Sin dejar de combatir a sus dos oponentes, Trebek no perdió de vista el resto del campo de batalla. Y viendo lo que había sucedido tuvo el tiempo justo para esquivar la oleada de energía psíquica en el último momento. Cole había dado muerte a Yghetmor y éste en última instancia había colapsado, provocando una explosión de energía psíquica y un espectáculo de luces nunca antes visto por los astartes. Las almas capturadas por el señor del caos se esparcían por toda la instancia y esa misma energía era absorbida por los menhires y devuelta hacia el centro de la sala, donde estaba el árbol y la joya flotante. Los marines rubrica se habían quedado inmóviles, como si se hubieran quedado desconectados, hecho que fue aprovechado por el expiador y sus hermanos para acabar con ellos y eliminar una amenaza.
El apóstol fue el objetivo de la tormenta psíquica y en un vano esfuerzo por intentar controlarla sucumbió a sus energías y casi muere, al igual que Cole que a pesar de disponer del teleportador, el radio de la explosión le alcanzó y salió bastante mal parado. Así había terminado el combate. Trebek se levantó del suelo, dado que había saltado hacia un lado del menhir para evitar la explosión y se acercó a sus hermanos. Leinad se puso manos a la obra para realizar el tratamiento de urgencia que necesitaba Cole desesperadamente pero no antes sin pedirnos que acabaramos con el apóstol y recuperaramos su centro:-Hecho hermano.-dijo el expiador y se acercó lentamente al apóstol, apuntándole con el rifle de fusión.
Des de una distancia prudencial, el expiador disparó su arma y el poderoso rayo de energía concentrada surcó la sala y penetró en la débil armadura del apóstol. Trebek esperó un instante antes de ir a comprobar si verdaderamente estaba muerto.
Motivo: media acción: ejecutar al apóstol oscuro
Tirada: 1d100
Dificultad: 72-
Resultado: 15 (Exito) [15]
Motivo: Daño rifle de fusión
Tirada: 2d10
Resultado: 10 [2, 8]
Munición Bolter Psy: 20/20
Munición Kraken: 30/30
Munición Hellfire: 30/30
Munición bolter: 120/170
Munición de fusión: 3/3 cargadores, 3/6 x cargador.
Granadas krak: 2/2
Granada frag: 2/2
Ataque: 62 + 10 (apuntar) +10 (odio) + 10 (predictor mov)+ 20 (ráfaga automática): 72
Tiro poderos: +2 al daño.
Heridas: 23/23
PD: 4/5
Media acción: apuntar a marine rubrica 3
Media acción: disparo de rifle de fusión.
Daño rifle de fusión: 8 + 14 + 2 tiro poderoso: 24 penetración 12
he hecho la tirada por si acaso se devolvía de alguna manera el tipo.
La ráfaga de ataques encontró un hueco en la defensa del traidor. Aproveché la oportunidad para clavar la Espada Titán con tal fuerza que noté como le atravesó, con suma facilidad, armadura, músculos y hueso. Con un último empujón canalicé toda mi voluntad para hacer caer al hereje y noté como su fuerza de extinguía lanzando un último desafío, críptico y vacío, como todas las palabras pronunciadas hasta ahora.
Lo que vino después me pilló por sorpresa. El hereje explotó llevándome por delante. Nunca me lo hubiera imaginado y pensé que aquel momento era mi final. Estaba en paz. Habíamos acabado con un traidor y probablemente terminado con la llegada de un falso y mal llamado dios. Lo único que lamentaba es que no podría continuar con la lucha. Sentí la ingravidez y un fuerte golpe. Me deslicé varios metros por el suelo hasta que me quedé inmóvil. Dolorido, pero consciente, sólo pude apretar el mango de la Espada Titán para cerciorarme de que no la había perdido, pero apenas pude tirar de ella para acercarla. Me quedé en el suelo con los brazos en cruz.
Giré la cabeza para tratar de ver qué estaba ocurriendo, pero no pude ver nada. El cansancio me pedía cerrar los ojos, pero me forcé a mantenerme despierto.
Me tranquilicé al ver aparecer al apotecario frente a mí.
Cole estaba tendido en el suelo, con su armadura plateada abollada y chamuscada. Cerca de él, la máscara demoniaca de Ygethmor, ahora sin su portador, parecía que le miraba con sus múltiples ojos cargados de desprecio.
Leinad no tardó en llegar hasta él y arrodillarse a su lado. Los diagnósticos realizados en tiempo real por su casco le revelaron diferentes daños, que se traducían en graves hemorragias internas, quemaduras de diferentes grados, y algún hueso fracturado que ya estaba en proceso de soldar de forma autónoma. Pese a los coagulantes y analgésicos que tanto la servoarmadura Aegis como el apotecario suministraron al acelerado torrente sanguíneo del Juez, fruto de los poderes psíquicos del hechicero, Cole tardaría un tiempo en recuperarse en el Apothecarion de la Inquebrantable. Estaba estable, pero muy débil.
En otro sector de la sala, Stein y la Inquisidora Yelena se dedicaron a investigar los menhires y los artefactos tecnológicos clavados en ellos. Stein comenzó a desmontar cada uno de los dispositivos, y a medida que eran desactivados, la energía que fluía hacia el portal disforme del techo comenzó a debilitarse. El torbellino disforme perdía fuerza hasta desvanecerse por completo una vez los seis artefactos fueron desactivados. La Inquisidora Yelena, entre tanto, documentaba todo con meticulosidad en su informe, consciente de la importancia de todo lo ocurrido, con la difícil tarea además de revisar los cadáveres de los jóvenes alrededor de los menhires, en muchos casos simples niños. Todo apuntaba a que eran los "pasajeros", jóvenes con poderes psíquicos no enviados a las Naves Negras de la Inquisición.
Zorael, por su parte, se acercó al árbol de hueso, el núcleo del Espíritu del Mundo Aeldari, situado junto al extraño sarcófago abierto. Al tocar su superficie agrietada, una visión lo inundó. Sintió en sus propias carnes como la energía que emanaba de los menhires, ahora sin los artefactos de los tecnoherejes redirigiéndola hacia el portal disforme y este a su vez al sarcófago, convergía hacia el árbol. Era una energía pura, que parecía estar limpiando una oscura mancha que había estado mucho tiempo consumiendo el planeta. El Bibliotecario sintió como si hubiera comenzado la lenta curación del planeta. Sin embargo, el psíquico también percibió como la transformación del planeta, impulsada por la purificación en curso, estaba desestabilizando su anclaje en el espacio-tiempo para devolverlo a donde debería estar. Un torbellino de energías cósmicas no tardaría en tragarse Sanctum Secundus, y con él todo cuanto esté en su superficie u órbita cercana...
Trebek encontró al Apóstol Oscuro, aún de rodillas intentando levantarse del suelo, con su cabeza descubierta en carne viva. En sus últimos momentos, el Apóstol Oscuro susurró con voz quebrada:
- Habéis llegado tarde... El Exiliado se levanta... Y su rebelión... Consumirá las estrellas...
Con un movimiento rápido y decidido, Trebek ejecutó al hereje. El Apóstol Oscuro de los Portadores de la Palabra quedó en silencio, muerto.
Sin la pericia del hermano Cole, lo mas seguro es que nuestros enemigos hubiesen encontrado la manera de terminar con nosotros solo por la cantidad abrumadora de sus tropas o agotados por las acciones psíquicas del apóstol oscuro. Pero una vez mas la espada Titán había cercenado la cabeza del caos. - Bien hecho, hermano.
El árbol, el sarcófago, todo pulsaba de energía pura una luminosa y la otra oscura, pero no dejaba de ser las dos caras de una misma moneda, con nuestros actos la energía luminosa se comía a la oscura, pero era demasiada energía de golpe, y solo entiendo su alcance cuando pongo las manos sobre el sarcófago. Es una especie de golpe psíquico lo que me enseña lo que ocurrirá con este mundo. - Hermanos, finalizar el ritual ha dejado este mundo a borde del colapso. Las energías psíquicas se arremolinaban haciendo que cada vez se pareciese mas al nacimiento de una estrella o la aparición de un agujero negro. - Nos toca correr para salir del planeta, o no saldremos nunca.
- Habéis llegado tarde... El Exiliado se levanta... Y su rebelión... Consumirá las estrellas...
.-Él también perecerá.-dijo el expiador antes de acabar con la vida del Apóstol Oscuro, recogió el acurssed crozius del inerte cuerpo y lo colgó del cinto, atendiendo a la petición de Leinad. Vio que Stein y la inquisidora recopilaban información acerca de los menhires y Zorael canalizaba su voluntad en el árbol pero su respuesta no auguró nada bueno:-En marcha pues, coge la máscara del Ygethmor, cogamos a Cole y larguémonos de aquí.-comentó el expiador mientras se acercaba hasta Cole y Leinad:-Puedes moverte hermano?-añadió a continuación mientras le ofrecía una mano para ayudarle a levantarse.
Reiteró: - Rematad al aposto y guardar su cetro. Era como una compulsión o un miedo al cetro.
Ante los comentarios que escuchaba, comentó: - Podrá andar, pero le ayudaré. El narthecium goteaba como si hubiera estado operando a destajo, a cientos o miles de heridos. Algo le decía que tenían que apretar el culo para poder sacar al Hermanos Justicar de este lugar, y que: - ...pero tendrá que tener paciencia. Esto no se cura en 10 días. Estaba ansioso. Tan ansioso que por el camino pensó en el otro marine que había estabilizado.
- Tendremos que sacar a ambos.
- ¿Hermano?.... Apeló al psíquico: - ¿ ... podrías pedir que nos mandaran un transporte a la puerta, para recogernos? Y de paso pide que metan un estabilizador criogenético grande y ... una camilla con los regenerador viscerales completos.
Le advirtió a Cole, como si fuera una madre a un crio en un sitio extraño: - Y que no se te olvide que tienes que hacerme caso ahora Justicar. Mientras lo intentaba incorporar para llevarlo.
Empiezo a salir.
Las palabras de mi hermanos eran lejanas., pero había algo en el tono que alarmaba. Un sentido de urgencia se instaló en mi mente hasta que el apotecario apareció en mi campo de visión. Entonces cobre consciencia de mi entorno. Al parecer teníamos que salir de aquí lo antes posible y no iba a ser una carga para mis hermanos. Me dejé aupar y asentí ante las indicaciones de Leinad.
—No sabía que la putrefacción herética explotase —tosí tratando de quitarle hierro al asunto—. Al parecer este traidor llevaba tiempo descompuesto.
Antes de salir, eché un vistazo alrededor para ver si nos dejábamos algo que nos pudiera servir en una futura investigación y lo recogí si fuera el caso. Tras esto, seguí a mis hermanos intentando mantener el ritmo.
Al ver que el Justicar quería recoger algo, le indicó a los hermanos lo que nos dejábamos, evitando así que el Hermano Cole hiciera de más.
- A ver... Justicar.... Ordene de voz, pero en sus movimientos, ahora, mando yo.
Señaló con la mano libre e indicó: - Hermanos, eso, por favor.
Los Caballeros Grises, acompañados por la Inquisidora Yelena, emprendieron su retirada de la sala del Espíritu del Mundo tras asegurarse de no dejar nada atrás más que los cadáveres y las servoarmaduras de los Marines Rúbrica.
Leinad, con el cuidado que le caracterizaba, ayudó a Cole a levantarse, ofreciéndole el apoyo necesario para caminar, mientras Stein, Zorael y Trebek, formaban un círculo alrededor de ellos y de la Inquisidora. El grupo se movía de forma táctica pero con determinación, conscientes de que el tiempo era un lujo que no podían permitirse ahora.
Trebek, asumiendo la vanguardia, guió a la escuadra de vuelta hacia el portal Eldar que les ofrecería un camino de escape. Aunque parecía imposible que el expiador recordase el camino de vuelta a través del laberinto de corredores retorcidos, demostró un excelente sentido de la orientación. Finalmente, el grupo llegó al portal de los Aeldari.
Al atravesarlo y llegar al otro lado, los Caballeros Grises se encontraron con una nueva matanza, y es que el Cazador Rojo había tenido invitados en las horas que los Astartes habían estado ausentes. Se las había apañado para eliminar a numerosos hombres bestia que parecían haber conseguido emerger a través del portal, dejando las escaleras de bajada repletas de mutantes muertos.
Rápidamente recogieron al Astartes malherido, asegurándolo en la cañonera Stormraven, y despegaron hacia la Inquebrantable. Apenas hubo tiempo para que se despidiera de los suyos, pero él también entendió la gravedad de la situación cuando el planeta comenzó a estremecerse, como si un volcán estuviera a punto de erupcionar.
Mientras la cañonera ascendía, alejándose de la superficie de Sanctum Secundus, los Caballeros Grises observaron atentamente a través de los visores la transformación del planeta. Lo que vieron desde el espacio fue un espectáculo tan hermoso como aterrador.
La superficie del planeta comenzó a brillar con una intensidad cegadora, con la furia de un sol moribundo. Las energías cósmicas se arremolinaban, relegando a un segundo plano las corrientes disformes, y formando un vórtice luminoso, que parecía envolver a Lathriel'sha y este empezaba a desvanecerse como si se estuviera borrando de la realidad física. Para cuando alcanzaron la Inquebrantable, Sanctum Secundus había desaparecido, creando un cambio gravitacional que amenazó con desgarrar la nave. Por suerte, las reparaciones de campaña que los miembros del Sacerdocio de Marte hicieron en la fisura fueron lo suficientemente resistentes como para soportarlo.
La misión en Sanctum Secundus había concluido, pero los Caballeros Grises y la Inquisidora Yelena eran conscientes de que la lucha contra el Exiliado no había terminado: La evidencia del sarcófago vacío y las últimas palabras tanto de Ygethmor como del Apóstol Oscuro pesaban sobre ellos con la dura realidad de que el ente encerrado, posiblemente Octarion, había sido liberado por medio de rituales oscuros. A pesar de su victoria sobre los agentes del Archienemigo, que Octarion pudiera haber escapado, y no tener claro cuál había sido su destino no auguraba nada bueno para el futuro próximo.
FIN DE ESCENA
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