Partida Rol por web

Multiverso X196

Denominación cifrada: Inferno

Descripción: El único planeta habitado conocido se encuentra ante una catástrofe. Las temperaturas están aumentando a un ritmo de 0,5 grado por día hasta llegar a los 120º grados estimados en metro 0, con suerte el agua seguirá en lugares de altitud superior a 1500 quedando su temperatura en 70º pero la vida humana no será factible. La gente acaba de enterarse de la noticia y apenas hay 2 semanas para buscar soluciones. Se dice que algunos altos cargos vivirán en aviones preparados, pero no se sabe nada con seguridad.

Temperatura actual: 41,5 grados

Misión: 

-Recabar mas información sobre lo que ocurre

-Encontrar esos "sitios" seguros

-Intentar que el cuerpo electo sobreviva en uno de esos sitios para futuras misiones

Cuerpo electo: Sara, chica de 13 años, huérfana desde hace 2 años en un accidente de coche.

Dificultad: Rojo

Equipo. No

Tiempo: 15 días. La temperatura será de 49º

Personal necesario: 1 con dotes de empatía o investigación y un alto aguante psicológico. 

Cuerpo electo: Sara Tatsuko

Edad: 13 años

Altura: 1,45

Peso: 42kg

Historia básica: Sara había sufrido un accidente de coche hacía dos años causando la muerte de sus padres y su hermano pequeño Ivan, de 4 años. Tras pasar un tiempo en el hospital fue llevada a uno de los orfanatos privados debido al puesto de su padre como ejecutivo del consejo en una junta de abogados de alta categoría. 

Personas conocidas:

Rita Oroa

Rita era una amiga de la infancia de tu padre, trabaja en el mismo lugar que él, pero tiene un status inferior. A veces pasas los fines de semana en su casa. Con su hijo Adam, que te saca un par de años y con el cual te llevas muy bien, incluso para pensar si es merecedor de que le pidas una cita. Actualmente vives entre el orfanato y su casa, con todo el lío no sabes aun a que atenerte, salvo al miedo de una inminente muerte. 

Rasgos psicológicos: Es una chica fuerte mentalmente hablando, resuelta y con un poco de cara. Cabezona e insistente, pero que sabe que es una niña aun en un mundo de adultos. 

Con la misión seleccionada ya, sabías al menos según las clases simples que os habían dado informativas sobre las misiones de cuerpo electo que ahora tocaba ponerte de pie en una de las esquinas de la habitacion. 

Un siseo llamó tu atención, y allí, apareció una especie de silla de dentista, con un montón de cables y parches que debías colocar en zonas especificas de tu cuerpo: -Frente, codos, ombligo, y planta de los pies. Aun con el traje puesto. Luego, tras crearte un sueño rápido y profundo te llevarían a la zona donde la magia de TITAN se hace realidad, la zona de canalización neuronal. 

Solo tenías que tumbarte y colocarte la especie de ventosas. Y empezaría tu primera misión. 

Don Carlotto revisó las misiones de los paneles una a una intentado encontrar la más adecuada para sus habilidades. Varias llamaron su atención pero se detuvo en una cuyo código le llamó la atención.

-Inferno.

Sonrió ante la mención de un lugar con connotaciones tan negativas para los católicos y otras culturas antiguas y modernas. Personalmente sus estudios le habían llevado a la conclusión de que no existía tal lugar físico donde los hombres y mujeres que no alcanzaran la eternidad sufrirían para siempre y había sido uno de sus temas de discusión con la iglesia católica, otras denominaciones sin embargo aceptaban esta teoría sin problema.
Leyó los detalles y comprendió que en ese caso se trataba de un verdadero "infierno" pues la temperatura, elevadísima ya, no paraba de subir, en breve nadie sobreviviría si no se ponían a salvo. Y ese era el objetivo, poner a salvo a una pequeña huérfana, Sara Tatsuko. Su historia personal lo conmovió y decidió que merecía la pena intentarlo.

Quizás no puedo salvar todo un planeta, pero merecerá la pena si al menos puedo salvar un alma.

Se acercó a una de las esquinas de la habitación y entonces apareció una silla, parecida a la que usaban los dentistas. Sabía por el cursillo básico lo que tenía que hacer, aquella misión no requería su presencia física, si no más bien acoplarse a la mente de la pequeña para poder ayudarla con un poco de la experiencia y conocimiento que pudiera aportarle. Antes de sentarse y colocarse todos los sensores Don Carlotto se arrodilló y cerró los ojos.

Padre, ayúdame en esta misión que voy a iniciar, tu sabes las dificultades que ha pasado la pequeña Sara y los problemas a los que se enfrenta. Me gustaría poder ayudarla si es tu voluntad Señor, ayúdame a protegerla y poder salvarla.

Terminada la oración se sentó en la silla y comenzó a colocarse todo el equipo neuronal necesario para que Titán lo conectara con Sara.

El sueño llegó tras unos segundos de descanso. Y pronto empezaron las visiones que ya a veces relataban en las clases de preparación. A veces, os llegaban imágenes sueltas o recuerdos de la mente del sujeto electo, sin entender como ni porque, era algo natural. Al fin y al cabo, erais vosotros los que os integrabais por decirlo de una manera sutil en su mente.

En este caso, una rueda pintada de verde que colgaba de un árbol, y el sentimiento del balanceo te recorría el estómago como mariposas que escapaban con una risa, te sentías tan vivo en aquellos momentos que pudiste rememorar algunos antiguos recuerdos de cuando eras niño. La brisa revolvía tu pelo de color oscuro, y el olor a césped mojado llenaba tus pulmones. Escuchabas una voz familiar, de mujer, y más a lo lejos la voz de un niño pequeño, ambos reían. 

El siguiente era oscuro, y sentías mucho dolor en la cabeza, como si alguien te la hubiese atravesado con un picahielos. Algo cálido recorría tu mejilla izquierda, y el sabor ferroso de la sangre invadía tu boca. Lo que más miedo te dio, sin duda, fue el silencio solo roto por el latido desbocado de tu corazón que bailaba con la agonía de no obtener respuesta a tus llamadas de auxilio. 

Por último, el sonido del viento entre las hojas de un viejo árbol, antiguo y conocido. La rueda ya no estaba donde debería, y en su lugar, había una pequeña cruz con el nombre de tus padres y tu hermano. Alzaste la mirada abnegada por las lágrimas y viste el sol salir, siendo la sensación de sus rayos, mas un tormento que un regalo. 

Te despertó la alarma del despertador. Sabías exactamente que día era, el 8 de Octubre del 2019. 

-Despierta dormilona, despierta dormilona, !hoy va a ser un gran día!-

Estabas en casa de Rita, tras la nefasta noticia que hace poco se dio en las noticias aun seguía dando vueltas para ver como podría salvaros a los dos, a su hijo y a ti. La habitación estaba algo desordenada, no era demasiado grande, ni demasiado pequeña. Tenía un armario, un escritorio con muy poco uso y la cama. 

Aun con el aire puesto, dormir estaba empezando a costar y estabas sudada. Y cansada. Decidiste, no sabes muy bien si por mutuo acuerdo o porque ella aun tenía una parte del control, ponerse boca arriba, mirando al techo del dormitorio. Lentamente el miedo de la pequeña se fue disgregando por tu mente, acabando por no ser mas que una anécdota. 

La primera toma fue complicada, comenzaron a llegarle algunos recuerdos de Sara que Carlotto catalogó inmediatamente: un recuerdo feliz de su infancia, el traumático accidente y pérdida de sus padres después, y la despedida como último recuerdo que conservaba de ellos. Todos permanecían vívidos en la mente de la niña causando dolor y desesperanza, además de un sentimiento de soledad.

Como si lo que le pasa a su mundo no fuera suficiente. Pero no estás sola niña, yo estoy contigo y sobre todo nos acompañará el Todopoderoso, él nos salvará. Necesitas saber que no estás sola.

Veía el techo allí tendido boca arriba sobre su cama mientras reunía fuerzas para levantarse. Don Carlotto era de los que creía que había que aprovechar cada segundo que Dios nos daba así que se levantó sintiendo por primera vez "el poder" del que disponía sobre aquella niña. No le resultaba demasiado cómodo, pero sabía que lo hacía por un bien mayor. Se levantó de la cama y se puso de rodillas en el suelo apoyando los codos en la cama recién desocupada mientras juntaba las manos.

-Señor ayúdame a salvar a Rita y a Adam, muéstranos la manera de poder librarnos de este calor.

Desde que se había extendido la noticia el mundo había empezado a volverse loco, nadie iba a poder vivir en la superficie del planeta y lo único seguro sería subir y ganar tiempo. ¿Podría Rita conseguirlo? Debía ayudarla.
Se levantó y se quedó a medio camino de hacer el gesto de abrir la ventana para ventilar, en el exterior hacía demasiado calor como para que eso funcionara. Hizo la cama rápidamente y salió al cuarto de baño, quería asearse y tenía ganas de hacer pis. Miró por el pasillo si había alguien más levantado o si el baño estaba ocupado.

Un pasillo pequeño pero bonito y limpio te encontraste a tu paso. La casa parecía decorada por alguna antigua abuela, sobretodo por el papel de las paredes de un color verde claro con ornamentos de forja de escenas sobre meriendas, salidas al campo en diminuto, con esos hombres con grandes pelucas blancas y esas mujeres con los vestidos como paraguas. 

Había tres puertas que reconociste que eran, de izquierda a derechas tenías la puerta del baño, abierta, las escaleras que bajaban al recibidor, estaban divididas en tres tramos, una bajada, un descansillo y otra bajada. La siguiente puerta era la del cuarto de Rita, que estaba cerrada, lo cual significaba que, o estaba fuera o aun dormida. La última con un poster de "NO ENTRAR" con un símbolo radioactivo de fondo, era la de Adam. 

No escuchaste ruido en la casa, así que pegaste una pequeña carrera hasta el baño, apenas eran dos metros, pero la pequeña no quería que nadie entrase antes que ella. Cerraste la puerta (echando o no el pestillo) y un baño grande con bañera te recibió. Sabías que Rita tenía otro en su cuarto, por eso ese estaba lleno de productor infantiles, toallas de IronMan, champús de Elsa y un montón de tus pintauñas en la esquina del lavamanos. Te gustaba pintarte las uñas, si, recordabas eso. Los colores eran fuertes y mayormente claros. 

La casa parecía más antigua de lo que era, Sara lo achacaba al gusto de Rita por la decoración, aunque una vez que se había acostumbrado tampoco le disgustaba. Estaba muy agradecida porque la hubiera acogido tras la muerte de su familia así que intentaba portarse bien, molestar lo menos posible y sacar buenas notas en el colegio. Rita y Adam parecía que aún dormían, aunque en realidad el único que podía quitarle su sitio en el baño era el chico pues compartían baño, su madre tenía uno propio en su habitación. Dio un par de rápidas zancadas, y entró en el baño, esta vez Adam no había aparecido en la puerta de su cuarto y había empezado a correr para entrar primero, tendría un poco de tiempo para ella.
Cerró con pestillo, no quería que la molestaran y algo dentro de ella le decía que no era prudente dejar abierto con un chico adolescente en la casa, al fin y al cabo era una señorita. Sonrió ante ese pensamiento, había crecido y ya tenía trece, algunas de sus amigas tenían novio pero a ella no le había interesado ninguno hasta ahora.

Y menos Adam.

Adam era... Adam simplemente. Casi como si fuera su hermano mayor, muchas veces fastidioso aunque en el fondo se sentía apreciada por él.

Supongo que a su manera le caigo bien.

Lo primero que hizo fue asegurarse de que el asiento del inodoro estuviera limpio, a veces Adam no tenía buena puntería.

¿Porqué no se sentará para hacer pis? ¡Es un cerdo!

Aquella era una de las cosas que no le gustaba de tener que compartir baño, pero tampoco iba a quejarse. Además aquella mañana estaba limpio, Adam se había salvado de una riña durante el desayuno. Tras vaciar la vejiga decidió darse una ducha rápida. Una de las cosas buenas de todo aquello del calentamiento del planeta era que no hacía falta poner el agua caliente, la fría ya salía lo suficientemente templada para no tener que preocuparse. Le sacó la lengua a Iron Man, vio su champú de Elsa y sonrió, no pudo evitar ponerse a canturrear mientras entraba en la bañera.

-¡Sueltalo, sueltalo, no lo puedo ya retener! ¡Sueltalo, sueltalo, que no hay nada que temer!

Mientras se duchaba imaginó que era Elsa y que podría congelar el planeta para que no siguiera calentándose. Al terminar se secó el pelo y se puso una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos, ahora solo podían ponerse ropa de verano, ya nadie pasaba frío.

-Bien, bien, bien. ¿De que color nos pintaremos las uñas hoy? -Sara se quedó mirando los botes de pintauñas mientras decidía.- ¿Será el azul Elsa? ¡Creo que sí!

Se aplicó el pintauñas con cuidado en manos y pies y sopló un poco para asegurarse de que estuviera seco. Después puso la ropa sucia en el cesto y se dispuso a bajar a la cocina, si no se habían levantado todavía podía prepararles algo.

Cuando saliste del baño ya si escuchaste algo de ruido en la cocina. Al bajar, viste a Rita* en la cocina, una cocina americana que daba a un salón repleto de plantas, algunas ya estaban marchitándose.

-Lo se Gabriel, lo se, pero compréndelo, es mi hijo, y luego está ella, necesito que te lo lleves por favor- parecía estar teniendo algún tipo de conversación que no le era agradable. Se movía nerviosa de un lado a otro mientras intentaba que las tostadas francesas no se le quemasen en la sartén. Nada mas escucharte te sonrió y de su cara se esfumó la ansiedad anterior. -Hablamos luego, los niños se están despertando.- colgó el teléfono y se acercó para darte un beso en la frente

¿qué tal has dormido princesa?- tras un ligero achuchón volvió para retirar el desayuno del fuego, lo colocó en platos y lo sirvió junto a una jarra de zumo de naranja en la mesa. Adam bajaba por las escaleras en ese momento, frotándose los ojos, aun con el pijama puesto. Su madre lo miró con un gesto de regaño- luego te vas a duchar señorito, que esto no es jauja- inquirió mientras os servía una porción de aquel manjar de dioses. 

Adam solo gruñó, parecía no estar de muy buen humor. No era raro, la verdad es que dormir ultimamente costaba bastante. En la calle, se escuchó un derrape y unas sirenas a lo lejos, luego, un par de disparos. 

El silencio se hizo pesado y opresivo. El mundo se estaba yendo al garete y la gente lo sabía, por lo que los que no podían salvarse optaron algunos por hacer el mayor daño posible, dejar huella, aunque fuese una estupidez. 

Sara escuchó ruido en la cocina, señal de que alguien se había levantado así que bajó las escaleras que daban acceso al salón lleno de plantas, la mayoría marchitas por el calor por más que intentaran cuidarlas. Escuchó parte de la conversación con preocupación, parecía que Rita estaba preocupada, seguía intentando salvar a su hijo y las cosas no estaban fáciles.
En cuanto la vio terminó la conversación y colgó el teléfono como si no pasara nada, después se acercó a Sara y le dio un cariñoso beso en la frente.

-Sí señora Rita, he dormido bien. -Le costaba cada vez más dormir por causa del calor, pero no iba a quejarse.- ¿Y usted? -Quizás si se tratara de la pequeña Sara la conversación se hubiera quedado ahí, sin decir nada más a pesar de que las preguntas eran muchas. Pero Don Carlotto tenía una misión y una preocupación y no iba a quedarse con los brazos cruzados.- Te escuché hablando ¿Quien era ese Gabriel? ¿Alguien que puede sacarnos de aquí? Me gustaría ayudar...

La conversación fue interrumpida por la bajada de Adam, de mal humor como casi siempre y sin haberse duchado. Sara le sonrió como si nada y le saludó.

-Buenos días Adam. ¿Que tal? Espero que hayas dormido bien.

No esperaba mucha respuesta, a lo sumo un gruñido. Quizás después de desayunar y asearse tuviera más ganas de hablar.
Entonces escucharon un derrape y unas sirenas, después disparos. Ahora ya no hacía falta ver películas para reconocer esos sonidos, se había convertido en algo normal.

¡Señor bendito! ¡Como si el calor no fuera problema suficiente!

Todos se quedaron pensativos, en un silencio incómodo solo atenuado un poco por la ricas tostadas que Rita había preparado. Entonces Sara volvió a hablar.

-¿Que podemos hacer? Me gustaría que nos fuéramos de aquí, a un lugar seguro, algo habrá que podamos hacer ¿Verdad?

Estoy hablando con mis jefes para ver si...bueno, nos pueden movilizar. Esta zona no es segura ya- inquirió Rita dandole un sorbo a su café, sonriéndoos después.- nos moveremos esta tarde a un campamento que hay fuera de la ciudad, así que, preparad en unas maletas lo básico que podáis llevar. Se levantó y pasó por vuestro lado, revolviéndoos un poco el pelo- no salgáis de casa...¿vale? - se asomó por la ventana de la cocina para ver si era capaz de ver que había pasado. Por su expresión parece que no. 

Adam encogió los ojos y te miró, había miedo en ellos, miedo por su familia- no saldremos mama, ayudaré a Sara con la maleta cuando terminemos. Todo saldrá bien, pareció indicarte el niño con la mirada. A veces era un verdadero petardo, pero en el fondo, su corazón estaba limpio. 

Las noticias no eran muy buenas, a la niña un campamento no le resultaba tan seguro como una casa, claro que era probable que estuviera bien vigilado y que los altercados fueran controlados rápidamente, las calles comenzaban a ser peligrosas.

-¿Y el campamento es seguro? La gente habla de usar aviones, pero no pueden estar volando para siempre ¿No? Supongo que nos tendremos que conformar con el campamento de momento...

Siguió a Rita con la mirada y vio como se asomaba por la ventana intentando vislumbrar lo que había pasado, pero parecía que desde allí no era capaz.

-No saldremos, se lo prometo. -Intercambió miradas con Adam, no lo decía pero parecía asustado y se ofreció a ayudarla con la maleta, el muchacho tenía buen corazón.- Gracias Adam. La verdad es que no se que llevar. Será como... una excursión ¿Verdad? Como irnos de acampada.

Esperaba que aquella idea animara un poco a Adam, aunque la verdad no sabía si lo de ir a un campamento sería un paso hacia delante para ayudar a la pequeña o hacia atrás.

-Lo importante es que estemos los tres juntos, ahora sois mi familia y no quiero que os pase nada malo. Todo saldrá bien.

Si cariño, parece que si lo es, dicen que hay hasta un parque para que juguéis- respondió Rita con media sonrisa

Cuando mencionaste lo del campamento Adam solo asintió- vamos- se retiró de la mesa y te esperó para subir arriba. Una vez arriba entró primero en tu cuarto, cerró la puerta y te miró muy serio- ¿crees que ir a ese sitio es una buena opción? Al parecer han hecho eso en otras ciudades, he visto videos, la gente acaba muy mal, se matan por la comida y el agua. Sara, ¿y si nos pasa eso? - te miraba preocupado, asustado- no podemos dejar que Rita nos lleve, porque a ella le puede pasar algo también. 

Se asomó por la ventana- Un colega de clase me ha dicho que se van a llevar a sus padres a una cabaña en un lago, a buena altura, quizás es eso lo que deberíamos de hacer, igual si no sube mucho la temperatura, con agua cerca...podremos sobrevivir. Tenemos una cadena montañosa que supera los 2.000 metros apenas a una hora de casa, podríamos subir y... 

La respuesta de Rita tranquilizó a la niña, pero no al cura que llevaba dentro. Temía que el campamento no fuera suficiente, en realidad lo sabía, necesitaban un sitio alto, cuanto más alto mejor. Quizás el campamento fuera solo la primera etapa, pero en casos de desgracias como este Don Carlotto sabía que podía ser la última, en los campamentos de refugiados se entraba pero difícilmente se salía y si se trataba de población común lo normal es que dieran preferencia a otros estratos de la sociedad.

-Solo quiero que los tres estemos a salvo...

No se habló mucho más sobre el campamento durante el desayuno y cuando terminaron Adam ya se había retirado de la mesa y esperaba al pie de las escaleras por ella. En cuanto vio a Sara subió y se desvió hacia el cuarto de la niña, cerró la puerta en cuanto ella entró. Le habló del campamento, de lo que pensaba y estaba claro que se sentía asustado.

-A mi tampoco me gusta la idea, pero supongo que luego irán trasladando a la gente a otros lugares mejores. No lo se... Pase lo que pase tenemos que ir todos juntos, donde sea. Cuando bajé a desayunar tu madre estaba hablando con alguien llamado Gabriel ¿Lo conoces? Creo que es uno de sus jefes. A tu madre tampoco le gusta mucho lo del campamento, pero es más seguro que estar aquí ahora mismo, lo que quiere es conseguir que nos lleven a otro lado, pero... Eso es lo que quiere todo el mundo ¿Verdad? Si hubiera alguna manera de convencer a ese tal Gabriel...

Escuchó la historia del colega de clase. Eso sonaba ideal, pero claro se trataba de algo bien organizado, lo que proponía Adam...

-¿Irnos a las montañas sin más? ¿Y donde dormiremos? ¿Y que comeremos? Tu amigo va a una casa con todo listo para vivir, llena de comida, con generadores solares probablemente... Esto no es una excursión Adam, se trataría de vivir por ahí durante años, no podemos hacerlo así... Si pudiéramos ir a una de esas cabañas... Eso si que estaría bien. ¿Crees que podríamos conseguir que nos lleven a una?

¿Gabriel? - mis ojos se abrieron de par en par, vaya que si lo conocía- es el supuesto novio de Rita, pero no quiere que nadie lo sepa.- puse los ojos en blanco- Aparte es uno de sus jefes si- me crucé de brazos- eso significa- levanté una de mis manos como si me hubiese dado cuenta de algo- que es posible que si nos lleven a otro lado. ¿Te has enterado de algo de lo que decían?- di un paso hacia Sara, con el ansia en la mirada, si nos íbamos con Gabriel había una posibilidad. 

Da igual, que le den a mi amigo, Gabriel puede movernos más alto, con suerte nos puede llevar a un sitio seguro de verdad. - una sonrisa cruzó todo mi rostro, joder si, que suerte, por una vez mama se había ido con el hombre adecuado. 

Las noticias hicieron que Sara se relajara. Que Rita tuviera una relación sentimental con Gabriel podría facilitar las cosas.

Que tiempos... Cuanto daño hace Satanás a las familias, que desestructuraciones... Si estuvieran casados estoy segura que Gabriel nos llevaría a todos. En cualquier caso es mejor eso que nada.

Un simple jefe podía pasar de sus empleados sin más, sobre todo en tiempos tan convulsos como los que estaban viviendo, pero si eran novios... Sara solo deseaba que tuvieran una relación lo suficientemente fuerte para que los salvara a todos, aunque no las tenía todas consigo.

-Le estaba pidiendo por favor que nos llevara con él, pero estaba claro que tu madre no estaba cómoda pidiéndole ese favor, quizás porque para él no será fácil conseguirlo aunque sea un jefe, hay muchos jefes queriendo salvar a sus familias y nosotros... Si estuvieran casados sería más sencillo. ¿Crees que querrían casarse? -Desde luego las circunstancias no eran las más apropiadas, pero la situación era tan desesperada como para pensar en alternativas locas.- Adam, creo que Gabriel o no puede o no quiere llevarnos, o quizás no a todos... ¿Crees que podríamos hablar con él? O mejor aún si podemos verlo...

Había que intentar tocar el corazón de aquel hombre y moverlo hacia la piedad, debía hacer un esfuerzo para salvar a Rita, Adam y a la propia Sara y parecía que Gabriel era la llave de sus esperanzas.

¿Casarse? Lo dudo, apenas llevan como unos meses, que yo sepa- curioseó por encima tu habitación mas por intentar concentrarse que otra cosa. Se rió por lo bajo al ver el diario mal escondido debajo de la cama- porque soy bueno, pero deberías de esconderlo en un sitio que no esté a la vista- el chaval se rascó la nuca suspirando y chasqueando la lengua en reiteradas ocasiones

No se...podríamos llamarlo si, pero, ¿y si eso hace que le diga que no a Rita? Y joder, igual es que solo se la quiere llevar a ella, ya sabes, apartar a sus hijos, una mujer con hijos siempre es una carga según el profesor de tecnología- Adam no tenía demasiada empatía, pero que se le puede pedir a un chico de esas edad en una situación como aquella, por lo menos no estaba rompiendo cosas y gritándole a su madre. Intentaba dar ideas, por muy descabelladas que fuesen. - y no me gusta nada lo del campamento, vuelvo a decir, pero por lo menos tendremos que preparar las cosas- alzó la mirada para observarte- ponte con las maletas mientras, no lleves mas de lo que puedas cargar por si hay que correr...y...lleva algo de comida, por si acaso tenemos que sobornar a algún...lo que sea- adquirió una pose de matón, que para una chica de la edad de Sara daría hasta miedo, pero tu, como Don Carlotto lo veías de otra forma. 

-Ya... me lo imaginaba, supongo que sería pedir demasiado. -A Don Carlotto la visión del diario no le importó mucho, pero sabía que para Sara sería algo importante así que puso cara a Adam de: "No tenías que haberlo visto". La verdad es que no estaba muy bien escondido.- No creí que fuera a entrar nadie en mi habitación hoy... Además ¿A ti que te interesa lo que escriba en mi diario? ¿Acaso yo miro tus cosas?

Antes de que Adam se arrepintiera Sara corrió hacia el diario, lo tomó y lo agarró fuerte contra su pecho. Pensó en las palabras de Adam, podía tener razón.

-Quizás se asuste si le llamamos sí... Y tu madre... Tu madre nunca nos dejaría solos, eres lo que más le importa en este mundo, preferiría que fueras tu en su lugar. Y una mujer nunca es una carga, da igual lo que diga tu profesor de tecnología, algún día conocerás alguna y lo entenderás. -Don Carlotto tuvo que aguantar las ganas de no reírse. La pose de Adam podría asustar a una niña pequeña como Sara, pero a nadie más.- Venga, deja de hacer el tonto Adam. No llevaré mucho, ahora no hay problema con la ropa con el calor que hace: pantalones cortos, faldas, camisetas y ropa interior. ¿Estás seguro que debemos llevar comida? No me parece mala idea, pero entonces las maletas pesarán mucho. ¿No piensas que deberíamos hablar con tu madre sobre todo esto?

Mientras hablaba Sara sacó una maleta de debajo de la cama, era la misma con la que había llegado a la casa de Rita y Adam hacía un tiempo. Esta vez no hacía falta que metiera la mayoría de la ropa, con el calor que hacía ya no era necesario. La dejó abierta y metió su diario en un bolsillo interior, después se acercó al armario y comenzó a escoger algo de ropa sencilla.

-Me sobra mucha maleta, la verdad es que no se cuanta ropa llevar. ¿Todo lo que tengo de verano? Supongo que una vez que nos vayamos no podremos volver a por más ¿Verdad?

Tranquila ya lo he leído...- se rió por lo bajo mientras se tapaba la boca y ponía gesto de sorpresa ante tu posible mirada iracunda.- No creo que nos deje, pero no se, osease, es Rita, no nos va a dejar. - Me negué en rotundo a eso. 

Llevaremos cosas simples, como..galletas o cosas así. O pastillas! si, eso! Pastillas! las medicinas seguro que son muy importantes y mama tiene muchísimas en un cajón que lleva meses sin tocar. Yo creo que ni se acuerda de ellas. Adam salió al pasillo y lo escuchaste corretear hacia el baño, al poco, ya lo tenías volviendo con los brazos repletos de tabletas de medicamentos, jarabes, piruletas para la tos, incluso Don Carlotto pudo ver un par de jeringas de adrenalina. Aquello no era un botiquín normal. Quizás debería de echarle un vistazo mas en profundidad. Toma toma toma lo volcó dentro de tu maleta, mientras miraba hacia la puerta- rápido ocultalo, yo voy a hacer lo mismo en mi maleta, nos vemos en 10 minutos.

Con toda la prisa del mundo volvió a salir y se encerró en su habitación. 

Sara frunció el ceño y miró mal a Adam, no le hacía gracia que bromeara sobre su diario, aunque estaba casi segura de que no lo había hecho... casi.

-¡Eso no se hace! ¡No deberías leer los diarios de otras personas! -Después del desahogo, volvió a hablar más calmada.- No nos dejará, creo que prefiere arriesgarse a ir al campamento antes de irse con Gabriel y dejarnos atrás. La pregunta es si Gabriel quiere tanto a tu madre como para intentar llevarnos a nosotros.

Sara asintió ante la idea de Adam de llevar cosas sencillas que comer y lo de las medicinas era mejor idea aún. Por desgracia si pasaba lo que se imaginaba la situación sería tan caótica en poco tiempo que no tendrían acceso a los servicios más básicos, por eso la premura de encontrar una solución y poner a salvo a Sara. Mientras seguía metiendo cosas en la maleta escuchó como Adam se iba al baño y revolvía en un cajón para volver cargado con medicinas. Algo de lo que allí había llamó su atención, pero prefirió no decir nada a Adam hasta cerciorarse.

-Vale ahora nos vemos Adam.

Sara cerró la puerta de su habitación y regresó corriendo a la maleta para ver todo lo que había traído Adam, aquello era un poco extraño y desde luego no eran las cosas que uno esperaba encontrar en el botiquín de una casa.