Partida Rol por web

Una vez dentro del templo todo es silencio... no se puede distinguir ningun rastro de que alguien estuviese alli con nosotros. La unica pista, el baculo sagrado de Saori en medio de templo. Estaba seguro que era una trampa, nadie podria mover esa reliquia divina hasta alli a menos que Saori lo hubiera deseado. Cuando cai en la cuenta de que Mu estaba por tomarlo, no llegue a detenerlo... y de repente.. una luz.

Cuando pude recuperar la vista, tras el destello dorado que emitio el baculo sagrado, frente a nosotros se encontraban 4 caballeros. Esto no era casualidad, nosotros tambien eramos cuatro... algo me sonaba raro... y ademas la expresion en los rostros de los caballeros que aparecieron delante nuestro no era normal... podia notarse que estaban siendo manipulados de alguna manera.. o quizas ni siquiera eran ellos mismos.

Las palabras de Seiya confirmaron mi teoria, el Pegaso nunca atacaria a sus propios compañeros estando en sus cabales. Tendriamos que luchar... y por lo visto dos de nosotros ya habian elegido a sus oponentes. Quedaban Marin, al antigua mentora de Seiya, y el caballero Aioros de Sagitario. Asumi que Mu Iria por su colega dorado, asi que me plante delante de la caballero de plata del Aguila.

El aguila contra el fenix.. seria una batalla interesante...

-Marin, que sucede contigo y con los demas... Algo no esta bien, dime que es lo que esta sucediendo.. y por que nos atacan?

Sabia que mis palabras caerian en el vacio, pero tenia que intentarlo...

Aunque todavía está levemente aturdido por la potencia del resplandor, que le ha cogido de lleno aunque saltó hacia atrás en el momento en que vio elevarse el báculo, Mu parpadea furiosamente para enfocar la vista.

Lo que va confirma lo que ya sospechaba desde que alargó la mano para tomar el báculo. Era falso. Una trampa. Naturalmente, ¿qué otra cosa podría ser?. Al menos, sólo ha activado un ataque de teleportación. No, se corrige rápidamente, un ataque de ilusión. Aun concediendo al Pegaso Negro el beneficio de la duda, pues por lo que sabe murió a manos de Seiya, Mu sabe de buena fe que Aioros eastá muerto. Como todos los caballeros dorados, sintió extinguirse su cosmos bajo el ataque de Shura.

Además...

Los cuatro caballeros frente a ellos guardan, todos ellos, alguna relación con Seiya, con el que Aldebarán está tratando de razonar. El Pegaso Negro comparte con él su armadura y poderes similares, es su reflejo oscuro. Marin es su hermana y maestra, y Aioros, aún tras su  muerte, ha manifestado su cosmos en otras ocasiones para apoyar al pegaso, dándole la protección de su armadura, lo cual más de una vez lo salvó de una muerte cierta.

¿Alguien capaz de someter la voluntad de un caballero de Atenea podría hacerlo y, casualmente, someter a cuatro caballeros sin relación entre sí, pero TODOS relacionados con Seiya?

¿Alguien con el poder para doblegar la voluntad de Aioros, el protector más leal y sacrificado que ha tenido Atenea en su presente vida, pudiendo haber sometido a su voluntad a prácticamente cualquier caballero, elegiría a una caballero de plata, dos de bronce (uno de ellos casi desconocido) y uno de oro como sus campeones, pudiendo recurrir a cuatro o más Caballeros de Oro como hizo Hades en su día?

No, no tiene sentido, y es demasiada coincidencia. Obviamente, los caballeros frente a ellos son una fabricación sin voluntad ni memoria.

El cuerpo de Mu parpadea y se deshace en un estallido de polvo dorado, antes de materializarse ante Aioros en su posición de guardia. Falso o no, es de esperar que Aioros sea el más poderoso de entre los cuatro caballeros fantasma. Con Aldebarán enfrascado con Seiya, siendo el caballero de rango mayor, le corresponde enfrentarse a ese rival.

Con esta burla has insultado la memoria del más leal de los devotos de Atenea, y te has mofado del ejemplo de sacrificio que nos dio a todos nosotros. Espero que mis compañeros piensen en golpear para incapacitar a alguno de tus amigos, de modo que tengamos a alguien a quien interrogar. Porque tu, seas ilusión, impostor, fantasma o demonio, vas a morir en este lugar. ¡Permite que te muestre la furia de un auténtico caballero de oro!.

De momento el orden es:

Unicornio (13)

Ikki (13)

Pegaso Negro (13)

Aldebarán (9)

Mu (9)

Sagitario (9)

Águila (8)

Pegaso (7)

Marin extiende el brazo derecho y os apunta con el dedo índice.

-¡Silencio! Preparáos para el combate, cobardes. Estáis en vuestra tumba, de donde nunca volveréis a salir.

Está claro que no van a antender a razones, los cuatro se ponen en guardia y se disponen a atacaros sin mediar más palabra.

Jabu empieza el movimiento antes casi de que Marin dijera aquel epitafio. Pero no se paro a pensar en las connotaciones de aquella afirmacion. No iba a perder. No sabia el resto. Pero el iba  a ganar aquel combate lo antes posible habia mucho que averiguar.

Una vez mas, sus piernas, entrenadas en extenuantes sesiones en las condiciones mas duras de Argelia lo impulsaron, como si se deslizara por encima del suelo, como si patinara sobre hielo con gracia.

Cuando solo lo separaban unos metros sonrio y lanzo su golpe. Tenia pensado como derrotar a aquel extraño caballero negro. Debia de ser como Seiya, y el habia planteado esa batalla un millar de veces. Aquella pelea seria un bonito entrenamiento.

Por el Galope del Unicornio.

Su grito de guerra, no era ningun aviso. Era la confirmacion de que su cosmos estaba estallando, con rapidez mientras su puño se lanza y se desvanece hacia el cuerpo de su enemigo un destello del cosmos de color plateado surge tras la figura de Jabu, con la forma de un unicornio al galope.

Pero aunque este golpe ha acabado, el combate solo acaba de comenzar.

Cuando Jabu sale disparado hacia el Pegaso Negro, y se encuentra gritando a pleno pulmón su "Por el Galope del Unicornio", tropieza con un pedrusco de los que hay por el suelo, y sale despedido, cayendo boca abajo en el suelo, e incapaz de terminar su grito, que ha sonado algo así como:

"Por el galope del unicooooooooooooaaaaaaahhhhh"

Se desliza cuan largo es durante unas cuantas baldosas, y su cosmos se desvanece en la nada, apagándose su ataque a la misma velocidad a la que se había comenzado a generar.

Definitivamente no habia lugar para la charla, las palabras de Marin terminaron de dejar en claro algo que ya sospechaba con las palabras de Pegaso. La tension se podia cortar con un cuchillo, los rivales ya habian sido decididos y cada uno estaba estudiando a su oponente. De repente se desato la tormenta... o eso pense... El caballero de unicornio se lanza al ataque del pegaso negro con todas sus fuerzas, pero su impetu, su cosmos, y algo de su dignidad se desvancen por completo cuando se tropieza con una piedra en el camino... literalmente...

Trato de mantener la compostura ante la mala suerte de Jabu y me concentro en mi rival..

Marin era muy fuerte, y habia sido la mentora de Seiya... aunque no sea la verdadera Marin estoy seguro que tiene parte de sus poderes... Bien.. veremos como enfrenta al Vuelo del fenix.

-No tendre reparos solo porque lucen como caballeros de Athena, atacare con todo mi poder a los enemigos de nuestra diosa!!!! AAAVEEEEEEEEE FENIXXX!!!!!!!!!!!!!!!!!! ALAS DE FUEGO!!!!!!!!!!!

Lentamente extiendo mi mano hacia el cielo, a la vez que voy concentrando mi cosmos detras de mi aparece un Fenix hecho de fuego dorado como el color de mi cosmos. Subitamente me veo envuelto en llamas y segundos despues un haz de fuego y cosmos sale dirigido hacia donde se encuentra Marin.

Marin, posiblemente uno de los caballeros más veloces, intenta esquivar el impacto del Fénix, pero como quiera que el poder de este caballero es infinítamente superior al suyo, es incapaz de hacerlo, por lo que el impacto lo recibe casi de pleno, saliendo por los aires e impactando brutalmente contra una columna del templo.

Cae al suelo, y a priori no se mueve apenas. Un charco de sangre comienza a emanar de su cabeza, lugar en donde ha impactado el temible ataque del caballero de bronce más salvaje.

Pegaso Negro ve a su rival, Jabu, caído en el suelo, e intenta burlarse de él, no empleando si quiera sus poderes mágicos para atacarle. Se dispone a pisarle la cabeza con saña, mientras rompe a reír.

Eleva su pierna derecha, y lanza su pie contra la cabeza de Jabu, que aún se encuentra intentando incorporarse.

Jabu no puede hacer mas que parar el golpe con su imponente cabeza, y comer marmol del suelo.

El caballero oscuro, se dedico a pisar la cabeza del caballero de bronce. Primero con sobriedad y luego enérgicamente, repetidamente. Con rabia casi. Sin embargo al poco se detuvo. Se detuvo porque escucho la risa de Jabu que aun tenia la cabeza puesta en el frío mármol.

Este giro la cabeza y miro a su contrincante.

De verdad pensabas que ibas a poder hacerme algo, si ni siquiera eres capaz de usar tus piernas como es debido. Yo te enseñare lo que es un caballero.

De un salto, impulsandose con sus poderosas piernas se puso en pie. Estaba en plena forma. El combate era intenso por todos lados, pero el pensaba divertirse un poco todavía.

Ya no había vuelta atrás. Las palabras de Marin, aunque dejaban claro que no eran del todo conscientes de sus actos, daban a entender que había pocas opciones de evitar un combate. Y si había alguna, el ataque de Jabu las había hecho desaparecer por completo. Ante estos rivales, y con Atenea, en peligro, lo mejor era acabar el combate cuanto antes.

Seiya, la situación de este combate es muy distinta a la del que tuvimos en el pasado. En esta ocasión soy yo el que debe proteger a Atenea, y el tiempo se nos esta agotando. Se además que no eres un adversario fácil, así que prepárate para recibir el más poderoso de mis golpes.

Comienzo a concentrarme, haciendo aumentar mi cosmos hasta su limite, mientras alzo mis manos al aire, como si rogara a los dioses que me dieran su fuerza. Cuando mi cosmos alcanza su cenit, me arrodillo e introduzco las manos en el suelo frente a Seiya preparate, aquí viene mi técnica mas podersa, ¡Nova del Titan!

Concentrando todo mis cosmos en los brazos para aumentar mi fuerza hasta el punto de igualar la de un titan, haciendo estallar la tierra alrededor de Seiya y levantándola como si no pesara nada y haciendo que todos las piedras creadas en la explosión golpeen al indefenso caballero de Pegaso.

Seiya, que se había preparado para recibir el Gran Cuerno, no se esperaba este impresionante ataque de Aldebarán, a quien ni siquiera creía capaz de asestar un golpe como ése, así que aunque intenta evitarlo, lo recibe casi de lleno, haciendo que buena parte de su armadura quede reducida a fragmentos del tamaño de una nuez.

Cae pesadamente junto a su maestra, Marin. Sangra por todas partes, pero se vuelve a poner en pie, dispuesto a continuar, aunque francamente en un estado harto lamentable.

Mu avanza dando lentos pasos en círculo, con los brazos levantados, las palmas hacia abajo a ambos lados de su cuerpo, los brazos listos para extenderse en su guardia defensiva, el Muro de Cristal. Alrededor suyo, puede percibir con la mente como pequeñas llamaradas doradas crepitan en el aire, consumiéndose en un segundo a medida que el cosmos que las genera- un inmenso cosmos procedente de la figura envuelta en una armadura de oro frente a el choca contra su propio cosmos y se extignue. Alrededor del cuerpo de Aiolos, motas de un dorado iridiscente se maerializan en el aire y desaparecen con un chisporroteo sólo audible para los dos caballeros de oro que, frente a frente, se observan mientras sus piernas se mueven al compás en una sincronía casi perfecta, cada uno trazando un círculo en el suelo, con ellos en los extremos.

El aire se está cargando tanto que cuesta respirarlo. Mu lo nota caliente y denso al entrar en sus pulmones. Ambos están desplegando una cantidad de cosmos increíble, y no están haciendo más que tantearse. La tensión es tal que casi se palpa.

Esto es lo que se siente cuando va a empezar una Batalla de Mil Días, aunque Mu espera secretamente ser capaz de derribar a su oponente antes de llegar a eso.

Súbitamente, Aiolos echa el cuerpo hacia atrás. Mu no necesita ver el pesado arco dorado alzarse para saber que el caballero de Sagitario se está preparando para disparar. Ha bajado la guardia.

Ahora o nunca.

Mu separa las piernas para mantener el equilibrio y planta ambos pies en el suelo. Su mano derecha sale disparada hacia arriba, con la palma mirando al techo, y Mu empieza a hacer que su cosmos se arremoline y gire en torno a él como un tornado. Piedrecitas, motas de polvo y restos de argamasa y linóleo se alzan en el aire arrastrados por la corriente, invisibles al ojo humano, pero no al de la mente. Invocando toda su justa ira por ver cómo la imagen de un leal camarada de armas se ha visto pervertida de ésta manera, Mu comprime su cosmos alrededor de su mano y lo enciende en una llamarada dorada que arde, invisible pero igualmente potente. Todos los pequeños resíduos levantados en el aire suben hacia arriba y empiezan a girar frenéticamente, atravesando el cosmos llameante del caballero de Aries y e incendíandose como estrellas fugaces.

En apenas un par de segundos, la mano alzada de Mu parece estar rodeada de un halo de miles, millones de pequeños cometas dorados que giran en torno a él. A Mu le tiemblan las piernas por el esfuerzo de mantener el círculo de fuego rotando en su sitio, ya que la energía centrípeta que generan todas esas partículas cargadas de cosmos es aplastante, pero su mente las mantiene firmes en su lugar hasta que nota como los últimos resíduos se incendian.

¡Ahora!

¡Revolución de polvo estelar!

Mu apunta su mano hacia Aiolos y rompe su concentración. Sin la fuerza de su mente que mantenga los cometas dorados en su óribta, estos giran fuera de control y caen de golpe sobre el caballero de Sagitario, descargando una andanada de millones de golpes en el espacio de unos pocos segundos.

Aiolos intenta esquivar el poderoso ataque de Mu. Lo estaba esperando, sabía que se iba a producir...

Y a la velocidad de la luz, trata de desplazarse hacia la izquierda lo suficente para qeu todo el impacto del cosmos de Mu dé en el muro, en vez de en su persona.

"Así aprovecharé para proyectar mi flecha contra su cuerpo, cuando quede con la guardia baja tras realizar su ataqu..."

No pudo ni terminar de pensar su contraataque, cuando se dio cuenta de que el poderoso ataque de Mu no se podía esquivar así como así. No era un caballero de bronce, era uno de oro. Su poder era inconmensurable, incluso superior al suyo...

-Yaaaarghhh!!!!!- grita al recibir el ataque de Mu, que intenta repeler utilizando su cosmos, pero que no lo consigue...

Cuando la luz se extingue, Aiolos cae al suelo, de rodillas, medio atontado. El impacto ha sido tremendo, y parece que, si se ha salvado de ser destrozado literalmente por el impacto, ha sido gracias a la poderosísima armadura que viste.

De todos modos, es un caballero de oro, y no se va a quedar con ellas... Por su honor y el del signo que ostenta, que no se va a quedar con ellas...

Aiolos se pone en pie, toma su arco, y coloca en él la flecha dorada. Extiende la cuerda, la tensa... Y enfoca a Mu.

-Pagarás por tu ofensa- te dice- Aún nadie ha sobrevivido al impacto de mi flecha. A ver cómo lo haces tú, caballero de Aries.

Mu maldice para sí cuando ve a Aiolos levantarse en medio de la nube de polvo y gravilla que sus cometas han levantado al batir el aire entre él y su rival. A pesar de que el suelo presenta surcos profundos y un par de columnas casi han sido derribadas por el impacto de cometas perdidas, la armadura de Sagitario ha recibido bastantes menos daños. Está rota en varias partes y tiene abolladuras y grietas a lo largo de casi toda su superficie, pero ha resisitido. Y lo que es más importante, ha mantenido a Aiolos con vida, aunque parece que en bastante mala forma.

No era así como quería que se desarrollasen las cosas. Sabiendo que Aiolos no había llegado en vida a verle usar la Revoulción de Polvo Estelar, había confiado en que la sorpresa y la potencia del ataque, el más poderoso que conoce y el último legado de Shion, derribase al caballero antes de que pudiese iniciar un contraataque de consecuencias imprevisibles. Por desgracia, cuando se lucha contra un caballero de oro no se puede dar nada por sentado.

Lo peor, quizás, es que ahora su rival conoce su auténtica fuerza. Siguiendo los consejos de su meastro, Mu apenas sí había usado la mayor parte de su poder hasta la crisis de Hades. Aún hoy, en el santuario pocos le consideraban como algo más que un reparador de armaduras, y el caballero del carnero se había esmerado en que fuese así. Pero ahora, después de haber lanzado un ataque así, esconder su propia fuerza es inútil. Va a tener que ir a por todas, incluso si eso significa una Batalla de Mil Días.

El problema más acuciante, empero, está justo delante de él. Aiolos, aún con la armadura abollada y rota, se está poniendo de pie. Incluso en esta situación, Mu no puede dejar de admirar el poder y el arte entretejidos en esos enormes constructos vivos de oro y cosmos, capaces de resistir impactos que pulverizarían el acero en décimas de segundo.

Y ahora, uno de ellos se alza frente a él, levantando un pesado arco de oro, armado de una flecha que le apunta directo al corazón.

Sabe que Aiolos tiene razón. Mu no conoce a nada que haya podido detener la flecha dorada de Sagitario, ni a nadie que haya sobrevivido a su impacto. No cree que ni siquiera una armadura de oro- ni siquiera la suya, lógicamente la mejor mantenida de todas- sea capaz de frenar el brutal impacto del ataque. Puede intentar teleportarse fuera de su camino, pero es arriesgado. Como toda la armadura, la flecha es una entidad viviente, una extensión de la voluntad del caballero del centauro. Mientras Sagitario pueda sentir su cosmos, su flecha le sabrá encontrar, a través del tiempo, el espacio y las dimensiones, y su capacidad de teletransporte dentro del Santuario es limitada.

Le sabrá encontrar salvo que...

...que ya le hay encontrado.

Es difícil y peligroso, pero todas las opciones lo son llegados a este punto.

¡Muro de Cristal!

Mu abre ambos brazos a los lados de su cuerpo y proyecta su cosmos hacia el exterior, cruzando las galaxias a la velocidad del pensamiento, atravesando los bordes de la creación. El espacio se distorsiona frente a él, adoptando la forma de una cortina de titilante luz dorada, fina como el cristal y cambiante como el aceite. El último recurso defensivo de Mu, el muro capaz de absorber un ataque y lanzarlo en la dirección opuesta, para que golpee a su propio lanzador.

Casi puede sentir el desprecio de su rival. No va a funcionar, y lo sabe. El vasto cosmos de Aiolios está fluyendo y concentrándose en un punto, en la punta de la flecha, aumentando el ya de por sí descomunal cosmos que posee la armadura. Semejante cantidad de energía no se puede detener así como así, es como intentar parar una piedra con una hoja de papel. La capacidad de golpear en un solo punto puede romper cualquier armadura por gruesa que sea. La flecha de oro cruzará la pantalla de luz como si no existiese, y le sobrará potencia para atravesar la armadura de Aries y a su portador.

Aiolios lo sabe. Pero él también. Si tiene suerte, eso le dará la clave que necesita.

El caballero de Sagitario suelta la cuerda. El virote de oro corta el aire en dirección al corazón de Mu, que permanece quieto en el sitio.

Aún no.

La velocidad de la flecha es imposible. Aun no víendola con los ojos, la mente de mu la siente avanzar a través del tiempo, que se ha vuelto denso y espeso como la melaza. Como sucede siempre que está en el umbral de la muerte. Ahora sólo depende de él si saldrá o se quedará aquí para siempre.

Aún no.

La flecha ya ha cruzado más de tres cuartas partes del camino, girando en el aire. Su cosmos vibra como una manada de abejas enfurecidas, y el silbido mortal retumba en los oídos de Mu y aguijonea sus ojos.

Aún no.

Está a menos de una uña de distancia. Casi está tocando la pared, que Mu mantiene alzada. El cosmos de Aiolios se retira, deja de guiar la flecha, confiado en que su rival ya ha muerto.

¡YA!

Tiene apenas medio segundo. Es más de lo que necesita.

Mu rompe su concentración. El muro de cristal empieza a desvanecerse en el instante en que la punta de la flecha lo toca, causando una rociada de fragmentos de cosmos brillante y afilado, como cristal dorado, por toda la estancia.

A continuación, el caballero de Aries envía su mente fuera de su cuerpo, a centímetros escasos a su derecha, con la rapidez que la la práctica contínua. Su yo astral extiende su consciencia y envuelve su cuerpo físico en un estallido de luz que lo desintegra en un instante, antes de que lo vuelva a convocar para cubrir de nuevo su espíritu, a centímetros escasos de donde se hallaba.

La flecha silba como el chillido de Némesis al cruzar el aire en donde hace nada estaba Mu, atravesando limpamente seis columnas de mármol macizo antes de estrellarse en la pared, creando un boquete de casi tres metros y enviando un géiser de gravilla a través del fondo de la estancia.

El caballero del carnero sonríe. Ha ido de muy poco, pero ha salido bien.

Ni el arma más perfecta del universo vale nada en manos de quien no tenga la voluntad de blandirla. Has cometido un error fatal. Me has dado por muerto antes de verme exhalar mi último aliento. Has creído en tu arma tanto que te has olvidado de guiarla. Un caballero de Atenea jamás se permitiría tan indulgencia, pues sabe que lo que protege es demasiado valioso. Meditalo mientras esperas la muerte, porque no pienso fallar mi próximo ataque.

Antes de que Aiolos tenga tiempo a replicar, Mu abre de nuevo los brazos y se prepara para atacar...

Marin intenta ponerse en pie en el momento en que siente la flecha de Aiolos soltarse con furia. Por un momento, los brazos le fallan mientras intenta elevar el tronco, y vuelve a caer en el suelo, casi agonizando.

En ese momento, saca fuerzas de flaqueza, haciendo estallar su cosmos. Un aura blanquecina envuelve la zona en que se rodea, y aún con mucha debilidad, se logra poner en pie. Se tambalea ligeramente al hacerlo, apoyándose contra una columna.

-¡Maldición!- susurra, con voz rota. Veis sangre emanar por debajo de su máscara.

"Morir, moriré, Fénix, pero te arrastraré conmigo a la tumba".

De pronto, la veis extender los brazos de una forma que os resulta familiar. No en vano, fue ella quien le enseñó ese ataque a su discípulo, vuestro otrora amigo y ahora enemigo... Marin cierra los puños, mientras su aura blanquecina vuelve a rodearla, resplandeciente.

-¡Meteoros del Águila!- el impacto sale de sus puños a una velocidad que, si no lo alcanza, roza la velocidad del sonido. La mujer caballero es consciente de que es posiblemente su último ataque, que no va a vivir para contar otro, que ya no tiene nada que perder...

Miraba con una mezcla de tristeza y lastima como Marin apenas podia mantenerse en pie mientras de su mascara chorreaban abundantes caudales de sangre... No sabia que fuerza o devocion guiaban las acciones de aquellos caballeros pero sin duda debian ser lo suficientemente fuerte como para levantarse tras la poderosa embestida que habia recibido...

Sin darme cuenta me vi atraido por la batalla que estaban llevando a cabo Mu y Aiolos... un combate entre caballeros dorados era terrible, el colosal poder que ambos contendientes demostraban era terrorifico... Justo cuando Mu se preparaba para atacar lo senti.

El cosmos de Marin se habia disparado y el Aguila que se dibujaba en el azul marino de su energia cosmica no dejaba lugar a dudas que a la mujer todavia le quedaban fuerzas para luchar. Por suerte para mi ya habia visto esa tecnica varias veces.. los cometas... Fui reaccionando ante cada uno de sus golpes y deteniendolos con mis manos. Pero algo no estaba bien... De repente la velocidad comenzo a aumentar y los puños de Marin se convirtieron en haces de luz que ya no pude seguir. Definitivamente recibir una tecnica del maestro no es lo mismo que recibirla del discipulo.

Sali volando hacia atras por la potencia de su poder y aunque logre contener la mayor parte de la energia del mismo no pude evitar salir disparado y atravesar una de las columnas de granito. De entre los escombros saque una mano para lentamente volver a levantarme ante semejante ataque. De mi rostro y cuerpo ahora brotaba sangre, pero mi armadura resistia a la perfeccion...

Este es el poder la una armadura revivida con la sangre de los caballeros dorados..Solo espero que mi cuerpo pueda estar a la altura.

Aun me mantenia mejor que Marin, quien parecia hacer un esfuerzo sobrehumano solo para mantenerse en pie... pero no podia confiarme, el proximo ataque debia ser el ultimo.