Partida Rol por web

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

La sacerdotisa asintió a tu decisión de quedarte con tu hija, la intención de un padre de permanecer con una hija era algo con lo que Eisya no iba a censurar, desde luego.

Siempre sois bienvenidos a la capilla. dijo la mujer, luego escuchó acerca de tus cavilaciones con el hechicero Silgurf, la joven puso una cara neutra, se encogió de hombros.

No negaré que pueda saber algo, pero es un hombre huraño, Aster. respondió mientras dirigía una mirada hacia la fortaleza. No pierdes nada en preguntarle tampoco.

11 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

La mala educación de los jóvenes nunca deja de sorprenderme. dijo de repente una voz a tus espaldas, sin que pudieras casi reaccionar. El libro se cerró de golpe delante de tus morros solo, casi causándote un brinco del susto, y luego voló hacia atrás llegando a la mano del hechicero.

Silgurf estaba aun sentado, apenas reincorporado en la silla, pero vuelto de lado hacia ti. El libro había volado a su mano, y ahora lo dejaba sobre la mesa. El hechicero te miró circunspecto, muy serio, como si hubieras violado la santidad de su casa y, en cierto modo, lo habías hecho.

¿Tus padres no te han enseñado modales, niña? te amonestó mirándote fijamente. No, seguro que no. Ahora largo, siéntete afortunada que no estamos en mi laboratorio de Soledad, de lo contrario habría una fisgona menos en el mundo. ¡Largo!

8 de Helada, Tarde, Fortaleza de Helgen

Agradezco a Hadvar por su apoyo y le asiento con fuerza mientras me paro firme. Recién ahí le contesto:

 - "Así lo haré, Señor. Muchas gracias por todo."

Luego vuelvo a relajado, recordando que en este momento no soy de la legión. Me giro y abandono la sala, decidido a encontrar en ese lugar a uno de los culpables, que sea capaz de decirme qué ocurrió con Titus.

11 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Se dio la vuelta sobresaltada por la repentina acción del libro y las palabras que lo acompañaron. El viejo hechicero por fin se había despertado y de muy poco buen humor. Y acusándola de mala educación cuando había sido él, el primero en ser un maleducado.

No, sentencio antes de rodear de nuevo la mesa y ponerse frente a él. No pienso irme. Aquí el primero en faltar al respeto y ser un maleducado fue usted. ¿Acaso le parece profesional y de buena persona el tener una audiencia con alguien y estar roncando? Supongo que sí, teniendo en cuenta la situación, lo que me hace replantearme si de verdad es usted tan sabio como creía, que ahora mismo ya lo dudo mucho.

No se iba a largar tan fácilmente, si creía que la iba a achantar tan fácilmente lo llevaba claro, no había insistido en aquello por nada y volvería a hacerlo de ser necesario. Se quedó frente a él, con los brazos cruzados y con la mirada desafiante.

8 de Helada, Mañana, Entrada de Helgen

Espantó la mano del druida mirándole ceñuda, no le gustaba que la tratase como una cría.

¡No soy pequeña!, puede que salvaje sí, pero no pequeña. Le contesto sacándole la lengua. Pero se calmó mientras veía como intentaba que la pequeña Danna reaccionara ante el nuevo inquilino de Helgen. Aunque no esperaba mucho en vistas de lo que llevaba viendo desde que volvieron de Roca Huérfana. Le daba pena que la niña estuviese tan traumada, y hasta lo consideraba lógico. Tal vez algún día lograse reponerse del todo
No le conozco dijo respondiendo al chico, no en persona quiero decir, se quién es porque me encargue de saber quién es quién en este sitio cuando llegue. Aunque admito que estoy tratando de tener una audiencia con él. Sin resultados hasta el momento. Mostró una sonrisa diabólica y divertida. Esta gente aún no conoce el alcance de mi persistencia. jijijiji

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

Y siempre agradeceremos tu hospitalidad y la de Kyne – respondió con gran respeto y sinceridad ante las palabras de la mujer –no sé si Silgurf pueda o no ser de ayuda pero mi conocimiento de la Brujas Cuervo se basa en la reputación de las habladurías, tan solo de pensar que puedan tener algún control sobre Danna o intenciones ocultas yo … - en bretón apretó los puños con fuerza guardando para él sus oscuros pensamientos, viendo a su hija terminando de recoger – ha sufrido mucho tan solo quiero darle la mejor vida que me sea posible y que olvide todo mal 

11 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

El hechicero te miró a los ojos mientras hablabas, una mirada que por momentos se torcía a una más oscura y peligrosa. Dejó la mano descansando sobre la mesa, golpeando rítmicamente la madera mientras te miraba fijamente.

No he estudiado durante décadas para que una niñata insolente como tú me falte al respeto. sentenció. La mirada tomó un brillo extraño, sus ojos se enclavaron en ti. Ahora te vas a disculpar por tu comportamiento, y te largarás de mi laboratorio corriendo hasta llegar al otro extremo de Helgen.

Las palabras sonaron reverberaron en tu mente, al principio parecía una sugerencia, luego un imperativo te conminó a cumplir los dictados del hechicero. Sin duda había usado un conjuro que doblegó tu voluntad y te obligó a cumplir lo que había dicho al pie de la letra.

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

La joven sacerdotisa te sonrió cándida mientras decías aquello, asintió al final con convencimiento.

Sé que terminarás haciendo todo lo posible por tu hija, Aster. aseguró sin perder la sonrisa, echó una mirada fugaz a Danna, que permanecía callada, introvertida. Pero no te obsesiones, a quien verdaderamente necesita Danna, es a ti.

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

Gracias por tus palabras Eisya - dijo inclinando la cabeza ante la mujer, al tiempo que reclamaba a Danna con una sonrisa y extendiendo la mano hacía ella - vamos princesa, es hora de regresar a la posada para cenar

La niña tomo la mano de su padre sin mediar palabra, mirando a Eisya con una sonrisa, a modo de despedida,  aunque tristeza en la mirada por tener que irse. Caminaron de nuevo a donde se encontraba Britte para recibir el pago por el trabajo y despedirse de la mujer también. 

Britte ¿sabes como puedo conseguir una audiencia con Silgurf? Por lo que tengo entendido es algo huraño y reació a recibir a cualquiera - pregunto con calma antes de despedirse de las mujeres

8 de Helada, Mañana, Entrada de Helgen

De acuerdo salvaje pero no pequeña – rió ante la reacción de la joven

Estoy seguro que le gustara escuchar una buena historia ¿verdad? – sonrío a la pequeña – a los dos nos encantan las historias – su rostro se ensombreció levemente cuando menciono al hechicero – buena suerte con Silgurf entonces, conseguir una audiencia con el puede ser todo un logro. Pero entre hechiceros puede ser una tarea más sencilla que el uso de la persistencia salvaje ¿Quién sabe? ­– dijo palmeando de nuevo el hombro del joven

Observo un momento a su alrededor, habían salido a dar un paseo y hacerse con un par de cosas pero Danna parecía algo interesada en el joven, aunque no parecía mostrarlo como antes del trauma. Al bretón le había costado aprender a leer aquellas pequeñas mini expresiones de su hija y aunque esta parecía seguir encerrada en sí misma creía que aún podía haber algo de esperanza.

Bueno podemos acompañaros, descubrirás que la cocina de la esposa de nuestro posadero es toda una delicia y que esta aun mejor en buena compañía – dijo resuelto a acompañarlos

11 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

En su mente resonaron las palabras de aquel malnacido y pudo sentir como sus labios se movían sin que ella quisiera, soltando una estúpida disculpa que no era tal cosa, pues no lo decía en serio. Estaba cabreada, ¿Cómo se atrevía a usurparle su voluntad? Iba a buscar la manera de hacerle morder el polvo.

Pronto se vio caminando hacia la posada, cada vez más enfadada y con los puños apretados, casi clavándose las uñas en las palmas de las manos. Solo cuando estuvo al pie de la pequeña escalinata noto como el efecto desaparecía. ¡Como odiaba a ese hombre!

8 de Helada, Mañana, Entrada de Helgen

Se cruzó de brazos y puso morritos, medio enfurruñada. Bueno si no insistiera en no querer hablar conmigo yo no tendría que ser tan pesada. No comprendo porque a algunas personas les cuesta tanto entender algo tan sencillo, además, ¿no se supone que esta para ayudar? Bueno, da igual yo seguiré insistiendo. Venga vamos a la posada para que Trithik pueda establecerse y hacer lo que necesite después. Finalizo comenzando a caminar en dirección a “El final del camino”

Sonreí divertido ante la dinámica entre Aster y Eldrid, me hacían sentir muy a gusto.
-Estaré encantado de contarle todas las historias que quiera- miré a la pequeña -ya verás, empezarás a hablar sólo para pedirme que me calle-

Eldrid se puso en camino hacia la posada y la seguí.

-¡Estupendo entonces! La verdad es que no es que tenga sólo un poco, es que me muero de hambre ¿sabes?, Además, no es bueno tener el estómago vacío, uno se vuelve arisco y huraño, y no me gusta ser arisco ni huraño - dije haciendo una mueca mientras miraba de reojo a Aster.

8 de Helada, Mañana, Entrada de Helgen

Ante la “promesa” de contarle todas las historias que quisiera Danna apretó ligeramente la mano de su padre, provocando que una sonrisa complaciente se dibujara en sus labios cuando la miró.

Y para ella será un placer escucharlas todas Trithik…quizá seas tú el que no se la logre sacar de encima -  dijo divertido ante la cara de indignación de Danna por el comentario, volviéndose acto seguido a mirar a Eldrid - Que Silgurf este para ayudar, no significa que esté dispuesto a hacerlo – miró severamente hacía la fortaleza, el también estaba teniendo dificultades para conseguir una audiencia* – bien es cierto que algunos hechiceros son reacios a mezclarse en algunos asuntos o solucionar los “problemas”…pero bueno dejemos de hablar de ese viejo cascarrabias y acomodemos a este muchacho antes de que nos pegue un mordisco y se ponga huraño

Le dio un par de palmadas en la espalda a Trik entre carcajadas, siguiendo a Eldrid a la posada. 

Helgen, Finales del Mes de Helada

Helgen había acogido a centenares de refugiados sorprendidos por la lluvia de fuego y el alzamiento de los muertos vivientes, la situación era dramática, pues aunque la mayoría se había traído cuanto tenían, y eso incluía comida, era de esperar que en poco tiempo la situación se degradara rápidamente. Cuando llegasteis fuisteis recibidos por unos pocos legionarios que intentaban organizar a los recién llegados, pero la cantidad era tan grande que vieron esta operación imposible. Aunque os reconocieron a la mayoría y no tuvisteis mayores problemas para colaros dentro del pueblo, que tampoco estaba vacío.

El lugar óptimo donde creíais poder encontrar a caras conocidos era la posada de Rodegar, por lo que os dirigisteis al Final del Camino junto a los nuevos miembros del grupo. Dentro Rodegar había intentado evitar que la posada se llenara en exceso, pero era obvio que había mucha más gente de la habitual. La primera persona en ver una cara conocida fue Eldrid, Aren se dirigió como una exhalación a por la nórdica y lo primero que soltó fue una soberana bronca recriminando su ausencia, era su modo de decir que estaba preocupado, aunque el asunto acabó con un abrazo al que también se unieron los padres de Eldrid.

Dentro también estaba Kaeso, que estaba organizando un poco los presentes con una autoridad innata, la gente parecía obedecerle sin rechistar. Al ver a Hati, abandonó lo que estaba haciendo para abrazar con profusión a la exploradora confesando lo preocupado que estaba por ella, preguntándose donde estaba, qué le había sucedido. No había más caras familiares en la posada, pero preguntando Aster supo que su hija se encontraba con Eisya Cabellos Dorados en la capilla de Kynareth que parecía también estar atendiendo los posibles heridos que llegasen.

Allí Seretide no encontró a Kennard, pero algunos le indicaron que los sacerdotes de Arkay estaban velando el cementerio improvisado de Helgen, temiendo que la mácula nigromántica que se había extendido por todas partes golpeara también ese lugar. Helgen también había sufrido ese ataque, pero los legionarios habían logrado atajar la amenaza con rapidez, mas nunca precaución era poca.

Cementerio de Helgen, Finales del Mes de Helada

No tuviste mucha dificultad para encontrarle, pero el estado en el que se encontraba era horrible. Kennard tenía el rostro adusto, sombrío, con la mirada fija sobre el camposanto improvisado donde los Divinos sabían cuantos cuerpos enterrados. Una pira calcinaba algunos cuerpos, y un par de sacerdotes de Arkay ejercían labores clericales a los fieles que llegaban. El sacerdote-guerrero permanecía vigilante, con sangre manchando su armadura, pero cuando te vio el rostro cambió de la negrura a la luz dio un paso que pudiste ver que temblaba un poco.

No dijo nada, su mirada te dijo cuanto necesitabas saber, un alivio sobrenatural que acabó con un profuso abrazo tras un desconcierto inicial al ver con los cabellos blancos. No le importó, no se preguntó nada, solo te recibió entre sus brazos en silencio como si hubiera recuperado la vida misma.

—Estás aquí.. estás aquí.. estás realmente aquí.. —susurró arropándote como si aun temiera que no fueras real.

Cementerio de Helgen, Finales del Mes de Helada

Observar la figura de aquel hombre al que había dado por muerto, en la lejanía, casi parecía una broma de mal gusto por parte de sus propios sentidos anhelantes. Había sido tal la desolación, tan abominable el camino y desesperanzadoras las noticias, que su mente aterida había asumido directamente el peor escenario posible, el más desgarrador, incapacitada como se encontraba, para guardar cualquier atisbo de esperanza que pudiera ahondar aún más la herida que el miedo y el fracaso habían abierto en lo profundo de su pecho. 

Se acercó a él, símplemente, inalterable, y envuelta en aquella frialdad en la que se había refugiado para ahogar su llanto, notando cómo algo se agitaba en lo profundo de su alma, ahí donde residía el temor primigenio que la ahogaba, abriéndose paso a través de la gelidez que la había atravesado como una garra. Sentir su abrazo acababa por derretir la escarcha que parecía haberse acumulado sobre su piel, fría al tacto- Lo intenté...-dijo, emitiendo de nuevo aquellas palabras que no habían parado de reverberar en su mente, antes de que un profundo escalofrío la recorriese, y la llevase a aferrarse como pudo a sus ropajes, crispándose sus manos mientras su rostro se apretaba contra su pecho, ahogando un sollozo inevitable que fue incapaz de reprocharse a si misma- Lo intenté, Kennard. Te juro que lo intenté.- profirió, aspirando su olor, a muerte, a tierra, a sangre, y a hogar. 

Cementerio de Helgen, Finales del Mes de Helada

Kennard te sostuvo con firmeza, temeroso que de soltarte te esfumaras como una visión que nunca estuvo ahí, pero ahí estabas recibiendo tu calor, su alivio, su cariño.

—Y estás aquí.. estás aquí conmigo.. lo lograste —respondió con convicción, ignorante de toda su peripecia en Alto Hrotgar, y solo hizo que estrechar su abrazo acariciando tus níveos cabellos. En ese instante esbozó una sonrisa leve, a punto de estuvo de decir uno de sus chascarrillos, pero decidió mantener el silencio y abrazarte un rato más.

Un rato más que debía ser una eternidad, una buena eternidad.

Capilla de Kynareth de Helgen, Finales del Mes de Helada

Tu búsqueda por tu hija te causó cierta ansiedad, pero pronto la encontraste aterida en una silla dentro de la capilla de Kynareth, al verte saltó como una centella y corrió llorosa a tus brazos. Sus balbuceos, su alegría y su miedo se conjugaron en una miríada de palabras que no llegaste a comprender, pero que se resumían en un papá, he tenido mucho miedo, ¿dónde estabas?

—Ha estado bien, gracias a Kynareth que has podido regresar. Estaba realmente preocupada —dijo Eisya que se acercó a los dos con cautela, tenía una sonrisa esperanzadora, pero el cansancio se le veía reflejado en el rostro.

Cementerio de Helgen, Finales del Mes de Helada

Negó con el rostro, abatida, al escucharlo, pero al mismo tiempo aliviada de escuchar su voz, su corazón latir- No... Pero al menos... Estás aquí.-se dijo, con convencimiento, abrazándosele finalmente- Pensé que... La lluvia de fuego, y lo de Falkreath... -añadió, sin terminar aquella frase, alzando el rostro por vez primera, observándolo con detenimiento y con aquel miedo que aún parecía no haber abandonado su mirada.