Partida Rol por web

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Bueno, contesta ella sin abandonar el tono pícaro. Ya sabes que estas cosas funcionan quid pro quo: tú me enseñas lo tuyo y yo te enseño lo mío.

Jonas se echó a reir, la verdad es que sí, sabia como hacerle reir...

- Vale, pero no se admiten devoluciones... Aunque no creo que quisieras. - Dice riendo.- ¿Te lo estás pasando bien? Yo si... Gracias. - Dijo con un susurro a su oido, seguido de un beso en la mejilla.

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Maggie le miró de nuevo a los ojos, esta vez con una mirada soñadora y le estrechó entre sus brazos.

Muy bien. Pero no te cortes, puedes besarme en más sitios, ¿sabes?

Dentro del barracón ya no sentía el frío que en la calle nos había dejado como témpanos. Por suerte,  un poco de ese licor de ron había obrado maravillas. Janet, tal como imaginaba, era una chica con gran facilidad para conectar con los de su alrededor; y además la puñetera sabía como moverse con ritmo, marcando unas contorneadas piernas, unas provocativas caderas y un busto que desafiaba la gravedad y que era imposible disimular bajo la camiseta.

Aunque el country de los blanquitos me sonaba a basura sureña, la canción de Alison Krauss se prestó a que me pudiera pegar a Janet, olvidando el vaso casi vacío de ron, mientras me rendía sumisamente a su petición de que moviera e culo. Por un instante pensé en que si nos pillaba algún oficial nos iba a meter un paquete que nos íbamos a cagar. Luego, con los brazos en la cintura de Janet, aparté la vista para ver a Maggie y a Jonas, también abrazados y sonrientes; y la imagen de Fendrew tirado sobre el asfalto tras ecuchar el estruendo del rifle del francotirador me heló la sangre. Ahora estaba ahí, como si nada hubiese pasado. Pero en aquel momento no pensé en nada, solamente en cubrirme y sacar a Jonas de la trayectoria de otro disparo. Unos centímetros más arriba y el disparo le hubiese dejado la cabeza como una calabaza espachurrada. Verlo ahí, junto a Maggie, tras lo ocurrido, me hace sentir una desazón y una inseguridad que antes no había sentido. Un despiste, un mal momento, y podemos regresar en una bolsa negra a casa... No puedo pensar en eso. Ni olvidarlo, ni pensar en ello, o me volveré loco.

Me pego a Janet. La miro y le sonrío. La abrazo y acompaño el movimiento de su cuerpo mientras baila. Y si aparece algún oficial gilipollas, qué le den.

"-Esa musiquita de blanquitos...- le susurro al oído a Janet -...no es lo que más me gusta. Pero reconozco que solamente por verte bailar y moverte así.... ya vale la pena...- añado mientras acerco sus caderas con más firmeza y acompaño su baile."

La camisa del uniforme, aunque con algunos botones desabrochados, empieza a sobrarme aquí dentro. El barracón, el ron y, sobretodo, el baile de Janet, están resultando...tórridos.

"-En cuanto esa blanquita acabe de lloriequear - le susurro refiriéndome a la música que está sonando - me quitaré esta camisa. Creo que con la camiseta y ese licor de ron ya tendré suficiente calor... - añado mientras la miro con complicidad."

- Dejame ver... - le responde a Martha mientras intenta hacer la cuenta, aunque se ve que se fuerza a pensar de mas, a pesar de que no es una cuenta difícil. Lo cierto es que James nunca fue muy bueno para las matemáticas, y menos aun para recordar datos como la zona horaria – bah, llamaré de todas formas, mejor hacerlo ahora que borracho – piensa cuando Martha le vuelve a dirigir la palabra, esta vez preguntando sobre su madre.

- Si... - responde de manera seria y fría, con la mirada baja. Por un momento parece que va a decir algo mas, pero ese silencio se prolonga hasta hacerse definitivo, hasta llegar finalmente a la puerta de los barracones, como si no supiera como seguir la frase, cosa que realmente es lo que sucede. Es la primera vez que James, ya sea solo o frente a alguien, deja de ser optimista y admite que su madre esta realmente mal.

Sin embargo al ver lo que sucede dentro tiene que dejar de pensar un poco en todo aquello – ah, vamos, no puede ser... - susurra para si mismo, un tanto decepcionado, al ver a aquellas dos parejas actuar de manera bastante acaramelada. James no es un tipo romántico, y la parte que lo es tiene un concepto bastante diferente del que suele ser realmente, por lo que esa imagen la parece mas patética que otra cosa, cuestión que no disimula con su rostro, al mirar a ambas parejas con una ceja levantada y una ligera mueca. Pero no culpa a nadie, después de todo, cualquiera haría eso en esa situación. No es quien para juzgar a nadie, seguramente ya le tocaría el turno a él por hacer esa escena. Pero de todas formas, el tenia ganas de asistir a una fiesta, no a una orgía, por lo que da un paso atrás al ver aquello, aunque aun en la puerta del barracon.

- Te digo algo – le dice a Martha, aunque sin quitar la vista del “espectáculo” - ¿Por que no ves si puedes robar algo para tomar? - después de todo, sigue siendo uno de sus objetivos, el ponerse “hasta la cabeza” - y nos encontramos aquí fuera en un rato – le propone – si sigo viendo esto voy a vomitar hasta morir – añade con una ligera sonrisa, para luego mirar a Martha – yo tengo que hacer una llamada, ¿que dices?

Jonas se dejó abrazar por ella, sonrió, algo más animado:

- Pero si lo hiciese ahora, ¿Qué dejariamos para luego? - Dijo besandola.- En el fondo, son unas buenas navidades... ¿No crees?

Maggie era lo que él buscaba, pero no queria engañarse, quizás ella solo quisiese un kit kat en medio del infierno en el que estaban, nada más... Además, no sabian como iban a estar en dos dias. La situacion era caotica pero dentro del caos, habia un pequeño reducto de orden, algo a lo que aferrarse...

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Mmmm, ya se me ocurrirá algo, respondió Maggie besándole con avidez. Sus manos se enredaron en el pelo de Jonas en una suave caricia, que prosiguió después bajando por su espalda, teniendo buen cuidado de evitar la zona magullada por el disparo, hasta llegar a su trasero, que palpó con interés. Vaya, dijo interrumpiendo unos instantes el tórrido beso, ¡mira qué tenemos por aquí!

Jonas se echó a reir, y susurró a su oido:

- Eso es un trasero modelo marine-man, pero lo otro es pura potencia americana 100% - Dijo mirandola con un guiño al decir esto. Luego cogió el culo de Maggie con suavidad.- Tu tampoco te quedas corta nena... Te tienes que dar unas panzadas a correr que no son normales. Luego te dejo una pista de atletismo... - Dijo jugueton antes de besarla.

Maggie echa una ojeada en derredor, y ve que Martha y James se han escabullido, mientras que Janet y Tyrone están también en proceso de precalentamiento.

Están en un barracón desocupado, pero en el que debe haber camaretas más cerradas, sobre todo para los imaginarias o como mínimo un catre para el sargento de semana.

Tienes razón, no hay que dar espectáculos gratuitos, dice a la vez que le coge de la mano y van los dos en busca de un lugar más íntimo.

La pasión les llevó hasta aquella pequeña habitación. Por el aspecto, parecía el cuarto de oficiales. Tenía una sola litera y restos de decoración abandonados allí, entre ellos un banderín de la universidad de Yale. Las camas eran igual que todas las demás, con los mismos colchones, las mismas sábanas y las mismas mantas. Había una sobremanta vieja en el armario pefabricado. La lámpara había sido sustituída por una bombilla que colgaba del techo.

No sería el lugar más romántico, pero quizá si el más privado de todo aquel maldito barracón.

Martha acompañó a James, algo arrobada por aquellos espectáculos de sexualidad gratuita y desenfadada a los que tan poco acostumbrada estaba. El soldado caminó hasta el módulo de comunicaciones personales, en el área de intendencia. Constaba de unas cabinas telefónicas fijas y unos ordenadores dispuestos en pequeños módulos, todos ellos con webcam y micrófono.

Los marines estaban de cachondeo hasta allí. Estaban mirando páginas guarradas, viendo videos graciosos del youtube o colgando las mariconadas de su propia cosecha allí, para deleitar a Dios sabe que clase de público. El espacio de las cabinas estaba más tranquilo, pero hasta él llegaban las risotadas y los gritos raros.

Marcó el número de casa, pero nadie cogió el teléfono. Luego saltó un mensaje del contestador: "Esta es la casa de los Kacyznski. En estos momentos no estoy en ella. Llamen a mi número de móvil o al hospital general del condado. Gracias". Martha se mantenía en segundo plano, mirándole con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

La soldado respondió al ofrecimiento, bailando con él. Comenzó a hacerlo de frente, pero cuando el resto se marchó lo hizo de espaldas, pegando su bien formado trasero a su cadera, y llevando las manos a su pelo, para terminar soltándose la melena. Sus cabellos eran de color azabache, y aunque no estaban bien cardados (ni falta que le hacía), a él le parecían bonitos. Lo que hace el hambre.

Se dió la vuelta luego, empujándolo hasta la cama más cercana con una fuerza que le sorprendió. Ella gateó hasta ponerse encima, con una sonrisa atrevida dibujándose, y mostrando sus dientes de color marfil.

-Al fin eres mío -siseó.

Dicho esto, se agachó y le dió un beso. Un beso que comenzó con los labios, y terminó con su lengua metiéndosele en la boca. Él pudo notar su respiración alterada, y el tacto suave de sus pechos aplastándose levemente contra él mientras le besaba. Sus manos bajaron hacia abajo, acariciando su torso de ébano, duro y marcado por una vida de ejercicio físico. Y bajaron más allá, buscando tocarle la parte más sensible de su anatomía. Y cuando eso sucedió, vió que ella separaba sus labios para dedicarle una sonrisa juguetona.

-Papi grande.

Y lo peor fue cuando su boca comenzó a lamer, frotar y masajear al susodicho papi. Aquello ya si que fue lo más.

Jonas entra con ella al cuarto besandola y con ella en brazos, una vez dentro del cuarto se tumba en la cama con ella.

- Aqui podremos estar más tranquilos... Aparte, ¿Por donde ibamos?... - Dijo con mirada picara, observandola sobre él.- Casi lo olvido... Feliz Navidad.

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Feliz Navidad, mi amor, respondió ella con un beso rápido, a la vez que se quitaba la guerrera, la camiseta y los pantalones, quedándose en top y braguitas.

Íbamos por donde tú me decías que te gustaba mi culito, dijo pícaramente. Vamos a ver si eran sólo palabras...

Jonas se quedó durante un segundo totalmente en blanco.

- Joder con Maggie... - Susurró sin darse cuenta, atento al escote de la primero.- Y si, me encanta ese culito apretado... Solo tiene un problemilla, y es que aun no he estado en él. Ahora puedes comprobar mi potencia americana querida. - Dijo riendo mientras se quitaba la guerrera, la camiseta y los pantalones como podia de rapido.

James se gira levemente, mirando a Marhta por sobre su hombro, aun con el tubo del teléfono en su oreja. Dibuja una leve sonrisa a la muchacha, la cual permanece fuera de la cabina, antes de girarse y volver a mirar hacia el teléfono. Tal vez haya salido de compras o algo por el estilo, ahora que tiene una enfermera a su cuidado puede darse ese gusto, e incluso es algo que le hace bien, por lo que james no se preocupa por la ausencia. Tan solo corta y vuelve a descolgar, marcando esta vez el numero del móvil de su madre, demasiados botones para él, entre características y demás cosas, por lo que se toma su tiempo para hacerlo, mientras que con la mano que le queda libre golpetea de manera nerviosa uno de los costados de la cabina con las yemas de los dedos.

Maggie pasó un brazo por detrás del hombro de Jonas, para que se pudieran abrazar sin problemas, y enredó sus manos en el cabello de éste para después atraerlo a sus labios y depositar en ellos un beso cálido y profundo, al principio tierno, pero después muy apasionado.

Sus cuerpos unidos irradiaban calor, y Jonas pudo notar los pezones erectos de Maggie a través de la camiseta, como sendas antenas de radio.

La besó dejandose llevar y le quitó el top con suavidad:

- Que raro es dejarte sin palabras... - Dijo riendo, admirandola uno segundos.- Te toca mover. - Dijo echando el top al suelo.

Lo que Jonas no pudo evitar pensar, era lo que pasaria si entraban aqui y los veian en los preliminares... Pero sabia que se reiria a mas no poder. Bajó las manos a las caderas de Maggie, jugueteando con el elastico de las braguitas, la situación lo pillaba algo descolocado, pero se concentraba pronto. Al menos la bayoneta estaba lista, pensó con sorna.

Maggie siguió besándole cada vez con más lengua, y soltó una de sus manos del pelo de Jonas para empezar a bajar. Primero le acarició el cuello, después jugueteó unos instante con la tetilla de él en aquel lado, y despues, con las uñas ejerciendo una presión sutil pero indisimulada, pecho abajo hasta el ombligo, donde su mano se cerró sobre su miembro; sin fuerza, con dulzura, como calibrando las dimensiones.

Mmmmmmm, es todo lo que Maggie decía.

Jonas se puso a juguetear con el cuello de ella, mientras con una de las manos jugaba con sus pechos y con la otra con el elastico de las braguitas:

- Creo que tienes ahi material para entretenerte lo suficiente... - la atrajo más hacia sí.- Y tiempo sobrado para conocernos mejor... Es interesante ver lo que se escondia en tus pantalones. - Dijo pasando la mano por las caderas de Maggie.- Ya veremos como te mueves luego...