Partida Rol por web

Los cinco caballeros de bronce parten junto a Atenea, pues ha sido convocada de urgencia en el Olimpo...

Aún quedan un par de horas para amanecer, y sin embargo, cinco figuras se aproximan con presteza -y algo de sueño, para qué negarlo- al Partenón, en donde se encuentra Atenea. Os ha convocado a los cinco principales caballeros de bronce, su guardia personal, aunque no ha dicho por qué. No obstante, dada las horas a las que os ha citado, deducís que se trata de algo importante, y de que debe ser secreto, pues de no ser así, no os habría mandado ir a esas horas, síntoma de que espera que vuestra presencia allí pase desapercibida para el resto del santuario.

Ascendéis los peldaños que conducen al santuario, los cinco juntos, en el más completo de los silencios. Al llegar al imponente Partenón, abrís sus puertas y pasáis al interior. No hay rastro de la guardia, lo que os hace pensar que de verdad que se trata de un asunto importante y de extremada privacidad, o de lo contrario, Saori no habría tomado tantas precauciones para que todo quedase en el más absoluto secreto.

Entráis en la sala del trono de Atenea, y ante vosotros se encuentra Saori, vestida como una imponente Diosa, cetro en mano, mirándoos fijamente. No se escucha un alma.

Cuando cerráis la puerta, Saori se pone en pie, y os indica que os acerquéis al centro de la sala.

Desde que recibí el mensaje, sentí una nueva preocupación que crecía dentro de mí, una vez más habría que combatir? Porque nuestros enemigos sólo entienden de hacer el mal a los seres vivos? Porqué combatimos la guerra con más guerra? Me prometí a mi mismo hace tiempo que no haría más daño a los demás, pero sin embargo, se lo debo todo a mis hermanos, lucharía hasta el final para no volver a separarme de ellos. Espero que Saory este bien y todo esto sólo sean preocupaciones infundadas mías.

La noche se cernia sobre el santuario mientras nosotros, los 5 caballeros de boronce, ibamos camino a la morada de Athena. Todavia faltaban horas para el amancer y no se podia discernir un alma en todo el santuario. Habia un aire de misterio e intriga en la convocacion de la Diosa. La urgencia y el secretismo que envolvia la situacion hacian trabajar mi cabeza sin parar.

Habra pasado algo grave...? Nos enfrentamos a una nueva amenaza...?

Durante el camino y mientras subiamos las escaleras del partenon mire a mi hermano Shun por unos momentos, un hombre tan fragil pero tan fuerte a la vez.. quien habia sido la reencarnacion de Hades tiempo atras y ahora volvia a su normal ser. Volvi la mirada al camino para entrar al santuario de la diosa. Unos pasos adentro, podemos ver a la incarnacion de Athena vestida con sus ropajes divinos, inmediatamente los 5 caballeros nos arrodillamos antes su eminencia Athena, y esperamos ser llamados. La diosa nos convoca con un gesto de la mano indicando que pasemos al centro del salon, y nosotros acceedmos sin dudar.

Ya una vez en el centro del trono y con Saori delante, nadie dice nada... todos esperabamos que nuestra diosa nos explique las razones de su llamado. Yo no puede evitar mi premura.

-Athena, aqui estamos. Tus caballeros de bronce y tu guardia personal, Hemos venido por tu llamado.

Tras mis palabras vuelvo a bajar la cabeza esperando que la dulce voz de Saori nos ilumine.

Atenea os mira a los cinco. Apreciáis con un sólo vistazo que su rostro muestra preocupación.

-Mis caballeros más leales- comienza a decir, aunque le falla un poco la voz- Tengo una misión muy importanteque cumplir. Nunca creí que fuese a suceder algo semejante, pero...

Baja la cabeza, algo preocupada, os vuelve a mirar, como si le costase hablar.

-No sé por qué me inquieta tanto. Si fuese una amenaza seria, nos habrían atacado directamente. Pero por otra parte, su petición ha llegado de forma tan repentina...

Realmente no parece estar comunicándoos nada. Parece más bien estar pensando en voz alta. Cuando se percata de que debe haberos confundido con sus palabras, se centra y os comenta el motivo de su llamada.

-Caballeros, presiento que vamos a pasar por tiempos algo difíciles. No me preguntéis por qué intuyo una cosa así, pero creo que no me equivoco- traga saliva y prosigue- Anoche recibí un mensaje importante. Zeus, mi padre, me ha mandado llamar. Tengo que personarme ante él en el Olimpo. No ha especificado por qué quiere verme, ya que no nos vemos desde que me envió a proteger la Tierra, siendo yo aún un bebé. Pero el caso es que es mi padre, y es Rey de los Dioses del Olimpo, así que no puedo negarme a aparecer ante él. No obstante, y pese a que no puedo acudir a su presencia con ningún mortal, he impuesto que al menos dos caballeros me acompañen hasta su presencia, que serán el Dragón y Pegaso, y han aceptado. Los otros tres, aunque no podáis ascender conmigo, sí quisiera que me compañáseis por el camino, por seguridad.

El dolor y la preocupación de Saory entristecen mi corazón, creo que ya no puedo ni disimularlo. Sin embargo, debo de ser fuerte y mostrar confianza, se lo debo, ella se lo merece.

Me levanto y aprieto con fuerza mis manos mientras respondo:

No os preocupéis no estaréis sola, iré donde me pidáis.

Seiya, Shiryu y Hyoga han aceptado, cada uno a su manera. Seiya se ha puesto a soltar un grandilocuente discurso en el que asegura que jamás abandonará a Atenea, y que siempre se quedará a su lado, pase lo que pase, mientras el caballero del Dragón se ha quedado pensativo, analizando el motivo por el cual Zeus puede haber decidido convocar a Atenea ante sí, mientras suscribe las palabras de Pegaso con un movimiento afirmativo de su cabeza.

Por su parte, Hyoga, que no suele ser particularmente expresivo, se ha limitado a asentir con la cabeza. Pese a todo, sabéis que el que no exprese nada no significa que no esté dispuesto a llegar hasta el final por proteger a Atenea, como el resto de sus compañeros.

Cuando Seiya termina de hablar, habla Shun, de quien todos esperaban aceptase la misión sin más miramientos, pues su fidelidad hacia Atenea y hacia sus compañeros era de sobra conocida entre todos los caballeros del Santuario. Sólo Ikki del Fénix seguía en silencio, sin expresar lo que pensaba. Atenea se lo quedó mirando. SAbía que pese a su rebeldía, estaba ante un poderoso y fiel caballero, pero también sabía que el Fénix siempre había sido excepcionalmente independiente, así que prefirió esperar y dejarlo hablar antes de dar su participación en la expedición por supuesta.

Escuche las palabras de Saori con mucha atencion, su tono de voz.. su lenguaje corporal... sus gestos y miradas.. Todo indiacba una gran preocupacion por su parte, y todavia no sabiamos cual seria el peligro al que nos enfrentamos. La solicitud de la diosa era simple, queria que la acompañemos hasta su reunion con Zeus, auque no todos podamos subir al Olimpo por lo menos las resguardaremos durante el trayecto hasta el.

Seiya Siempre se habia caracterizado por ser bastante extrovertido y emocional con sus discursos, la reaccion de los demas caballeros de bronce fue bastante mas austera pero igual de decidida. Sabia que aun estaban esperando por mi respuesta y no demoraria mas en darla. Mire a la diosa Athena a los ojos y con seriedad y respeto le dije.

-No te preocupes Saori, estaremos alli para protegerte.

Mi respuesta fue simlpe, pero directa. Pondria mi vida en juego con tal de proteger la de Saori, y eso no lo dudaba.

Saori respira aliviada al saber que estás al 100%, como los demás, presto y dispuesto a ayudar. Os mira a los cinco, sonriendo con dulzura. Se pone en pie, y se acerca a vosotros.

-No quisiera aprovecharme de vuestra fidelidad así como así. Vais a acompañarme, y soy consicente de que tendréis cientos de preguntas. Si queréis saber algo de la misión, por favor, preguntad ahora. De lo contrario, os ruego os personéis a la entrada al Santuario en dos horas, dispuestos a partir hacia el Olimpo de los Dioses, y morada de mi padre.

Respiro aliviado puestas estas pequeñas cosas me recuerdan porque daría mi vida por ella.

Por mi no tenéis que preocuparos, se que cuando lo creáis necesario nos comunicaréis la información necesaria.

Ante la sugerencia de Athena simplemente quise saber una cosa para poder protegerla mejor.

-Saori... algo en ru rostro, y en tus gestos me dicen que sabes a que nos enfrentamos... o por lo menos tienes una idea, y si no es mucho pedir me gustaria saber que es lo que ronda por tu mente.

Yo sabia que saori no consideraria mi pregunta como una ofensa o un actuar irrespetuoso... Todo lo que los caballeros haciamos o preguntabamos era para poder proteger mejor a Athena.

-Ikki, creo que me has formulado la única pregunta que no os puedo responder en condiciones- se la ve algo abatida- Precisamente, el motivo de mi preocupación es que no sé por qué me ha llamado mi padre a su presencia. Sé que no es nada malo, ya digo que si quisiera enemistarse con nosotros, no necesitaría de ello, simplemente nos habría atacado y a estas alturas todos estaríamos muertos. Pero... Es que no sé por qué quiere que vaya. Eso es lo que me reconcome por dentro, el no saber.

-No temáis, Saori- dice Seiya, casi interrumpiendo las palabras de la Diosa- Iremos contigo, y te protegeremos. Iremos a ver a Zeus, veremos qué nos tiene que decir el Dios supremo, y volveremos al Santuario de una pieza- se lo ve francamente seguro de sí mismo- Con vuestro permiso, voy a prepararme para partir. En dos horas estaré a la puerta de entrada del Santuario.

Seiya sale disparado del templo de Atenea sin pararse a pensar en nada más. Está deseoso de poder cumplir su misión como caballero de Atenea.

A diferencia del impulsivo pegaso, yo era mas cauto y me gustaba interiorizarme sobre el enemigo y los pelogros lo mas que puediera. Podia ver claramente el miedo, y la preocupacion de Saori... si ella supiera algo mas nos lo hubiera dicho.

-Como bien dijo Seiya, no te preocupes Saori. Nosotros estaremos contigo.

Mis palabras denotaban seguridad y confianza, no porque piense que nuestro poder era infinito, sino porque sabia que para proteger a Athena daria mi vida y no dejaria que nunca nadie pueda lastimarla.

El Cisne apenas había abierto aún la boca. Estaba apoyado en una columna, escuchándoos a todos en su habitual pose algo arrogante.

-Añadiría algo, pero nada puedo decir que no haya dicho ya Ikki- dice, de acuerdo con las palabras que su amigo ha expresado momentos antes- Estoy igual de dispuesto que tú- dice, y aunque siempre habla de forma algo fría, sabéis que lo dice sinceramente.

Un tiempo después, ponéis rumbo al Olimpo. No sabéis por qué os sentís tan incómodos mientras avanzáis rumbo a visitar a Zeus en compañía de vuestra Diosa, pero lo cierto es que estáis algo intranquilos los cinco. Seiya no se mueve de su lado, mientras que los demás la seguís, hablando tranquilamente, con una disimulada calma.

Bajando por las afueras del Santuario, llegáis al Ágora. Allí, Atenea os pide que, por favor, os coloquéis rodeándola. Sin saber muy bien por qué os lo ha pedido, os colocáis próximos a ella formando un círculo.

Sin hacer ni el más mínimo comentario, Atenea eleva su báculo de Niké, y al segundo una impresionante y cegadora luz os envuelve. No podéis ver absolutamente nada a vuestro alrededor, aunque notáis el dulce y benévolo cosmos de Atena impregnando cada punto de vuestro ser.

Es como si estuviéseis flotando en un sueño, sin ver nada, y sintiéndoos plenamente bien. Incluso las preocupaciones parecen desaparecer mientras os encontráis sumergidos en la esencia de su cosmos.

Por fin, al cabo de unos minutos, la luz cegadora desaparece, y cuando conseguís volver a abrir los ojos, ya no sentís el cosmos de Atenea. Os giráis alarmados, pero no hay nada que temer, la joven se encuentra como antes, en el centro del círculo que habéis formado.

Solo que ya no estáis en el Ágora...

¿Qué lugar era aquel? Jamás habíais visto lugar de tamaña belleza natural. Os encontrábais al pie de unas colinas verdes y hermosas como pocos paisajes habéis visto hasta la fecha. Un lugar divino, ideal, una abstracción de la palabra perfección, hecha realidad: El Monte Olimpo.

By camember at 2009-12-20

-¿Cómo? ¿Qué?...- Hyoga se había quedado sin habla. Lo que habían sentido... Parecía el resultado de un sueño- El Monte Olimpo, supongo. ¿Qué debemos hacer a partir de ahora, Saori?

Este sitio es increible, no sentís esa paz que os invade miréis hacia donde miréis, ¿porqué los dioses se comportan así, viviendo en este lugar tan maravilloso?

Respira profundamente, olvidando por unos instantes a lo que han venido y cerrando los ojos mira hacía el cielo para que la luz de sol acaricie su rostro.

Supongo, que nada es perfecto, y todo esto es un gran espejo.

Yo tambien estaba asombrado, como mis compañeros, por la vista que teniamos delante... el monte Olimpo, la morada de los Dioses... Intente disimular un poco mi asombro, simplemente asintiendo a las palabras de los demas. Mire Saori tratando de leer en su expresion algun sentimiento... ella sabia que algo estaba por venir, por eso nos habia convocado, por eso estabamos alli... y por mas hermoso que fuera el monte Olimpo, alli vivian dioses a los que poco les importaba la tierra y los humanos.

Saori, sin mediar palabra, dirigió su cetro de Niké hacia el suelo. Al momento, se abrió ante vosotros una luz espiral, en el suelo, de color blanquecino.

-Hasta aquí me podéis acompañar- os dijo, afectuosamente- Ahora, subiré con Dragón y Pegaso, como había establecido. Esperad aquí. Si me voy a demorar, enviaré a Dragón a comunicároslo. No tengáis miedo, volveré de una pieza, y os llevaré de vuelta al santuario.

Os da la espalda, y se coloca sobre la espiral junto con los dos caballeros que ha elegido.

La espiral blanquecina se torna brillante como la estrella más luminosa del cielo, y al momento os deja medio cegados. Cuando la luz desaparece, Atenea y sus dos caballeros no están. Han accedido al Reino de Zeus, dejándoos a la puerta.

Al principio os quedáis esperando, en completo silencio, rodeados de la paz más absoluta. Al cabo de una hora de espera, y ligeramente aburridos, veis cómo Hyoga os mira, como queriendo decir algo pero sin atreverse. Al final, parece que se decide a hablar sin tapujos.

-No sé vosotros- os dice Hyoga, cruzándose de brazos- Pero acompañar a Saori hasta aquí me ha parecido una completa y absoluta pérdida de tiempo. Quiero decir, para acompañarla hasta aquí y quedarnos a la puerta, bien que podía haber prescindido de nosotros tres y haber venido solamente con sus dos favoritos, ¿no os parece?