naz" por si sigue en la zona.

No alcanzas a ver a nadie, si Naz estaba ahí, lo más posible es que se haya ido con el gran trasgo.

Habían tenido mucha suerte de haber sobrevivido a aquella emboscada. Lo cierto era que esos bichos malos, estaban bien organizados. Era evidente que el cerebro que estaba detrás del ataque era el de aquel humano vestido de color ocre y que utilizaba magia. ¿Color ocre, de qué le sonaba aquello? 

Cuando Jack les contó su experiencia, Dwama suspiró afligida. De haberle pasado a ella o a otra mujer lo mismo que a aquel mediano, más les hubiera valido haber perdido la vida antes de ser capturadas. ¡A saber lo que aquellas sabandijas les hubieran hecho! Ser aventurera tenía un precio bastante más alto del que lo tenía ser aventurero. Las cosas que le podían pasar a una mujer en manos de un desalmado, eran todavía mucho peores de lo que le habían hecho al pobre Jack.

- Creo que tenemos que movernos. No podemos esperar a que se reorganicen. - Manifestó la enana. - Podemos simplemente seguir hacia Homlet, o bien tratar de dar con ellos y acabar el trabajo. - Afirmó con rotundidad. - Puede que todavía sigan por los alrededores o bien puede que hayan dejado un rastro que podamos seguir.

Dwama se acercó un poco hacia los arbustos por donde el único superviviente de los grandes trasgos había huido. No iría muy lejos si el resto no le seguía. Tampoco quería pasarse de valiente, pero tenía curiosidad por si habían dejado algún rastro, pista o vestigio que seguir, en el caso de que decidieran perseguir a sus agresores para darles muerte e investigar algo más acerca de ellos.

Por otra parte, tras darle algunas vueltas, supo de que le sonaba la vestimenta ocre que Jack había mencionado que portaba el humano. No estaba segura y de hecho no sabía si se lo había inventado o si realmente su abuelo le había hablado de ello. Pero creía recordar que Gralick le contó alguna historia sobre aquello. Aunque para nada sabía sobre qué. Tendría que hacer mucha memoria. 

- ¿De qué hablaron mientras estuviste retenido? ¿Recuerdas algo? - Le preguntó la enana al mediano. - ¿Sabes si ese hombre, su líder era un mago? Has dicho que era un monje... ¿Era un religioso, un clérigo? ¿Qué apariencia tenía?