Partida Rol por web

La reina os escucha un instante, pero cansada de vuestras disculpas, alza la mano. Hay cierta tensión en su gesto.

- Os he pedido la verdad. Ahora. Estáis mintiéndome, o al menos ocultándome lo que pasa. ¡En mi reino! No creo que seáis culpable de lo sucedido... ¿Que sentido tendría autoincriminarse así? Pero si que creo que estáis tramando algo, porque rodeáis la cuestión, no me dais explicaciones. ¿Ese hombre mató a tu madre? - pregunta hacia Nihal -. ¿Por qué? ¿Que está ocurriendo aquí?

Se pone en pie, y golpea con las manos en la mesa. Notáis su ira, bastante comprensible, pues en el fondo, ahora mismo, estáis robando en su palacio. Ella nota que no estáis diciéndole parte de la verdad.

- Es vuestra última oportunidad. Hablad. Ya.

Esperas unos segundos detrás de Naral, pero no tarda en quedarse sola, pues nadie parece querer charlar demasiado con ella. Cuando se vuelve hacia ti, puedes notar su nerviosismo. Sus dos hijos han sido llevados lejos de ella, de su control, y la situación se está escapando de sus manos.

- Oh... Syraan - te saluda, distraída. El ambiente enrarecido en la sala está cada vez siendo más complicado de digerir-. Estás bien. 

No te dice nada más, oteando hacia las escaleras a ver si sus hijos vuelven por fin. 

- Tan, tan estúpidos - susurra para si-. Como pueden haber cometido tal error...

Trató de tranquilizarla. -Arriesgado si, pero no un error del todo. Ahora están hablando con ella y mientras esté con ellos no está en otro lugar. -Había una doble intención en sus palabras, casi triple. Si estaban con la Reina la retenían, cumpliendo su parte del plan y así la reina tampoco estaba ni con los Imperiales ni con lo grises. Cada vez estaba más convencida que la idea de estos era tratar de sacar la reliquia "por las buenas"

-Y mi hermano es tan directo que visto como funciona todo aquí, o le parece tremendamente ofensivo o tremendamente fresco y puede ser un punto a su favor. Aun así se está comportando. -Sin señalar la indicó con la mirada a Elarik. -Ese hombre, si no directamente con sus mercenarios y asociados acabaron con la vida de mis padres. A Nihal le faltado poco tratar de acabar con su vida aquí mismo, yo también lo he deseado, pero no es lo que nuestra madre querría. O al menos no por venganza. -Con todo aquello le parecía curioso que quizás era el primer momento que tenía de tranquilidad con la madre de su hermano y no era un momento de tranquilidad. Otro día pensaría lo complicado, ridículo u horrible de todo aquello.

Kara se encontraba entre la espada y la pared, la reina había sido su amiga en el pasado, si bien era cierto que su posición les había distanciado de alguna manera al no poder mantener tanto contacto sentía una gran lealtad hacía ella. En el otro lado se encontraba su propia madre, como poder elegir, como traicionar a una de las dos...

Kara cerro los ojos por un instante, con un profundo suspiro pensando por unos instantes para un momento después abrirlos y mirar directamente a los ojos a la reina.

Mi Reina, os pido que confieis en mi como lo hicistéis antaño. Siempre os seré fiel y vuestra posición se sustenta en el equilibrio, equilibrio que se pudiera ver afectado si os hago complice. El imperio no es lo único que amenaza al reino, el encuentro que describe Nihal nos ha revelado nuevos enemigos. Puede ser que haga falta mancharse las manos, pero esas manos no deben ser las suyas poniendo en riesgo todo el reino. Sabemos que algo esta pasando que nada es casual aunque todavía desconocemos como intentarán dañar al reino.

Nihal observaba a las dos jóvenes, con sus ojos claros saltando de una a la otra en el extraño pulso que estaba teniendo lugar frente a él y del que, estaba muy seguro, se estaba perdiendo una buena parte. Las dos se conocían, tenían una relación que era o había sido estrecha, y él era sólo un extraño.

Por un momento, frunció el ceño, pensativo, ante la última respuesta de Kara. Salvo que él no entendiera algo, había respondido a la orden de la reina de hablar diciéndole directamente que le estaba ocultando algo y que no iba a decírselo. Desde luego, arriesgado, pero tal vez la confianza entre ambas fuese suficiente… si Syraan le pidiera algo así, es posible que él lo aceptara. Sin embargo…

Él no tenía confianza con la reina. A decir verdad, no la tenía apenas con ninguna de las dos. Kara era su hermana, pero aún podía contar las horas desde que se conocieron. Tal vez la misma sangre corriera por las venas de los dos jóvenes, tal vez su linaje fuera el mismo… pero en la práctica, eran dos desconocidos. Así que cuando fue impelido a hablar, no encontró motivos para no hacerlo. Aunque, por deferencia a Kara, se ciñó a su propia historia.

-¿Por qué mataron a mi madre? Es algo… –Comenzó a decir, pero se detuvo. Suponía que a Anora no le interesaría una historia larga, así que se decidió a abreviarla. Además, se sentía extraño bajo la mirada de los ojos de la joven de cabellos de oro. –Kai Saaris, mi madre adoptiva, era una jedi. Huyó al exilio junto con su maestra para escapar del exterminio del Imperio, pero estuvieron aquí antes de desaparecer. Fue entonces cuando Naral d’Asdria le pidió que se llevara también a su propio hijo con ella. Al parecer, el don de la Fuerza era demasiado evidente en él… y eso era una condena en ese tiempo. Para protegerlo fue también un soldado, Glen, que acabaría por ser su esposo.

-Así que huyeron. Su maestra terminó muriendo, y le confió el cuidado de un artefacto de gran poder que no debía caer en malas manos. Kai era joven, y terminó escondiéndose en un planeta selvático deshabitado. Allí crecí, junto con mi hermana pequeña, como Nihal Saaris. Hasta que otros… usuarios de la Fuerza… vinieron para robarnos. Mi madre se negó a entregarles lo que protegía. A ella la mataron, y a mí estuvieron a punto cuando intenté poner a salvo el artefacto. Mi padre murió mientras daba tiempo al resto para rescatarme. Y ellos consiguieron lo que querían.

-Si he de seros sincero… yo mismo no sabía nada de esto hasta hace dos días. –La voz de Nihal, que había logrado mantenerse firme, se quebró durante un momento, pero logró sobreponerse a esa flaqueza. –Hasta que esos asesinos llegaron a Iodarka, mataron a mis padres y robaron el artefacto. Y ahora sabemos que trabajan para el Imperio… Para ese hombre que ha tratado de reírse de nosotros antes de entrar… cuando es posible que supiera perfectamente lo de mis padres. ¿Aún os extraña que hayamos actuado raro para con ellos? –Añadió, con seguridad pero sin atisbo de arrogancia. Era una pregunta auténtica, repleta de humilde sinceridad, nacida de la indefensión que llevaba sintiendo desde que el remolino había desecho su vida una y otra vez.

La reina os contempla durante un buen rato, en silencio. Su expresión es serena, y no deja traslucir ninguna emoción, aunque podéis ver que golpetea con el dedo la mesa en un gesto cada vez más impaciente.

- Lo siento, Kara - dice cuando termináis vuestra exposición -. Pero lo que acabas de decir... No sé quien te crees que eres - suelta, su tono mucho más duro que el de antes.

Veis que hace un gesto hacia un pendiente, lo toca, y la puerta se abre. Media docena de guardias entran a toda velocidad, pero ella les hace un gesto, indicando que se detengan donde están.

- Nuestra amistad es valiosa para mi, pero mi reino lo es más. Y Nihal... Lamento lo que me acabas de contar de tu madre. Pero... ¿Mancharse las manos de sangre? ¿Quien os creéis que sois? El Imperio será vuestro enemigo, pero no es el enemigo de Idorian. Somos neutrales. Cualquier acto de necedad por vuestra parte nos llevará a una guerra que yo, la reina, me niego a pagar. Todo lo que escucho son justificaciones de un conflicto que no me incumbe pero está sucediendo en mi reino. Os doy una última oportunidad para explicaros, y si no me satisface, muy a mi pesar os lanzaré a un calabozo del que no saldréis. A vos y a vuestra madre. Si la casa de Asdria está dispuesta a amenazarme con una guerra civil como hizo hace unos minutos, se encontrará con que no seremos un enemigo fácil. 

Levanta la mano hacia los guardias, que parecen moverse hacia vosotros. Luego os mira con expresión adusta.

- Última oportunidad. 

Ese hombre, si no directamente con sus mercenarios y asociados acabaron con la vida de mis padres. A Nihal le faltado poco tratar de acabar con su vida aquí mismo, yo también lo he deseado, pero no es lo que nuestra madre querría. O al menos no por venganza.

Naral niega. Está muy nerviosa, pero visiblemente enfada... Hasta que te das cuenta que el enfado es con ella misma.

- No estabais preparados para un sitio así. Lo que ha hecho Nihal es una temeridad y les ha metido en el problema en el que están ahora mismo. Es culpa mía, yo... Yo no supe controlar mis emociones, mis ideas estaban confusas por vuestra llegada. Pero me temo que esto no va a salir bien. La reina... No es idiota, Syraan. Si no la involucre en nuestro asunto es porque tiene demasiadas opiniones en su oído, demasiadas voces intentando seducirla hacia su línea política. Y por todo lo que sé, Anora aboga por la neutralidad más absoluta. Temo por tus hermanos...

Te mira fijamente, y te atrae hacia ti, en un gesto discreto y cariñoso, pero notas que te pasa algo desde debajo de su túnica. Es un pequeño blaster.

- Creo que deberías prepararte para rescatarles - te dice, nerviosa -. Y yo voy a llamar un vehículo para irme. Reúnete con M1, el te guiará hasta ellos. Si la reina decide aprisionarles y no les sacamos ahora, todo nuestro plan se vendrá abajo. Si al menos conseguimos huir, podremos reagruparnos y... Todo está saliendo muy mal.

Miró a Naral y se sorprendió a si misma de que todo lo que dijo, en su cabeza resonó tus hermanos, hasta ese momento no había oído a nadie hablando de Kara como parte su familia.

-Por lo que he visto en este lugar, hacer lo que no se esperan tiene su función. Quizás la brutalidad y sencillez de Nihal funcionen. Así que por mi parte trataré que otras medidas no sean necesarias. -Dijo mientras cogía el blaster y trataba de ocultarlo en su vestido aprovechando la cercanía. Le gustaba tener el arma en la mano era un pequeño remanso de calma en aquel lugar y a la vez sabía que llevarlo en parte era más peligroso que no llevarlo.

-Aunque para serla sincera, creo que el imperio y los grises están haciendo su movimiento para que deje de ser neutral. Quizás le aseguren su neutralidad a un pequeño coste, si puede hacer un último movimiento yo lo intentaría, quizás pueda ayudarle Zekk Ivorian, no parecía gustarle nada el Imperio.  -Y con ello se refería a la reliquia, la actual reina no tenía por qué comprender del todo por qué custodiaba aquella pieza. También sus teorías de conspiración provenían de las pocas novelas que tenían almacenadas en algún que otro padd.

-Trataré de devolverle a sus hijos. -Dijo en voz baja y con una leve sonrisa a pesar de no tener ni idea de cómo iba a hacerlo vestida de aquella manera, destacando más que nadie gracias a su piel y con un pequeño blaster como única arma, ya que usar la Fuerza debería ser su último recurso.

Se marchó hacia dónde debía estar M1, pero aun así trató de comunicar con él. Cogió el comunicador y volvió a ocultarlo con el trapo. -M1, necesito tu ayuda, nos vemos donde la última vez. -Era un lugar discreto, aunque algo le decía que la discreción se iba al abismo.

Las cosas no iban bien. De hecho, iban francamente mal. Tratando de pensar fríamente a pesar de la entrada de los guardias armados y las amenazas que se cernían sobre ellos, Nihal evaluaba la situación para buscar una salida.

Aunque, en realidad, más que a la situación estaba evaluando a la propia reina. Tratando de saber si lo que había visto hasta ahora era la verdadera Anora o la máscara amable de alguien que había tratando de sacarles la información por las buenas. Podría comprender que pudiera reaccionar mal al comentario de Kara, lo cierto es que había resultado realmente extraño. Pero es que la misma persona que Dios frases antes no paraba de hablar de paz ahora los amenazaba con la prisión y una guerra civil como si eso no le importara en absoluto. Y el joven no lograba saber si lo que acababa de ver había sido simplemente una reacción emocional, o la verdadera cara de Anora.

Finalmente, se decidió a hablar. Hasta ahora había dejado a Kara llevar la voz cantante, pero no había funcionado demasiado bien. Y tampoco era real la interpretación de que iban a mancharse las manos de sangre. Así que quiso apostar por la esperanza de que la verdadera cara de la reina fuese la brillante.

-Majestad... Anora... Creo que no hemos entendido a Kara. Ella no hablaba de mancharse las manos de sangre. Os juro que no tenemos intención alguna de iniciar un altercado con el Imperio en vuestro reino. Ni de provocar ninguna guerra.

Nihal tomó aire y se concentró. Por un momento, recordó cuando su madre les habló de que que la Fuerza podía ser usada para afectar a las mentes de los demás, pero desechó ese pensamiento de inmediato. Lo único que quería era poder hacer que la reina comprendiera lo que decía.

-Antes habéis dejado claro que vuestra prioridad es la paz de este lugar. Yo tampoco deseo conflicto alguno. Así que os pido, por piedad, que no seáis vos quién lo iniciéis. Las palabras de Naral sólo querían protegernos, nada más. No pretendían desafiarlos. Mi... Nuestra madre os aprecia y lo sabéis. No hay ningún motivo para enfrentarnos.

Suspiró. De verdad esperaba que lo que decía fuera suficiente. Porque si no lo era... Si la reina insistía en el conflicto... No sabía qué podría hacer. De pronto, y no por vez primera, añoró la soledad de Iodarka.

-Ya os hemos explicado lo que ha pasado en el salón. Hemos encontrado a los asesinos de mis padres. Y hemos actuado como idiotas impulsivos de la peor forma posible. Os hemos molestado y puesto en una situación desagradable. Lo entendemos. Pero no tenemos asuntos con Yeid Koul o con el hombre de piel azul más allá de eso. No estamos aquí para enfrental Imperio salvo con palabras. Y si eso incluso os molestara, también nos guardaremos de hacerlo. Y los asunto que traen al Imperio aquí... No tengo forma de saberlos a ciencia cierta.

Ni yo ni la casa de Asdria os amenazaría jamás y me apena que tan si quiera esa idea pueda pasaros por la cabeza.
No tenemos nada contra el imperio, nada que lo involucre directamente al menos tan solo la conexión de ese hombre azul, el peligro que nos acecha proviene de una orden que ni siquiera se como se llama. Daskat es su lider si es que ese nombre os dice algo.

La muchacha miró directamente a los ojos de la reina

Poco más tengo que ofreceros tengo, salvo mi juramento y mi palabra de lealtad. Algo dentro de mi, me dice que estamos en peligro aunque no pueda ver más allá.

La reina se da la vuelta tras escucharos largo y tendido, pensativa. Parece que se relaja al oír a Nihal, pero acto seguido frunce el ceño mientras oye a Kara. Especialmente cuando ella dice: 

No tenemos nada contra el imperio, nada que lo involucre directamente al menos tan solo la conexión de ese hombre azul, el peligro que nos acecha proviene de una orden que ni siquiera se como se llama. 

Podéis ver que no se cree ni una palabra de lo que acaba de soltarse. No se molesta en ocultarlo, ni el bufido que suelta, ni por la expresión de pura decepción. Una sombra cruza su mirada de rabia mientras mira a su vieja amiga, pero hay dudas a la hora de tomar una decisión. Levanta la mano cuando en ese instante un guardia entra en la sala a paso rápido.

- Mi señora... Es urgente - le dice.

La reina se vuelve hacia vosotros, y acaba por suspirar, indecisa.

- Quedaos aquí por ahora. Resolveré la situación y decidiré que hacer... Vosotros dos - señala a dos de los guardias -, proteged la entrada, el resto, seguidme. 

La reina se dirige hacia la salida de la pequeña sala acompañada por su séquito. Cuando va a irse, se detiene en el marco de la puerta. Duda un instante y finalmente habla.

- Este es mi reino. Mi responsabilidad. El deber que me dejó mi tía, y haré lo que sea por mantenerlo a salvo - explica antes de salir de la habitación.

Cierran la puerta detrás de vosotros, y os quedáis a solas. La sala tiene bebidas, asientos un par de largos ventanales pero la única puerta al exterior es la que acaba de cerrarse y la que, por lo que ha dicho, está vigilada.

Os quedáis allí encerrados, dudando si vuestro destino caerá para un lado u otro. Quizás pronto no os quede otra opción que huir del palacio.

Llegas con cuidado y discrección al punto junto a los baños donde hablaste hace nada con el diminuto robot... Que te está esperando bamboleándose allí con inquietud. Oyes sus pitidos en persona y como el comunicador los traduce un poco después.

- ¡ME HE CONECTADO A LAS CÁMARAS Y LOS TIENEN ENCERRADOS EN UNA HABITACIÓN! ¡AYUDA A KARA, POR FAVOR, ES MI MEJOR AMIGA! HAY DOS GUARDIAS VIGILANDOLES PERO LA REINA SE HA IDO CON EL RESTO, Y OH... LEV HA MATADO A UN GUARDIA, KP HA MUERTO... ES UN DESASTRE. TODO ESTÁ SALIENDO MAL.

El droide avanza hacia una esquina del pasillo, mientras sigue hablando.

- ¡PUEDO GUIARTE HASTA ALLÍ PERO TENDRÍAS QUE HACER ALGO CON LOS GUARDIAS!

Que el mercenario matara al alguien no le extrañaba pero la apenaba, no era lo que querían. Quizás llamar plan a lo que estaban haciendo era demasiado generoso.

-¿Podrías abrirles las puertas? Así quizás pueda distraerles y que Nihal y Kara salgan, una vez fuera solo tienen que ser discretos hasta que lleguemos al speeder. -Lo tenía claro ella no quería hacer daño a nadie y menos a los guardias, solo creían hacer lo correcto y proteger a su reina.

Mientras hablaba siguió al droide. Se quitó los zapatos para no hacer ruido, aquellos brillantes suelos eran bastantes cómodos en comparación con los bosques de Iodarka. En cualquier caso trató de no ir acuclillada simplemente que no la vieran, no llamar la atención, si la preguntaban por qué tenía los zapatos en la mano solo debía decir que la estaban destrozando los pies y tampoco era una mentira del todo.

Kara se preparó para recibir la furia de la reina pero algo pareció retener el momento debido a la urgencia de la situación. Aquello que en principio podía parecer una buena noticia podía ser lo contrario, pues podría significar que habían descubierto al resto del equipo.

Tenemos que averiguar que esta pasando dijo a Nihal llevandose la mano al oido como señalandole que hablara por el comunicador.

Nihal aguardó, tenso, a la respuesta que nunca llegó por parte de la reina. Por un momento, creyó haberla convencido, pero la intervención de Kara evocó de nuevo su cólera. Parecía bastante evidente que apelar a su vieja amistad no iba a solucionar en absoluto la situación. Pero el veredicto quedó aplazado. Los guardias reclamaron a la reina por algún asunto que debía requerir su atención inmediata. Y dejando sólo dos guardias en la puerta, Anora d’Erea los dejó a solas.

-Tenemos que solucionar esta situación tan absurda. –Replicó, convencido, cuando su hermana finalmente rompió el silencio. Quería hablar con ella, decirle muchas cosas, pero no se sentía seguro. Tal vez los estuvieran escuchando en ese mismo momento. No podía hablar libremente… y no se atrevía a recurrir a la Fuerza. No en ese lugar.

Pero en algo tenía razón Kara. Más que ellos saber las noticias de fuera… los demás tenían derecho a saber lo que estaba pasando. Así que disimuladamente sacó el emisor de entre sus ropas, y se sentó en la mesa. Cabizbajo, manteniéndolo activado en todo momento entre sus manos, continuó con su respuesta. Esperaba que fuese lo bastante clara para todos los demás.

–Esa tendría que ser nuestra prioridad. En realidad no hemos hecho nada en el salón, y ahora parece que queríamos matar al embajador Imperial. Hay que aclararlo, Kara. La Casa d’Asdria no ha tenido nada que ver con ese atentado… yo mismo lo hubiera impedido de haberlo sabido. Pero la reina no termina de creernos cuando se lo decimos. ¿Y qué hará cuando vuelva? ¿Qué decidirá con nosotros?

Hizo una pausa para tomar aire mientras ordenaba sus ideas.

-Ni siquiera sabemos a dónde se ha ido, ni qué asunto tan importante era ese que debía atender ahora mismo. Sólo que nos ha dejado en esta sala con dos soldados y ninguna respuesta. ¿Qué podemos decirle cuando vuelva para convencerla?

Su cabeza descendió hasta sus manos. Allí, cubierto por su propio cuerpo, desactivó el emisor y lo guardó de nuevo. Luego, tan lentamente como había descendido, se levantó de nuevo para mirar a los ojos a Kara.

-Somos inocentes, y eso terminará pesando, Kara. Creo que, en cierto modo, me ha creído, pero tiene miedo por su reino.

Siguiendo el trazado que hace el droide, recorres las salas de palacio.

Aquí y allá encuentras guardias. Patrullan esa zona con perseverancia, asegurándose de que ningún intruso se cuele en la fiesta. Pero tú tienes la suerte y la experiencia de tu lado. Sorteas a unos y a otros, y finalmente, llegas a la esquina de un pasillo. En medio de este, hay unas puertas dobles cerradas, y a cada lado de las puertas, dos guardias. El pasillo continúa hacia el fondo, por tanto tiene dos salidas, donde te encuentras tu y hacia un camino que desconoces. La puerta es la única que ves donde te encuentras.

Apostada en una esquina, puedes ver con claridad la escena. No hay forma de esconderse: si sales hacia el pasillo esos hombres te verán. Quizás podrías crear una distracción, pero... ¿Cómo?

- PUEDO ABRIR LAS PUERTAS. PERO LOS GUARDIAS LO VERÁN. ESTOY A TUS ORDENES, SY - dice el droide, que se engancha a una pequeña terminal cercana.