Partida Rol por web

El coronel observó con frialdad la prisión, los gritos no le asustaban, sin embargo no sabía que se iba a encontrar allí, y eso no le gustaba.

James empieza a correr de repente, es justo lo contrario que debía hacerse y el coronel se irrita.

-¿A dónde vas así? Te vas a matar antes de llegar-

El coronel se mueve, pero con cuidado, atento a todo lo que les rodea.

Urge en la herida y no podía dar crédito. Había una llave. Me habían metido una jodida llave en el cuerpo y luego me habían cosido con ella dentro.

La ultima vez que desperté en un ``hospital´´al menos no tenia llave dentro. Luego el barco. Mi mente parecía una sucesión de recuerdos traumaticos. Uno detrás de otro.

Lo mas rápidamente que pude me libere. Tenia que llegar hasta mi hermana lo antes posible. Juntas eramos mas fuertes.

Como pude me levante y rasgue mis harapos para utilizarlos como compresa para no perder demasiada sangre.

Yules. ¿Donde estas? Sigue mi voz. Tenia que encontrarla.

Rápidamente encuentro lo que estaba buscando e intento liberarme en cuestión de minutos. Al sentir el frío del suelo, se me encoge el corazón recordando esto una vez más, a sabiendas que poco era lo que me quedaba,  solo mi hermana. 

- Julie... Si... Te sigo. -expreso buscando algo punzante a través del tacto,  así tenía al menos para defenderme. El dolor me estaba matando,  sin embargo allí estaba, siguiendo a mi hermana mediante su voz.  

Mi objetivo era escapar como sea y no saldría de aquí sin mi hermana. 

La extracción de la llave deja más de una sorpresa para los presentes. El tacto al sacar el objeto del interior de los cuerpos es similar a hurgar en la nieve; húmedo, frío, carente de calor y aun mayor, de vida. Tal vez un cadáver congelado ofrecería un espectáculo mas interesante, pero este no era el caso. No del todo similar pero no muy lejano.

En definitiva era una premonición para nada agradable, algo que las mentes de los pecadores intentaba anular. Una semilla de la horrible verdad, aunque nada comprobado pero suficiente para perturbar ahora y enloquecer más adelante.

Las voces de los presentes por momentos se ahogaban en los sonidos próximos que ganaban cercanía en cada minuto. Las gemelas pronto se ubicaron en la oscuridad, y cada una avanzó hacia la otra a tientas, esperando tocar a la otra en cada paso.

Solo que no sucedió. Una de ellas - Julie en este caso- se topó con un Harry todavía en el suelo, el cual estaba liberando su pie del frio grillete o lo que fuera que lo apresara. Al menos ellos pudieron reconocerse por sus propias voces.

Jules en cambio tropezó con Evelyn, que se encontraba en el suelo pidiendo ayuda con promesas de mejoría. Entonces la mujer de cabellos oscuros al sentir el tacto palpante de Jules hizo un movimiento instintivo de protección y retrocedió hasta donde su atadura le percibió y lo que encontró detrás de sí fue mucho peor que el susto original.

Sus delicadas manos dieron de lleno en algo blando, a medias tibio y absolutamente viscoso. Una mezcla de tripas, sangre y tela. O al menos eso era lo que su mente trataba de adivinar.

Y con su pie empujó un objeto metálico que rodó hasta Jules.

Parecía que aquella locura no tenia fin. Allí estaban todos, delante de la prisión...solo que esta no tenia puertas.

-Pero...pero quien crea un edificio sin puertas?- su voz era casi un hilillo, aunque empezaba a acostumbrarse a que todo fuese al revés de lo que seria normal.

Poco más pudo añadir ya que aquella odiosa y fúnebre sirena empezó a sonar de nuevo. James, la persona a la que Harry le parecía más sensata de todas empezó a correr. El detective saco el colt de Harry y empezó a seguirlo, pero con precaución, vigilando a los lados...sabia lo que aquel ruido significaba...

Johan tuvo un primer impulso de salir corriendo pero el dolor punzante hizo que pusiera otra vez los pies en la tierra y se intentó mantener sereno. Si alguien lo había protegido hasta ahora, era el coronel, y este llevaba un ritmo pausado para la suerte del joven muchacho.

-Esta locura no termina nunca... 

Las arcadas la recorrieron, sacudieron todo su cuerpo en cuanto su mano resbaló tras apoyarse en el suelo. Habia intentado huir de Jules, que iba susurrandole a su hermana por el camino y habia terminado tocando su pierna. Se habia aterrado y habia tratado de retroceder, arrastrandose por el suelo, pero entonces se habia apoyado en algo... nauseabundo. Patinó y cayó de costado sobre aquello. Notaba la tibieza, el olor, la viscosidad y el tacto. Se apartó con un grito tan fuerte como podia sacar de sus pulmones, restregando la mano por el suelo para tratar de limpiarse. No habia percibido el sonido metalico que habia rodado hasta Jules al ella empujar algo con un pie. 
- Por favor... no quiero morir asi, no quiero... - Sus sollozos se hicieron mas fuertes. ¿Ella seria condenada a pudrirse en aquella cadena, en aquel lugar? ¿Iba a morir y ser olvidada? Sus manos, todavia sucias y resbaladizas se tantearon el grillete y siguieron la cadena hasta su soporte, probando la fortaleza de cada eslabon y de cada enganche. Daria lo que fuera por tener la oportunidad de liberarse. Pero se fijo en algo. La gemela habia avanzado, ¿ella no estaba encadenada?

- ¿Como te has soltado? - la pregunta sono debil, asustada. ¿Y si ella era la unica encadenada? Imposible. Habia oido el sonido de las cadenas y del grillete caer.  Y quejidos, ese sonido de carne humeda. Casi como si erespondiera a sus pensamientos, la herida le dio una dolorosa punzada. ¿De verdad tendria que hacerlo?

Caminaba muy lentamente, buscando a mi hermana con férrea desesperación. Incluso extendía mis manos, siguiendo su voz en la dirección que provenía pero algo sucedió, Evelyn es a quien encuentro en el suelo asustada por mi presencia. Ni que fuera una asesina... - pensé para mi mientras aguardaba silencio, intentando percibir algo más que sus quejidos. 

- No te haré nada, no es mi intención atacarte. Debes hurgar en tu herida si quieres liberarte, lamentablemente no te gustará lo que encuentres cuando lo toques, pero bueno, es peor seguir así. -  expreso mientras voy acercándome suavemente y al encontrar el cuerpo de aquella mujer, extiendo mi mano para ayudarla a incorporarse. No tenía intención alguna de atacarle, así que esperaba un voto de confianza de su parte. 

- Julie guarda... 006. -  pronuncio hacia donde se encuentre mi hermana usando un código que ambas habíamos aprendido como espías. Al menos alertarla del peligro, a sabiendas de que era muy buena defendiéndose. 

James encendió su mechero de gasolina para ganar algo de visión entre tanta oscuridad y sus compañeros se aproximaron a él. Ere preferible andar juntos antes que perderse para siempre en la eterna oscuridad de la hora maldita.

El joven empresario también consulto su reloj de bolsillo para descubrir que apenas eran las siete de la tarde. Algo no andaba bien ya que la funesta hora llegaba pasado la medianoche.

Quizás era la proximidad al 8 de diciembre. El día final…

Entonces James echó a correr hacia el edificio bajo la incipiente lluvia que acababa de comenzar.

Al reanudar la marcha tras la sirena los cinco descubrieron que el entorno había cambiado más allá de lo imaginable. El suelo había transmutado en un abismo sin fin que solo era detenido por un suelo metálico enrejado. Muy en el fondo pequeños flashes rojizos llegaban hasta la superficie completamente  metalizada. Todo era metal, oxido y roca por momentos y lo único que mantenía su forma era la prisión que mostraba sus partes ocultas por el ahora carente suelo solido.

Desde luego aquella visión no era recomendada para quienes sufren de vértigo.

El océano de algunos momentos atrás también había desaparecido. Ahora lo reemplazaba la oscuridad sin precedentes, tal vez era la ausencia de suelo metálico y una extensión de la misma nada…

La carrera hacia la prisión solo era obstruida por momentos por enormes lapidas de dos metros de alto, decoradas con cadáveres y piras funerarias. Lo que yacía en los alrededores era tétrico por demás pero un impulso primigenio urgía a todos los presentes. Escapar de la oscuridad a toda costa, como sea…

 Y quizás no estaban tan errados porque algo comenzó a perseguir a los cinco valerosos. Figuras de un metro de altura, algunas con fauces en lugar de rostro, otras son meros carbones al rojo vivo y muchas con apariencia humana pero todas absolutamente despellejadas. Las criaturas chillan en manada mientras corren a toda velocidad hacia los Pecadores.

Es una carera de vida o muerte hacia la prisión… hacia un edificio sin entradas, pero nada es lo que parece en el Otro Mundo… 

El coronel se queda petrificado un momento. ¿Otra vez? No es posible por dios...

El coronel desenfunda ambas armas, la pistola está casi descargada, así que saca el sable también. Sin embargo sabe que son demasiados, si no encuentran una entrada todo será absurdo.

El coronel recurre a su concentración en momentos así, ha sobrevivido a bombardeos, nidos de ametralladoras y kamikazes, mientras con mente fría dirigía a sus hombres, no iba a fallar ahora.

El coronel respira y se fija en el edificio de enfrente, buscando una abertura para poder pasar, así como un camino mas o menos despejado por el que avanzar.

Johan anda a duras apenas detrás del coronel. Aquellos monstruos estaban dispuestos a devorarlos, y el era ahora el físicamente mas deteriorado de todos. Tenía que haber una salida, debía de existir en alguna parte. Mientras caminaba al ritmo que podía, sus ojos se pusieron a buscar cualquier pista que los ayudara a escapar, lo que fuera. 

Cuando hurgue en mi cuerpo y lo note frio como la nieve. Inmediatamente me vino a la mente los recuerdos sobre el ``hospital ´´en el que despertamos. Los sicarios del Doctor tenían un tacto similar. ¿ que nos habían hecho? Daba igual. Fría o caliente yo tenia que salir de aquí con mi hermana.

Cuando iba caminando me tope con Harry el militar. Estaba intentando liberarse.

Escuche la voz de la morena diciendo que no quería morir así. ¿Y que hacia para evitarlo? Nada.

Si no tenias valor para luchar no merecías nada mejor.

Escuche como mi hermana dijo que tenia que hacer. La verdad es que tenia mejor corazón que yo. O al fin y al cabo mas gente mas protección. Escuche su advertencia.

Ya le había visto. Pero por ahora no habia intentado atacarme. Y por desgracia. Igual nos hacíamos falta. Nos habían encerrado a todos. A todos. Y para salir necesitaríamos a todos.

Aunque no le quitaría el ojo de encima. Por ahora necesitaba encontrar algo que me sirviera de arma.

Recibido. Respondí a mi hermana.

Notó en su cuerpo como las manos de la muchacha la sujetaban para alzarla, pero Evelyn apenas podia moverse, aterrada. No por la presencia de la joven, sino por el tacto del cuerpo nauseabundo. Al haberse desplazado, notó con las manos el utensilio metalico que habia empujado antes, cogiendolo entre las manos y palpandolo.
- H-hay un cuerpo muerto a mi derecha, esta a-abierto en canal... o peor... - Tiro un poco de la chica hacia el lado contrario, para que no se encontrara con aquel cuerpo podrido como por desgracia habia pasado con Evelyn. Seguia sin confiar en aquel duo, pero realmente estaban solos en esa pesadilla. No podia confiar en nadie, pero hacia mucho tiempo que tampoco confiaba en si misma. Aquello de la herida le hizo estremecerse. ¿Hurgarse? Evelyn nunca habia sido una persona que tolerara el dolor, y mucho menos tuviera la capacidad y la voluntad de provocarselo a si misma. El solo pensar la idea le daban las mismas ganas de vomitar que el tacto del cadaver, sin contar con que tendria sus restos aun en las manos. 
- No puedo... no puedo hurgar... - era realmente incapaz de eso. - He encontrado algo... - Le extendio a tientas el objeto metalico a ella, para que lo examinara tambien y le confirmara lo que era.

Desde la llegada de la hora XIII en el hospital y las posteriores explicaciones que había recibido al respecto, John había dado por sentando que estas cosas solo sucedían al llegar ese momento del día. Pero aquel lugar parecía tener sus propias reglas dentro de aquel escenario demente en que se había convertido el mundo. La sensación de peligro era tan grande, como si algo terrible y malévolo se acercase, que James no pudo hacer otra cosa que correr para intentar escapar, aún sin saber de qué. Bueno...al menos, de aquella sensación.

Sensación que en seguida cobró forma en la presencia figuras terribles salidas de una mente enferma que aparecieron, como salidas de la nada, para darles caza. James miró para atrás al escuchar sus chillidos, por ver qué era lo que les perseguía. No había sido una buena idea, primero porque lo que vió hizo que el corazón le diese un vuelco y segundo, porque a punto estuvo de caerse al suelo tras tropezar con una de las múltiples lápidas que rodeaban aquella penitenciaría.

Trastablilleó lamentándose de un pequeño golpe en la pierna y siguió corriendo.

No dejaba de resultar curioso que en aquel mundo de locura, una cárcel sin puertas se les antojase como su única esperanza de salvación. Pero sentía que debían escapar de la oscuridad y aquella sirena, que asociaba con la del hospital, le hacía creer que allí dentro vivía gente cuerda. Al menos lo suficiente como para advertir sobre aquellas criaturas con aquella señal sonora. El chillido de aquellas criaturas era cada vez más fuerte y más cercano.