Partida Rol por web

Y durante ese tiempo sólo vieron a otra persona, una criada, que únicamente abrió de improviso las puertas de la zona de los criados de los invitados lo suficiente para ver quien se encontraba en el interior. Y sin mediar palabra tal como había aparecido se fue.

Nagredog volvió de sus compras por la ciudad al anochecer, justo a tiempo para la cena, la cual no difirió mucho de la anterior comida.

Al día siguiente llego la hora del desayuno y ninguno esperaba nada que pudiera crear una sensación satisfactoria para su paladar. Pero por suerte para ellos erraron pues este fue de una riqueza exquisita, con huevos fritos, trozos de chorizos, tiras de beicon y queso fresco.

Durante el desayuno la baronesa Eketta se presento ante el grupo y dio a conocer una nueva sobre los quehaceres de Melyanna aquel día.-Ayer por la tarde, prepare un baile en honor a Melyanna para presentarla en sociedad.-

 Y seguidamente dirigiéndose solamente hacia Matha.- Por lo que tú, mediana, deberás acicalarla al noble estilo dúnadan.-

Luego la anciana pareció buscar algo entre el grupo con una mirada rapaz, y en varias ocasiones realizo una mueca como si no encontrará lo deseado.- Bueno creo que al final tendremos que conformarnos con solo dos. Esta noche vosotros dos...- Dijo refiriéndose a Eoden y Nagredog.- ...deberéis asistir como sirvientes de vuestra señora (Melyanna) al baile. A la espera de las puertas de salón por si la dama tiene alguna necesidad.-

Ya. La idea que llevo es estar al servicio de Melyanna durante el tiempo necesario. Luego me alistaré en el ejercito de Fornost. La muerte de mi abuelo fue lo que me impluso a hacer el viaje, luego lo que hiciera en Fornost sería algo relacionado con el campo militar.

Lunadan no podía creerse que le fueran a servir ese desayuno teniendo en cuenta la última comida que tuvieron. Se tomo su tiempo para desayunar y disfrutar de lo que había en la mesa para comer.  ¿Quién se quedara hoy por la mañana aquí? Yo tenía intención de dar una vuelta por la ciudad y de atender un pequeño asunto personal. Dijo cuando terminó de saborear lo de su plato.

Ok. No hay problema, varío un poco los planes

No podia reprimir la mueca que se vio en mi cara tras la noticia. Yo de niñera en una fiesta, rodeado de l aalta sociendad, esperando sinpoder moverme en la puerta de un salon repleto de burocracia.

En fin, no tendria mas remedio, ademas esto entraba dentro de mis obligaciones por lo visto.

Hasta la noche intentaria salir en busca de los artesanos, buscando en el lugar donde oi hablar a los clientes de la posada.

Quizas comer en la misma cantina y despues vagar por las calles. A media tarde volveria para comenzar a adecentarme para la fiesta. Tan "alto" honor debia hacerse en condiciones.

Durante la mañana Nagredog fue a buscar algún quehacer pero no tuvo mucho éxito ya que la gente andaba como loca por la llegada del Principe Aranarth, y la muchedumbre se agolpaba a contemplarle en la plaza y pocos hacían caso de lo que un enano tenía que decir. Cuando el revuelo se calmó era la hora de la comida en la mansión Eketta asique se apresuró en volver.

Una vez allí ya no pudo volver a salir, puesto que reclamaron su presencia tras la comida, esta vez algo mejor que la del día anterior aunque distando mucho del suculento desayuno que les habían servido aquella mañana. Los acompañantes de Melyanna debían acicalarse a la usanza dunedain para acompañar a la joven en todo momento y dar buena presencia. La baronesa iba a prestarles unas ropas, que después descubrieron harto incomodas.

Los demás mientras tanto tuvieron la tarde entera libre para ellos. Pudiendo atender sus asuntos por la ciudad.

Lunadan esperó un poco a que el sol perdiera fuerza para salir por la ciudad. Deambuló por las calles sin ningún rumbo fijo al principio, viendo los escaparates y los puestos que habia por las calles. A media tarde buscó el cementerio preguntando a algún guardia o a la gente por la calle. Fue a ver la tumba de su abuelo, motivo por el cual había hecho tan largo viaje. Después volvió a vagar por la ciudad hasta que decidió volver a la mansión antes de la cena.

Lunadan llegó al cementerio de Fornost, un sitió pequeño llenó de túmulos donde descansaban los restos de los antepasados de los ciudadanos de Fornost, enterrados al estilo dunedain.

Allí, aunque no hubiera una tumba especifica para su abuelo, sabía que descansaban sus restos. Junto a los de otros valientes soldados de Arnor.

- Parezco un pelele - digo mirandome las vestimentas excesivmente ornamentadas que llevaba colocadas.

Tras terminar de acicalarme, incluyendo dos grandes trenzas que llevo para disimular mi pelo ralo y poco cuidado, bajo al salon a esperar que Melyanna y la baronesa den el visto bueno. Ademas de estar incomodo con esas ropas, me sentia algo desprotegido.

Ya en el salon, paseo por el a la espera de la comitiva y de la hora de marchar.

Una aburrida noche viendo a los nobles divertirse, y encima acompañado del silencioso Eoden...

Los más importantes clanes del reino estaban invitados a la fiesta en honor a Melyanna. La casa se llenó de viejas matriarcas, viejos aburridos, niñas tontas y adineradas y estupidos jovenes ricos pavoneandose con sus uniformes de caballero, sintiendose importantes y negando que el estado actual del reino sea culpa suya.

Eoden despertó las miradas de todas las jovencitas ya que era un apuesto joven, y por el contrario, Nagredog despertó alguna risa entre la alta burdesia. Al menos, como alivió para el enano, la comida era excelentemente buena y podo disfrutar de ella, siempre siguiendo a Melyanna por supuesto.

Allí también se encontraba el principe Aranarth, al cual Nagredog ya pudo ver ateriormente y realmente era un joven encantador, ingenioso y gentil. El rey Arvedui, una oscura y meditabunda figura, también se encontraba en la fiesta, saludando y departiendo susurrante con sus acompañantes.

El Principe se acercó a charlar con Melyanna, interesado en conocerla, puesto que era muy buen amigo de Faramis Eketta, prometido de la joven.

El principe Aranarth era simpático, saludó a Nagredog y a Eoden, al contrario de como hicieron muchos que se habían acercado a charlar con la dama y no habían reparado en ellos. En ningún momento se burlo del aspecto del enano, el cual debía ser bastante ridiculo por cierto.

Luego bromeó bastante con Melyanna y a la par que conversaba con ella miraba a sus acompañantes para que se hicieran participes de la conversación.

Asi pues, mi señora, ¿Qué pensais de la vieja bruja? Bromeó en una de las ocasiones.

Pese a que se habian hecho varias burlas sobre mi, me mantengo todo lo digon que me permitia el disfrad de señor que me habian prestado. Sabia que estaba ridiculo, y mas aun entre tanta gente adinerada y de refinados modales. Eso no servia de mucho en tiempos de guerra.

Solo para una cosa servian los terratenientes, comerciantes y demas gente con dinero: Pagar la guerra, un ejercito era caro y alli parecia sobrar el dinero.

Aprovechó para degustar algunas de las deliciosas carnes que alli se servian, acompañado de platos que nisiquiera se sabia que eran. Flores hechas de laminas de jabali asado, futos que no conocia, delicioso conejo acompañado de una salsa, que aunque deliciosa, era imposible averiguar que era sin probarla.

Todo estaba delicioso, por no hablar del vino, de los mejores quehabia probado. Esa gente sabia cuidarse. Sin embargo solo bebi un par de copas, para mantenerme alerta. No creo que aui corramos peligro, pero nunca se sabe...

Despues de comer, me dedicaba a seguir a Melyanna, que afable saludaba a todo el mundo, en definitiva esta fiesta era en su honor. Por suerte casi nadie reparaba en mi, y era mejor asi, a juzgar por las caras entre asco y risa que ponian al verme.

El principe se acerco a nosotros, y creo que fue el primero en tratarme decentemente. Tras  una sutil reverencia, le devuelvo el saludo. - No debia ser tan diferente un señor de los hombres a uno de los enanos, y atodos les gusta ver muestras de respeto -pensaba para mi. Incluso el mandatario nos hizo participes de su conversacion, que aunque no sabia bien de que iba, intentaba entrar en ella.

- ¿Brujas?, ¿acaso en estas tierras se cree en esas supercherias?- digo en voz alta, aunque en cuanto lo hago me muerdo la lengua, pues incluso a mi me ha sonado en parte un insulto. - Quiero decir... bueno yo... es que no creo demasiado en eas cosas... - termino diciendo entre balbuceos intentando disculparme mientras me pongo algo colorado. Estaba ante un principe y despues de todo el habia sido amable conmigo.

Con la mirada busco los ojos de Melyanna para que me saque de este apuro, o al menos a mi me lo parecio

Lunadan estuvo un rato contemplando las tumbas del cementerio. Se apenó un poco porque sabía que muchos de los que allí yacían era por culpa de la guerra que se estaba llevando a cabo en el norte. Tras pasar un tiempo salió del cementerio y se dirigió de nuevo hacia la casa. El ver aquel sitio le aclaró la duda sobre lo que iba a hacer allí después del servicio con la dama. Se quedaría a luchar contra el mal en aquellos parajes.

Vârkim después de un tiempo un poco apático decidió darse una vuelta por la ciudad. Quería saber como iban las cosas por fuera de la ciudad, si se estaban organizando partidas de caza de Orcos y a cuanto estaba la cabeza de Orco. La verdad añoraba salir a las montañas y realmente se estaba arrepintiendo de haber aceptado la oferta del viejo Dimrod.

Las cosas de la nobleza humana no eran de su agrado y menos las maquinaciones y cosas de las cortes. Además el pobre Nagredog había sido escogido como recadero o algo parecido y su relación se había distanciado un poco. Por todo ello se estaba planteando seriamente dejar el grupo y buscar más acción.

Melyanna que había visto la mirada del Nagredog salió en su ayuda con un comentario.- Disculpad al enano, pero es que suele tomar el significado de las palabras literalmente.-