Partida Rol por web

Sólo unos pocos se han quedado en el templo de Atenea para proteger a Verité. ¿Descontrol? ¿Temeridad? Y un par de ases en la manga...

Al notar cómo el cosmos de Hebe desaparecía del santuario, Verité se mostró muy alterada. Se retiró el casco del caballero del unicornio de su pequeña cabecita, y aún con él en brazos, salió corriendo hacia la sala principal, en donde había tenido lugar la disputa entre caballeros.

Nikola salió detrás, seguida de Camus y Jabu. Por poco no se llevaron por delante a Shaka de Virgo, que se dirigía en esos instantes a visitarlas.

Al momento, las cuatro figuras se reunieron en el centro de la sala con sus compañeros allí presentes, a saber: Shura de Capricornio, Aioria de Leo, Shaka de Virgo, Algol de Perseo, y Aldebarán de Tauro.

En esos instantes, Shaka y Shura decidieron partir a sus respectivos templos, como medida de precaución. Les daba la impresión de que el Santuario, dado el caos reinante, estaba realmente desprotegido y desorganizado, y optaron por enterarse más tarde de las noticias, a cambio de proteger debidamente el santuario de posibles ataques externos.

Así pues, los cinco caballeros restantes se encontraron en medio de la sala, con las dos jóvenes, una herida pero visiblemente mejor, y una niña portando el casco de Jabu.

Ante una reprimenda por parte de Nikola, Verité se sonrojó, y con la cabeza gacha, se acercó a Jabu y le devolvió su casco, pidiendo disculpas por haber salido de la sala sin dárselo antes. Acto seguido, y mientras todos os mirábais unos a otros como buscando qué hacer o qué decir, en ese preciso instante, Geki del oso entró en el Partenón, algo extrañado.

Al verlo entrar, Verité soltó una risita nerviosa, y lo señaló a él con la mano derecha, y a Aldebarán con la izquierda.

-¡Jo! ¡Qué pequeños que sois! ¡Cómo mola!- y se empezó a reír, divertida. Miró a Nikola, y al ver la expresión severa de sus ojos, se puso roja, y dejó de reírse- ¡Perdón!

Os miraba sonriendo, como intentando que no os enfadáseis con ella por lo dicho. Luego, se acercó a Jabu, a quien parecía haber tomado cariño, y le cogió de la mano.

Tras quedarse tranquila a un lado en compañía del caballero del Unicornio, de quien parecía haber hecho su confidente**, Nikola se acerca a ella y le revuelve el pelo, de forma cariñosa.

-Otro más- dice, señalando a Geki- ¿Y tú quién eres? Amigo eres, supongo, porque de no ser así ya te habrían atacado todos los guardianes dorados aquí presentes y el chico malhumorado- dice, señalando a Algol.

Patrullando por los alrededores del Partenón...

Bofff... ¡Qué aburrimiento! Además, Marin, con quien te tocaba vigilancia, andaba dedicándose a cotillear de un lado a otro, así como a visitar a Aioria de Leo, con quien los demás miembros de la guardia de Shaina rumoreábais que la mujer caballero del Águila mantenía algo más que una estrecha amistad...

Algo te había contado Marin, que había estado espiando aquella mañana. Era la mejor cotilla de toda la guardia, por lo que solía ser muy divertido vigilar con ella, ya que solía contaros las historias más rocambolescas de todo lo que sucedía en el santuario, y con ello hacía de vuestras aburridísimas jornadas de vigilancia unas horas francamente más entretenidas.

No obstante, aquella mañana había andado de un lado para otro, pasando de ti como de una piedra del camino, y saltándose a la torera su cometido, cosa que a tu deber como guardián le parecía francamente mal. El deber era muy importante para ti, por fin se había reconocido tu valía como caballero de Atenea, y no querías defraudarla...

No obstante, habías visto cosas, en los alrededores del Partenón, que te habían alarmado horriblemente. Para empezar, a primera hora de la mañana habías visto a Atenea partir del santuario junto a sus cinco caballeros de bronce, tras haberse reunido la Diosa con tres de los más poderosos caballeros de oro, Dokho de Libra, Shaka de Virgo, y Saga de Géminis. Los tres caballeros, hasta ese momento, seguían en el templo, y que supieses, de allí no se habían movido.

Poco a poco más caballeros se fueron aproximando al Partenón, entre ellos, todos los caballeros de Oro que se encontraban en el santuario. Al cabo de un rato, Camus de Acuario y Shaka de Virgo habían  partido, rumbo al Ágora, para regresar con parte de la guardia (Algol de Perseo y Jabu del Unicornio), una niñita muy linda, y una bella mujer con visibles síntomas de haber sido gravemente herida.

De pronto, y para sorprenderte más, en tu ya desconcierto habitual aquella mañana, notaste algo que te sentó como un jarro de agua fría...

Era...

Era...

El cosmos de Atenea, de la Diosa, de la única persona que hasta la fecha había depositado su fe en tus cualidades como caballero, que había depositado en tus hombros la labor de vigilar la Acrópolis...

Su cosmos... Se había desvanecido.

Marin, la única que quizás lo supiese todo, como siempre, había partido hacía un rato inmenso hacia la casa de Piscis, y aún no había regresado. De pronto, viste un tropel de gente salir del Partenón, y dirigirse a ese templo dorado. Ya sin ser capaz a contener por más tiempo la curiosidad, y ansioso por saber qué había sucedido con el cosmos de Atenea, te has decidido a saltarte las normas por una vez, y entrar en el Partenón, a hablar con los allí presentes.

Las dos jóvenes, la partida de Atenea y la posterior ausencia de su cosmos, el movimiento de caballeros entrando y saliendo del templo de Atenea (el Partenón)... Ya no podías más. La curiosidad tiene un límite, y la tuya había sido puesta a prueba aquella mañana hasta el paroxismo. Necesitabas alguna respuesta, y además, quizás pudieses ser de ayuda, ya que estaba claro que algo estaba teniendo lugar... Pero no sabías qué...

La mañana habia pasado con extraños sucesos de los cuales, Geki nada podia imaginar a ciencia cierta lo que en verdad estaba ocurriendo. Vio como Saori, escoltada por sus cinco Caballeros de Bronce mas fieles, la acompañaban hacia un rumbo que desconocia por completo. Luego Marin, su compañera de patrulleo de ese dia, no habia estado en su posicion todo este tiempo, sino que habia estado yendo y viniendo por todo el Santuario vaya uno a saber haciendo que. El Santo del Oso no dudaba que se trataba de una tarea importantisima, pero a su vez le hubiese gustado que alguien le informara al respecto. Conocia bien su estatus entre los Santos de Atena, pero aun siendo uno de Bronce, por lo general a Saori le gustaba que todos fuesen tratados como iguales. Mas tarde otros acontecimientos se fueron dando que carecian de explicacion logica para le guerrero: la llegada de una niña y otra mujer, a la cual fue dañada de alguna manera, los distintos cosmos de sus compañeros en particular los de los dorados que se movian de aqui para alla, y recientemente la desaparicion del Cosmos de Atena. Este ultimo hecho fue el que colmo el vaso del Santo del Oso, por lo que sin poder contenerse mas, se dirijio al Partenon, donde podia sentir a varios Cabelleros reunidos.

Al llegar alli, vio que estaban la niña, la otra mujer, uno de sus mas cercanos compañeros, Jabu, un caballero de plata que pocas veces habia visto y uno de los Santos de Oro que el particularmente mas ademiraba, Aldebaran de Tauro. Le causo gracia ver que la niña lo señalara a el y a Aldebaran, como en una comparacion de gigantes, y eso le gustaba, le agraba creer que algun dia podria ser tan grande como Tauro*.  Y luego mas gracia le causo que la pequeña tomara la mano de Jabu, como temiendo un poco al recien llegado. Por eso cuando finalmente llego al grupo, se agacho haciendo una reverencia a los que estaban presentes y ademas, aprovechando que habia acortado un poco la distancia con la niña, aunque aun de rodillas era mas alto que ella, le dedico un sonrisa y trato de hacer su cosmos lo mas amable posible.

Luego poniendose de pie, dijo al grupo: "Disculpen mi intromision Santos de Atena, pero estando de guardia no pude evitar sentir y ver que algo acontecia en el Santuario. Me mantuve fiel a mi posicion el mayor tiempo posible, pero cuando senti que el Cosmos de nuestra Diosa Atena desvanecia, tuve que venir para saber que estaba pasando".

Viendo que habían caballeros de sobra, Camus opto por volver a su templo, antes de partir puso una mano en los hombros de Aldebaran y Geki.

Estaréis bien protegidas, he de volver a mi templo, el santuario no es que este muy seguro, debemos evitar los caballeros de oro, que alguien llegue aqui.Aldebaran, quedate con ellos, protégelos, es una orden.Caballeros Algol de Perseo, Jabu del Unicornio y Geki del Oso, demostrar a nuestros enemigos que puedo confiar en vosotros para que protegáis a Nikola y Verité. -Camus se va alejando del grupo, pensativo, como meditativo -

Shaka se queda algo sorprendido al estar a punto de ser arrollado por quien pensaba que seguía herida... Pero sonrie. Un problema menos.

- Bueno, en vista de que la guerrera está sana y salva, creo más prudente regresar a mi templo. El Santuario se ha quedado algo desprotegido. Hermanos, luego me dareis las noticias oportunas.

Mi salida coincide con la entrada de Geki, los gorjeos de la pequeña y la pregunta del caballero del Oso.

- Te responderán los demás, caballero del Oso. Creo que debo partir rápido hacia mi templo.

Demasiadas cosas en las que meditar y muy poca armonía entre mis hermanos. Mucho que pensar, mientras me dirijo a mi templo.

Jabu, que había omitido todo lo que había pasado en la sala del trono, estaba extrañado. Se preguntaba que información podría traer Geki, estaba claro que si estaba allí, Shaina tenía que haberlo mandado.

Sin embargo, mientras se colocaba el casco, y agarraba la mano con ternura a Verite, se dejo sorprender por el caballero de Acuario diciendo que se marchaba.

Maestro, seguro que no preferís esperar un minuto y averiguar que noticias nos traen.

Como siempre, había ido mas allá de lo que veía, por eso presuponía que Geki, al que le costaba llamar por su constelación, puesto que hacía mucho que lo conocía y había hecho buenas migas con él, traía información, no sabía lo importante que podría ser, pero seguramente fuera de interés.

Espero firme, pues eran los caballeros de oro los que debían decidir sobre aquellas cosas. El joven caballero de bronce, solamente procuraba no perder la calma, y sobre todo no perder de vista y de la mano a la pequeña Verite, que ya lo había hecho correr por el pasillo. Tenía que tener en cuenta la energía de la pequeña joven.

Jabu, como caballero Dorado de Acuario, he de proteger la entrada de más intrusos, para que estéis aqui a salvo, además, he de meditar sobre algo muy personal.

Solo espero que solucionemos la amenaza que esta por venir. - dice mientras se aleja cada vez un poco mas -

Jamás pensé que viviría para ver una situación como esta. El Santuario se encuentra sumido en el más profundo descontrol, incluso los caballeros más sabios están aun en shock ante la noticia de la perdida de Atenea. Hay que hacer algo, ¿pero que? La alocada escena de hace unos instantes aun seguía dando vueltas en mi cabeza mientras me mantenía vigilante, cuando note un ruido a mis espaldas, y al girarme pude ver como el caballero del unicornio y el caballero de acuario salían acompañados de la niña que era la reencarnación de Perséfone y su guardiana.

Por más que lo intentaba no podía dejar de mirar a la pequeña con un ligero deje de lástima pobre chiquilla, tan pequeña y está metida sin ser consciente en una guerra en la que está en juego el futuro del mundo y quien sabe si el del mismísimo Olimpo. Mi humor iba decayendo cada vez más, hasta que vi al entrar el caballero del oso en la habitación la niña nos señalo a el y a mi, comparando nuestro tamaño con el del resto de caballeros. Pese a que no era el momento ni el lugar más adecuado, no pude evitar estallar en una sonora carcajada.

Tras un rato riéndome y con mejores ánimos gracias a la pequeña, veo como tanto el caballero de acuario como el caballero de virgo salen a proteger sus casas no te preocupes Camus, puedes ir tranquilo a cuidar de tu casa respondo con una sonrisa en alusión a sus palabras con el pulgar derecho levantado los protegeré a todos con mi vida si fuera necesario. Tras esto, me acerco al caballero del oso y coloco mis poderosos brazos sobre sus hombros con gesto paternal.

Me temo que tengo malas noticias Geki digo mirándole directamente a los ojos Atenea a… Atenea a… noto un enorme nudo en la garganta, por más que quiero las palabras no salen Atenea a…muerto. Y no solo ella, al parecer Seiya, Shiryu e Hyoga también han caído me muerdo el labio inferior de la frustración de no haber podido estar allí para evitar tal catástrofe yo…lo siento, se que a los caballeros de bronce os unía una enorme amistad esta vez me veo obligado a apartar la mirada de los ojos del caballeros del oso al parecer la última orden de Atenea fue que protegiéramos a esta muchacha. Dicho esto, aparto los brazos de sus hombros y doy un paso hacia un lado temo que esto es todo lo que se, si tienes más preguntas sobre la niña, Jabu sabe más que yo. En cuanto a lo que paso con Atenea y los caballeros de bronce… temo que solo Shun e Ikki sepan lo que ha pasado realmente.

Shun, que se encontraba muy alterado por lo sucedido, decidió acudir ante Shaina y ofrecerse para defender el santuario. Sus cadenas podrían ayudar a detectar a cualquier enemigo aproximándose, así que creyó conveniente el cambio de puesto, ya que no creía poder ser útil ante los presentes.

Se fue justo antes de la entrada de Geki. Tras su partida, el enorme caballero del Oso hizo acto de presencia en la estancia. Mientras trataban de explicarle lo sucedido, Nikola dio una poderosa palmada, y habló enérgicamente.

-No soy quién para impediros la marcha, pero pese a que Hebe se ha ido, caballeros, hay una forma de conocer la verdad. No obstante, os tengo que pedir algo a cambio... Para poder contaros lo sucedido, alguien aquí presente va a tener que hacer un esfuerzo que no le pediría de no saber que es necesario, un esfuerzo abrumador. Así pues, quisiera tener que pedírselo sólo una vez, así que me gustaría que estuviésemos todos juntos para ello...

Os estaba rogando que no partieseis, pero no sabía si obtendría resultado... No obstante, trató de quemar un último cartucho antes de que abandonaseis la estancia.

-Es la única manera de saber qué le sucedió a Atenea... Por favor...

Shaka ya se iba cuando la voz de Nikola le detiene, y algo en su tono le hace girarse hacia ella. O quizás sólo fuesen sus palabras.

Con calma vuelve sobre sus pasos con los ojos fijos en la guerrera que tan gravemente llegó al Agora...

- Nada desearía más que saber qué le ocurrió a Atenea. No puedo aceptar la palabra de tu señora de que traicionó a nadie. Por nuestra parte, cumpliremos la que dimos, proteger el Santuario y a Verité con nuestra vida si fuese necesario.

Poso mi mano en la espalda del caballero del Oso mientras vuelvo al centro del Santuario sin quitar la vista de Nikola:

 - Lo que necesiteis. Lo que se para averiguar la verdad y por qué nuestra señora ha muerto.

Shaka, yo me ofrecere... -dice Camus de Acuario -

Al escuchar las palabras de Nikola y las palabras de Geki , sobre lo sucedido a su alumno, ya apenas le quedaba nada.

Camus se acerca a Nikola.

Me ofrecere yo en lugar de todos, dado mi posicion en el Santuario, todos debéis de obedecer, además Shaka, a ti te necesitaran mas que a mi, si el precio que se ha de pagar puede llegar a ser la muerte. -dice autoritorio Camus -

Aqui me tienes Nikola, usame como desees.

Jabu seguia agarrando a la niña, y escucho las palabras de guerrera con atencion, sabia que su sacrificio habia tenido que ser muy grande para ser la custodia de aquella pequeña.

Y donde antes no habian servido sus palabras, ahora las de Nikola habian resultado ser efectivas. Camus habia vuelto sobre sus pasos. No cabia duda de que las cosas no habian hecho sino comenzar. Lo tenia claro.

Geki continuaba alli silencioso. No comprendia bien del todo lo que ocurria. En algun punto no lo queria comprender. No lo queria creer. ¿Que estaba pasando?. Su mente se volvia cada vez mas confusa, y le resultaba imposible encontrar palabras que se acomodaran a la situacion. El resto del grupo parecia entenderlo, porque nadie le hacia ninguna pregunta. Tenia que poder digerirlo antes. Se aferro a los brazos de Aldebaran que se apoyaban sobre sus hombros con fuerza que de no haber sido otro bien podria haberselos quebrado. Pero luego relajo los musculos y se dejo caer un poco por el peso de las noticias. Aparto al Santo de Tauro, procurando no ser descortes y dio unos pasos hacia atras para apoyarse en una de las columnas del recinto. Queria que los demas supieran que estaba alli para lo que necesiten, pero no podia evitar hacer el ridiculo, a pesar de ser un Santo de Atena, apenas era un joven, y no sabia como lidiar con algun tipo de noticias. La perdida de Atena y algunos de sus mas cercanos compañeros era un tipo de ellas. Notaba su respiracion lenta y pesada. Tambien podia palpar como su propio Cosmos se llenaba de temor. Pero ni bien lo detecto se avergonzo de ello. Estaba en un lugar sagrado. Tenia a su alrededor a Santos de Oros que de destacaban por su madurez tanto como personas como Caballeros de Atena. No podia comportarse de esa manera y mucho menos podia permitir que su Cosmoenergia fluctuara asi. Recordo los ejercicios de respiracion que su Maestro le habia enseñado en la heladas montañas Canadienses. Practico brevemente una o dos veces lo recordado, y consiguio tranquilizarse, por lo que recupero la postura, volvio a acercarse al grupo, y aganchando un poco la cabeza a modo de disculpa se quedo alli parado, esperando noticias, ordenes, lo que fuera que le dijeran que debia hacer para ayudar al Santuario.

 Aun no es seguro - afirmo - Me niego a pensar que Atenea ha muerto, aunque es probable que su escolta sí lo hiciera para protegerla. Ya ha habido otras ocasiones en las que su cosmos era tan débil o se encontraba tras una protección tan poderosa que no eramos capaces de sentirla. - comento en un tono escéptico.

Además, no creo que sea tan fácil matar a una divinidad. - me cruzo de brazos.

Por otro lado - digo mirando a Nikolá - Sin querer importunaros, Caballero de la casa de Acuario, creo que es mejor que sea yo quien se ponga en sus manos. Si os pasara algo a alguno de los Caballeros de Oro nuestras posibilidades de proteger a Verité tal y como la diosa nos ordenó, se reducirían. - se nota también que aun desconfío de nuestros invitados y protegidos.

No tengo tanto poder como los caballeros de oro, pero sí más que los broncíneos.

Observo con tristeza la reacción a mis palabras por parte del caballero del oso. No podía reprochárselo, cuando yo mismo me derrumbe no hace mucho al escuchar esas mismas palabras. Solo de pensar en ello hacia que mis rodillas flaqueasen. Pero como ya dije antes, no era momento de lamentar el pasado, sino de enfrentarse al futuro.

Las respuestas por parte de mis compañeros a la propuesta de la mujer herida me llenan de temor. Después de todo lo sucedido, la idea de perder a algún compañero de armas más me resultaba insoportable, más aun estando yo presente y pudiendo hacer algo para evitarlo. Espera Camus digo acercándome lentamente al caballero de acuario quizá debiera de ser yo el que se sometiera a la prueba. Siendo como soy el más resistente de los caballeros soy el que más posibilidades tiene de sobrevivir. Además, dudo mucho que el Santuario pueda salir adelante en estas circunstancias sin ti o Shaka, mientras que mi papel siempre ha sido más secundario.  Creo que es la mejor opción que tenemos.

Shaka suspira, cansado de tanta palabrería entre caballeros. La falta de armonía entre todos ellos era tan evidente que debía contenerse para no estallar contra ellos. Afectaban a su capacidad de concentración.

Por momentos tenía la sensación de estar en compañía de niños pequeños más que de caballeros. Aún podía entender los brotes pasionales en los broncíneos. Pero que sus compañeros dorados experimentasen tales arrebatos le resultaba molesto:

- ¿Y si nos callamos todos de una vez, y permitimos que sea Nikola quien explique lo que sabe?.

Hay suficientes caballeros de Oro Aldebaran, mi decisión esta tomada, seré yo quien se ofrezca a la petición de Nikola, ni hay marcha atras, ni se me puede hacer la contraria... -se acerca a Nikola, casi a punto de llegar a Nikola.... -

Espero que todos me comprendais, he perdido a un alumno muy valioso, mi forma de ser evite que de mis ojos salgan lágrimas, o este tan afligido como muchos de los Caballeros, asi que seré yo quien se ofrezca a Nikola, comprenderme..., además, aun he de pagar por todo lo que hice cuando estaba en el Hades, Atenea y Shaka mejor que nadie me entienden en eso -al poco mira a Nikola -

Cuando quieras Nikola, ¿qué necesitas de mi? - dice serio y pasivo Camus -

-Yo... Esto... Hablaba de ella- dice, señalando a Verité- Y no va a morir, sólo... ejem... Es que debe concentrarse tanto, e incrementar tanto su cosmos, que se queda muy agotada tras la experiencia. Es que...- no quiere herir el orgullo de ninguno de los caballeros que se ha ofrecido- ...Es que uno de sus poderes es ver el presente y el pasado. Parece una tontería, pero es realmente útil en ocasiones como ésta.

Para no heriros en vuestro orgullo, acto seguido se le ocurre una idea.

-Pero sí que podéis hacer algo por ella. Si todos los presentes encendemos nuestro cosmos cuando ella esté preparada, quizás podamos cederle parte de nuestra energía para que no le cueste tanto acceder a lo sucedido en el Olimpo. Sé que puede. Es más, estoy totalmente segura de ello.

Una leve sonrisa asoma a los labios de Shaka. ¡Cuando él decía que mejor dejaban hablar a Nikola antes...! Mira con curiosidad a Verité:

- Cuenta con todo el poder de mi Cosmos, Nikola...aunque quizás no es a ti a quien debo ofrecérselo.

Shaka se gira hacia la niña:

- Pequeña Verité... ¿podrías hacernos un gran favor a todos? ¿VEs todos los caballeros aquí presentes? Pues todos ellos están dispuestos a encender su Cosmos sólo para ayudarte a que tú enciendas el tuyo. ¿Lo harías por nosotros?

Con media sonrisa levanta la vista hacia Jabu, quien obviamente se ha convertido en el favorito de la niña:

- Y si no por nosotros, si por Jabu, ¿verdad?