Partida Rol por web

Tan pronto como se vió rodeado Lothar supo que no habría salida diplomática, no había esperado que se rindieran siendo como eran servidores de la diosa del invierno,sin embargo él tenía que intentarlo. Lanzó un tajo en diagonal al enemigo que tenía más al alcance y le abríó el pecho. Mientras el cuerpo caía cambió el peso de su cuerpo y el agarre en la empuñadura para empalar al otro mientras giraba. Sin embargo calculó mal el momento y el ataque pasó de largo, aunque logró quedar de frente con su último enemigo. 

La encapuchada, viendo que Lothar había abatido a dos de sus esbirros, huyó cobardemente hacia el norte. El último cultista que quedaba en pie, viendo que quedaba solo contra un formidable oponente, hizo lo mismo y huyó también, pero en dirección sureste. 

Ambos huyen del combate. 

Wido tenía algunas posibilidades para salir de aquel charco helado y perseguir a la hermana de la tormenta. No iba a dejar que se marchara de risitas, ni tampoco de rositas. No era su estilo dejar que aquellos que le habían mojado y hecho caer al suelo se marcharan sin más.

De pronto desapareció de la vista de todos y apareció cincuenta pies más cerca de aquella bastarda. Y siguió avanzando hacia ella. Pronto la atraparía y le daría su merecido.

Lothar vió como la primera pista real de su investigación de semanas se se escapaba hacia el norte por la calle, algo que no podía permitir. Un rápido vistazo a sus compañeros le dijo que no les había pasado nada y que sobrevivirían a los resbalones, no habiendo peligro para ellos decidió alcanzarla antes de que fuera demasiado tarde. 

- Mystra, concédeme el vigor de tus corceles - dijo al tiempo que tocaba su símbolo sagrado y sentía como la magia divina lo fortalecía. En un movimiento fluido recogió el arco del suelo e inició una carrera hacia la esquina por la que había huido la sacerdotisa, cuando estaba llegando vió al bárbaro aparecer unos metros delante de él y emprender la carrera tras la mujer.

- Wido, la necesito viva en lo posible - gritó a su compañero de batalla - Como sea, no dejes que escape.

Ramiel se puso en pie a duras penas, sosteniéndose en el borde de la fuente, el suelo escurría demasiado. Con un salto no demasiado acrobático, pero lo suficientemente preciso, pasó por encima de la fuente y caminó por el bordillo, saltó al suelo y echó a correr hacia la mujer. Wido ya estaba allí.

-¡Detenla! -le gritó.

No ibais a dejarla en paz, eso lo habíais dejado claro. De modo que, en cuanto Wido se le echó encima, la encapuchada buscó un hueco y recitó un nuevo conjuro:

—Señora de la Escarcha... Reina del mundo helado... ¡enséñale el frío que agarrota los músculos!

Paso de 5'. Lanza Inmovilizar Persona.

Wido, TS Vol CD 15 o se queda paralizado.

Wido estaba preparado para asestarle un golpe terrible a aquella furcia. Un golpe que apagaria su mirada para siempre. Había oído a Lothar, pero no iba a hacerle demasiado caso. Dejar vivir a aquella rata no era una opción que como contemplara de buenas a primeras. Pero cuando ya casi estaba encima de ella, no pudo.

Se había quedado petrificado. Aquella maldita bruja tenía más recursos de lo que podía esperar. Estaba a punto de sesgarle la vida y le detuvo con unas simples palabras. Wido odiaba a los magos, sobre todo si estaban en su contra. Quiso gritarlo de nuevo, pero no pudo.

Ramiel adelantó a Wido cuando éste se quedó paralizado en mitad de un ataque, el espadachín llegó a la altura de la mujer armada y buscó un hueco en la armadura llevando el estoque a una abertura del brazo. Ni siquiera sabía por qué la estaba atacando ni por qué ella lo atacaba a él, o a Lothar, cuando iban por la calle. Pero empezaba a estar harto de que todo el mundo los quisiera muertos, él solo era un pobre muerto de hambre con demasiados problemas.

—Selemat dalam lingkaran tak'kelihatan —pronunció la genasí de fuego.

Una esfera de fuerza rodeó a la encapuchada, que no fue tan rápida como para saltar a un lado. Trató de golpearla con su maza, empujarla y moverla, pero por más que lo intentaba, no podía salir de allí, estaba atrapada.

—Ni lo intentes, no vas a poder salir de ahí —dijo la maga.

Intentó hacer equilibrios sobre el charco de hielo para intentar ponerse a vuestra altura pero fracasó horriblemente, dando con sus posaderas en el suelo.

—¡Au! —se quejó, más enfadada por su dignidad herida por el daño que se hubiere hecho realmente—. El conjuro durará siete minutos, a menos que queráis que lo disipe antes, tiempo de sobra para que Wido se recupere del efecto del conjuro.

Nahyeeda lanza Esfera Elástica de Otiluke. La Hermana de la Tormenta falla la TS y se queda atrapada dentro. Durante la duración del conjuro ella no os puede hacer nada, ni atacaros ni afectaros con sus conjuros, y vosotros tampoco a ella. Vamos, que la podéis rodear tranquilamente prepararos, etcétera. 

—¡Zorra! —fue lo único que dijo la encapuchada, aporreando la esfera de fuerza sin éxito.

Lothar sonrió al ver aparecer la esfera alrededor de la sacerdotisa, definitivamente cumplía con el pedido que había hecho y les daría tiempo a prepararse. Levantó la visera de su yelmo, dejando ver unos ojos de iris plateados que brillaban divertidos mientras se acercaba a la maga cuyas posaderas se enfriaban en el suelo. Caminó por la lámina de hielo como si la misma fuera el más firme de los suelos y ofreció la mano a la genasi.

- Permiteme ayudarte, y felicitarte por un uso tan práctico de la magia, Mystra estará complacida con el mismo. - la mujer aceptó la mano y Lothar la ayudó a ponerse en pie y a salir del parche de hielo, una vez fuera le sonrió - Mi nombre es Lothar, si me disculpas tengo que tener una charla con nuestra prisionera. Por ahora la esfera se queda, ya sea que la quitemos para continuar el combate o para entregarla a las autoridades te lo haré saber.

Dicho esto se fué hacia donde se encontraban el congelado Wido, el claramente agotado Ramiel, y la furiosa pero atrapadísima sacerdotisa. Asintió a sus amigos a forma de saludo al padar - Wido, te esperaremos para seguir la fiesta, Ramiel, espero averiguar por que esta seguidora de Auril y sus seguidores venían a atacarte.-

Luego dió dos golpecitos con el dedo en la superficie de la esfera y le sonrió a la mujer - Ríndete y conservarás la vida. No tiene sentido que te resistas, ya has perdido la batalla. Hablemos.

Por fin, tras unos pocos segundos más, Wido logró volver a moverse. Estaba enfadado. Muy enfadado. La magia era un coñazo realmente. No dejaba que las cosas se solucionaran de la única manera que él conocía, a golpetazos. Aquellos trucos que le frustraban una y otra vez, eran realmente rastreros y humillantes para el que los recibía. Tenía ganas de aplastarle el cráneo a aquella zorra. Pero eso se le pasaría...

Wido era un hombre de sangre caliente, de impulsos. En el fragor de la batalla, difícilmente podía contenerse. Era como si de pronto, tras recibir un golpe, o ver sangre estallando a su alrededor, no pudiera controlar su furia asesina. Ciertamente le costaba parar cuando había decidido matar. Y lo cierto era que tampoco le costaba mucho decidir empezar a matar, aunque siempre era por una buena causa. Al menos por una causa justificada. Bueno, normalmente...

- ¡Esa bruja me las va a pagar! - Exclamó el norteño. Aunque realmente, además de mojarle, hacerle resbalar y detenerle en seco, no le había hecho nada. - ¡Responde a lo que dice mi amigo! - Gruñó el bárbaro. Quizás no sabía que aún no había comenzado el interrogatorio. 

-Siete minutos es el tiempo perfecto -comentó Ramiel, aproximándose a la hechicera hasta quedarse frente a ella. Le dedicó una sonrisa canalla, pero peligrosa al mismo tiempo, con los ojos brillantes de perversión. Por fuera sonreía, por dentro se estaba cagando en la estampa de aquella tipeja, pero ante todo, Ramiel era un profesional-. En siete minutos puedo hacer de todo: que hables, que grites o que supliques. ¿Qué prefieres? -comentó con la voz un tono más bajo de lo normal, en absoluto amenazante, ampliando su sonrisa.

A él también le gustaría saber por qué lo atacaban. Cualquier facción de Brynd Shander lo asaltaba por la calle como si fuese un vulgar criminal, llevaba ocho años tranquilamente en aquella ciudad y jamás había tenido problemas. Y ahora no hacían más que lloverle encima, no sabía de dónde venían ni por qué lo querían muerto.

-Pero voy a empezar por algo sencillo, para ir calentando. ¿Quién eres y cuales eran tus intenciones?

Nahyeeda aceptó la mano del desconocido para ayudarse y se incorporó tratando de reunir toda la dignidad que fue capaz de encontrar. Lo acompañó hasta la esfera dorada que retenía a la encapuchada, que frunció el ceño en dirección a Ramiel, enseñando los dientes como una bestia.

—¡Matarte, a ti y a tu estúpido amigo norteño! ¡Nadie se interpone en el camino de Auril y vive para contarlo! ¡Estáis muertos! ¡MUERTOS!

Ramiel dio un golpecito a la esfera en la que la mujer estaba encerrada, solo para provocarla. Le gustaban las mujeres pasionales.

-Ya estamos otra vez con la historia de Auril. Que si Auril por aquí, Auril por allá... -comentó el espadachín divertido, caminando de un lado a otro sin dejar de mirar a la prisionera a la cara-. ¿Eres sierva de la bruja de hielo? Solo matamos a unos pocos trolls y ahora todo el clero nos quiere muertos. ¿Tan importantes somos como para malgastar tantos recuersos? ¿Cuáles son vuestros planes? Además de matarnos, claro está. Si cooperas, a lo mejor te dejamos escapar. Sino...

Se encogió de hombros.

Wido estaba cabreado. Hablar con aquella fanfarrona era un verdadero engorro. Estaba claro que no quería decir una jodida mierda. Y eso ponía muy nervioso al bueno del norteño. No le gustaba que se le hicieran de rogar, como tampoco le gustaba perder el tiempo.

- Nahyeeda... - Miró a la bruja de fuego. - ¿Por qué no disipas el conjuro y nos cargamos a esa zorra? - Le preguntó.

Lo cierto era que aunque sonaba a amenaza por tal de ablandar a aquella mujer, lo cierto era que Wido ya se había cansado de que todo el mundo tratará de matarle y se riera de él. Iba a darle su merecido a esa bastarda. A menos que se rindiera. Si lo hacía igual podía considerar llevarla ante las autoridades.

Lothar levantó las manos para apaciguar a sus amigos y retrocedió un paso - Paciencia, ya habrá tiempo de violencia, por ahora necesitamos respuestas. - miró a la mujer en la esfera - Responde a las preguntas de mis amigos, por favor, me interesa sobre todo saber de que modo se interponen ellos a los planes de tu diosa. - luego se giró.

- Debo recuperar mi arco, vuelvo en un momento. - dijo al tiempo que emprendía una carrera hacia el lugar donde había caido. El arco había sido un obsequio de Quamara, perderlo estúpidamente no era una opción y tenía tiempo para recuperarlo antes de que algún oportunista decidiera quedárselo.

Nahyeeda se encogió de hombros en dirección a Wido.

—A tu señal deshago el conjuro y la partes por la mitad —dijo mirándose las uñas en un gesto ocioso.

La Aurilita torció el labio en un gesto a medio camino entre el asco y la soberbia.

—Esto no es por lo de los trolls —reveló—, sino por haber liberado a nuestro sacrificio para la Señora del Invierno y haber encerrado a uno de los fieles. Ahora sumáis dos muertes a vuestra lista de pecados. Sabemos quiénes sois, y vamos a ir a por vosotros para haceros pagar. Otros triunfarán allá donde yo he fracasado.

Amplió su sonrisa de forma perversa.

—¿Nuestros planes? No son ningún secreto. Sumir el Norte de Faerûn en un invierno eterno, convertir a todos sus habitantes a la fe de Auril... y destruir a todos aquellos que se opongan a la voluntad de nuestra Reina Álgida.

- Creo que ha llegado el momento de partirla por la mitad... - Dijo Wido. - No creo que nos pueda servir de mucho más... - Añadió.

El norteño agarró su alfanje con rabia. Los nudillos de sus manos se tornaron blancos y estaba decidido a cumplir la voluntad d Nayheeda, pues era la suya propia. Alguien que deseaba sumir en el caos y la muerte a toda la región, no merecía seguir viviendo. Estaba preparado para sesgar la vida de aquella zorra de la tormenta en cuando la bruja de fuego le diera la oportunidad.