Partida Rol por web

Tu ves algo más: se dirige hacia el embajador imperial, Yeid Koul. La manera en que camina Elarik, rauda, no entiendes muy bien que pasa pero si que parece preocupado por su expresión. 

Mientras el extraño hombre se acercaba hacia los dos hermanos, ambos desviaron su vista al unísono hacia la sombra azul que había comenzado a moverse por la sala. Sin embargo, los ojos de Nihal permanecieron fijos en la multitud un segundo más que los de Syraan, el tiempo suficiente para trazar la línea que parecía haber tomado Elarik… y su destino.

Un mal presentimiento recorrió a Nihal. Si el gris había reaccionado así, era porque algo había sucedido. Algo con su hermana Kara… Y, de pronto, se encontró recordando lecciones de Kai. Lecciones en las que les contaba que la Fuerza podía usarse para afectar las mentes de los demás, pero que no se debía recurrir a ese tipo de trucos sucios. Y la posibilidad de que el gris pudiera haber sonsacado secretos a Kara se reveló ante el joven como una espantosa posibilidad.

Las palabras del recién llegado interrumpieron sus pensamientos, pero su agresividad llegó a impresionarlo. El noble al que había ignorado se acababa de referir a él como Senescal Kirrdan. Pero, ¿por qué acudía a ellos de esa forma?

Dejando que sus piernas flojearan de nuevo, Nihal se apoyó en su hermana el tiempo suficiente para susurrar rápidamente junto a su oído.

-Va con el enviado Imperial. Podría haberle hecho algo a Kara. Ve. Yo me quedo con este. –Susurró tan rápido como pudo, antes de terminar de incorporarse para enfrentar la hostilidad del recién llegado. No quiso usar la Fuerza... por demasiadas razones.

-No nos conocemos. –Contestó a las palabras del senescal, sosteniendo con sus enrojecidos ojos azules su intimidante mirada. Ya no estaba acobardado. Después de haber pasado dos ordalías emocionales casi consecutivas, se sentía demasiado agotado para enfadarse. La actitud del anciano sólo le provocaba un profundo cansancio. –Soy Nihal d’Asdria, y ella es Syraan Saaris. Pero supongo que ya lo sabía si ha venido a nosotros. Lo que no sé quién es usted, qué le lleva a tratarnos así, ni el motivo por el que cree que va a ser engañado. Disculpe mis formas si no son las correctas, o si debiera conocerlo. Somos recién llegados en Idarian.

Syraan se quedó muy sorprendida tanto por la presencia y como por la actitud de aquel Senescal... aunque tampoco estaba segura lo que hacía un Senescal. Por lo que había visto parecía una especie de ayudante o guardían de la Reina por como iba rechazando las peticiones para ver a la reina o lo que fuera. Pero casi a la vez que Nihal pudo ver a Elarik alejandose de Kara, aquello no era bueno. Ante lo que dijo su hermano asintió justo antes de que el Senescal llegara junto a ellos. Esperó a la presentación de su hermano a la que asintió con una leve sonrisa.

-Si me disculpan tengo que ir a hacer mis necesidades. -No sabía si era la forma correcta para escusarse pero la única que se la ocurrió. Y salió con paso firme hacia donde estaba Kara, tanto porque quería seguir localizando a Elarik como porque no la importaba alejarse de Kirrdan.

Fue a paso ligero hacia su nueva hermanastra, todo aquello le seguía pareciendo muy raro. De camino sacó su comunicador y trató de taparlo de con un pañuelo como si se estuviera limpiando los labios.

-Kara trata de no perder a Elarik por favor, voy hacia tu posición. -Tan pronto dijo esa frase guardó el comunicador junto con el pañuelo. Y siguió caminando lo más rápido que pudo tratando de no perder de vista ni a Kara ni a Elarik, o al menos ver el rumbo de este último para poder seguirle. La única ventaja que tenía es no había nadie más con la cara azul en aquel lugar.

Algo pareció suceder y Elarik no quiso continuar ni empezar una conversación con la noble.  Se puso en marcha entre el gentió cuando Kara recibió el mensaje por el comunicador.  Rapidametne se puso a seguir al hombre azul entre los distintos grupos para cortarle el paso antes de que llegara al grupo donde se encontraba el embajador imperial, probablamente quería advertirle de algo.

Kara cogió una copa de una de las bandejas y al encontrarse nuevamente con él simulo tropezar y le arrojó el contendido de la copa encima.

En unos instantes, se suceden múltiples escenas por la sala. 

No muy lejos de vosotros, Elarik se mueve de pronto, con una premura inesperada, y tanto Kara como Syraan le siguen. La velocidad a la que todos os movéis atrae las miradas del público. Por un lado, Syraan ignora a un indignado senescal, que se vuelve incrédulo al ver como la muchacha corre por la sala... Intentando alcanzar a Kara, que corriendo como puede, se mezcla y avanza entre los invitados para interponerse delante delante de Elarik.

El gesto de lanzarle la copa no es nada disimulado, y a la vista de todos, la muchacha le bloquea el paso y le lanza la bebida. Ese instante de duda en la expresión del hombre de rostro azul lo cambia todo.

Para mal.

Porque en ese momento, oís el disparo de un blaster y un grito en la sala.

- ¡MUERTE AL IMPERIO! - grita un noble muy joven de cabello rubio, mientras apunta con una pistola blaster al embajador imperial. 

El disparo alcanza en el pecho al embajador, derribándole con un grito en el suelo de la sala. El noble se prepara para rematar al embajador, cuando varios disparos resuenan en la sala, provenientes de los miembros de la guardia real. Uno de ellos alcanza al muchacho en la cabeza, la atraviesa de lado a lado y le mata en el acto.

Hay un instante de tumulto. Los nobles se apartan de la escena, mientras que la guardia real protege y rodea a la reina, apartándola del camino. Los invitados comienzan a murmurar entre si, mientras algunos guardias se acercan a comprobar el estado del asaltante y del herido. 

A vuestro alrededor, mucha gente os observa. A Syraan, que corría hacia la escena, pero en especial, a Kara. Muchos han podido ver como se ha interpuesto entre el hombre de rostro azul y el embajador imperial... En lo que claramente parecía un intento por parte de Elarik de prevenir el atentado.

Elarik aparta de un empujón a Kara con una expresión malencarada y corre hasta el embajador, que está inmóvil en el suelo, tratando de ver como se encuentra.

Al voltearle al cabo de unos segundos respira aliviado, y ayuda al embajador a levantarse, que parece algo turbado, pero ileso. Bajo el uniforme imperial se revela una fina armadura oculta bajo sus ropas, quemada totalmente, pero que ha servido para protegerle del primer impacto.

- Estoy bien, estoy bien - dice, respirando jadeando - Muchas gracias, joven - saluda a Elarik por su ayuda, y lanza una mirada muy desagradable a Kara.

Toda la sala mira alternativamente a unos y otros.

- ¡¡¡GUARDIAS!!! - ruge de pronto el senescal Kirrdan junto a Nihal-. ¡Trasladad de inmediato a la reina a sus aposentos! El resto deben retirarse inmediatamente, esta fiesta...

- ... Continuará - concluye la reina de pronto, abriéndose paso desde detrás de sus guardias. 

Se hace silencio en la sala. La reina camina hacia el cadáver del chico, señala  dos de sus guardias e indica que se lo lleven. Luego se aproxima al embajador. Cuando le pregunta como se encuentra, este afirma estar ileso, solo asustado. La reina asiente, y tras esta escena, se vuelve hacia los invitados.

- Este chico... Dalind Daranar. Le conocía. Sus padres murieron en la guerra... Era un joven impetuoso y agresivo, uno de los muchos fanáticos que creen que la violencia es el camino de Idorian. No lo es. No sé quien le motivó a llevar a cabo un acto tan violento, pero quede claro una cosa - enuncia, mirando de reojo a Kara -. Quien sea el responsable de lo ocurrido hoy lo pagará con su vida. Mientras yo sea reina de Idorian, ¡no nos dejaremos llevar por el terror! ¡No nos dejaremos gobernar por la violencia, las armas y la ira! Y ni mucho menos pararemos nuestras costumbres y nuestras metas por un asesino. 

La gente asiente, y obedece a su reina, con reticencias. Hay muchos rumores, y mucha gente os observa de pronto.

Por una u otra razón os habéis convertido en el centro de atención.

Los sucesos en la sala se sucedieron de pronto a un ritmo frenético sin que Nihal, que aguardaba la respuesta del senescal, llegara a reaccionar a tiempo para impedir alguno de ellos. Como si el tiempo se hubiera congelado, pudo ver cómo Kara interceptaba con poco acierto a Elarik, cómo de pronto un bláster golpeaba el pecho del enviado Imperial, y cómo otros tantos abatían en un instante al hombre que se había atrevido a tal acto.

Sólo entonces la presa que parecía haber estado sujetando a Nihal lo liberó. Kirrdan parecía haber perdido todo interés en él, de modo que se limitó a avanzar a la sombra del senescal, tratando de acercarse al epicentro de los sucesos para poder ver realmente qué había sucedido. Junto a él, el senascal ruge una orden que nunca llega a cumplirse.

La intervención de Anora cae como una losa sobre la sala. Autoritaria, valiente, firme, logra que toda una sala abarrotada enmudezca con su simple voz. Y cuando termina de hablar, nadie osa añadir nada más alto que un susurro con aquellos que tiene más cerca. Algo que dura unos instantes, hasta que…

-No… -En el silencio que sigue a las palabras de la reina, la voz de Nihal, que apenas si se ha elevado, interviene mientras el joven sale de la sombra de Kirrdan para dirigirse a Anora. Él mismo no está completamente seguro de qué es lo que lo ha impulsado a hablar, pero de algún modo ha sido incapaz de guardar silencio. Tal vez la valentía de la joven reina. Tal vez.

Pero la cansada tristeza que empaña la voz del joven la hace, de algún modo, extrañamente profunda.  – ¿Pagar con su vida? El terror debe ser evitado. Desterrada la violencia. Calmada la ira. Pero, por piedad, basta de muerte… Ya se han pagado suficientes vidas. Ya hemos perdido suficiente.

La mirada del joven salta por un momento. Pasa por Elarik, sintiendo por un momento el rescoldo de la rabia, pero la ignora. Ya conoce a dónde lleva esa rabia, y sabe que seguirla no le devolverá a su madre. Syraan estaba en lo cierto.

Se posa en Yeid Koul, con consternación y cierta lástima. Tal vez todo hubiera sido un montaje de ese hombre. Pero daba igual. Alguien había intentado matar, y alguien había muerto. Las causas no importaban. Una vez justificada una muerte, todas lo estarían. La espiral giraba. Si no se corregía, el ciclo comenzaría de nuevo. Y más muerte llegaría con él.

-Si alguien paga con su vida la de este hombre, otro tratará de vengarlo. –Su mirada regresa a la dorada silueta de la reina. A esas alturas, el fuego del enfado que antes lo había inflamado ya se había extinguido por completo. Y entre las cenizas que había dejado atrás Nihal sólo encontraba tristeza y pérdida. Por fin, comprendía a su hermana. –El círculo no puede romperse así.

Y como si fuera consciente de golpe de lo que acababa de hacer, Nihal pareció sobresaltarse, e inclinándose añadió un nervioso. –Majestad...

-Majestad…

Al bajar la cabeza después del saludo a la reina, Nihal trató también de ocultar la vergüenza que acababa de acudir a sus mejillas. No lograba explicarse su propio comportamiento. Era posible que todas las emociones acumuladas los últimos días lo hubieran descentrado demasiado. O que ver otra vez la muerte golpeando justo frente a él hubiera desatado una reacción visceral. Pero eso tampoco lo explicaba todo.

Porque, a pesar de que decenas de personas lo rodeaban, él había hablado como si sólo hubiera una presente. Y aunque trataba de ignorarlo, era consciente de ello. Sólo esperaba que su atrevimiento sirviera para aliviar un poco la presión sobre sus hermanas.

Aquel disparo cogió a Kara totalmente de improviso cuando entendió la premura de Elarik quien ahora miraba a la noble con una mirada fulminante mientras le empujaba.

Kara se apoyo sobre el suelo junto a una de las mesas para evitar caer al suelo, mientras vió como el embajador imperial se levantaba, el mensaje de Syraan le había confundido creyendo que era una amenaza... el tumulto rumoreaba con lo sucedido mientras Kara recuperaba la compostura dijo un mensaje por el comunicador tras aquello dejo caer su transmisor bajo la mesa sin que se notara y lo piso.

Al levantarse pudo ver a a la reina interviniendo mientras le miraba fijamente, a lo que Kara respondió con una mirada lo más sincera posible de que no tenía nada que ver con aquello.

Syraan miró atónita toda la escena. Pero maldijo para sus adentros, Nihal tenía razón Elarik y los imperiales trabajaban juntos. Miró a aquel chico muerto, por lo que había dicho la Reina podía entender por qué lo había hecho, una parte de ella quería  volarle la cabeza a Elarik. Lo único bueno es que estaban llamando la atención y con suerte concentrarían más esfuerzos en el baile y no en otros sitios.

Hacía mucho que no sabía de los otros, no les habían respondido ni una sola vez, posibelmente tuvieran que guardar silencio para que no les pillaran, pero no saber si habían conseguido algo comenzaba a ponerla nerviosa. En aquel momento no sabía como ser de ayuda a su hermano o a Kara. Así que de momento trató de seguir con la cohartada que tenía al separarse del Senescal, a un ritmo mucho más tranquilo fue a buscar el baño y quizás pudiera hablar de verdad con los otros y ayudar a coordinar esfuerzos.

Varios guardias comienzan a acercarse a Kara. Parece que van a detenerla tras una orden que no habéis visto. 

El gentío escucha a Nihal por un momento. El ceño de la Reina se frunce, con desagrado: no es el momento de que alguien cuestione su autoridad en público. Pero antes de que ella diga nada, el senescal interviene.

- No me importa lo que Naral quiera vendernos hoy, niñato, pero si osais cuestionar a la reina en público una vez más, os aseguro de que aquí acabará vuestra farsa - ruge. 

Toda la sala escucha. La tensión no se ha rebajado después de lo que acaba de ocurrir.

- Ahora. Postraos. Postraos y disculpaos inmediatamente - mira fijamente a Nihal a los ojos con una ira y una rabia que rezuman odio.- ¡¡POSTRAOS!!

- ¡Senescal! - grita desde su posición la archiduquesa, acercándose a la carrera hasta donde se encuentra su hijo-. ¡¿Cómo os atrevéis?!

Sin embargo, en ese momento observa a Kara, a la cual están empezando a rodear guardias. Se detiene.

- ¡Kara d'Asdria es mi hija, mi heredera! - grita de pronto a la sala-. Nihal es mi hijo. Si alguien les toca un solo pelo, lo juro, ¡la casa de Asdria no asistirá impune a esto! ¡Deteneos, mi señora! - ruega mirando hacia la reina.