Partida Rol por web

Tras recoger todo o al menos todo lo posible del supuesto musgo, os volvéis por donde habéis venido. Atrás quedan los cientos de brillantes seres y su canción fúnebre. Vuestras pisadas resuenan en el estrecho túnel de vuelta y al poco estáis de nuevo en la gruta del lago. El cadáver de la serpiente sigue en su sitio y cientos de bichitos de fuego lo rodean inquietos y entonando un letanía mezcla de nerviosismo y condenación.

Es hora de salir pero de nuevo hay que lanzarse al agua. Aunque esta vez, debido a la cuerda, será más fácil.

Suspiro mientras que mis pasos hacen eco en el pasillo. Aquel lugar me parece opresivo y siento que me falta la respiración. Apenas mis orificios nasales puede percibir olor alguno, afortunadamente, y estaban resecas; sorbo con ellas para tratar de destaponarlas. Avanzo con resolución hacia la cuerda y espera que alguno de sus compañeros tome la iniciativa para ir detrás.

A pesar de la intención de Artros de llevarse todo el musgo posible, yo renuncio a cargar más, ya que recuerdo claramente la advertencia de Stoyanka al respecto, y para esas cosas soy muy supersticioso.

Tan sólo añado un comentario aparentemente cuasual cuando veo al humano hinchándose a cargar musgo:

- Debemos volver rápido o llevar el musgo no servirá de nada. Nos quedan sólo 24 horas, y tenemos que ser ágiles. No creo que debamos cargarnos en exceso.

Como estoy deseando salir de allí, me ofrezco a salir nadando el primero, y me zambullo en cuanto me siento medianamente preparado.

Aquello no dejaba de darme mala espina, hubiera deseado que la anciana estuviera alli para asegurarnos que ese musgo era todo lo que necesitaba, pero de todas formas ya no habia tiempo que perder. Era momento de regresar cuanto antes, tocaria aun enfrentarnos quizas a las tribus Chansind de camino si aun seguian acechando, pero ya habria tiempo para ocuparnos de ello.
Tras Itan y Lilith me lance al agua cogido de la cuerda para buscar la salida.

Kazurh miró hacia Itán al afirmar que no debían cargarse, priero lo miró con incredulidad, por Dios, el musgo no pesa tanto, pero luego fue consciente de que el pobre estaba incluso peor que el, que ya era decir. La serpiente les había dado una buena.

-Vamos Itán, no vamos tan cargados, es musgo, y podemos hacer turnos. Pero ya llega de hablar, apurémonos, solo nos quedan 24 horas, como bien has dicho.

Dicho lo cual, se tiró al agua, que sin duda, lo refrescaría, espabilaría y le lavaría un poco las heridas, todo junto.

El cansancio hace que la paciencia se agote. El enano tiene razón y acabaríamos antes si todos os agachárais a recoger el maldito musgo para salir de aquí cuanto antes. Abro la mano y la arrastro rápidamente metiendo el musgo en el zurrón. No todo el musgo llegará bien, mejor tener de sobra.

Esta vez, y gracias a la cuerda, no hay problemas para cruzar el túnel bajo el agua, y al poco estáis de vuelta en el exterior en donde llueve torrencialmente. Salís del sucio estanque pero no os podéis secar dado lo torrencial de la lluvia. Algunos de los seres de fuego pululan a resguardo de los árboles pero la mayoría ha desaparecido. La mula está en donde la dejásteis.

El cielo está oscuro por las nubes y truena de vez en cuando...

Salgo por fin del agua sucia del estanque, pero no de la humedad, con desagrado puedo comprobar que el agua iba a ser fiel compañero de viaje. La mula está en sus sitio, cosa que al menos me deja tranquila.
- Parece que tendremos que seguir, descansar bajo esta torrencial agua es imprudente y una locura.
Era como si el Hacedor los maldijera. Tenía la sensación que nadaban contracorriente y que cada paso era un esfuerzo más grande que el anterior.

No son un enano, no se cuantas veces voy a tener que decirlo- comentó Kazurh, malhumorado pero ya resignado ante la vista de que no iba a conseguir que les entrase en la cabeza.

Tan pronto como salió del agua y vio que llovía, maldijo, no le gustaba estar mojado, y además, la lluvia no les facilitaría el camino de vuelta.

-Estoy de acuerdo cono Lilith, pero deberíamos descansar tan pronto encontremos un sitio para resguardarnos y que sea mínimamente seguro. Venga, en marcha, que parados aquí no hacemos nada.

La lluvia del exterior me provoca mala espina, estabamos empapados hasta los huesos y la cosa no mejoraria. Con suerte si consiguieramos no resbalarnos en el lodazal en que estaria convertida la cienaga que atravesamos hasta aqui.

- Sera mejor que nos anudemos la cuerda entre todos, es muy probable que la lluvia dificulte el camino por la cienaga. 
Sin mas procedo a atar una cuerda a la mula, para luego ir anudandola junto con otras a la cintura de cada uno de nosotros, finalmente cuando el trabajo este hecho digo.

- Lastima que no podamos hacer un fuego, me he quedado con deseos de probar a que sabia aquel enorme cangrejo.

Al salir y ver que llueve me refriego para quitarme la suciedad de encima.

Vámonos ya de aquí.

Recojo la cuerda y la entrego a los demás para que se agarren a la cuerda para no perderse.

Como vamos a estar atados a la mula, propongo guiarla para evitar que nos conduzca por caminos equivocados, aunque mi experiencia en mi viaje hasta aquí ya me ha enseñado que esta mula parece tener instinto para evitar los caminos accidentados.

- Debemos descansar lo mínimo para secar nuestras ropas al fuego si es que queremos llegar a tiempo para la cura, y eso evitando a los chasind... Maldita sea. Estad atentos por si veis alguna cueva o refugio en que intentar hacer un fuego y pegar una cabezada, nos espera una jornada muy dura.

Sin más, tomo de las riendas a la mula y propongo ponernos en marcha inmediatamente bajo la lluvia, en la dirección inversa a la que tomamos siguiendo al cuervo de Stoyanka.

Bajo la persistente lluvia, os ponéis en camino. Recorréis a la inversa el camino desde las extrañas ruinas con un cierto abatimiento por lo incesante de la lluvia. El final del camino se ve aún lejos. Un relámpago seguido de un fuerte trueno ilumina el cielo pero es imposible que pueda llover más fuerte. Tras un buen rato, llegáis al lugar donde hicisteis el fuego para el caldero. Multitud de insectos y bichos están empezando a devorar al cangrejo. El embarrado camino termina y empieza el pantano.

Fastidiada por la situación tan incómoda, toso y maldigo. El camino a través del pantano se torna difícil y siento desfallecer. Todo ese monótono paisaje me confunde, no estoy segura de donde está el norte o el sur. Desde que entré en el pantano no ha entrado un rayo de luz en mi corazón, estoy gastada, tanto física como mentalmente.

En silencio avanzaba a la cabeza de la comitiva, dejando que la mula fuera la ultima junto a Itan para evitar que esta fuera a parar al fango y nos arrastrase a todos nuevamente. Avanzo cauteloso, con un humor muy negro a causa de la lluvia y la desconfianza en el terreno. Cada tanto lanzo una mirada de soslayo al resto de la compañia, y sigo sin más.

Sin poder quitarme de la cabeza la penetrante punzada de dolor con que varias de mis costillas me recuerdan que debería dejar de tontear con serpientes gigantes a cada paso que doy, intento encontrar entre la lluvia y los nubarrones el camino de vuelta, a la vez que intento evitar que tanto la mula como yo mismo nos metamos de lleno en una poza fangosa.

Si no me mata la rabia amarilla, lo hará esta puñetera lluvia...

KAzurh caminaba de forma pesada pero continua, maldiciendo la incesante lluvia para si y alegrándose por estar ya en camino de vuelta. A pesar de que no estaba todo hecho, ahora ya sabía que solo quedaba deshacer el camino y llegar vivos.

Pasó un buen rato antes de que llegaran a la zona donde había matado el cangrejo, miró como un montón de bichejos se comían al descomunal crustáceo.

-Disfrutadlo, miserables, buen trabajo nos costó matarlo.

El cruce del pantano es tedioso, cansado y agotador bajo una intensa lluvia que al menos, evita que seáis pasto de los mosquitos. En fila y atados por la cuerda os encamináis en lo que pensáis que es la buena dirección. Lilith parece confundida pero la seguridad de los demás y sobretodo de Artros, hace que siga a los demás por la apestosa ciénaga. De repente, Morrowir que no miraba donde pisaba sino hacia atrás, cae en un hueco y por unos segundos se hunde en el agua fangosa. Por suerte, logra asirse a la cuerda y recuperar pié antes de hundirse en el fango. 

El resto del camino trascurre sin más novedad y tras un par de agotadoras horas, alcanzáis tierra firme más o menos, creéis, en la zona en que visteis por última vez a los chasind. La luz empieza a menguar y parece que llueve menos ahora.