Partida Rol por web

Habias informado a un guardia que necesitabas hablar con Flavius y tras unos minutos de paciencia este volvio para escoltarte junto a otro hacia la oficina de este. Cuando llegaron frente a la puerta tocaron la puerta avisando que te trajeron y te invito solo a ti a entrar.

El hombre se encontraba detras de la mesa con papeles puestos en un costado y una copa de vino que volvio a servir. "Los guardias me dijieron que deseabas hablar conmigo. Que deseas Livia?" pregunto simplemente curioso sobre tus razones.

-Ave, domitor.- saluda, formal y seria la gladiadora, llegando hasta Flavius pero quedándose a un par de respetuosos metros de él.- Venía a informaros personalmente de que, por desgracia, hube de castigar la insolencia de una de las gladiadoras. Podrá pelear, de eso no hay que preocuparse; en las celdas empiezan a llamarla "la marcada". Creo que ha sido bueno para dar a entender a los demás cómo tienen que ser las cosas y las consecuencias de que no lo sean. Le agradezco, domitor, la responsabilidad que ha depositado sobre mis hombros y la confianza de poder ejecutar los castigos por mí misma. A los perros se les corrige golpeándoles en el acto, sino, olvidan qué hicieron mal.

Asintio ya con toda su atension a ti tras tu saludo. Te escucho sin interrumpirse parecienso alertarse un poco cuando nombraste que ya castigaste a alguien pero que hables de una marca parecio calmarlo.

"Sin duda algunos perros y perras en este caso no estan educados como deben. Con un buen golpe se entiente aunque se lo debe explicar con palabras porque sino pensara que el castigo solo es por maldad y no para educar." comento con un tono didactico. "Igual imagino que le explicaste porque le paso."

"Respecto a la marca. Te pediria que me digas que tipo de marca le quedo y donde." comento el hombre queriendo mas detalles sobre lo que le habia pasado a su sirvienta.

Nego con la cabeza. "No hay nada que agradecer. Este es tu premio por tus acciones y no lo olvides."

-Se le explicó, se le advirtió y se le amenazó...no me dejó más remedio que cumplir mi palabra porque de no hacerlo habría quedado como una líder débil, incapaz de cumplir sus amenazas. Le apliqué la parte plana de una daga en la cara.- señala con dos dedos su mejilla derecha, desde la sien hasta la mandíbula- El hierro fue calentado con unas brasas, la marca será para siempre, aunque creo que con el tiempo será menos desagradable a la vista.- explica detalladamente dándole importancia al hecho pero sin dramatizar, sin mostrar piedad ni vacilar.- No lo olvido, domitor.

Asintio de nuevo. “Entiendo y es cierto amenazar sin cumplir no sirve. No genera respeto.” comento de nuevo dandote la razon.

Cuando le contaste que habias ido por su cara te vio serio. “Su cara...Livia sabes que parte del trabajo de un gladiador es atraer la imaginacion de los aficionados?” decia para no decir que los guerreros y guerreras debian ser lo suficiente atractivos para levantar calentura en los aficionados.

"Pero bueno si lo creiste necesario lo acepto. con los demas tambien es necesario un castigo?" pregunto curioso.

-Amenazar sin cumplir genera algo peor que falta de respeto. Genera falta de convicción y debilidad de espíritu.-añade tras su comentario apreciativo. 

-Si, lo sé bien, pero la actitud de Alina dista mucho de ser agradable para los romanos, siempre tiene una expresión de estar asqueada de la vida. Nunca hubiera resultado una diosa de la arena, tal vez ahora, con el favor que le he hecho, su cicatriz pueda ser utilizada para que los bardos cuenten una historia sobre su dureza y sus luchas. También Brinda y yo lucimos marcas del látigo en nuestras pieles que se ven expuestas durante los combates. Las cicatrices de los gladiadores hablan de sus luchas y resultan agradables a los dioses y a los hombres. El atractivo también es una cuestión de actitud y la única manera de mejorar ésta era mediante un recuerdo duradero.- se explica con calma, sin mostrar altivez más allá de lo necesario.

-Mas si vos consideráis que ha sido excesivo o inapropiado, asumiré cualquier castigo que consideréis adecuado y ruego me iluminéis con otras formas de proceder ante la insurrección que no lisien ni mutilen a los gladiadores. - hace una pausa y responde tras valorar la pregunta largos segundos. 

-No, domitor, por ahora no serán necesarios más castigos, los hombres y las mujeres aceptan mi liderazgo en la medida en que he podido mostrarles que puedo darles dolor pero también les puedo dar una mano que les acerque a la gloria de roma...y que su lealtad y su empeño puede verse recompensada.

-Así se hará, domitor, descuide. Sin embargo espero que no haya próxima vez.- acepta la romana con una profunda inclinación de cabeza. Cuando se incorpora, su gesto ha mudado en uno más tranquilo y hasta positivo.

-Domitor, si me permitís...creo que el modo correcto de forjar una buena relación entre esta casa y sus gladiadores debe basarse no solo en castigos sino también en recompensas. Para ellos también. Recompensas y derechos que si bien sirven para complacerles, también servirán para comprar su voluntad por el miedo a perderlos.- empieza a proponer, con cautela.

-Un gladiador...independientemente de su género tiene necesidades animales y la correcta satisfacción de las mismas puede hacer que su empeño en el campo de batalla sea mayor. Deje que un semental monte las hombras de la cuadra y tendrá motivos para ganar la carrera ¿me explico? Los hombres y las mujeres, para poder inspirar deseo necesitan sentirse deseados. He observado que teneís en vuestro haber esclavas y esclavos sexuales...tal vez podrían servir como aliciente para que los gladiadores pongan interés en sus tareas y en sus entrenamientos, sabiendo que luego podrán disfrutar de una compañía agradable y que cumpla sus deseos. Y así ellos cumplirán de buena gana los vuestros.

Sonríe, orgullosa y contenta porque su propuesta haya sido del agrado de Flavius.

-Domitos Flavius sin duda su mente es inspirada por los vientos de los dioses, por eso es que siempre sus ideas revolotean en su cabeza antes que en la mía.- adular la mente preclara del domitor siempre era una buena idea, lo romanos adoraban que les hicieran cumplidos y ni ella misma ni el domitor eran inmunes a ellos.

-Le agradezco su recompensa, domitor, haré buen uso de esa sala como sugerís. Todos debemos gozar de buena salud en todos los sentidos antes de enfrentar a la muerte. Pero una gladiadora embarazada sería contraproducente para el ludus...tengo entendido que existen unas hierbas para evitarlo, ruda, la llaman, por lo que sé, la egipcia las preparaba para la germana. Creo que deberíamos ser precavidos en ese sentido, ¿No cree? La sierva Verina tiene buena mano con las hierbas, se ha estado ocupando de mis dolores hace tiempo, tal vez ella podría disponer de que se nos surta de la ruda cuando sea necesaria.

-Si señor, he sido informada, la señora Cornelia ha manifestado su idea de dirigir la plegaria a los lares esta noche y me pidió que preparase a los gladiadores correctamente para esta tarde. Y de hecho, si, ella cuenta con que realice mis labores de asistencia y escolta durante el evento, así que esa será mi prioridad absoluta, si os place.- piensa en comentar ahora el asunto de las armas, pero no encuentra en este instante la manera perfecta de enfocar el asunto así que continúa con la pregunta del domitor.

-Domitor, nuestro número es reducido sin duda, pero de gran calidad, combatientes todos probados, tanto sus habilidades como su lealtad. Creo que una presentación es adecuada para hacer notar la fuerza del ludus y la confianza que vos y la familia Donicus tenéis en que la situación mejore y salir fortalecidos de este embite del destino.- comenta con sinceridad pero de nuevo, aprovechando para halagar la decisión de Flavius.- Y creo, sin humildad alguna, que la elección de mi persona como líder de los gladiadores y como escolta visible y orgullosa de vuestro bien más preciado- se refiere a Manius- es el golpe de efecto que nos hará distinguirnos de otras casas. Un romano siempre es un tipo diferente de esclavo, la misma sangre de Rómulo corre por nuestras venas, pero acepto mi lugar con el orgullo que se requiere y un romano recompensa la lealtad con mayor responsabilidad. Y la mejor manera de demostrar mi elevada responsabilidad sería poder lucir elementos distintivos que hagan ver que confían en mi por encima de otros esclavos. Tal vez armas y armadura- propone despacio, cauta y sin bajar la mirada- por el bien de la casa y de las personas a quien he jurado proteger. Y por petición de la sacerdotisa.

-Comprendo el resquemor de los guardias, domitor. No insisto, una armadura servirá para demostrar mi lugar y también me servirá para proteger mejor a los miembros de su familia.- acepta con una inclinación de cabeza. Luego reflexiona sobre lo que ha dicho el pater sobre los romanos y los esclavos.

-Por supuesto que no, domitor. Los senadores son políticos al servicio de Roma, pero deben aconsejar al emperador y hacer oír las peticiones de sus coetáneos, en nombre de lo que es mejor para Roma. El Emperador valora y al final, con ayuda los dioses, dirime lo que es mejor para el imperio pero necesita de sus ojos y sus oídos en cada ciudad y en cada provincia. Para que el Senado se pueda pronunciar con sapiencia.- cautelosa, no se atreve ni a ponerse del lado del senado ni del emperador, sino en medio escudándose tras la máxima de "lo mejor para Roma". Había visto a su padre y luego a su marido hacer este tipo de comentarios muy a menudo para salir bienparados de situaciones socialmente complejas.

-Una cosa más, señor, domitor...La sacerdotisa también deseaba llevar a Manius de visita al Coliseo y deseaba que yo la acompañase como escolta. Y me pidió que si Brinda podía venir también para mayor seguridad pero en seguida le aseguré que tendría que preguntaros a vos.

-Domitor, si os referís a lo sucedido con Fulgurator...los actos de cada hombre determinan la medida en que éste es o deja de ser digno de la gloria que se le ha otorgado por nacimiento. Me gusta pensar que los dioses son justos y ponen a cada cual en su lugar. Fulgurator tuvo una buena vida pero cada paso que dio le llevó a cometer atrocidad y traición, quien sabe si ésta fue la primera vez. Roma apoya la ambición, los dioses la recompensan...pero aquel que se excede en ella cae en desgracia como cualquier otro hombre que se deja arrostrar por otras indignidades, convirtiendo la virtud en mediocridad.- tal vez Livia estaba demostrando mucho atrevimiento al hablar así, de manera casi juiciosa sobre un senador, pero estaba convencida de su razonamiento y carecía de escrúpulos para explicar lo que le parecían las cosas. - Los dioses dan a cada uno lo que se merece justo cuando es el momento propicio. Ser ciudadano de Roma es un derecho de nacimiento pero debemos demostrar con nuestros actos que somos dignos de ello hasta el final de nuestros días. Fulgurator y yo no fuimos capaces, aunque a mi los dioses me dan una segunda oportunidad de dignificarme. Los dioses y vos y su familia, claro.- añade luego con agradecimiento.

De nuevo cambia el tono a uno menos solemne pero serio también.

-Comprendo sus razones y las comparto, pero le prometí a Elia que hablaría con vos con respecto a Brinda. Yo también considero que es mejor que permanezca aquí, al menos por ahora, ya que necesito que sea mis ojos en las celdas cuando yo no puedo mirar. Ella arde en deseos de conocer la capital de nuestro Imperio, pero eso deberá esperar.

-Le agradezco su tiempo, domitor Flavius, me honra que me hagáis digna de él.- Livia no tiene nada más añadir, inclina su testa en señal de respeto hacia el senador y se abstiene de comentar nada de lo anteriormente dicho por el pater, otorgándole así toda la razón en su discurso- Y agradezco de nuevo la confianza depositada en mí. Hablaré con Verina para que me ayude con la confección de una armadura digna de esta casa que sea su orgullo y el mío. Si me permitís, me retiro ya.- pide permiso, si se lo concede, se retira sin más, salvo que el pater desee decirle algo más.

El Pater asiente y con un gesto de la mano ya parece darte el permiso. "Puedes retirarte habla con Verina sobre tu armadura." comento para darte el permiso. "Ah, tengo algo que pedirte. Los guardias te acompañaran a las celdas, donde necesito que le digas a Alina que necesito verla ahora mismo. Solo eso." comento como si recien se acordara pero seguro que queria hablar con ella y verla luego de que le dijiste que la castigaste.

-Así se hará, domitor. Con su permiso.- se inclina una vez más y abandona, ahora sí, el despacho de Flavius.