Partida Rol por web

Rémy reaccionó rápidamente al notar que Brendan se había quedado atrás y arrojó la bengala hacia el lugar junto a este, por lo cual el mismo hombre había quedado enceguecido temporalmente por esta. Michael lo tomó de la mano y lo haló, mientras chillidos antinaturales se escuchaban huyéndole a la luz de la bengala. Una quemadura leve provocada por la bengala rebotando contra el brazo de Brendan se empezaba a sentir mientras escuchaban cómo, una por una, las ventanas de aquel taller se rompían y los desesperados pasos aumentaban. ¿Acaso eran ellos huyendo? ¿O solo saliendo de allí?

Por un momento aferrarse a la esperanza de que se hubieran ido parecía esperanzador, pero los gruñidos que aumentaban su número y los pasos se acercaban. Parecían ser varios y aunque la luz los protegía de que se acercaran demasiado, ¿podría eso retenerlos por siempre? Si bien era cierto que su debilidad era la luz, ¿qué tanta luz se necesitaba?

El mal olor de la respiración de ellos se acrecentaba, haciendo aún más incómoda la estancia allí y un escalofrío que recorría su espina dorsal al saber que estaban viéndoles. Podían sentirlo en sus entrañas. Una figura brillaba en medio de la oscuridad y si apuntaron su linterna, pudieron verlo entre los ojos de ellos. ¿Qué significado tenía?

¿Correr? ¿Atacar? No eran uno o dos, eran cercanos a una docena.

Mara pudo ver una farmacia que estaba en condiciones favorables para el saqueo, pero ¿valdría la pena arriesgarse a caerse con el suelo una vez más? Después de todo, esta estaba alejada del derrumbe, pero algunas de las columnas alrededor de ese lugar se veían ligeramente inestables. Las dos mujeres lograron escalar dejando atrás a Lisa, y a lo que fuera que sostenía entre sus manos, aunque con algo que podría implicarles una posible salvación. ¿Sería el caso?

Will se veía pálido, preocupado, y tal vez ligeramente distraído con un interrogante único en su mente mientras buscaba algo que nunca encontraría. ¿Era acaso algo de lo que realmente quisiera conocer su respuesta? Estaban los tres aparentemente solos en el lugar, pero el estado del cuerpo de Lisa hacía fácil preguntarse si ese era realmente el caso y de verdad se encontraban solos allí. Will podría entonces confirmar las manifestaciones de fantasmas... O se estaba volviendo loco. Su locura lo había salvado de caer de todos modos.

El suelo rugía y el golpe de garras contra las baldosas se hacía presente mientras un vaho de mal aliento se condensaba alrededor de los tres poco a poco. La farmacia estaba cerca, aunque si no tenían cuidado, podrían caer nuevamente.

Mara se sostuvo a la barra de metal que había quedado al descubierto entre los cascotes, por suerte, podrían ascender por allí. Donna la alumbraba y en cuánto ella ascendió, hizo lo propio con su compañera, aunque encendió una segunda linterna, la de la mochila de Lisa, que todavía llevaba y alumbró a Will al mismo tiempo. Deseaba correr a su lado, comprobar que estaba bien, pero debía esperar a que Donna estuviera a resguardo. Así con ambos brazos estirados, alumbrando en opuestas direcciones esperó a su compañera, pero en cuánto estuvo de pie, corrió hacia Will con gesto preocupado.

- ¿Estás bien? -cogió su mano y con la otra acarició su mejilla con dulzura-. Creí que... -su voz se quebró.

Se giró a Donna y dando un tirón de su mano la atrajo hacia ella y los abrazó a los dos, confortándolos y buscando que ellos la reconfortaran a ella. Los ojos vidriosos de Lisa seguían clavados en su retina y Mara temblaba aterrorizada.

- Menos mal que estáis bien -las lágrimas brotaron de sus ojos.

Donna y ella estaban rasguñadas de la caída, pero, por suerte, para lo que podía haber pasado, no tenían nada grave. El centro comercial había resultado una trampa, una en la que la desesperación de sobrevivir, les había hecho caer. Se separó de ambos con una sonrisa que pretendía animarles, pero que estaba demasiado rota, empañada por la muerte de la pequeña Lisa.

- Tenemos que salir de aquí -dijo entre sollozos.

No la nombró, si lo hubiera hecho, se habría roto en mil pedazos allí mismo y no habría sido capaz de continuar. Así que haciendo acopio de valor, echó un vistazo a su alrededor. El repiqueteo en el suelo, el aliento envolviéndoles, la muerte les acechaba de nuevo, debían luchar por su vida.

- No hay tiempo - "para mirar atrás" la frase acabó en sus pensamientos mientras tiraba de ambos en dirección a la puerta por la que habían entrado.

Pero una parte de Mara quedó atrás, junto al cuerpo de Lisa, llorando su pérdida, velando por que su alma hallara el descanso y volviera a los brazos de su madre.

"Solo era una niña..."

Will se encontraba sentado en el resquebrajado suelo, inmóvil, con la mirada perdida en algún lugar de las sombras que los rodeaban. Su rostro, habitualmente sereno, estaba muy pálido, y crispado con una expresión difícil de descifrar. Una que revelaba claramente el miedo… y algo más. Tal vez a causa del miedo, o tal vez porque ya había supuesto lo que habría sucedido en el piso inferior, no preguntó por Lisa. Sólo había una razón por la que ellas podrían haber vuelto solas.

-Yo… estoy… vivo. -Contestó a Mara con dificultad, como si las palabras trataran de resistirse a abandonar sus labios, cuando la mano de la mujer acarició su mejilla.

Y cuando, momentos después, los tres estuvieron unidos en un único abrazo, ambas pudieron sentir el temblor que recorría el cuerpo de Will, cubierto de un sudor frío que hasta ese momento no habían visto en él.

-Tienes razón… tenemos que irnos. -Contestó finalmente, recuperando lentamente el sonido normal de su voz, y se puso en pie dispuesto a seguirlas. Por un momento, tembló de nuevo, y luego añadió con una inesperada certeza. -Hay más trampas.

La oscuridad. Ese lugar en el que muchos se refugiaban en algún momento de su vida y que ahora debían evitar bajo cualquier circunstancia. El ruido de los cristales rotos y los gruñidos guturales entraban en sus oídos, atenazándole el cuerpo; Rémy estaba muy asustada e inquieta por el panorama que se les presentaba. Sin embargo, a pesar de la herida de su pierna que sangraba profusamente por culpa del vidrio que se alojó cerca de su rodilla después de la caída en el interior del taller, la mujer no iba a dejar tirados a sus compañeros o a darse por vencida. Mientras le quedara un hálito de vida en su cuerpo, lucharía por sobrevivir.

Ayudando a Brendan a levantarse, recorrió con la mirada los alrededores y, por puro instinto, la zona en la que estaban Ellos. Aquel extraño símbolo que refulgía en mitad de sus rostros solo provocaba que ella se hiciera más preguntas, a las que no podría dar respuesta. Y mucho menos en ese momento. 

—¡Vámonos, no podemos enfrentarnos a tantos! —les instó a moverse con gesto desesperado—. ¡La única manera de escapar es subirnos al coche y largarnos de aquí! —era la única salida que veía posible en esos instantes, a falta de un milagro o de una ayuda desconocida.

Aún no entendía que había sucedido. Habían entrado, alumbrando como locos con linternas y bengalas en busca de Rémy, pero al llegar a la puerta se había encontrado llevando a la chica por el brazo sin que Brendan hubiera podido seguirles el paso. Sin embargo, antes de que el sucio instinto de supervivencia pudiera rasgar su cordura, la joven volvió a llevarlo hacia el interior para encontrarse con Brendan cercado por aquellas criaturas y el cegador halo de luz de la bengala venciendo la oscuridad.

Antes de darse cuenta, tomó al hombre de la mano mientras hacía equilibrios para servir de apoyo para Rémy, escuchando como los vidrios explotaban a su alrededor en algo que ni siquiera empezó a comprender. ¿Unos huían mientras otros permanecían? Sin embargo, no estaba lo bastante sosegado para analizar la situación, sin notar nada más allá de la extraña runa y del hecho que seguían sin estar solos.

- Tú no puedes correr - señaló con la misma desesperación tintando su voz antes de agacharse ante la joven con la que horas o días antes ni siquiera había sido capaz de entenderse -. Súbete a mi espalda y encárgate de enfocar adelante con la linterna Brendan, coge la bengala y álzala sobre tu cabeza para que bañe detrás nuestro.

Tras ayudar a Rémy él mismo había tropezado, cayendo y viendo cómo sus dos compañeros huían sin haberse dado cuenta de que quedaba a su espalda. Ni tan siquiera se molestó en avisarles, si había llegado el momento, había llegado el momento, y al menos les había servido de ayuda. Ellos tendrían un poco más de vida por delante, se la merecían, eran más jóvenes que él y a fin de cuentas... Posiblemente solo les quedaban unos días (Unas semanas con suerte), antes de asumir que no había nada más allá de la oscuridad.

No. Brendan no quería que sus últimos pensamientos fuesen tan pesimistas pero... Y entonces la luz se hizo y vio la mano de la joven estirándose hacia él. El sacerdote y la joven habían vuelto a por él. Casi los maldijo por lo bajo, pero habían arriesgado sus vidas por ayudarle y con lo que no podía era cargar con el conocimiento de que los tres había sucumbido por su torpeza.

Consiguió sobreponerse a su malestar general y al pavor que los rodeaba y procedió como Michael se lo había indicado, tomando la bengala que Rémy había encendido y tratando de iluminar su camino desde la espalda, tratando de espantar con aquel mínimo resquicio de luz a las criaturas que tratasen de seguirlos.

Peor mientras corrían no podía dejar de pensar en aquella piedra.

- ¿Vistéis esa piedra con las runas? ¿Qué diablos era? Es algo que debemos comentarles al resto, puede que sea alguna pista sobre... Sobre eso.- Resumió en esa última palabra todo lo que podía decir de los habitantes de las sombras mientras se quedaba sin aliento. Debían avisarlos. De que había decenas de ellos y de lo que quiera que pudiese ser aquello.

- Estoy... bien.- Respondí con la voz baja.

No me salían más palabras. Correspondí al abrazo y cerré los ojos ahogando un sollozo, acompañado con un sorber por la nariz. La pobre Lisa... no había tenido tiempo de vivir. La vida tenía sus cosas buenas y malas y parecía que ahora tocaban las malas. Era ese resquicio de esperanza lo que nos hacía seguir adelante, pero con Lisa allí abajo... parecía que alguien de más arriba se empeñaba en joder las cosas.

Mara tenía razón. No había tiempo. Así que mientras Mara se encargaba de Will, de buscar una forma de salir de forma segura para él, yo recogí las medicinas que vi más a la vista. Nada de rebuscar ni meterme más allá de un par de pasos en la farmacia. Por desgracia, nada que no fuera genérico o necesitase de estar guardado bajo llave. Analgésicos, pastillas para la tos, preservativos...¿preservativos?.  

Inconscientemente miré a aquellos dos. ¿Por qué no? Siempre se pueden usar para otras cosas, como ...como... !Globos de agua!¡Eso!

-Larguémonos de este sitio de mierda.- dije en bajo. Ni quería alertar ni tenía fuerzas aún para más.

Un cadáver cercano tenía una hoja de papel en la mano y por algún motivo, eso me llamo la atención. Sus dedos estaban atrofiados en una garra, por el rigor mortis, y el papel llevaba un logotipo extraño que nunca había visto. Mientras MAra llevaba a Will de la mano hacia fuera, alumbré el papel y empecé a leer.

Donna examinaba el papel que había encontrado mientras tomaba velozmente lo que podía de la farmacia antes que el centro comercial colapsara bajo sus pies, mientras que el recuerdo de los ojos vidriosos de la pequeña seguía tatuado en la mente de las dos mujeres, como si de una acusación se tratara, como si fuera su culpa... ¿Y lo era?

El suelo seguía desmoronándose, pero escaparse de semejante situación no podía ser tan fácil, pues un grupo de escombros les cayeron al frente. Afortunadamente, pudieron tomar a Will del cuello de la camisa mientras corrían para detenerlo, pero ¿acaso eran perseguidos?

El mal aliento se intensificaba y podían sentir sus voraces ojos viéndolos, saboreándose el festín que representarían, ya que la pequeña Lisa no había bastado para saciar sus sedientas gargantas. Tenían sus linternas, pero ¿podrían enfrentárseles?

Ellos huyeron de la enorme claridad de la bodega que antes pudo ser su hogar, aunque unos que se quedaron atrás parecían empezar a hacerse más pequeños mientras más tiempo permanecían expuestos a la luz. Por otra parte, aquellos que estaban fuera de la bodega y que habían salido desesperados por las ventanas, los acechaban con despacio, esperando que cometieran un error para atacarlos.

Hambrientos y al acecho, Ellos gruñían y su mal aliento era una muestra de su cercanía, por lo cual decidieron correr. Llegaron al coche rápidamente, cosa que de seguro podían agradecer a la adrenalina, ya que primaba la supervivencia sobre el dolor físico, por lo cual Rémy pudo continuar. Encendieron el auto y lo movieron para despejar su camino, además de la bengala que Brendan lanzó poco después. Esto los liberó durante un tiempo del asedio, pero ¿por cuánto? Por el momento, sabían que requeriría de toda la concentración posible el poder conducir y la pierna de Rémy no se lo permitiría más temprano que tarde. ¿Quién tomaría el volante? ¿Hacia dónde irían? ¿Al centro comercial?

La latidos acelerados de Mara golpeaban con fuerza en su pecho, miraba a Donna y a Will alternativamente, esperando que alguno de ellos diera con la solución a sus problemas. Pero estaban igual de aturdidos que ella por la situación.

Mara echó un vistazo rápido a su alrededor, buscando una salida, aquel lugar no podía convertirse en su tumba y aquellos seres, que tenían más inteligencia de la que les habían otorgado en un primer momento, estaban haciendo lo posible por que así fuera.

- Will ¿a qué te refieres? ¿por qué dices que hay más trampas? -Mara sabía que aunque no viera, los otros sentidos del hombre estaban agudizados y seguramente él habría captado algo que ellas no. De hecho fue el único que evitó el derrumbe que las arrolló al piso inferior.

Mara cogió la mano de Will de nuevo, no sabía si para no perderse ella o para que no lo hiciera él, pero necesitaba aquel contacto como un náufrago una tabla en medio del mar.

- No podemos morir aquí, no ahora -apretó la mano de él mientras seguía buscando frenéticamente una salida.

Entonces una idea cruzó su mente "¡Las tiendas!" todas las tiendas tenían puertas traseras que daban acceso a los pasillos secundarios a los almacenes y allí habría puertas hacia las salidas. Al no ser un lugar tan tentador para los desesperados supervivientes, seguramente no habrían tendido trampas allí. Y si no recordaba mal, tanto la tienda de deporte como la tienda de ropa infantil habían sido seguras cuando entraron en ellas. Valía la pena intentarlo miró a Will y sonrió con las fuerzas que da el saber que...

- ¡Seguidme! -les gritó mientras tiraba de Will hacia la tienda de deporte esperando que Donna fuera tras ellos.

Además, no estaba segura de ello, pero si no se equivocaba, había visto un par de ballestas deportivas allí, quizás les fuesen de utilidad.

- Vamos a salir de aquí -les dijo con esa recuperada confianza contagiosa que hasta ahora había demostrado.

Will seguía casi en silencio, respirando aceleradamente, y aunque su palidez parecía haber remitido un poco, aún tenía el aspecto de haber visto un fantasma. Cuando un nuevo derrumbe hizo que se detuvieran, él lo hizo sin que pareciera que el estruendo del hormigón cayendo lo sorprendiera demasiado.

-Sí… saldremos. -Repitió las palabras de Mara, y apretó con una fuerza inusual su mano cuando ella volvió a tomarla. Él se dejó llevar por su tirón, y avanzaron unos cuantos metros, hasta llegar a una intersección, y entonces la cabeza de Will se alzó de golpe.

-No, Mara, por ahí no. -Dijo bruscamente, y se detuvo, agarrando la mano de la morena para frenarla.

Se quedó inmóvil, girando el rostro hacia la oscuridad que los rodeaba por todas direcciones, con sus ojos abiertos como si pudiera ver algo en ella. A través del agarre de sus manos, Mara pudo sentir que el temblor había regresado. El hombre estuvo así varios segundos en mitad del silencio, hasta que terminó por enfocarse hacia algún punto.

-Por aquí. -Añadió tras ese extraño silencio, tirando de la mano de ella en otra de las direcciones. Incluso llegó a dar un par de pasos, pero después se detuvo, titubeante, y se giró hacia ellas con una expresión atribulada en el rostro. -Tendrás que ir delante.

Rémy entró atropelladamente y se dejó caer en uno de los asientos traseros del coche, resoplando. Demasiadas emociones en un espacio de tiempo muy corto. La cuestión es que ella no podía encargarse de la conducción tal y como estaba su pierna; le palpitaba y cada vez le dolía más. La joven se arrancó una manga y se hizo un improvisado torniquete alrededor de su magullada extremidad. Apretó los dientes, dejando ir un jadeo al sentir la punzada de dolor; un dolor agudo que provocó que golpeara la tapicería del vehículo repetidas veces, desahogándose. Había dejado al descubierto, sin darse cuenta, los tatuajes de su brazo izquierdo. Tampoco le importaba demasiado lo que pudieran opinar ni sus compañeros ni nadie. Ahora solo debían centrarse en sobrevivir.

—Tenemos... tenemos que encontrarlos —dijo apoyando las palmas de las manos en los reposacabezas, tratando de ver más allá de la luna delantera—. Que alguno se ponga el volante e intentemos llegar hasta Mara, Donna, Will y Lisa. Si vemos que no hay posibilidad de recogerlos, entonces... salgamos de aquí cuanto antes —sentenció, recostándose en el asiento.

Suspiró con pesadez, observando el exterior con gesto cansado. Aquel símbolo que habían visto en la frente de Ellos y que Brendan también había mencionado, la tenía muy intrigada. ¿Descubrirían qué significaba?

No estaba acostumbrado a tomar las riendas de esa manera y se había acostumbrado a no conducir, pues aquella obligación tras el volante nunca le había gustado realmente, pero Brendan se vio obligado a entrar por la puerta más próxima del coche, y está fue la del conductor.

- Diablos, no.- Murmuró para si mientras se hacía con la llave y arrancaba el motor del vehículo, tratando de ver cuál podía ser el camino más corto hasta el supermercado al que el resto habían quedado en ir, y no solo eso, debían sacarlos de allí cuánto antes, así que apretó el claxon a fondo y siguió repitiendo la llamada, como si esperase que funcionase cual faro ao otro lado de la niebla, haciendo que el resto dejasen lo que quiera que estuviesen haciendo para saltar al vehículo y huir cuánto antes. 

Sin darse cuenta se encontró en el coche, jadeando por el esfuerzo mientras Brendan conducía como un loco haciendo sonar el claxon para llamar la atención de sus compañeros y de todo ser viviente que estuviera por allí. Pero, ¿qué otra cosa podían hacer? Nada. Incluso cuando Rémy lanzaba la misma idea que él días antes, granjeándose así el enfado de ella, lo cierto es que la rubia no se lo podía permitir. Necesitaban a Donna o podía darse por muerta. Además, Lisa estaba con ellos, no podían dejar a la pequeña niña a merced de esas criaturas, haciendo tan poco que había perdido a su madre la niña entraría en pánico si las sentía cerca y a saber qué sucedería.

Mientras observaba la operación de la rubia, él mismo se limpió las heridas del brazo aunque se entretuvo poco pues siguió mirando por la ventanilla, esperando ver aparecer a sus compañeros, preparado para abrir la puerta cuando antes.

- Sube la pierna, Rémy - dijo entre dientes mientras sus ojos recorrían la oscuridad.

Brendan tomó el volante mientras Rémy seguía las instrucciones del padre y subía la pierna. Eso ayudaría a que la sangre no fluyera a tanta velocidad por la herida, pero ¿sería suficiente? La prisa hacía mella en la paciencia de todos, por lo cual se dirigieron a toda velocidad al centro comercial. Brendan era un conductor bueno, aunque era un poco más torpe que las chicas que habían conducido hasta ahora. ¿Tal vez los nervios o la falta de práctica? Lo cierto era que daba tanto como podía. El camino no parecía tener obstáculos importantes, pero aquella sería la menor de sus preocupaciones al llegar al centro comercial.

Will, Donna y Mara seguían corriendo tan rápido como podían, siendo esta vez el ciego quien les guiaba. Curioso, pero era así. El hombre parecía muy seguro de a dónde ir y por mucho tiempo, habían logrado evadir el peligro. El centro comercial seguía desmoronándose bajo sus pies y estos corrían tan rápido como podían. Las escaleras se caía, el puente que llevaba a la otra zona del centro comercial y que pasaba por encima de lo que antes había sido un bosque artificialmente construido. En circunstancias normales habría sido un espectáculo digno de apreciar, pero en ese momento no era más que un lugar oscuro que serviría de guarida para Ellos. Lo que despejara la vista era la predilección esos días, por supuesto.

Su escapada iba bien, hasta que a los sonidos de Will llegó un susurro más. Aquella fuerza sobrenatural que lo guiaba por una vía segura hizo que Will frenara en seco. El hombre tembló y se detuvo mirando a las mujeres mientras tenía frente a sí una puerta de madera. De seguro habría llevado a una oficina o un salón de reuniones. ¿Entrar o no entrar?

Justo cuando Michael, Brendan y Rémy llegaban en el auto, lo que apreciaron gracias a las enormes farolas de su vehículo fue las columnas de soporte resquebrajándose una a una. Era seguro que la edificación no duraría mucho tiempo y no había señales de sus compañeros, aunque tampoco de Ellos... por el momento. Habían estado tocando el claxon de su vehículo sin descanso alguno, y aunque no estaban seguros de si los estaban escuchando, en tanto silencio era posible que sí. Y fue el caso.

Donna, Mara y Will escucharon el sonido del claxon, aunque no con tanta fuerza. Era muy insistente, así que después de un rato, la conclusión de que no era una alucinación era salva. Acompañando a este sonido, el resquebrajar de las paredes se hizo presente igualmente, por lo cual era el momento de decir que ese lugar colapsaría. ¿Quién lo había causado? Seguramente las trampas de las cuales hablaba Will, pero esas habían sido puestas por alguien. ¿O por Ellos? Ya habían mostrado inteligencia.

La decisión era entrar o no entrar allí, o tal vez buscar una salida diferente guiándose por el sonido de la bocina. Mientras tanto, los que estaban afuera vieron cómo las columnas que cayeron bloquearon la entrada principal, haciendo que la salida por allí fuera una tarea titánica de escalar, claro que si no colapsaba la edificación. Lo que veían las chicas era que las grietas del suelo se extendían, pisándoles los talones.

Y por un momento, miraron hacia atrás donde había quedado el cuerpo de la pequeña Lisa para recordar que la mayor parte de los insumos que habían tomado estaban en la mochila de la pequeña.

El mensaje cuando estaban frente a la puerta fue corto:

Ofrendas...