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19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

Sin expresar pena o disgusto, Seretide observó de reojo cómo Einar procedía, entrecerrando ligeramente los ojos antes de volver a mirar hacia el anciano, pensativa, y cláramente preocupada- Una piedra de alma. - dijo, con un suspiro- Es, en parte, lo que sospechaba. Matan a la gente para obtener el poder necesario para realizar... Algo que requiere un gran sacrificio.-comentó, sin atreverse a plantearse qué podía ser- Sí, debemos subir, cuanto antes. -concedió, dándole la razón a la nórdica, notando un profundo escalofrío al recordar la última vez que había visto con su propia psique cómo funcionaba una gema de aquellas características- Esperáos cualquier cosa.-advirtió, antes de acercarse al anciano, y ayudarlo a levantarse, en caso de que Aster también lo hiciera. Debía acompañarlos. Su Voz de seguro podía ser de suma utilidad. 

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

El asesinato a sangre fría de Einar recibió el profundo rechazo del Barba Gris, lo miró con gesto reprobatorio mientras negaba con la cabeza.

—Si empezamos a actuar como lo que odiamos, al final del camino seremos indistinguibles de ellos —pero había otra urgencia, la que la mayoría os empujaba a seguir ascendiendo. Algo terrible se cernía en Alto Hrothgar, y mientras veíais que esa tormenta lejana empezaba a arremolinarse alrededor de la montaña tuvisteis clara la confirmación.

La Garganta del Mundo estaba en el ojo de un inquietante huracán, una tormenta eléctrica se había desencadenado a vuestro alrededor y los vientos ululaban contra la montaña. Os veíais libres de las inclemencias que que se desencadenaban fuera de la montaña, pero en vuestro cielo empezó a configurarse un acontecimiento inusual y extraordinario. Una miríada de colores anaranjados empezó a caer sobre vosotros en pleno mediodía, y una mirada al cielo os reveló lo que estaba empezando a pasar.

Magnus, el sol, empezaba a ocultarse tras una de las lunas de Nirn, Masser. Algo hizo que contemplar ese acontecimiento se os encogiera la mismísima alma. La oscuridad crecía lentamente, el eclipse en ciernes había empezado.

—Por Shor.. —dijo el anciano sorprendido como vosotros, os miró serio y decidido —. Os acompañaré. Sea lo que sea que se esté gestando.. no debe suceder..

Viggo miraba con nerviosismo la cumbre, mientras recobraba algo del aliento y se reponía del ascenso*, de cierta manera se mantenía ensimismado en sus propios pensamientos, sus deseos de matar, de cobrar venganza y traer algo de justicia a estas tierras que ya de por si eran bastante hostiles.

El parloteo del barba gris solo lograba ponerlos mas nervioso, pero bueno cuando menos les ponía sobre aviso, sin embargo los demás no paraban de mascullar sus opiniones, por lo que este se limito a escuchar y masticar lo poco que sabían de lo que les esperaba arriba.

Les puedo guiar con velocidad a lo alto de la montaña, sin embargo si usamos el camino regular tarde que temprano nos toparemos con alguna emboscada, eso sin contar con las cuadrillas de búsqueda que desciendan buscando a este hombre, dice señalando al anciano que al parecer estaba bastante decidió en su propia gesta, pero al ser habitante de los recintos de los barbas grises le pregunta: Arngeir, no conocerá algún camino oculto que nos permita acercarnos a la fortaleza de los barbas grises sin ser vistos?, el cazador da una mirada al camino solo para estar seguro de que nadie les estuviese pisando los talones mientras hablaban.

El nórdico nota como algo inusual le sucede la luz que comenzó a menguar de manera antinatural y al mirar el cielo se queda sin habla, mira el rostro de sus compañeros notoriamente desconcertado, lo que fuera que estuviera pasando allí arriba sin duda era algo mágico como nunca antes había visto, viejo mejor me respondes en le camino, las sombras nos darán cobijo, pero no sabría decir si me alegra o me aterra esta idea, replica molesto el explorador que hace un gesto a sus compañeros para que retomen el asenso.

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- Eso no pregona nada bueno...-dijo la dunmer, llevándose una mano al pecho al sentir cómo se le encogía algo, muy dentro, al presenciar aquel fenómeno- Primero la estrella, y ahora...-dejó caer, antes de que el explorador tomase la palabra, mirando al barbagris con curiosidad y en cierta manera, esperanza. No dudaba de lo que Viggo había expuesto. Iban a tener que vadear obstáculos, y más hombres o seres grotescos y serpentinos dispuestos a arrebatarles lo que más apreciaban a cambio de poder: la vida. 

- Tomemos lo que nos pueda ser útil de estos seres y prosigamos. No tenemos mucho tiempo. 

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A punto estuvo de contestar al anciano, mirándole con el ceño fruncido. Puede que matar no fuera la mejor de las soluciones, pero esos tipos habían causado ya mucho daño y muchas muertes y si acabando con ellos podían salvar el destino de muchos… Solo habían probado un poco de su propia medicina.

La tormenta iba arreciando cada vez más, aunque por suerte no les estaba afectando tanto como debiera, el viento se hacía cada vez más fuerte y  podía ver y oír los rayos que caían desde el cielo. Pero no fue hasta que la luz del día comenzó a cambiar que no miro al cielo. Abrió los ojos muchísimo, nunca había visto algo como aquello. El sol ocultándose por detrás de una de las lunas y desde luego las palabras del viejo no ayudaban en absoluto a que se calmase.

Por fin! Exclamo cuando el explorador insto a que se movieran todos de una vez, y de haber podido, habría contestado ella misma a su pregunta, pero aquel era ya terreno desconocido para ella. Pero antes de que pudieran moverse Sere había hecho aquella sugerencia y ella se había quedado con un pie en el aire a medias de dar un paso. Empezaba a crisparle la situación y el que no estuvieran ya corriendo montaña arriba. ¿En serio Sere? ¿Quieres que nos paremos ahora a saquearles cuando NO TENEMOS TIEMPO?!! Exploto ya demasiado nerviosa como para pensar en no perder los papeles. La mala fortuna había querido que fuera la elfa la que prendiese la mecha, y seguramente tendría que ir a pedirle perdón más tarde por aquel exabrupto. Pero es que no podía evitarlo, no podían perder ni un solo minuto más, no cuando había posibilidades de encontrar aún con vida a los que tuvieran retenidos y no los hubieran sacrificado aun y mucho menos cuando había una ínfima posibilidad de que uno de ellos fuera su padre. En cualquier otra ocasión habría sido la primera en querer despojar los cuerpo de cualquier cosa que pudiera ser de valor, pero ahora lo único que quería era llegar hasta arriba y detener aquello.

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Ignoro las palabras del viejo mientras limpio mi hacha de la asquerosa sangre de la criatura serpentina. Sé que no soy como ellos pues no mato inocentes sino solamente a asesinos repugnantes como estos. Si el anciano no es capaz de ver esa diferencia, no hay sabiduría alguna que pueda compartir con nadie.

La tormenta se gesta de una forma muy extraña y pronto vemos aquel fenómeno en el cielo que nada bueno puede pregonar, incluso para un ignorante de asuntos arcanos como yo.

Escucho lo que dicen los otros y agrego apoyando a Eldrid:

 - "Tiene razón, no hay tiempo para eso. Apretemos el paso lo más que podemos con los ojos bien abiertos."

Aprieto con fuerza el mango de mi nueva hacha, ya bautizada con sangre de los enemigos que mataron a su anterior dueño. Esa sangre ha vengado y ha pagado el precio, por lo que ahora me pertenece realmente. Aún así, pienso seguir pagando aun que ya no tenga deuda pues no solo a él le debo.

Camino subiendo los escalones mientras escucho a ver si el Barba Gris sabe un camino como dice Viggo y con mis ojos atentos a cualquier emboscada que decidan ponernos.

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Tras una clara sorpresa inicial, Seretide dedicó una prolongada y seria mirada a Eldrid, torciendo el gesto con evidente desagrado- Sí, he SUGERIDO que inspeccionemos estos cuerpos, ya que podrían portar consigo algo útil. Algo que nos pueda servir para sobrevivir mejor allí arriba, donde tendremos que dar lo mejor de nosotros mismos si queremos salir de una pieza. -respondió, con un tono calmado pero evidentemente áspero, procediendo a apartar la mirada de la joven nórdica, para realizar una inspección rápida de los cuerpos que, de cualquier manera, se encontraban en su camino, mientras negaba lentamente con el rostro, decepcionada y molesta- Nadie os obliga a quedaros atrás. Si queréis, podéis correr escaleras arriba, hacha en mano y todo eso. Nada mejor que acudir desbocado y en pleno berrinche hacia el lugar donde posiblemente uno pueda morir. Seguro que así lográis solucionar muchas cosas. - espetó, antes de volver a erguirse, dispuesta a seguir el camino, notando cómo Malpas se posaba en su hombro, agitando las alas, nervioso, emitiendo un graznido. 

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El druida se mantuvo en silencio, con gesto sereno pero mirada preocupada, observando el horizonte lejano. Allí, en la Garganta del Mundo, podía sentir como a su alrededor las fuerzas de la naturaleza les amenazaban, o tal vez advertían, sobre la gravedad de aquello que estaba por acontecer en la fortaleza de los Barbas Grises. Ni tan siquiera se inmuto cuando Einar puso fin a la vida del soldado repitiliano, ni cuando el Barba Gris sentenció aquel bávaro comportamiento, que antaño el habría apoyado. Mucho había cambiado en el corazón de Aster, cuyo espíritu se había visto ensombrecido por el pesar de la perdida y la culpabilidad.

Los repentinos tonos anaranjados, con los que Magnus los bañaba, le hicieron alzar la vista al cielo cubriéndose los ojos con la mano.

Un ecplipse…-susurró al viento con el ceño fruncido observando aquel inusual hecho

La determinación del anciano fue secundada por todo el grupo que se puso en marcha, ahora lo único que le movía era el deseo de proteger a su hija, proporcionándole una vida digna y segura para ello debían retomar el ascenso a Alto Hrothgar y poner fin al ritual o lo que demonios estuviera realizando aquel sacerdote. Por el bien de su pequeña y de todo el mundo.

Haya paz, por favor…- hablo con calma en la voz, alzando las manos.

Comprendía perfectamente la inquietud de Eldrid, motivando aquella salida de tono por su parte, como también la preocupación de Seretide ante lo que estaba sucediendo. Tomo una larga respiración, relajando la tensión de sus hombros antes de volver a hablar

Ahora debemos actuar con más cautela y presteza que antes, pero también debemos pensar – se giro al viejo Barba Gris – buen Arngeir, si como Viggo ha sugerido conocéis un atajo sería de gran ayuda que lo revelarais cuanto antes y …- en ese momento se giro a Einar mirándolo con severidad – siempre hay tiempo para razonar antes de actuar – viendo de soslayo como Seretide registraba los cuerpos que encontraba en su camino y avanzaba – quizá estos seres no hayan hecho su ultimo servició aún…sus armaduras pueden darnos cierta ventaja al acercarnos a la fortaleza sin llamar tanto la atención, no sabemos si debían dar caza a Arngeir o apresarlo y llevarlo de vuelta…de modo que podría usarlo a nuestro favor, bueno…- una sonrisa felina se dibujo en sus labios – si estáis dispuestos a vestir las ropas de un muerto claro

Ese último comentario iba dirigido claramente a Viggo y Einar, quienes junto a él podrían hacer uso de las armaduras, quizá no fuera el mejor de los subterfugios pero podría darles algo de ventaja y no podían desaprovecharla. 

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Tras el breve intercambio de opiniones entre los miembros del grupo y comprobar que las armaduras de poco os iban a servir para disfrazaros, no estaban preparadas para cuerpos humanos, tanto Seretide como Garrosh escarbaron un poco entre los restos antes de seguir adelante. Con el liderazgo de Viggo al frente que facilitaba el ascenso, pues Arngeir os indicó que no había otro camino para llegar a Alto Hrothgar, y cuidó que no cayerais en ninguna emboscada. No parecía que nadie más hubiera seguido al anciano, pues no encontrasteis ninguna oposición más en vuestro camino.

Desde vuestra posición privilegiada pudisteis contemplar las hermosas vistas que os regalaba la montaña más alta de Tamriel, pero la tormenta ya os rodeaba desplegando todo su poder en lluvia y relámpagos que no caía un ápice sobre vosotros. El eclipse en ciernes seguía avanzando perezoso sobre vuestras cabezas, la luz empezaba a menguar, y solo la estrella azul refulgia como muda testigo de vuestras intenciones.

Fue entonces, casi en la cima, que escuchasteis sonido de combate más adelante. A lo lejos, arriba, frente a los muros del ancestral monasterio de los Barbas Grises, se estaba desarrollando una escaramuza entre los hombres de Phyleas Volkar y un grupo de aventureros.

—¿Lucha? ¿Quién contra quién? La violencia mancha Alto Hrothgar —se lamentó amargo, os miró —. Os lo ruego, acabemos con este horror..

El anciano parecía dispuesto a acudir en ayuda, su vejez le impedía moverse rápido, pero parecía presto a en marchar hacia la pelea.

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- Esas son las alimañas a las que estamos buscando.- dijo, mirando a los presentes, y acto seguido, hacia el cielo, encontrando el astro rey cada vez más oculto- Deprisa.-profirió, avanzando, sin impedir que quien lo quisiese pudiese liderar el camino. 

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Para ella había sido casi una eternidad lo que habían tardado en ponerse en marcha, le desesperaba en aquella situación.

El ruido de lucha hizo que desviase la vista del cielo al frente, donde había un grupo enfrentándose a más tipos de los que se habían encontrado ellos antes. Eso le hizo fruncir el ceño, supuestamente no había mas camino para subir que el que ellos habían usado y el anciano no había mencionado que se hubiese topado con otros grupos de aventureros. Aunque también era posible que en su huida ni se hubiera dado cuenta de su presencia. Podrían ser incluso los mismos presos que había mencionado el Barba Gris que hubieran logrado escapar de su temporal encierro. Fugazmente se le había pasado también podrían ser solo una farsa, pero dudaba que supieran que su grupo estuviera ascendiendo por los escalones.

Ni idea, respondió al anciano desenvainando sus espadas. Pero lo descubriremos en breves, por lo pronto uno de los grupos son de los que nos enfrentamos antes. Sera mejor que echemos una mano Terminó haciendo girar las espadas con un movimiento de muñeca caminando hacia aquel combate.

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—¿Lucha? ¿Quién contra quién? La violencia mancha Alto Hrothgar —se lamentó amargo, os miró —. Os lo ruego, acabemos con este horror..

Por desgracia...a veces la única manera de combatir un fuego es con fuego...- fue la respuesta que el anciano obtuvo de Aster que le ayudaba en el ascenso
 

Mientras la oscuridad se cernía sobre ellos, con aquel eclipse que apagaba el sol, y con solo la guía de la estrella azul alumbrando el camino, se lamento brevemente por no poder detener la marcha y deleitarse aunque fuera un instante con la magnificencia de la madre naturaleza que la privilegiada posición de Alto Hrothgar le brindaba. Quizás cuando todo termine...trato de alentarse a si mismo.
 

Sin otra alternativa, aparente, que retomar el combate se dispuso a seguir a la elfa y a la joven Nórdica. Era irónico que tras finalizar la guerra, todo lo que ansiaba era la paz y la tranquilidad del hogar, y ahora, pese a querer estar ahí para su hija, se dirigía de nuevo a una posible y precipitada muerte, aunque fuera por una buena causa. Dejarle a Danna un mundo mejor. A fin de cuentas lo mejor de la vida, era lo que hacían por los demás.

Con ese pensamiento, desenfundo su cimitarra y se preparo para el combate, deseando que les fuera tan bien como el anterior.

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El final de nuestro ascenso llega cuando el ruido de los metales chocando con violencia llega a nuestros oídos. Vemos que el combate está sucediendo frente a los muros del monasterio de los Barbas Grises. La voz del anciano indica que todos lo podemos ver y noto que unos aventureros luchan contra nuestros enemigos.

Mis compañeros hablan y por primera vez están en sintonia conmigo. Sonrío y respondo:

 - "¡Pues entonces a luchar!"

Afirmo con fuerza mi hacha antes de comenzar a cargar contra los enemigos para así apoyar a esos aventureros que de seguro están en dificultades.

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Vuestro ascenso dio de bruces con una escaramuza en toda regla entre aquellos misteriosos atacantes y un grupo variopinto de ¿aventureros? Aunque había algo raro, la disposición del enfrentamiento daba a entender que los aventureros pretendían salir, o defender, Alto Hrothgar, cuyos ciclópeos muros se alzaban ante vosotros como una aparición. La tormenta se desataba con toda virulencia a vuestro alrededor, la luz se volvía por momentos más tenue por el eclipse en ciernes, pero lo pudisteis ver con claridad.

La escena de combate se dividía en pequeños focos, el más cercano el de un guardia rojo con ropas de Páramo del Martillo, una bretona de una gran belleza y un nórdico blindado con una armadura con el símbolo de Akatosh peleando con tres de los atacantes misteriosos. La pelea parecía estar equilibrada, algo a favor de los aventureros. En otro foco de pelea se estaban dando dos duelos singulares, ambos entre nórdicos y asaltantes, pero uno de esos nórdicos le era muy familiar a Eldrid. El otro foco de pelea estaba entre dos guardias rojos de ropas parecidas al primero contra uno de los asaltantes, en este caso parecía que el asaltante tenía controlada la situación a pesar de estar en desventaja. En las puertas de Alto Hrothgar empezaba a vislumbrarse movimiento, parecía que llegaban refuerzos del interior de la fortaleza.

Habíais llegado y contabais con el factor sorpresa, ¿que haríais?

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Abrió los ojos aún más si cabía al ver ahora más de cerca a los combatientes. Sintió su corazón latir con fuerza al verle allí de pie en buen estado, o tanto como podía estarse en mitad de un combate, de haber sido otra la situación se habría puesto a dar saltos de alegría y se habría abalanzado sobre el para darle un buen abrazo. No tuvo mucho problema en decidir dónde iba a ayudar, en cuanto le vio, lo tuvo claro. Todo el nerviosismo que había estado emanando de ella durante todo el ascenso, se acababa de esfumar siendo sustituido por una mezcla de alivio, alegría y determinación. Sobre todo determinación, pues al darse cuenta que del interior parecían llegar más refuerzos no tardo en moverse para ayudar a su padre.

Eldrid se va al combate que esta manteniendo su padre y otros nórdicos con los asaltantes, atacara al primero que tenga a tiro ahora que tiene la ventaja del ataque sorpresa. En caso de que el padre se distraiga del combate a verla y le diga algo ella le dirá que la conversación dejarla para cuando terminen con aquellos tipos.

En caso de no poder atacar se defenderá de los golpes hasta que pueda encontrar una abertura en la defensa de su enemigo para poder atacar.

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Como lo prometido los había llevado a su destino sin embargo no contaba con encontrar tamaños sorpresa, al parecer alguien les había ganado la delantera y una batalla campal había estallado, conciente de que su arco no sería tan efectiva en esta refriega, toma sus dos hachas y salta al combate en contra de los cultistas de akatosh.

El nórdico corre tras sus compañeros mientras escribe un hacha en cada mano, se acerca a uno de los cultistas y cargando en un aterrador grito de batalla descarga sus hachas sobre bastardo.

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Habían alcanzado su objetivo, Alto Hrothgar, para encontrarse con la batalla que tenía lugar frente a sus muros. Cimitarra en mano, el druida siguió a sus compañeros al combate, observando según se aproximaban, con cautela pero determinación, los distintos focos de batalla que allí tenían lugar. Los tres aventureros parecían estar haciendo bastante bien, así que decidió ir a ayudar a los nordicos, más cercanos a él,  que se afanaban por derrotar a dos de los asaltantes.