Partida Rol por web

La hispana estaba enroscada, hecha una bolita, sobre el catre que tenía para dormir. No es que fuera mucho, pero tras estra masticando aquellas plantas, un sueño placentero la invadió, tomando viejos recuerdos de gente con la que quería estar, con el hijo perdido y con su odio. Con el sentimiento más profundo que sentía. Ese odio visceral, que tanto le costaba administrar.

-Nunca te dije que destacaras...te dije que les agradaras y así no lo vas a hacer. -​​​​​​-la corrige suavemente y con un tono firme pero comprensivo- yo no sé si te han pedido que le mandes nada al Doctore pero fíjate que quien sea que te lo ha mandado igual no es tu amigo. A quien está por encima de la domina le importa muy poco lo que ocurre en este ludus, salvo que comprometa sus intereses políticos. Si quisieras escuchar te lo explicaría, pero para eso tendrías que prestarme atención y dejar de defenderte de mi. Soenya las esclavas no somos tus enemigas, somos tus aliadas para que se vea que haces bien tu trabajo...y administrar justicia y juzgar no es lo que se espera de ti.- se acerca un poco más a los barrotes y se apoya de lado en ellos- es gracioso que, con todo lo romana que soy nunca considere que fuera otra cosa que vosotras...ni siendo vuestra líder ni no siéndolo. Deberías mantener los pies en la tierra. Tendré mi marca cuando se considere acceder a mis peticiones. Si yo la hubiera querido ya la tendría. -​​​​​​-se encoge de hombros- Y quien considere que Ikateria o cualquier otra de las nuevas es más que yo o que tú, tiene un problema.-termina con una sonrisa confiada- nuestro valor depende de lo que podamos aportar, no de marca ninguna que te dé un romano.

- Livia, no te engañes a ti misma... Siempre has mirado por encima de tu hombro a quienes llamas extranjeros, situando tu orgullo por encima de ellos o de ellas. Y dime, ¿de qué te sirvió tu orgullo en la arena? - Suspira algo cansada - Pareces olvidar que antes de que me obligaran a estar aquí yo dirigía y lideraba a mi pueblo, a mi gente... Claro que sé que esto no es algo bueno pero de como estaba antes a ahora, sí tengo algún privilegio más. Tu no eras consciente de lo que sucedía antes, ¿verdad? De cómo tenía que estar siempre pendiente de los guardias, de cómo intentaron darme una paliza engañándome con que la domina quería verme... Y ahora, ahora he de temer más a los guardias, porque su líder es un demonio... Livia, no conoces a ese hombre, no has visto ni sabes de lo que es capaz... Si hay alguien peligroso aquí, es él. 

Miró a Alina con calma, dedicándole una agradable sonrisa.

- No he dicho que alguna de vosotras lo haya hecho, no pretendo acusaros... Me gustaría saber si alguna ha visto o sabe algo... En lo referente a mujeres manteniendo relaciones con otras mujeres... Aquí, en Roma, creo que no es raro y para mi gente tampoco lo es... Yo no soy muy partidaria de ello, pues prefiero a un buen hombre entre mis piernas pero algunas si prefieren a otras mujeres... Quizás, quienes tengan más experiencia en ello puedan contártelo mejor... 

-El sitio en que nací me hace inescusablemente diferente a todas vosotras...las que sois y las vendrán...vosotras siempre tendréis en común que sois extranjeras, bárbaras y esa es vuestra fuerza. Lo que yo tengo es que nunca podréis confiar del todo en mi y lo entiendo, lo respeto y lo comparto. Yo misma digo que no os fieis de un romano. Así que si, ya que mi origen me va a poner siempre frente al resto, es evidente que tengo que hacer una diferencia y mantener la distancia. Sólo así puedo protegerme. - explica, confesando una verdad que siempre había tenido en mente pero que nunca había dicho en voz alta- mientras que todo vaya bien seremos perfectas amigas, pero cuando algo vaya mal, no dudareis en hacer grupo entre los bárbaros y yo seré el elemento discordante. Así que prefiero tenerlo claro desde el primer día en que me convertí en esclava, ya los otros y las otras esclavas se encargaron de que no hallara ningún lado entre ellos.- recuerda, sin enojo en la voz tan sólo hablando de lo que para ella es una realidad tangible y evidente.

Carraspea y cambia de postura, poniéndose frente a la germana y mirándola a los ojos, cambiando de tercio.

-No sabía que eso te ocurrió, que fuera la líder no mee dio ningún privilegio sobre vuestra protección y si además tú misma me lo ocultaste en su momento, difícilmente podia haber hecho algo para evitar que eso sucediera. Y por eso no deseo volver al cargo que tú ostentas, sólo sirve para dividirnos y hacernos más manejables para ellos...es la misma táctica que usan en los pueblos que conquistan...ponen a uno de los bárbaros como líder y así es como los controlan y los pacifican. Es una estrategia que ha funcionado bien durante décadas de expansión...y también aquí dentro. Pero lo importante es...creo que ahora puedo protegerte y protegernos mejor de ese hombre...pero has de confiar en mí...sobretodo cuando te digo que no destaques.

​​​​

- Livia, ya das por hecho algo que haríais en Roma... Piensas que nuestros pueblos, los que no son romanos, son unos salvajes e incivilizados... Y ahí radica el problema, que no tengamos las mismas formas que Roma no nos convierte en eso y si pudimos unirnos cientos de tribu enfrentadas entre ellas por siglos para guerrear contra un enemigo común... No subestimes las alianzas que podemos llegar a crear con tal de enfrentarnos a ello... - Suspira - Como bien has dicho Livia, desde el comienzo fuiste tu la que puso esa barrera entre tu y el resto, así pues no puedes culpar al resto de esclavos y esclavas que no te hicieran un lado junto a ellos, pues desde el comienzo ya los clasificaste como extranjeros inferiores a ti... 

Su mirada permanece en la de la romana, fija y directa, sin vacilar.

- Y esa es la máscara que debe seguirse Livia, que crean que funciona, que crean que lo están consiguiendo... Debes darles lo que quieren sin que se lo estés dando... Si algo he aprendido en mi vida como líder de mi pueblo es que debes decir "te amo" cuando por dentro deseas empuñar una daga para atravesarla en su corazón... En cuanto al Demonio, sigue mi consejo Livia, no te acerques a él pues te hará creer algo para después ofrecerte como trofeo a sus guardias... ¿De quién crees que aprendí? Además, seré yo la que le ponga fin... 

Nada, era imposible hablar con la bárbara, seguiría empeñada en su visión equivocada de las cosas, siempre intentando defenderse, nunca pensando en que puede estar equivocada. Seguramente Livia pecaba por lo mismo pero sabía cuándo no podía convencer a alguien y era mejor probar otra estrategia.

Suspira y niega sonriendo:

-Eres una cabezona...es cierto lo que dicen de tu pueblo...tercos y de ideas fijas. Bien, yo seguiré con lo mío, confíes o no confíes en mí...yo todo lo hago por protegerte. Hemos sangrado juntas, Soenya, ninguna marca ni cargo nos ha de separar sea de quién sea. Todo irá bien y si no deseas que vuelva a interponerme a tus órdenes ahí fuera, aunque lo estés haciendo mal, no lo haré. Espero que sepas lo que haces, confío en ti y estaré para apoyarte.- termina queriendo dar por zanjado el asunto con la terca germana.

Levanta una ceja ante las palabras de la romana pues o bien ella no se ha expresado bien o la romana ha vuelto a entender lo que le ha dado la gana. 

- Mira quien habla de cabezonería... Livia, si acepté este cargo fue para proteger a las gladiadoras, para que no vuelva a suceder lo mismo que ocurrió con Adonia... ¿Acaso quieres que me rebele a las órdenes que me han dado desde arriba? Si no quiero problemas debo hacer que las sigo, ¿no? - Suspira de nuevo - A veces creo que o yo no me expreso bien o que tu no quieres escuchar o escuchas lo que quieres... Si crees que no confío en ti estás muy equivocada pero te cierras a la idea de que puedes hacerlo todo tu sola y eso, eso deberías olvidarlo... Porque como dije ante las nuevas, somos hermanas y eso no cambiará... Te defendí ante ellas aunque no llevaras la marca pero ahí fuera, en la arena, bajo la vista de quienes mandan, no puedo hacerlo pues debo demostrar que puedo y voy a hacer lo que se me ordena... 

Ríe divertida.

- Lo harás, volverás a interponerte porque es lo que quiero y lo que debes hacer, porque sino pensarán que algo está mal... Sabes, puedo parecer una estúpida sin cerebro pero la sutileza es también parte de una líder y te aseguro que sé bien cómo mostrar una máscara de algo que no soy... 

-Si alguna tuviera intención de decir algo, ya lo habría hecho Soenya...tal vez no tengamos nada que aportar o tal vez haya un miedo superior. Sea como sea es mejor dejar el asunto, ninguna podemos ofrecerte una de repuesto pues eres la única que la tiene, de tener otra te la ofreceríamos.- añade la romana, volviendo la vista hacia el rincón donde se hallaba su altar a Marte, casi terminado, hecho con maderos y paja, de manera muy rústica y poco labrado con delicadeza, no por no dedicarle tiempo sino por falta de herramientas. En su interior había simbología del dios de la guerra romano, Marte, representado por una lanza y un escudo.

-¿Vas a seguir culpandome de lo de Adonia? A ver si yo también voy a tener la culpa de que la emparejaran con el único que sabía pelear.- resopla con desdén, cansada de ese tema pues no era la primera vez que Soenya insinuaba que aquello había sido por su culpa- no te digo que te rebeles pero te digo que pienses bien en lo que haces. Todos recibimos órdenes de los de arriba y no por eso tenemos menos responsabilidad sobre lo que hacemos. No eres la única que tiene presiones encima.- suspira cansada y empieza a echar vistazos atrás hacia el vaso de barro que ya la esperaba. La romana carraspea y se coloca la coleta en su gestión nervioso habitual, aunque últimamente parecía tenerlo algo más controlado- no puedo hacerlo todo sola pero hay cosas en las que yo no te puedo ayudar...y cosas con las que sí. -​​​​​​-finalmente sonríe y se encoge de hombros pareciendo divertida ahora- al menos en eso estaremos de acuerdo...todos deben pensar que hay roce entre nosotras, eso es lo que esperan todos. Y eso les vamos a dar.

Sonríe ligeramente.

- Necesito que sea así, y tu también... Por eso, te pido de corazón que no me tengas en cuenta lo que pueda hacer fuera de estar paredes y que sepas que siempre será por el bien de todas las que estamos aquí... - Suspira - No te culpo a ti Livia, culpo a quienes organizaron aquel espectáculo sin que aún estuviéramos preparadas y organizadas para trabajar en equipo... - La mira con calma - Si algo de lo que sucedió no me gustó ya sabes lo que fue, pues fue eso mismo lo que te valió tu castigo... Y tu misma reconociste que la falta de disciplina fue la causante y por eso no te lo he vuelto a reprochar... 

-Si falta de disciplina, en eso estoy de acuerdo. Porque lo más correcto hubiera sido esperar y hacerlo en privado, me deje llevar pague la consecuencia...pronto recibiré mi marca y todo esto quedará atrás. Y entonces no podrás decir que la hispana está por encima de mí.- dice fingiendo estar ofendida mientras le da un golpe en la frente a la germana y luego se separa de los barrotes queriendo finalizar la conversación- bien, no te tendré en cuenta las tonterías que digas o hagas ahí fuera. Pero tendremos que darles a los romanos el espectáculo que quieren ver, ¿No?

- ¿Acaso lo dudas? Ya nos vieron y recibimos las ovaciones en la arena, ¿lo recuerdas? Pues imagina el espectáculo que podríamos hacer creando una supuesta rivalidad entre nosotras...

Ríe cómplice mientras le saca la lengua a la romana tras su golpe en la frente.

- Solas somos fuertes pero unidas seremos imparables...

Le guiña un ojo con confianza. 

Suspiro y miro a Alina. Deberías empezar a dejar esa forma de ser de princesa. Eres una esclava, y como tal seguramente nos ofrecerán a hombres y mujeres antes o después de pasar por la arena. Eso al menos era lo que contaban algunos de los esclavos que había en el mercado egipcio. Aunque supongo que Livia sabrá más sobre esas costumbres.

De todos modos reconozco que en el asunto con mujeres estaría tan perdida como tú. Pero bueno digo, inclinándome de hombros, si sucede ya veré qué hago.

-Ojala.- responde con un encogimiento de hombros, la romana parece algo nerviosa y no pierde tiempo tras tu comentario en ir a su camastro y toma su ansiado brebaje. Parecía que el dolor aún la visitaba pero había pasado ya mucho tiempo desde el castigo ¿de verdad tenía tanto dolor aún como para necesitar tomar eso? Era llamativo.- Buenas noches, germana, a ver si mañana se me da algo mejor que hoy.

Cuando Brinda la menciona, Livia alza la vista de su altar se queda mirando a la mujer de tez oscura, con una ceja alzada, no parece ofendida ni mucho menos por su comentario pero si ladea la cabeza con gesto curioso:

-Hablas como si todos los romanos fueran unos pervertidos que gustan de violar al servicio...- dice con un gesto de supuesta ofensa, pero pronto ese conato de farsa acaba con una risotada por parte de la romana-  Si, todos lo hacen, ellos y ellas, cuando quieren disfrutar de los placeres de la carne sin preocuparse de engendrar hijos que puedan ser un problema para la gens, usan a los esclavos y...si...es posible que en algún momento todas seamos puestas a disposición de algún romano que quiera pagar por nuestra compañía. Antes y después de pasar por la arena, no importa que ya seais gladiadoras...nunca dejaremos de ser esclavas, al menos hasta que no ganéis vuestra libertad en la arena.

-Ah y si te preocupa lo que hacer con mujeres, yo puedo instruirte, Brinda, al menos, teóricamente. - y no había ninguna sensualidad candente en sus palabras, realmente parecía que no tenía un interés sexual en la mujer de piel oscura, pero su ofrecimiento parecía sincero.

Al comentar la esclava romana lo de violar a las chicas, Ikateria empezó a temblar. No estaba claro si era frio, miedo o era otra cosa, pero, visiblemente tiritaba, como si le hubieran puesto hielo en la espalda. Se giró sobre el camastro, como para vomitar, sin cambiar la postura de ser un ovillo.

Empezó a escupir algo negro, como si fueran trocitos de cuerda masticada, y tras eso, vomitó un pegote mal oliente, con el aroma amargo de la hiel. Tras eso quedó tumbada hacia arriba, desmadejada como un muñeco de trapo, sudando como si hubiera terminado una larga sesión de satisfactorio sexo, pero, babeando esa hiel por la mejilla. Aún así tiritaba.

Me quedo pensando en las palabras de Livia, pero luego me inclino de hombros. ¿Conseguiría algo si fuera más o menos experta en complacer a una mujer, en caso de que me toque hacerlo? Es la lanista la que gana con ello, no yo. Si no voy a tener un beneficio, paso.

- Buenas noches Livia, descansa...

Se sentó en su camastro, aunque no se terminó por dormir, tenía otros asuntos que atender y gente con la que hablar... Y bueno, placeres de los que disfrutar...

- En cuanto a lo de engendrar descendencia... Será mejor que busquéis la manera de conseguir ruda - Mira a Livia - ¿Se llama así, no? Ésta os evitará quedaros en cinta...

Eso la llevaba a recordar que debía conseguir más.

- Pues aquí en Roma no tratan bien a los hijos e hijas de las esclavas... O bien los venden nada más salir del vientre, los ofrecen como sacrificio a sus dioses o a saber qué otras cosas... Pero, no serán vuestros sino de quienes os poseen... 

Miró con curiosidad el intercambio entre Livia y Brinda.

- Adelante, por mi no os cortéis... Yo sé satisfacer a los hombres, de las mujeres sé bien poco.