Partida Rol por web

El combate empieza fuerte con un golpe de Duilius a la romana, que no muestra una especial habilidad en el comienzo. Mientras el combate sucede se acerca la gladiadora egipcia presentándose y jugando con un puñado de arena lo que me hace girar la cabeza cuando se presenta con una sonrisa mirando de reojo la pelea también.

Todos me llaman nórdico, llevo unos años aquí ya. ¿Has podido descansar esta noche?, pregunto a Sekhmet con mi atención dividida. Lo que no puedo evitar darme cuenta de que todas las gladiodoras es que son todas hermosas, todas poseen una belleza importante que lo hace todo mucho mas interesante todavía.

Miró al nórdico y a la egipcia con cierto desprecio, especialmente a la última.

- ¿Esto es respeto en tu tierra? Una compañera está mostrando su intento de pelea y tu te comportas por la arena con una ramera buscando a su próximo cliente... Despreciable...

Regresó su vista al combate, analizando cada movimiento de ambos y guardando sus estilos de lucha. Observar puede ser la mejor manera de aprender de tu enemigo...

El golpe no fue particularmente fuerte, tampoco quería matarla a la primera, al final se contuvo, y no usó todo el poder de su cuerpo en golpear a la mujer, si fue lo suficientemente duro cómo para hacer que desista en este momento.

-¿Es ya suficiente demostración? Tu postura es buena, pero tu reacción lenta, en la arena, habrías muerto sin remedio-

Apartó la espada de madera y se la lanzó a Nórdico para que la atrape en el aire, había notado las miradas de la mujer de Egipto, pero ante el desafío de la esclava, no pudo darse el lujo de ser contemplativo. 

Hizo chasquear el látigo al aire, ya que la demostración había terminado.

-Gladiadoras, en formación, comenzarán el entrenamiento ahora, los demás, vuelvan a la práctica- 

Esperó a que las damas se pusieran en línea, e hizo un gesto a los guardias para que se retiraran. 

-Iniciarán con el uso de la espada y el escudo, y aprenderán a sentirlos cómo una extensión más de sus propios cuerpos-

Miró a Livia, un poco con curiosidad, determinando que hacer con ella.

-Tu seguirás usando la lanza, además de que me permitiré ser indulgente por esta única vez - 

El Doctore volvió a chasquear el látigo, indicando a los esclavos asistentes que trajeran el equipo, habiendo permitido que todo aquello terminará en relativa paz. 

-Les enseñaré cómo atacar y cómo defender, cómo anticiparse, y cómo trabajar en conjunto, y las convertiré en guerreras dignas de esta casa-

Miró en dirección al balcón, donde yacía su domina, hizo una señal de respeto antes de comenzar con las reclutas. 

El golpe la alcanzó en la parte anterior de su hombro y, aunque esté no fue tan fuerte como podía haber sido, lanzó a Livia, ya desequilibrada, directamente al suelo, con una buena marca enrojecida que más tarde adquiriría tonos morados en la zona impactada. La gladiadora ya sabe que el combate ha terminado antes de que el Doctore lo dictamine y se limita a escupir al suelo, alzando el orgulloso mentón para mirar desde abajo al galo unos instantes más. La romana se sentía humillada hasta límites insospechados, había dado un espectáculo lamentable...ese maldito tropiezo le había costado el orgullo.

-​​​​​​-Esto no va a quedar asi, gal...- ahora no le queda más remedio que afrontar las consecuencias de su gran boca y morderse la lengua, al menos hasta te restablezca su orgullo- ...doctore.-termina por corregirse para luego levantarse y sacudirse el polvo para después obedecer y colocarse en su lugar junto a sus compañeras.

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Se acercó para formar, algo a lo que en parte de la veía acostumbrada por lo que no sería raro de notar para ojos poco expertos que había participado en diversas batallas y no solamente de saqueo... Había algo de cierta disciplina militar en la germana.

Esperó a que le acercaran una espada y un escudo, claramente se la veía más cómoda con la espada que con el escudo, aún así en cuanto tuvo aquellas armas en las manos, aunque fueran de madera, una salvaje e intimidante mirada se dibujó en el rostro de la germana. Pues ahora, limpia de toda la mugre que había acumulado se distinguía un tono de piel más real, así como unos cabellos tan rubios que podrían combinar con el sol y unos ojos grises como una noche de tormenta. Realmente era una exótica bárbara...

Al tener la espada en la mano comenzó a sopesarla, a equilibrarla y a hacer algunos pequeños y ligeros movimientos de muñeca con ésta para ir acostumbrándose a su peso. Sus movimientos eran calculados y precisos, era evidente que estaba acostumbrada a llevar un arma en la mano...

Y entonces, esperó a que recibieran alguna orden, manteniendo la formación y haciendo un gesto de cabeza a la romana pues aunque había fracasado estrepitosamente en su intento de lucirse había que reconocerle el valor de al menos haberlo intentando y eso se lo transmitió con una inclinación de cabeza.

Mientras conversaba con Sekhmet y espero su respuesta el combate solo dura un golpe, sonrío divertido ante el gran poder de la romana, mucha boca romana... aprende a pelear antes de hablar.

El doctore manda el proceso de instrucción, ¿doctore donde me necesitas?, pregunto mas serio para ver si me quiere con los gladiadores o como apoyo con las reclutas sabiendo que la domina está en el balcón y tengo que mostrar mas seriedad que de costumbre en la arena.

La griega estuvo a punto de aplaudir cuando vio el final de combate, pero se contuvo al ver que nadie más sacaba las palmas a pasear. 

El entrenador dijo que a formar, y lo miro con cara contemplativa, luego siguió al resto de compañeras y se colocó al lado del a germana. No entendía bien para que tenían que formar, pero sí era lo que tocaba no iba a ponerle pegas, aunque estaba claro que no le hacia especial ilusión.

Un escudo de madera y una espada de juguete como al que tenia cuando era niña. Agradeció el peso en los brazos y golpeo el escudo varias veces de manera sonora, intentaba calcular cuánto protegía de la fuerza del impacto, y cuanto le machacaría el brazo al recibir impactos.

No dijo nada, ni hizo viguerías con el arma. Sabia como usarla. Ahora esperaba que le explicaran algo que ella no supiera. 

El combate si bien había comenzado con mucha ira se resolvió rápido, la romana una vez más se había precipitado, pero tenía carácter e iniciativa y eso me gustaba. Quizás no habría escogido bien el arma o bien su oponente era mejor que ella, en todo caso a pesar de lo breve, disfruté.

Como también lo hice cuando la germana se distrajo mientras hablaba con el nórdico - Soenya, tu envidia me divierte - aquella mujer aún no había domado sus demonios y se mostraba llena de odio frente a cualquier entorno que no fuera el de su hogar.

- He dormido bien, hacía tiempo que no lo hacía en una cama - si es que a aquel mueble de madera se le podía llamar como tal.

Al nórdico le lanzaron las armas para que no se distrajese conmigo y me quedé sin conversación. De todas formas, el Doctore tras finalizar el combate nos ordenó a las nuevas formar. Me adelanté y me puse en línea con mis compañeras, al lado de Livia - lo has hecho bien, la próxima vez lo harás mejor - la mujer necesitaba mejorar pero había tenido la osadía de enfrentarse a aquel hombre musculado y merecía un reconocimiento.

- ¿Envidia de qué? - La miró de arriba a abajo con cierto desdén para después compararla con ella misma y sonrió triunfante - Nada, absolutamente nada que envidiar...

Rio con ganas pues sabía que ambas eran incomparables, no solamente porque Soenya sabía que era más atractiva sino porque sabía que era mejor guerrera y que había participado en más batallas que aquella egipcia con muchos aires de grandeza pero poco que demostrar. Parecía necesitar ser el centro de atención para sentirse realizada.. que triste y débil era eso...

La germana parecía de buen humor y con ganas de probar ya la arena...

Al volver a la fila, Livia recibió las miradas de sus compañeras, en general  positivas, lo que contribuyó a suavizar su orgullo herido. No habría podido soportar sus miradas condescendientes pero no fue así, así que se permitió el lujo de pasar por alto el comentario del otro sirviente:

-Obedece, perro, no creo que se te dé de comer para que pienses.- dice con una expresión digna mientras golpeaba nerviosamente el suelo con su vara. Al ver las tensiones reinantes, la romana elige situarse entre la egipcia y la germana dedicando miradas a ambas- conteneos, mujeres, la Domina nos observa y no creo que quiera ver a sus gladiadoras distraídas con menudencias. Atiendan al Doctore y luego tendrán tiempo de arreglar sus diferencias en las prácticas.

La domina vio todo desde su balcon comiendo uvas. El combate parecio entretenerla, se la notaba contenta por lo que ocurrio. Livia podia notar su mirada en ella, el significado de esta no quedaba clara por la distancia pero no importaba. En un momento les mando un saludos a todas las que le miraran, ya todas sabian que la tendrian como espectadora esa mañana.

- Soenya... estás demasiado segura de tus capacidades... seguro que tu pueblo también subestimó a los romanos - lógico que los hubieran destrozado, es que hasta me puedo imaginar a los bárbaros parapetados detrás de empalizadas de madera creyendo que las legiones romanas se retirarían nada más verlos - salvajes... 

Comento sin alterar mi compostura ni moverme de la posición, aprovechando que Livia se encuentra entre nosotras.

- Supongo que es la diferencia entre haber estado en una guerra de verdad y pasar los días como una sucia ramera.

Le guiñó un ojo divertida para después sonreír con calma a Livia y atender a las indicaciones del doctore.

Sekhmet, Rubia... silencio. No seáis tan estúpidas como la romana y cerrar la boca cuando toca, después os decís lo que sea necesario. Por cierto romana, se te da mejor correr que luchar... Cuando hablo a la germana y la egipcia les hablo con seriedad mientras que a la romana lo hago con clara mofa hacia ella.

Por su parte dió un gran suspiro y dedicó una preciosa sonrisa al chico de los bártulos al tiempo que sus dedos tamborileaban por la superficie de su arma en una especie de tic nervioso e impaciente, al tiempo que iba pasando el peso de su cuerpo de la pierna derecha a la izquierda.

-A ti si que se te da bien hablar, extranjero. Es probable que no sepas hacer ninguna otra cosa con esa boca...salvo afilar los sables de los gladiadores de verdad.

Por suerte para ti ignoro a las niñas, no puedo hacer caso a una niña romana que no sabe ni defenderse de un ataque básico. Cuando seas mayor y hagas algo mas que hablar me digno en hacerte caso. Respondo totalmente divertido a la romana.

-Silencio, formad pareja, me demostrarán lo que saben hacer, ya que parece que saben luchar y usar las armas, comprobaré su habilidad... Sekhmet, tu iras con Livia, Adonia y Soenya entrenarán juntas, irán rotando, turnándose-

Había sido directo, quería que las mujeres mostrarán que posibles destrezas en combate poseían, y explotar el potencial que en ellas podría encontrar. 

-Nórdico, que los hombres comiencen con 3 series de 30 lagartijas, luego cargar un palum y dar 10 vueltas al patio, despues que practiquen pugilato y pancracium-

Miró a la esclava romana, una vez más, sintiendo que no había entendido lo que le pasó, y su hermano estaba hechando leña al fuego, volteó un momento para mirarle, sabiendo que decír con sólo una expresión, indicando que no volvería a participar en el Ludus si seguía con eso. 

Livia alzó las cejas ante el pueril comentario del chico de los recados y su mirada de incredulidad se encuentra con la del Doctore, y la romana se sorprende un poco por la intensidad con que el galo la mira. Pero ella es romana, altiva y orgullosa y no iba a quitarle la mirada al extranjero como un perro baja la mirada ante el amo. Continúa con su pequeño juego hasta que él dirigió una advertencia al chico, dándole trabajo para que dejara de molestarla.

Livia sonrie un poco al entender la silenciosa reprimenda entre los hombres y vuelve en si para centrar su atención en la gladiadora de Egipto:

-Vamos Shekmet, nos toca.- dijo animada dedicándole una sonrisa tranquila, en verdad tenía ganas de volver a probar suerte y demostrar que lo de antes tan sólo había sido un desliz absurdo, una broma de los hados.

Lastima que se acabe el juego ya, era divertido molestar a la romana pero debo respetar que mi hermano no quiere mas juegos ya. Sonrío asintiendo aceptando su decisión, hacía tiempo que no podía joder a un romano tan fácil pero todo lo bueno termina.

Si doctore,guiñando el ojo mirando al grupo de tres gladiadoras que están juntas me voy a vigilar que el grupo de gladiadores cumplan con sus ejercicios y a enseñarles si alguno le falta por aprender.

Miró a la griega y le sonrió con ganas, esperando a ver de qué podía ser capaz aquella mujer que le inspiraba cierto respeto.

Miré al que se marchaba.

- ¡Eh, extranjero! Me llamo Soenya, no rubia...

Le guiñó un ojo divertida para después mirar a su compañera.

- Vamos Adonia, vamos a divertirnos con las espadas de juguete...