Partida Rol por web

Los dias pasaron con los entrenamientos del Doctore volviendose algo habitual para todas ustedes. Ya incluso Brinda y Alina se volvian mas fuertes y tal vez mas preparadas para lo que seria el futuro. Para las nuevas no era lo mismo que para las mas veteranas en el ambito de la pelea. Las nuevas tenian sus problemas unicas de cada una.

Pero fue cuando dejaron de entrenar por orden de parte de la domina, que se sintieron raras. Las demas en principio no supieron que pasaron y la idea de que les darian otro trabajo en el ludus parecia flotar en el aire. Pero luego tanto Livia como Soenya recordaron que tambien les habian dejado un par de dias de descanso antes de su batalla por la marca.

Entonces Verina llego un dia con ropas en sus manos. No habia sido como con Livia y Soenya que la batalla transcurrio a la noche sino que aun era la tarde y el sol aun manchaba la arena.

"Por favor Brianda y Alina, siganme hasta el baño. Estas seran las ropas que usaran...*" dijo ella dejando un par de ropas en el camastro de ambas. "Sera el uniforme que usen para esta importante pelea. Hoy ganaran su marca, ambas en pareja." les informo mirando a todas las presentes mas a las que ya sabian como esto seria y los riesgos.

"Sera una reunion chica, habran un par de nobles solamente por lo que no se pongan nerviosas por eso. Pero es mejor que pongan toda su atension en este combate." comento la mujer que a ambas chicas pero tambien a sus compañeras.

Entonces suspiro y fue hacia la puerta. "Esto sera pronto. Por lo que tienen mucho tiempo si quieren decirle algo a sus compañeras." les ofrecio a las gladiadoras con marcas.

Camila los habia invitado a todos excepto al Doctore. Este se encontraba ahi siempre junto a ella. La invitacion habia sido hecha para ver un combate por la marca de dos de sus gladiadoras. Para quienes habian participado en el anterior evento de ese Ludus se dieron cuenta que el evento actual seria mas pequeño.

De cualquier forma quienes eran mas cercanos a la casa habian sido invitados. Guiados por los sirvientes del ludus fueron guiados hasta el balcon de la casa que miraba desde arriba hacia la arena donde se decidiria el destino de las actuales gladiadoras.

Ahi estaban Gallio Italicus que conversaba con el jefe de guardias antes de pararse junto a su prometida cuando vio llegar a los invitados, Faustus Donicus hablando con otros nobles sobre finanzas, Memmia Donicus tomando vino y viendo los que iban llegando. La ausencia del Pater no era del todo raro pero si un alivio pero algunos invitados.

Afirmo ante Verina y una tenue sonrisa asoma a mis labios. Este es el momento que estaba esperando, el momento de empezar mi andadura como gladiadora. Tengo que superar la prueba que me pongan como sea, es el modo de avanzar hacia mi libertad.

Observo la ropa que desde luego protección no va a ofrecer, pero tampoco es que me importe demasiado; en mi tierra luchaba con menos protección.

Así pues, espero a ver si alguna de las otras quiere decirme algo antes de ir hacia el baño y luego ponerme la ropa. No puedo negar qué se forma un pequeño nudo en mi estómago por los nervios de lo que sucederá luego. Y al parecer lucharemos juntas, y no una contra otra como había llegado a temer.

Los días habían ido pasando mientras los entrenamientos se sucedían y la germana realizaba ejercicios para mejorar su fuerza y agilidad, manteniendo así su tono muscular y su flexibilidad, aunque también continuaba realizando los ejercicios extra, fuera de la arena, que le permitían ir ganando en resistencia para mejorar su condición física y su capacidad de aguante, entre ellos incluía ejercicios de respiración. También había continuado mejorando, cuidando y manteniendo el pequeño altar de su celda.

Cuando la Domina bajó les hizo una señal a sus hermanas para que dejaran de entrenar, dejando las armas también y se colocaran en posición relajada para recibir a la domina.

La germana ya se imaginaba lo que iba a suceder y miró a Alina y Brinda con confianza y orgullo, pues confiaba en que ambas obtendrían sus merecidas marcas. Y, al recordar el día en el que ella la obtuvo no pudo sino mirar a Livia y suspiró.

Verina apareció, dando las instrucciones pertinentes mientras la bárbara observaba y asentía para después preguntar.

- Verina, ¿qué haremos el resto? ¿Podremos observarlas desde la arena? Antes de que se vayan me gustaría dedicarle unas palabras a mi hermanas, por favor.

Esperó la confirmación de Verina para dirigirse a ambas.

- Sé que vais a lograrlo, confiar en vuestra compañera, en vuestra hermana, apoyaros la una a la otra, respirar, pensar y no os dejéis llevar por la adrenalina. Mantener la mente fría y ser consecuentes con vuestras acciones, no os arriesguéis y velar la una por la otra, pues vuestras vidas dependerán de ello... 

Se acercó hasta Aliana, poniendo una mano en su hombro y sonriéndole con afecto y confianza.

- Vas a lograrlo, confío en ti. Confía tu también en tu potencial y en tu fuerza. 

Una vez había hablado con ellas regresó a su posición a esperar nuevas indicaciones. 

"Bienvenidos y bienvenidas a este momento de gran importancia para el ludus. Se que este evento no se comparara con la fiesta que tuvimos antes pero esa fue para mostrar que el ludus se unia a los tiempos modernos donde las mujeres pelearian al igual que los hombres en la arena." dijo como presentacion a todos ordenando con un gesto a los sirvientes que fueran sirviendo bebidas a los invitados.

Acercandose mas a su prometido y sonriendole. "Esta fiesta sera una privada hecha por nosotros dos para mostrar mas de las luchadoras que este Ludus ha preparado y esperando el apoyo de ustedes cuando estas participen en el coliseo. En el evento que esta preparando nuestro emperador y que hemos sido invitados a participar." comento mirando a los demas y fueron su prometido, primos y sirvientes los primeros en festejar ellos aplaudiendo.

"Por lo que les deseo que disfruten. Aunque esperen que en el futuro este Ludus dara mucho que hablar."

Se imaginaba que esto era como un ritual. Como cuando los hombre ganaban en combate singular y se bebían la sangre del derrotado o se comían su corazón. Esperaba ver un espectáculo sangriento y movidito, que inflamara sus sentimientos y pusiera sus nervios en tensión. Le hacía hasta ilusión. No podía nadie saberlo, pero, por dentro sonreía. Por fuera no lo mostaba, y como nadie la había visto sonreír o reirse aún, no se podían imagina como era. Sus ojos brillaban con la emoción de ver sangre y tripas por el suelo.

La romana deja que su líder se exprese en primer lugar y, cuando ella le deja paso, Livia se adelanta para tomar una mano de cada mujer, la blanca y la negra, juntandolas con las propias para apretarlas con firmeza:

- ​​​​​Ambas estáis sobradamente preparadas para ganar la marca. No tengo ninguna duda pero este miedo que sentís es normal...ese miedo os ayudará a conocer el valor verdadero. Quién no conoce el miedo no puede reconocer la valentía. - la romana baja la cabeza y besa las manos de ambas esclavas - Hoy en la arena los hombres y los dioses os estarán mirando...Marte ya tiene su roja mirada en vosotras y él desea que triunfeis...porque vuestro triunfo es el suyo. Encomendaos a él y él no os fallará...eso os lo prometo. Si flaqueais, implorar su nombre y dejad que su fuerza os haga levantaros. - afirma con una convicción inspiradora. - Y procurad estar de espaldas al sol, no permitáis que vuestro enemigo os ponga de cara a él. - termina su arenga con un consejo práctico y un guiño de ojo. 

Les da un apretón más en las manos antes de soltarlas y se separa poniéndose al lado denla germana y espera indicaciones de Verina.

- Buenas tardes, prima Camilia, muchas gracias por la invitación - saludándola muy cordialmente para luego abrazar también a su prometido.- No puedo faltar a casa de los Donicus - besando la mano derecha de su prometida con mucho cariño.- Querido Flamen, un gusto verlo, ya que el Pater Marte habla por su digno intermedio. Buenas tardes a todos.     

Sonrió cortésmente al senador, un hombre que le caía bastante bien al galo, ademas tambien estaba el sacerdote y una mujer que parecía muy sercana a la domina, para la velada, el galo llevaba una armadura de cuero bastante bien ornamentada, su gladius en la baina y el latigo en las manos.

Escucho lo que dice la romana. Poco a poco, a lo largo de estos días, he ido aprendiendo un poco más sobre sus dioses. Todavía me cuesta mucho comprender el concepto ese de los dioses como seres con forma humana. Para nosotros los dioses son simplemente fuerzas, sin una forma concreta.

Sin embargo poco a poco he ido entendiendolos un poco más e incluso me estoy planteando crear un altar a Juno en mi celda, ya que me parece más próxima a la Madre Tierra. Ella y Marte son los dos dioses que más me atraen, en el caso de Marte porque creo que simboliza la fuerza y el valor, dos cosas que aunque no tenían dioses eran muy valoradas en mi cultura.

Por lo tanto participo con algo más de intención en el rezo de la romana. Seguro que Marte nos ayuda digo afirmando. Este es nuestro día añado mirando a mi compañera.

Alina se miró el cuerpo, enfundado en los escasos ropajes. Ya no le molestaba mostrar su piel en público y sentía que su cuerpo estaba mucho más fuerte que cuando había llegado al ludus. Las semanas de entrenamiento habían sido duras, pero habían dado su fruto. Sentía más confianza, aunque todavía tenía sus dudas sobre cómo se desempeñaría en un combate real.

Soenya le puso una mano en el hombro y Alina se estremeció. Las palabras de aliento de su amiga le provocaron un nudo en la garganta y tuvo que hacer un esfuerzo por no soltar una lágrima.

Sin saber cómo, se encontró rodeando súbitamente con sus brazos a Soenya y susurrándole al oído.

—Salve, magna Soenya. Tibi Gratias ago pro omnibus.*

Le dio un beso en la mejilla. Hasta su latín había mejorado bastante.

El gesto de Livia, cogiendo su mano y la de Brinda ya fue demasiado y tuvo que apresurarse limpiarse una lágrima del ojo izquierdo para que sus compañeras no la vieran. Ya no era una mujer débil, no podía darse el lujo de echarse a llorar, aunque esta vez fuera por la emoción del momento y el cariño de aquella nueva familia de poderosas guerreras que la habían acogido con afecto y no por miedo, como en sus primeros días en el ludus.

—Gratias tibi, Livia —le dijo sonriendo emocionada, con un hilo de voz y le hizo una reverencia.

Respiró profundo y exhaló con fuerza, saltó en el lugar y movió la cabeza a uno y otro lado, para quitarse la tensión, como le habían enseñado las gladiadoras experimentadas.

Se volvió a mirar a Brinda con una media sonrisa, cuando ella le dijo que Marte estaría con ellas en ese, su día.

—La ayuda de cualquier dios nos vendrá bien. 

Le dio una palmada en el hombro a su compañera de combate.

—Consigamos esa marca de una vez. 

Verina se mantuvo ahi mirando lo que pasaba sonriendo un poco, las nuevas aunque no la conocian mucho habian entendido que esa mujer estaba ahi para cuidarlas. Al menos tanto como podia una sirvienta, no era un individuo cruel como otros. Si se comportaban ella les dejaria abierta la celda en la noche, cosa que no hizo con Ikateria por un par de dias.

"Estaran en la arena, pero en la parte de las tribunas. No podran pisar la arena , mas que para ir a las tribunas o irse." les dijo a las tres con marca de una forma clara, que dejaba ver que habria castigo sino. Por lo demas las dejo hablar por un momento.

Paciente espero a las palabras de todas y cuando vio un momento donde meterse, lo hizo. "Bueno creo que ya no tenemos mas tiempo. Siganme ambas al baño, se limpiaran el cuerpo y luego las pondremos mas dignas de la arena." dijo a Brianda y Alina haciendo un gesto para que la sigan. "Por ustedes volvere mas tarde para llevarlas a las tribunas. Sean pacientes." dicho eso a las veteranas se fue yendo mirando para atras para comprobar que la seguian con sus nuevas ropas en los brazos.

El tiempo pasa y finalmente las mujeres llegan al baño. 

El lugar estaba caliente por el vapor del agua y si bien la iluminacion no era lo mejor era lo suficiente buena para que no se pudiera esconder algo. Al costado en uno de los bancos tenian toallas por si habia alguna con verguenza pero ya cuando se metieran en el agua no importaria. 

Pero ella no estaban solas. Al costado habian sirvientes mujeres. Si bien no estaban desnudas, tanto el vapor con lo ligero de su vestuario no escondia mucho los atributos de ellas. Dejando poca cosa a la imaginacion.

Listas cercas de las bancas estaban otras sirvientas preparadas con frascos cercanos y un par de bancos que suponian que eran para ustedes dos.

"Dejen las ropas que usaran en el banco de las toallas y las ropas sucias que tienen ahora dejenlas en el piso. Vayan a bañarse. Cuando terminen vayan a acostarse ahi donde les podran el aceite las sirvientas." les instruyo pero se quedo un tiempo mas por si habia dudas.

- Nosotras nos enfrentamos a aquellos tres hombres y perdimos a Adonia... No quisiera perder a nadie hoy... ¿Cómo crees que será su prueba Livia?

Después de todo ella era la que más contacto y amistad seguía teniendo con las altas esferas de Roma, seguramente por eso aún no había terminado de asumir su nueva posición. 

Recojo la ropa y sonrío a las veteranas. Luego, sujetando la ropa con un solo brazo, sujeto de la cintura a Alina. Tú y yo seremos uña y carne en esta pelea. Da igual lo que nos saquen, juntas venceremos. Ahora vamos a ducharnos y aprovecha para respirar profundo y relajarte, que yo haré lo mismo. En realidad más que para ella hablo para mí, para calmar mis propios nervios.

Llegamos a los baños y dejo la ropa limpia en el sitio que me indican. Luego me desvisto sin ningún pudor, dejando la ropa de esclava en el suelo, antes de meterme al agua para quitarme la suciedad y el sudor que se habían acumulado estos días.

Puede que les llame la atención mis pezones negros, más oscuros aún que el resto de la piel, o mi vello púbico, que si bien está algo crecido todavía se nota que hubo algún tiempo en que no estaba. Lo innegable es que mis movimientos son seductores, incluso sin hacer nada por conseguir ese efecto.

Os habréis asegurado de que no tenemos por aquí a Neptuno comentó con una risita mientras termino de bañarme. Todavía no estoy muy segura de cómo tratar el tema de la religión, porque si viene algunas veces parece muy serio en cambio también otras parece que se lo toman un poco más ligero. Espero que no les siente mal la pequeña broma, pero es que me he acordado de una leyenda que me contó Livia sobre una joven que quedó embarazada de Neptuno por meterse en un arroyo.

Una vez completamente limpia, sea porque me limpio yo o porque me ayuden las otras sirvientas, saldré del agua y me tumbaré dónde me indicaron.

Parece que me espera contemplar una especie de ceremonia propia del Ludus, esta vez con otros invitados. Dispongo el cabello en una trenza sujeta con hilos de seda y pequeños adornos de plata caída sobre el hombro izquierdo como tengo por costumbre.

Una tunica verde pálido, abierta hasta media espalda, una estola de hilo de algodón blanco y pulseras de cobre de Creta. Una pequeña esmeralda engarzada para protegerme del mal de ojo y pendientes de plata largos y con forma de lagrima.

Al.llegar al balcón saludo a Camila poniendo mi mejilla junto a la suya -Camila querida- saludo después a Faustus y Memmia de los que tengo un vago recuerdo mientras espero que mi anfitriona me presente a los desconocidos. 

La romana observa marchas a sus compañeras con una sonrisa y un suspiro algo nervioso, entrelaza las manos una y otra vez delante de ella, se muerde el labio inferior, parece intentar controlar sus reacciones:

-Ojala no perder a nadie más, cierto, nuestro combate fue caótico en ese sentido, nuestros rivales eran poca cosa, salvo el que le tocó a Adonia...cualquiera de nosotras hubiera tenido serios problemas ante un tipo tan versado como aquel.- recuerda la romana poniéndose seria y pensativa- La verdad es que no tengo ni idea de lo que les depara a ellas, pero una cosa te prometo...a los romanos no les gusta ver el mismo espectáculo dos veces. Será algo diferente esta vez...y tendrá que ser más grande y más impresionante de la última vez. Parece que será un evento más exclusivo, con menos patricios. 

Alina sonrió dulcemente a las palabras de aliento de Brinda y asintió con vehemencia.

—Nos daremos fuerza la una a la otra.

A pesar de que casi estaba acostumbrada por completo a desnudarse frente a extraños, Alina todavía no había podido deshacerse de la costumbre de cerrar los ojos al quitarse la ropa. Como si eso, de alguna manera, borrase también las mirada de los demás.

Cuando estuvo desnuda, siguió a su compañera a la piscina, con la mirada al frente y sin preocuparse por que los espectadores admiraran sus grandes pechos, sus piernas fuertes y esculpidas y su firme trasero. El tiempo entre sus hermanas gladiadoras le había enseñado que no debía sentir vergüenza por mostrar las virtudes de su cuerpo, sino enorgullecerse de ellas. Todavía no había llegado al nivel de disfrutar mostrándose desnuda, pero al menos ya no le importaba que la vieran.

Soltó una risilla al escuchar la broma de Brinda acerca de Neptuno.

—El honor sería para Neptuno. —comentó.

Salió de la piscina y se recostó junto a Brinda, aguardando el aceite.

Voy vestido con una toga púrpura senatorial, para nada ceñida y debajo llevo una suerte de remera de lino sencilla, nada lujosa sino más bien de legionario. Llevo caligae y un gladius envainado, en cuya vaina pueden leerse los nombres de las batallas en las que participó, siendo una treintena.