Partida Rol por web

La mujer emite una risita perturbadora.

Todo a su debido tiempo, querido. ¿Eres el líder del grupo o es que el resto no saben hablar?

Harry, Pete, Hernán ¿No tenéis nada que decir?

- Querida, aquí las preguntas las hago yo. Y si no quieres una bala en el medio de los ojos, será mejor que respondas. Me da igual quién eres. Se te ha hecho una pregunta y me vas a responder. Si no quieres que esto se ponga más feo, mejor que lo digas ahora y ya. ¿Qué problema hay con que respondas? - Dijo el Sargento. - Vuelvo a decir que no me interesa saber como sabes nuestros nombres, lo único que quiero saber es que pasó aquí abajo. -

Le quitó el seguro al arma, ya había perdido la paciencia.

- Y lo quiero saber ya. -

-Entremos alli y reza para que no haya podridos- murmuro a su mudo acompañante. En serio. ¿En que pensaba cuando decidio irse con él? Si en los proximos minutos moria, lo haria por idiota. Se fijo en la cerradura, preguntandose si podria abrirla sin necesidad de romperla. De haber sido Cerrajero en esa vida las cosas habrian sido mucho mas faciles. Pero era un electricista, asi que no podia hacer otra cosa mas que aguantarse.

La mujer volvió a sonreír.

Eran mala gente, personas impuras. Hicieron cosas horribles y me enviaron a castigarles.

¿Satisfecho?

Por fin Elisa pareció volver en si.

¡¡¡Maldita hija de puta!!! ¡¡¡Voy a matarte, zorra!!!

-Como la delicadeza no funciona- murmuro dando una fuerte patada a la puerta. En las peliculas siempre muestran que era muy facil derrivar una puerta, pero el no era actor y seguramente esa puerta no era de carton. Pero, ya sea por la rabia del momento o por todo el ejercicio que estaba haciendo ultimamente, la cerradura salto por los aires y la puerta se abrio con un ruido seco. Alek alzo su pistola, apuntando a todos los rincones. Ahora venia lo divertido: Asegurarse que no hubiera zombis..

Dio un paso adelante, aguzando la vista como el oido, incluso olisqueo el aire para detectar algo putrido.

El sargento escuchó lo suficiente.

Vió la maniobra de reojo, y supuso que tenía que actuar rápidamente antes de que la mujer se cruce en el camino de la bala.

Sin dudas. Rápido.

Apretó el gatillo.

Estaba oscuro y silencioso, casi esperaba que algo le saltara para arrancarle las entrañas en el proximo segundo. Trago saliva y apretó su arma para darse confianza. Esto de estar en peligro de muerte a cada instante le provocaria un infarto.

Pete estaba fascinado por la apriencia de la misteriosa mujer. Algo en lo más profundo de su mente le advertía que se estaba olvidando de algo, de algo importante, pero no supo de qué se trataba hasta que vio cómo la joven echaba a correr en dirección a la misteriosa figura de rojo.

Serías una portada de disco chulísima... ¿tienes agente caperucita? fue lo único que acertó a decir, aún algo colocado. El cigarrillo que se había encendido humeaba de modo extraño...

Encontramos la fuente del hedor…Cuerpos mutilados y vísceras por doquier…Una sangría en toda regla. Había visto cosas fuertes en su vida pero eso casi le hacía apartar la vista… Sea como fuere esa chica era la única que tenia las respuestas, ponerse a malas con ella era una mala estrategia eso seguro.

- No!! Fue lo único que acertó a decir cuando la joven se lanzo contra ella y el sargento apretó el gatillo…

Pete no es capaz de retener a Elisa que se lanza contra la misteriosa mujer, pero antes de que la alcance: un disparo.

El Sargento dispara a la pierna de la mujer, haciendo que esta caiga al suelo, sin gritos ni aparente dolor. Sin contar la caída, parece encontrarse perfectamente.

Cuando Elisa llega a su altura para golpearla, la mujer se levanta y le propina un puñetazo en el estomago, tirándola al suelo.

¡Tu también debes pagar por tus pecados! - grita mientras intenta coger su espada, ante una perpleja Elisa.

Y entonces os dais cuenta, ahí donde el sargento ha disparado no hay herida alguna, ni marca ni sangre: nada...

Espera un momento! Grite obviando que el disparo no había causado ningún daño en ella…Joder…Esto cada vez se pone más cojonudo…Tu misma te proclamas Juez y Verdugo dinos a todos nosotros de que pecados la acusas…

Todo parece estar en calma en la casa salvo por un pequeño detalle. Una figura que se esconde tras uno de los sofás del salón...

Una niña pequeña se ocultaba trás el sofá.

No... no me hagáis daño, por favor - dijo entre sollozos.

-Tranquila niña- dijo Alek suavizando la voz tanto como pudo. Le hizo señas al padre para que entrara y luego cerró la puerta atrancandola como pudo-. ¿Hace cuanto que estas alli?

No... no se... días... Papi y mami me dijeron que me escondiera... Llevo aquí desde que todo se descontroló... Desde que se decretó la orden... - Comienza a llorar desconsoladamente.