Partida Rol por web

A pocos metros del puerto se encontraba un negocio atípico de reparaciones de llantas. Las 4:00 eran una hora intempestiva mas había luz en el interior aunque ningún ruido fuera de lo común. La puerta exterior tenía una cadena echada, todo parecía tranquilo y convenientemente protegido.

Dos figuras se desplazaron por el interior visibles a través de los cristales de la entrada, era Rodrigo acompañado por una mujer, cruzaban de lado a lado mientras la joven le hablaba y durante ese camino el hombre se percató de que habían personas fuera. Rodrigo hizo un gesto de espera hacia ambas mientras abría la puerta lateral negra y salía al exterior aproximándose.

- Cuánto tiempo sin vernos - dijo en modo amistoso - imagino que queréis hablar con Diego

Chris asintió a lo que dijo Rodrigo, ignorando el chistecito. -Sí. ¿Está despierto?- Preguntó, mirando de reojo a través de los cristales a la mujer que había estado hablando con el tipo, intentando ver si se trataba de alguien familiar.

-Tanto tiempo - Respondió con una ligera sonrisa al chico, que parecía haber olvidado rápidamente el incidente anterior. Enseguida se quedo callada, dejando que fuera Chris quien hablara, y se dedicó a mirar alrededor con curiosidad, particularmente a la mujer con la que había venido hablando Rodrigo.

Rodrigo llegó hasta la puerta observando en todas direcciones buscando asegurarse de que la discreción del lugar se mantenía, cuando estuvo seguro abrió el candado dejando el paso. La otra joven se había quedado tras la puerta negra viendo la escena.

- Ella es Fernanda, está atendiendo sus heridas, es muy buena.

La mujer llevaba el cabello recogido, un suéter claro y un colgante plateado con la forma de un violín. Se mostraba paciente, sus ojos parecieron repasar el cabello azul de Chris como detalle atípico.

- Diego está muy dolorido, según Fernanda su estado no es grave, varias contusiones y una costilla rota pero nada más. Todavía ha tenido suerte el muy broncas.

Explicó dando paso hasta el patio, al llegar hasta la puerta la mujer se presentó como Fernanda tratando de dar unos besos. Diego no estaba a la vista aunque se escuchó un gemido que delataba su presencia.

La mujer de claros rasgos latinos observaba a las dos recién llegadas.

- Fernanda Rico, encantada. Como dice Rodrigo ha recibido golpes pero no usaron contra él armas blancas. Se vio rodeado de personas de ahí que no pudiera defenderse.

Se apartó un poco permitiendo el paso, no queriendo estorbar en aquella visita. Fernanda tampoco parecía que fuera a marcharse de allí.

- Os preparo un café, ¿vale?

Cris se adentró al lugar, mirando todo como si esperara ver algo distinto que pudiera explicarle lo que había pasado allí.

-¿Está consciente? ¿Puedo hablar con él?- Preguntó, metiendo las manos en los bolsillo, casi mascando las palabras para que no sonaran tan poco amables. -Café, si. Gracias.- Terminó por aceptar, y trató de mostrar una sonrisa, a ver si así estarían más abiertos a dejarle ver al chico.

La mujer no tenía problemas con que charlaran, mostró una sonrisa amistosa.

- Sí, podéis hablar con él. Está consciente, no quiere analgésicos por si sucede algo peligroso, se le ha metido en la cabeza que pueden volver a por él.

Diego estaba en una de las salas al fondo, sus dos amigos debían de considerar que no había pérdida y un nuevo gemido ayudaba a localizar la dirección a tomar.

- Luego podríamos charlar nosotras.

Añadió con un tono casual que no insinuaba nada en concreto. Fernanda fue hacia la máquina del café pensando en ponerla en marcha, la joven no era de New York, hablaba bien el inglés lo que indicaba que llevaba tiempo en el país, pero el acento mexicano estaba muy marcado, aún así tenía un lenguaje muy correcto propio de alguien bien educado. Chris recordó que Diego había comentado hacía dos semanas sobre una persona que quería presentarle.

"Y probablemente este en lo cierto" Si ya se habían metido con él una vez, nadie impedía que volviesen a terminar el trabajo, si es que realmente habían querido matarlo. Sintió la vibración del teléfono en su bolsillo, y llevó la mano hacia este sin llegar nunca a tomarlo. No estaba tan segura de que sus anfitriones lo tomaran muy a bien. Respondió a la invitación velada, con una sonrisa ligera y un asentimiento. Aquella mujer daba la idea de saber muy bien donde estaba, y con quien. -Quieres entrar tú? - Ofreció a Chris sabiendo que quizás el lobo se abriera mejor con ella.

Así que esa era la persona que Diego le había querido presentar. Chris se preguntó cual podría ser la razón de ello, pero sería algo que tendría que enterarse después. -Seguro.- Le respondió a Fernanda cuando les propuso hablar luego. Escuchó la pregunta de Max y se le quedó mirando un momento. Suspiró.

-Sólo un momento.- Después de todo, aunque Max conociera sobre Chris, Diego podría tener sus propios secretos. -Te avisaré cualquier cosa.- Dicho esto, la figura de pelo azul se encaminó hacia la habitación de donde venían los gemidos.

-Tomate tu tiempo - La despidió con un gesto de la mano y se fue fuera del edificio a esperar. Quería ver el mensaje, afortunadamente sus compañeras parecían estar bien aunque en un cementerio. Espera aquello no fuera indicio de nada. Tuvo el deseo de prenderse un pucho por primera vez en muchos años. No era tan idiota como para hacerlo con lobos cerca, pero la noche lo ameritaba. Recién entonces notó el otro mensaje que aparentemente había llegado un rato antes. Balanceo un segundo que sería más estúpido ir a verlo sola o llevar un lobo. "Probablemente la primera" Era mejor hacerlo en un sitio público entonces. Había un pequeño callejón cerca, su única particularidad era que quedaba exactamente entre dos territorios y que tenía tres... cuatro salidas, si considerabas las alcantarillas una. Era una buena opción. Escribió un mensaje en respuesta a Grace, y a Tower, y guardo el teléfono antes de que alguien se pusiera incómodo.

Había un dormitorio en el interior del local, al fondo. Tan amplio como el de cualquier hogar acogía una cama y un gran armario ropero, en la pared una mesita plegable atornillada a la pared en la que descansaba un portátil ahora sin energía. Diego miró a Chris desde la cama, algunos vendajes atestiguaban la dureza de los golpes recibidos.

- Vaya mierda eh, hermana.

Se echó hacia atrás incorporándose mostrando en el magullado rostro una mueca dolorida acompañada de un quejido leve.

- Me alegro de que no te hayan enfilado también, ya sé lo del incendio, Rodrigo no debió haber pasado por ahí. Tratemos de mantenerlo al margen, es un tío legal pero no sabe dónde se mete en realidad. Me estoy recuperando bien, mañana lo largaré de buenas para buscarme unas compañías más apropiadas. Ya puedes imaginar a quiénes les voy a pedir ayuda.

Miró a la mujer lobo, no había hecho ninguna referencia a Fernanda.

-Estás hecho un asco.- Le dijo Chris con media sonrisa, aún cuando su mirada era seria. Se acercó hasta sentarse en el borde de la cama. Asintió a lo que decía sobre mantener a su primo separado del asunto, aunque se guardó lo de que el chico las había amenazado con una pistola. -¿Qué fue lo que pasó, tío?-

Habiéndole alejado Chris, Fernanda se dedicó a preparar un café que humeó pronto, en cuanto el líquido descendió hacia la blanca taza. La mujer la sujetó del asa, llevando la taza y el platillo a la mesa, dejando un sobrecito con azúcar y finalmente señalando con una sonrisa suave que era para ella. Entonces volvió a la máquina.

- Me pesan los párpados del sueño, querría dormir un poco.

Suspiró la mexicana preparando una segunda taza para Rodrigo, ella no se acercaría a la sala donde se iniciaba una conversación. Se escuchó a lo lejos el sonido de la sirena de un vehículo de emergencias desplazándose. Fernanda aprovechó para encender la radio mientras que Rodrigo se había sentado.

- Mi primo es así, no entiendo a qué juega y no me dice nada. Que vaya al piso de Marvin, ya fuí y encontré el mechero, ¿sirve de algo? ¿quemó él mismo su casa?

Preguntaba el hombre a Max genuinamente confuso por la situación, mientras que Fernanda prefería guardar silencio.

Bufó disgustado, le gustaría no mostrar esa estampa de lobo jodido, le habían ganado, sus habilidades especiales no lograron marcar una diferencia.

- Me atacaron por sorpresa, me apalearon salvajemente, me dieron fuerte en la cabeza contra un bordillo, no podía reaccionar. Luego uno me sujetó, un blancucho con una bufanda, me preguntó por los chivatazos, eso quería saber y como no le podía responder sacó a relucir el nombre de Marvin, "Marvin y tú estáis en esto", pero no le podía responder a esa mierda. Cuando estaba reventado me dejó y siguieron su camino.

Diego se tocó la cabeza, apretando los dedos.

- Sangraba, sabes, tenía un buen corte aquí que ahora no está. Fernanda hizo algo no sé cómo porque estaba inconsciente, ella está al corriente de cosas, pero no cuenta demasiado tampoco. Me ayuda, eso sí.

Luego probó a incoporarse un poco, no se sentía tan mal. A lo lejos se escuchó el sonido de sirena de un vehículo de emergencias.

- Voy a ponerme en marcha pronto, buscaré a Dunkan.

El tipo del edificio. Hijo de puta.

-¿Qué chivatazos, Diego? ¿Sabías de que coño te estaba hablando?- Chris le miró con seriedad. Confiaba en el joven lobo, pero no sería la primera vez que se metiera en un lío y no le contara hasta que necesitara ayuda para repararlo.

Al ver su intención de levantarse le puso la mano en el hombro. -Venga, quédate quieto, no te muevas.- Le dijo. -Estás aún en mal estado, imagina si hubieras sido humano.- Le miró fijamente. -Descansa hoy, yo hablaré con Dunkan para que te envíe a un par de chicos, ¿vale?-

Dudó un momento, antes de seguir. -Y esta chica, Fernanda... ¿Cómo la conoces?-

Diego se pellizcó la barbilla. - Menudo histérico, fue insistente con lo del banco de sangre mientras me marcaban los nudillos en la cara. - Recordar el suceso le ponía de los nervios.

- Voy a cazar a ese capullo pero no puedo solo, te necesito a ti y a la gente de Dunkan. - Terminó por decir la idea que había estado rondando por su mente. - Chris, nos tenemos que armar mejor, hemos pecado de confiados.

El hombre lobo estaba convencido de que esto que le había pasado solo le sucediera una vez, una cagada que no se iba a repetir.

- Fernanda se mueve por los barrios cercanos, cuenta que le apasiona trabajar para La Misión Bovery* y por lo que he visto es cierto.

-¿Pero a que mierda se refiere el tipo con lo del Banco de Sangre?- Era algo que Chris no entendía. ¿Ji-Soo lo sabía? ¿Qué tenía ese Banco que era tan importante? Luego soltó un resoplido de fastidio. -No estábamos preparados porque se supone que esto no es una guerra, joder. No entiendo cómo se ha desatado todo esto de pronto, y que ahora se estén disputando el territorio con tanto ahínco. ¿Qué cambió?- Parecían peguntas para si misme, pero si Diego sabía algo no le molestaría que le respondiera.

Volvió al tema de Fernanda. -¿Y esa chica tiene mucho en la Cocina del Infierno? ¿Cómo es que no la conocías sino hasta ahora?- Dudó un segundo, antes de dibujar media sonrisa. -¿Te la estás follando?-

Trató de encogerse de hombros quedando el intento en una mueca de dolor. Diego se desplazó para mantener el torso vertical.

- Tienes razón, este barrio solo recoge porquería. Supongo que nos han visto débiles y es lo que tiene que cambiar. Conseguiré mayor potencia de fuego y gente.

El dolor dibujaba un claro gesto de disgusto en su rostro, el lobo sentía la angustia, la humillación, apretó el puño derecho un segundo.

- La conocí por las habladurías, llegó a mis oídos sobre sus milagros. Sabes, a los desposeídos no los escucha nadie pero saben más que la gente corriente. No me la follo, tía, apenas la conozco, es simpática y sabe sobre la mierda que se mueve por las calles por las noches, hice bien en llamarla. Algo me dice que no te fías de ella.

Miró ahora a la mujer lobo detenidamente.

- Estamos juntos en esto eh, Chris. No vamos a dejar que unos cabrones dominen el barrio.

-En este momento no me fío de nadie, Diego.- Se encogió de hombros. -Igual hablaré con ella antes de irme, y si te ha ayudado pues... Supongo que no está del todo mal.- Medio sonrió. -Pero también resulta extraño que a las dos semanas de haberla conocido pasa esto, y justamente ella tiene las habilidades para ayudarte.- Dijo con leve mosqueo.

Chascó la lengua al ver a su compañero. -¡No te fuerces, joder! Descansa. Yo iré con Dunkan, ¿bien?- Insistió, antes de darle un cariñoso golpecito en la mejilla. -Estaré en contacto en todo momento, vamos a averigüar que está pasando, por qué los atacaron a ti y a Marvin, y a parar esta locura.- Dijo, mientras se ponía en pie.

-Llevas toda la noche despierta? - Preguntó aceptando el café agradecida. Suspiró complacida al sentir la bebida despejandole la mente un poco, dudaba poder dormir hasta mucho después del amanecer. -No creo que Diego vaya a ningún lado, puedes aprovechar - Dió otro trago mirando al hombre por encima de su taza cuando se sumo a hacerle compañía. -Lo dudo - Marvin no hubiera sido tan idiota, a menos que quisiera desaparecer. - ¿Por qué parecías un gatito asustado en el piso de un muerto? - La pregunta llevaba un ligero tono de burla después de que había pegado un salto ni bien vernos. -¿Y a quien pensabas disparar? - Si era a Marvin no hubiese sido muy efectivo. Dí una sonrisa a Fernanda levantando suavemente el café, me llamaba la atención que una humana estuviese allí tan tranquila, si no es que fuera alguien que sabía más de la cuenta como yo.