Partida Rol por web

Me doy cuenta de que la otra enana no tiene ni idea de lo que hace, parece que está acabando de rematar al pobre niño..

Anda quita del medio que vas a terminar con él!!!.

Utilizo una carga de mi varita para sanarlo, aunque quizás en algún momento el grupo eche a faltar esa carga..

Mientras el hobbit y la enana del este se centran en localizar a los asesinos y despreocuparse por el cruel destino de los secuestrados, Godofredo y la joven aventurera Dwama Pillin deciden actuar a fin de intentar salvar la vida de aunque fuese uno de ellos.

Si bien las capacidades de la enana se habían antojado bastante ineficaces, rallando lo contraproducente, el conjuro sanatorio del Conde de Miramonte consiguió arrebatar de la muerte a la mas joven de las víctimas. Por desgracia para el resto, esas palabras santas habían llegado tarde, quizás si hubieran corrido mas, o si hubieran perseguido antes al Gran Trasgo, podrían haber salvado a alguno mas de aquellos desdichados.

Dwama desata al pobre chico mientras este empieza a recobrar la conciencia, lo primero que hace el joven es llevarse las manos a la garganta, sin duda el tacto de la hoja cortando su carne es lo último que recuerda. 

Tras un ataque de tos con sangre, lloros y un primer susto al ver a la enana con ese gran arma a su espalda, el niño comienza a sollozar. La enana intenta tranquilizarlo, pero la situación se agrava al ser consciente el chico de lo que ha ocurrido.

-No, no, nooooooo! no me matéis! papa? mama? abuelo? el niño se zafa de las garras de su rescatadora y al ver los cadáveres degollados que se encuentran atados junto a él corre a ellos y los abraza.

- Mamaaaaa! nooooo! porqueeeee???? Papaaaaa, abueloooooo. Despertad por favor! El dolor del niño zarandeando los cadáveres de sus ascendientes hace estremecerse hasta el corazón del mas desalmado de este grupo, sin duda este chico acaba de perder a toda su familia y se haya solitario en este mundo, toda su felicidad y su infancia acaban de quedar atrás de la peor de las maneras.

-Buaaaaaaaa! Buaaaaaaaaaaaaaa! papiiiiii! mamiiiii! abuelitooooooo!

Salvar a ese crío había sido lo correcto, pero el dolor que ahora sentía por la muerte de sus más próximos y queridos familiares le rompía el alma a la enana. No era muy buena con las palabras, se le daba mejor el manejo de su inseparable herramienta de combate. Pero algo tenía que hacer. 

— Siento lo que ha pasado, pequeño. — Dijo acercándose al niño. — Hemos tratado de evitarlo, pero hemos llegado tarde. — Aquello no le iba a reconfortar. — Cuidaré de ti y vengaré estas muertes, por ti. Confía en mí... — No tenía muchas esperanzas en que el niño se calmara, pero no se le ocurría nada mejor.

El pequeño corre a abrazar a la enana por intentar tranquilizarlo y llora agarrado a ella, sin duda el dolor que siente no le impide ser agradecido.

-Porque? Porque en vez de llevarnos nos han cortado el cuello uno a uno? Yo fui el último y vi como mi madre y mi padre gemían de dolor mientras el trasgo y el de la capucha les rajaban con una sonrisa en la cara. Que ha sido diferente esta vez? Snif Snif.

El niño se lleva la mano al cuello mientras aun corren las lágrimas por sus mejillas, sin duda ha vivido la experiencia mas aterradora posible y el tacto de la hoja desgarrando su carne no se le va de la mente.

-No puedo dejarlos así, tengo que enterrar a mami, a papi y al abuelo, Señora fuerte enana puede ayudarme por favor? Dice suplicando a Dwama mientras la coge de la armadura como intentando que no se vaya.

Godofredo, mostrándose estóico ante la desolación del muchacho, hincó la rodilla junto a él, para ponerse a su altura.

-Hijito, lamento tu pérdida-dijo apoyando su mano en el hombro buscando reconfortarlo.

-Hice lo que pude por tratar de salvarlos a ellos también, más el Castigador debía tener otros planes para ellos puesto que no me permitió llegar a tiempo... dijo en tono apesadumbrado 

-Más por supuesto que estas pobres almas no deberán contemplar desde el más allá como sus cuerpos vacíos de vida son mancillados por las alimañas. Yo mesmo me encargaré de que obtengan santa sepultura, al igual que los responsables recibirán su justo castigo. ¡Por mi honor lo declaro!- dijo en voz más alta de lo normal, como si tratarse de rubricar su juramento.

-Aquestos hideputas seguidores de los dioses malignos habrán emprendido ya la retirada hasta su madriguera, por lo que dudo que podamos dar con ellos, pues no disponemos de nadie capaz de seguir rastros... Si dispusiésemos de mi fiel Delcojon... el borrico es capaz de husmear caballos a más de tres cuadras de distancia...-Se lamentó

-Por tu bienestar no temas, pequeño niño. Yo mesmo te acogeré bajo mi protección y te otorgaré un porvenir. Más de eso hablaremos en adelante, ahora debes llorar a los tuyos, pues lo merecen.

Tras lo cual dedica su atención a santificar los cadáveres de aquellas desdichadas personas, dibujándoles una cruz en la frente con su propia sangre y recitando unos pocos versos

Me acerco al "pequeño", le pongo la mano sobre el hombro y le digo: -Yo tambien os ayudare a enterrarlos, no merecen quedar asi como estan-

Algo en mi interior sabia que era culpa nuestra lo sucedido, pero de entre acabar todos prisioneros/sacrificados a poder ver un dia más, la opcion para mi era la obvia. La fria verdad que me vi empujado a aceptar como mi modo de vida por culpa de mi pasado era lo unico que me permitia mantenerme serio ante esta situación, en este mundo es matar o ser asesinado. No he conocido otra verdad desde mi infancia.

Con este gesto almenos salvare lo poco que quede de benevolencia de mediano de mi alma.

Los héroes proceden a desatar a los desdichados que han sufrido su inoperancia, mas de unos que de otros, uno a uno van siendo enterrados, esta vez sin ser saqueados ya que los pobres ya lo habían sido previamente por los grandes trasgos.

El joven Timmy coge un par de efectos sin valor del cuerpo sin vida de sus progenitores a la vez que les da un beso en la frente  justo antes de ser enterrados unos junto a otros con una ramas a modo de cruces para mostrar el santo entierro.

De rodillas frente a su recién tapada tumba de toda su familia se gira al mediano y apuntándole con un dedo exclama: Tuuuuu! tú eres el culpable!!! Ellos no estarían muertos si no se hubieran detenido a ayudarte con tu carro! Maldito seas una y mil veces! la ira del Castigador caiga sobre ti por esto!

Tras su razonable rabieta sale corriendo hacía el bosque llorando desconsoladamente.

Dwama presenció la escena un tanto sorprendida. Aquel chiquillo no había dicho nada durante todas las horas que tardaron en cavar nueve tumbas y dar sepultura a aquellas pobres personas. Sin embargo, ahora que habían concluido la labor y el conde había realizado lad exequias, aquel pequeño la tomaba con el mediano.

— No te lo tomes a mal... — Le dijo a Jack. — Acaba de perder todo lo que tenía. Es normal que esté afligido. Tú no tienes la culpa. — Posó su polvorienta mano sobre el hombro de aquel enmascarado. — Iré a ver que le sucede. — Y Dwama se marchó tras los pasos del niño.

Dwama vio como aquel chico se alejaba hacia el interior del bosque a marchas forzadas. Sus patas no eran fuertes y tampoco demasiado largas todavía, pero la enana estaba cansada y no quería jugar al pilla pilla.
— ¡Oye chico, espera! — Alzó la voz deseando que funcionase.
— ¡Déjame solo, estoy solo! — Musitó entre sollozos.
— No estas, solo. — Respondió la enana acercándose a él. — Estas con nosotros. Te cuidaremos... te cuidaré...
— ¡Pero él es el culpable! — El niño se refería a Jack.
— Sólo hay un culpable y no es el mediano. — Aclaró. — El culpable es quien ha esgrimido el cuchillo contra ti y tu familia. — Apretó el puño con rabia. — ¡Le cogeremos! ¡Pagara por lo que ha hecho! ¡Te lo aseguro por la memoria de mi abuelo!
— ¿Tu abuelo? — Aquello pareció despertar la curiosidad del niño. — ¿También le cortaron la garganta delante tuya? — Preguntó entre lloriqueos.
— No exactamente. Pero también murió... — No quiso dar más detalles.
— Pobre... — Dijo el niño de corazón. — Cuéntame algo de tu abuelo.
— Era la persona que mas admiraba y mas quería. — Comenzó contando. — Era un enano valiente y testarudo. Fuerte cómo una roca y con determinación.
— ¿Cómo todos? — Intervino el pequeño.
— Si... como casi todos. — Recordó a su querido pero avergonzante padre. — No todos somos valientes. Conozco algunos que se conforman con poco y se esconden tras los muros de sus casas. Yo no soy de esas. — Hizo una breve pausa. — Hay mucho mal en el mundo como para quedarte de brazos cruzados. ¿No crees?
— ¿Qué será de mi ahora? Íbamos a Hommlet a comprar una granja, mi papá había ahorrado mucho para esto, para empezar una nueva vida lejos de la gran ciudad. — La preocupación del niño estaba del todo justificada.
— Vendras conmigo si quieres. Serás mi escudero. — Se le ocurrió de repente. Necesitaba un escudero ciertamente.
— ¡Cuando sea mayor mataré a todos los grandes trasgos, lo juro! — El niño se vino arriba. Era lo que Dwama deseaba.
— ¡Creo que eres valiente! — Le azuzó.
— No dejaré viva ninguna de esas bestias. — Entonces el niño abrazó a la enana.
— ¡No creo que puedas esperar tanto! — Respondió la enana devolviendo el abrazo. — Iremos de caza mañana. Y pasado mañana también.
— ¿Qué cazaremos? — Aquella pregunta era lógica.
— ¿Quieres ver algo? — Le preguntó ella.
— ¿Si? — Dudó. Y entonces Dwama agarro el saco donde guardaba la cabezota de Jom y se la enseñó al chiquillo.
— Esto cazaremos... — Y soltó una risotada.

El niño te miró incrédulo a la enana. No entendía nada. Igual no fue buena idea  mostrarle aquello. Al fin y al cabo no era más que un crío.
— Intentó violarme y matarme en el camino a Hommlet... — Trató de explicarse. — Le di su merecido...
— ¿Y porque llevas su cabeza? — Aquella si era una buena pregunta. No podía decirle la verdad. Aquello era un trofeo que pretendía colgar en su Ciudadela cuando la tuviera. 
 — Para no olvidarme de que no debo tener compasión con esas bestias. — Se inventó algo que en parte era verdad.— ¿Cómo te llamas? Creo que no lo has dicho... — Cambió de tema.
— Me llamo Timmy... — Desveló el niño.
— Muy bien, pequeño Timmy... ¿Volvemos con el resto? — Le ofreció la mano. — Tenemos mucho que hacer. Hay que preparar la cacería...
— Va...le... — Respondió tomado la mano de Dwama.

Al poco de correr el niño hacia el bosque y de seguirle la enana, el Conde y la mago observan al hobbit internandose detrás de ellos sigilosamente, desconocen sus intenciones.

Al rato vuelve como si no hubiera pasado nada y segundos después aparece el niño con la guerrera cogidos de la mano.

Dwama se internó en el bosque y llamó la atención del niño. Se escuchó su voz a lo lejos y entonces la enana desapareció de la vista del resto. Minutos después regresó junto al niño, al que portaba cogido de la mano.

— Él es Timmy y es mi escudero. — Les dijo al resto con un tono de voz imponente. — Nos ayudará a dar caza a las sabandijas culpables de esta masacre...

El pequeño Timmy mira al hobbit con furia en sus ojos ya que para él había provocado su fatal destino.

El niño apretó la mano de la enana como conteniéndose para no lanzarse al cuello de ese canalla, pero optó por ir a despedirse una última vez de sus progenitores y no decirle nada.

El grupo, con su nuevo y joven miembro, vuelve al camino, donde se encuentran una desoladora imagen, ni el carro con el burro, ni el caballo de Godofredo ni el Poni de Sheiland están donde los habían dejado, únicamente quedan en el camino los cadáveres de los 5 grandes trasgos tal cual habían caído muertos.

Los aventureros quedan estupefactos, no se esperaban eso, han perdido su medio de transporte, muchas de sus pertenencias y la mayor parte de sus alimentos. Y lo peor de todos es que no hay ni rastros ni sonido ni estela de hacia donde hayan ido esos malnacidos.

Argh mi Poni! me costó una fortuna!

Espero que vuestro arrebato de misericordia haya valido la pena!

Estamos jugando con el futuro del mundo entero y en lugar de centraros en eso os distraen un grupo de meros plebeyos..

Murdin perdonalos pues no saben lo que hacen..

- No seas tan negativa... - Le dijo Dwama a aquella enana un tanto siniestra y seguidora acérrima del pragmatismo. - Tú has perdido un burro y yo he ganado un escudero. Todo depende de la actitud con la que te tomes las cosas. Debemos de estar tranquilos. Los dioses nos han encomendado una misión. Confían en nuestro criterio para llevarla a cabo. Creo que hemos obrado con la suficiente coherencia como para que estén contentos con nosotros. - Le dedicó una sonrisa sincera a Sheiland. Sus palabras pretendían ser conciliadoras y no un ataque hacia su catastrófica manera de ver la vida. - Aunque a decir verdad, aquel carro y aquella mula hubieran sido útiles para el viaje hacia Hommlet... - Chasqueó la lengua. - Pensaba que nunca lo diría, pero creo que vamos a necesitar un explorador para seguir rastros o aprender a seguirlos por nuestra cuenta. - Miró entonces al pequeño Timmy. - ¿No sabrás tú leer huellas en el suelo, verdad?