Partida Rol por web

En la cubierta del Valeroso, Keiko contemplaba sola y apartada el cielo abierto y el amplio horizonte con una apreciación renovada tras su aventura submarina. La belleza de la luz de Shizuru aportó calma a su espíritu agitado. Sentía que había fracasado en su primera prueba de verdad, en la misión por recuperar la primera de las lecciones. Debería haber sido capaz de aportar más, de contribuir más a la lucha contra el hechicero no muerto. 

Sentía que su hermano había tenido razón, que no debería estar allí. Que se había quedado exangüe como una chica asustada en luchar de combatir como la kensai que se suponía que era. Dejó que la brisa marina le agitara el cabello, con la mano en la empuñadura de su katana, buscando en su interior la fuerza de espíritu para acometer las pruebas que la aguardaban con mayor coraje.

Lena subió al barco y se tambaleó en busca de un lugar donde las velas no cubrieran el sol. Echaba de menos la sensación de la calidez que este proporcionaba como un lagarto tras una fría noche. Esquivó algunos polluelos antes de dejarse caer de cara en el suelo, exhausta tras el uso intensivo de su furia de sangre. El ruido de su impacto fue una mezcla de una piedra impactando contra el suelo y una fregona mojada. Permaneció inmóvil y en silencio mientras los otros hablaban, respirando con tranquilidad mientras se recuperaba.

Hubo algo que la hizo reaccionar en medio de ese torpor. Justo en el instante en el que Wufan dijo la palabra banquete, esta giró su cabeza hacia él de golpe, observándole y esperando más detalles sobre este. Sus ojos estaban clavados en él, como los de un águila observando su presa. Se notaba que estaba hambrienta y teniendo en cuenta su estómago costaría saciarla con solo carne seca.

Una vez arriba, en el barco, Seijuro se dejó bañar por la luz del sol y mecer por el aire que se movía a su alrededor. Tomó aire profundamente, agradeciendo en secreto que ya estaba al exterior, lejos del ambiente opresivo de las profundidades. Y lo más importante, con ya la segunda lección en su poder.
Podía ver como todos a su alrededor compartían el mismo alivio. Aunque se dio cuenta que su hermana estaba algo preocupada. Pero la dejo con sus pensamientos.
Pero el tiempo seguí corriendo, y tenían enemigos que no se paraban a descansar.
Cuál sería el siguiente paso? Quizá solo Yeomi podía saberlo. Así que dirigió hacia ella.
- Ehem... Princesa. Alomejor sabes dónde podemos encontrar la siguiente lección. Puedes dirigirnos hacia ella?

Alfredo escuchó las intenciones de Sun Wufan de hacer un banquete y enarcó una de… no, no tenía cejas.
¿Un banquete? Ya, como tú no pagas… dijo, cruzándose de brazos cuasi ofendido.

¡Pero qué demonios! ¡Polluelos! ¡Sacad algo de comida y sake y cerveza, y ron, oh sí, tenéis que probar el ron!. Una bebida de hombres de mar. anunció el Tengu, quien parecía encantado de poder organizar una fiesta en su barco. Eso sí, os tocaría soportarle borracho y tocando su guitarra hasta altas horas de la noche.

Yun Mei miró a Wufan seria ante su respuesta.
Vaya, tantas horas ahí abajo y no traes ni una perla, ni coral ni nada… yo que pensaba que pensaba que eras el hijo de un Dios mono pero resulta que eres hijo de un Dios rata… insinuó con una sonrisa triunfal; parecía disfrutar maltratando al monje.

Yeomi se dio por aludida cuando Arashi se preguntaba cuál sería el próximo destino al que ir, así que prácticamente no fue necesario que Seijuro le preguntara.
Hay muchos sitios a los que podríamos ir, como Chu Ye o Wanshou… pero por cercanía creo que quizás el Bosque de los Espíritus sería la mejor opción.
He tenido una visión de un templo… creo que abandonado hace tiempo… debe de haber algo allí, en el interior de ese templo que se halla en el bosque. explicó, proponiendo un próximo destino.

A Arashi la situación le hacía pensar en todos los lugares que podrían visitar si tuvieran el poder de desaparecer y aparecer en un lugar distinto, él solo podía lograrlo a cortas distancias.

- Salvo que alguien sea un experto teleportador vamos a tener tiempo para divertirnos. ¡A ver ese ron, jajaja! Pongamos rumbo a ese bosque de los espíritus, estarán encantados de recibirnos en ese templo.

No lo tenía muy claro pero ese problema no era para ahora sino para como pronto, mañana. El hechicero imaginaba que se dirigían a una nueva aventura y de hecho sentía un peso sobre él pues no se consideraba un héroe, un pensamiento que trataba de asentarse en su mente cada vez que veía su propio rostro reflejado. Trató de sacudirse aquella sensación.

- A la bodega Alfredo, verás que soy bueno cargando botellas. Y no me vais a ganar ninguno a beber, ya lo digo, ¡ninguno!

- Jajajaja!!- Wufan rió.- No has escuchado entonces al monje,- dijo en referencia a Shen Long,- poco más había allá abajo que aquellos contra los que nos hemos enfrentado. El resto son parcos en palabras y parece que la oscuridad en la que viven les han hecho perder el respeto por la hospitalidad o la belleza, nada de ello encontramos. O al menos casi nada si no te gustan las criaturas marinas.

Pero daba por buena la decisión de Alfredo.- Hoy en la cena nos desquitaremos y esa perla que no sería nada comparada contigo la tendrás bajo otra forma.

Sabía que Yun Mei era dura, y lo había demostrado con creces y controlando a toda la tripulación, pero también que apreciaba un buen desafío.

- Me uno a lo dicho por Arashi. Disfrutemos hoy, que mañana no sabemos dónde nos llevará el viento... o al menos si el lugar al que lleguemos es lo que esperamos.

Lena, que se había sentado en el suelo tras dejrase caer, levantó la cabeza al oír la respuesta de Yeomi. La tradicional sonrisa y ánimo alegre de la oni parecían haberse esfumado de repente. Sus ojos parecían clavados en la joven chica y el crujir del cuero del mango de su tetsubo se podía oír a varios pasos de ella. Con voz seria y sin titubear, se dirigió a ella:

-Perdón princesa. ¿Qué sabemos del que está en Chu Ye?-Apoyándose en su arma se levantó mientras hacía una breve pausa-¿Sabemos quien lo tiene?

No se estaba mostrando amenazante, o al menos eso intentaba, pero por dentro estaba ardiendo como una hoguera en medio de una guerra. No estaba segura de si quería ir allí cuando el momento llegase, no se sentía preparada aún.

La pregunta de Lena cogió a contrapie a Yeomi, quien parecía no tener una respuesta clara.
Pues… desconozco quién lo tiene, pero por lo que he visto en mis visiones, está en un lugar que parece algún tipo de fortaleza alzada sobre las ruinas de… diría que un templo o monasterio… respondió a la Oni, ladeando la cabeza para intentar recordar con claridad sus visiones.

La celebración por el éxito en Yashabaru se alargó varias horas, hasta que el sol se puso y llegó la noche.
La guitarra de Taldor que tocaba Alfredo no paró de sonar, y las reservas de alcohol del Valeroso descendieron considerablemente aquel día.
Hubo risas, cánticos, música, juegos de azar, apuestas, flirteos y quién sabe qué más.

Finalmente, con la llegada de la noche, la cosa se calmó, quizás porque muchos estaban durmiendo la mona.
La imposibilidad de teleportaros todos a una distancia tan lejana hizo inevitable seguir en barco hasta llegar a la costa de la nación salvaje del Bosque de los Espíritus.
Nadie gobernaba allí, de hecho no existían ciudades pues todo era un inmenso bosque que parecía extenderse día a día.
Nadie sensato pondría un pie en un lugar que probablemente era uno de los mayores laberintos del mundo conocido, al ser una inacabable extensión boscosa sin ningún tipo de indicación con la que guiarse.
Además, nadie sabía exactamente qué criaturas podían morar ahí dentro.

Sea como fuera, no había más remedio que ir y enfrentarse a lo que fuera que os tuviera preparado el destino.

Seijuro se sentía agotado. El viaje al fondo del mar exigió mucho de él. Y con la buena noticia del pergamino recuperado sus ánimos estaban para momentos de distensión. Por decirlo de alguna manera.

Durante la fiesta Seijuro felicitó a sus amigos. Habló con unos y otros. Bebió, cantó y hasta bailó, las canciones que tocaba Alfredo. Era hombre de mundo, y conocía muchas y extrañas músicas. Jugó a juegos de habilidad con su hermana. De aquellos que jugaban cuando eran pequeños. E incitaron a sus compañeros a participar a modo de competición. - Venga gente! Quien cree que puede hacerlo mejor !? - Pero ninguno tenía la mente demasiado "atenta" como para declararse campeón de nada.

En algún momento se acercó a Yeomi, interesándose por sus sueños. ¿Se le repetían?, Si era así, ¿Veía detalles nuevos? ¿Podía controlarlos? No quería abrumarla tampoco, así que quiso saber más sobre su país, y la forma que tenían de gobernar a la gente, y sus costumbres.

A Arashi se le daban bien los juegos de habilidad así como beber, su aspecto era inhumano mas sus maneras no se correspondían con esa apariencia. Durante una fiesta podía cantar algunas canciones de los caminos, aunque no tuviera entrenamiento para las artes contaba con potente voz que no llegaba a desafinar.

Claro que también había puesto sus ojos sobre Hakko, una joven que tenía un punto atrevido y una gran valentía, alguien que podía salvarles de los peligros gracias a su habilidad para permanecer oculta atacando en el momento justo. El hechicero entendía que a veces hacía falta la astucia, como hizo falta contra el liche. Quizás porque parecía algo callada le picaba la curiosidad y en el fondo le parecía que hacían buena pareja, solo faltaba ver si la joven superaba cierto bache superficial, el que suponía la piel violácea que cubría por completo al hombre. A veces parecía más una gárgola que una persona.

- Hakko, te toca cantarnos algo, algo que anime el espíritu, jajaja.

Iba a tener que contenerse en cuanto al alcohol para no parecer un borrachuzo, pero sí que durante las campañas militares en las que había participado había perdido el sentido muchas veces en celebraciones como esas.

La joven Lena estuvo algo callada al principio de la fiesta. Observaba desde su silla a sus compañeros y tripulantes, quienes en poco tiempo se habían convertido en algo similar a una familia. Aunque aún era temprano para decir eso, quería sentirlo de nuevo. ¿Serían compañeros temporales o tendrían más aventuras tras salvar el mundo?

Jarra tras jarra, la oni fue abandonando su silencio y uniéndose a las conversaciones, riendo más y más con cada trago. Canturreaba con los polluelos y en ocasiones levantaba alguno como si de niños se tratasen. Aunque intentase dar miedo durante el día, era claro que la chica era incapaz de hacer daño a cualquiera a quien llamase amigo, y otorgaba ese título con más rapidez que con la que atacaba.

Esa iba a ser una buena noche, las risas abundaban y las obligaciones yacían en el horizonte. Les esperaba un destino digno de héroes, pero ahora Lena iba a disfrutar de ese momento como una persona normal. Con algo de suerte, podrían repetirlo hasta que el Sol no volviera a salir.

La fiesta en cubierta hizo que muchos bebieran más de la cuenta, entre ellos Seijuro, que propuso juegos de habilidad, en los que Alfredo fue el que más participativo fue, pero Hakko quien sacaría mejores resultados.

A media velada Arashi comenzó a cantar de forma bastante aceptable, acompañado de la incansable guitarra de Alfredo.
El Hechicero propuso a Hakko que se uniera a su recital, pero la Kunoichi no parecía por la labor.
Con uno que desafine, ya es suficiente.
Pero seguro que la Princesa sabe cantar… insinuó la joven, que claramente prefería la discreción y el silencio.

Yeomi recogió el guante, pese a que apenas había probado el alcohol, y se puso a cantar.
Y sí, lo hacía muy bien. Su dulce voz entonó una melodía con aires melancólicos que no podía dejar a nadie indiferente.
Cuando terminó, avergonzada, fue a retirarse a sus aposentos pero con las prisas se olvidó aquel amuleto de oro rectangular con un dragón de Jade que usaba para conjurar.

Wufan había estado distendido toda la velada, el malestar por haber tenido que sumergirse en el océano había desaparecido por completo. Además le gustó volver a ver a Yun Mei que no había perdido su aire irónico como contrapunto a la rectitud de la misión, de la que estuvo pendiente toda la noche acercándose solo de vez en cuando para meterse con ella y así no dar ninguna señal abierta de interés pero sabiendo que ella era consciente plenamente de eso.

Hasta que el alcohol comenzó a hacer mella... tonteó entonces con varias doncellas esperando ser visto y por fin se acercó a la capitana. Ninguna de ellas os llega a la suela de las botas. Antes de volver de nuevo al círculo donde se agrupaba la mayoría y volver con tres copas. Bebed conmigo, la otra es para el que termine antes.

Fue dejándose llevar por la alegría y olvidando poco a poco al resto, ya centrado solo en la mujer que tenía delante sorteando continuamente comentarios destinados a menoscavar su valía a modo de reto, sin dar el brazo a torcer al responder a cada uno de ellos o alejando con la palabra a miembros de la tripulación que se acercaban a la dama ya sumidos en la embriaguez para hacerla bailar.

Tras la noche loca llegó el nuevo amanecer que pilló a algunos durmiendo la mona, a otros durmiendo en camas ajenas y a otros levantándose en lugares en los que no sabían cómo habían llegado.
Sea como fuera, los polluelos y los Wayang especialmente, se tomaban en serio su trabajo y habían mantenido el rumbo del Valeroso mientras su Capitán digería el alcohol tomado anoche.

Cuando Alfredo se dejó ver por cubierta, ya era casi media mañana, y iba con la camisa medio abierta. Por suerte para él, era cuasi imposible ver signos de cansancio en su cara de pájaro con plumas negras.

El viaje siguió según lo previsto, sin contratiempos destacables que contar.
Una pequeña tormenta que hizo moverse al barco más de la cuenta, y una ballena que nadó demasiado cerca y os empapó, fueron todo lo destacable.

Tras dos largos días de travesía, llegabais frente a las costas del Bosque de los Espíritus.
Obviamente no había puerto ni playa siquiera, si no que donde terminaba el mar parecía comenzar ya el bosque, el cual era tan frondoso que hacía parecer el lugar oscuro.

Dado que era arriesgado acercarse con el Valeroso, usasteis botes para aproximaros a la costa.
Esta vez Yun Mei os acompañó con sus pistolas, mientras que Alfredo se quedó nuevamente en el barco.

Apenas pusisteis pie en tierra, notasteis que el bosque era un lugar extraño, donde no se escuchaba el cantar de los pajaritos como en otros lugares. No, era todo silencio.

Un silencio que ponía bastante nervioso, que incomodaba.
Y a ello se le unía una agobiante sensación de sentirse observados, por mucho que no pudierais ver a ningún animal ni persona entre la maleza o los árboles.
A medida que avanzabais, encontrasteis restos de lo que hace muchos años, siglos incluso, podrían haber sido restos de edificios de piedra.
No sabíais a quién habrían pertenecido, pero lo que sí sabíais era que orientarse en este lugar no iba a ser para nada sencillo.

La fiesta había ido bien, la diversión vino acompañada del alcohol, las canciones y las risas. Arashi se despertó desnudo y solo, enseguida dio vueltas a la cabeza y es que le parecía que Hakko le había acompañado durante unas horas aunque ahora se hubiera esfumado. En el suelo, dispersos, estaban los ropajes del hechicero y es que sí, había sido una noche especial. Dedicó los minutos siguientes a recopilar los recuerdos que aún permanecían en la mente para afianzarlos, preguntándose si aquello había sido el inicio de algo duradero y lo más probable es que no fuera así, pero al menos disfrutaron de la mutua compañía.

La mañana por otra parte les recibió con un bosque tan salvaje que no dejaba de acompañarles la sensación de que era hostil. Empezaba a pensar que el pesimismo se le había aferrado como una lapa, tenía que cambiar de actitud.

- Veamos, habrá que explorar un poco estos edificios, este silencio nos invita a ello.

Ahora era un aventurero, si los animales callaban era indicio de que algo estaba por suceder por lo que la precaución le hizo comenzar a pronunciar palabras arcanas cuyos efectos mágicos se manifestarían protegiéndole y quizás quitando alguna defensa mística a algún monstruo que pudiera estar escondido.

- También es cierto que los animales callan cuando hay humanoides cerca, como si nos temieran de una manera instintiva.

Arashi no iba a tomar la delantera mas podía dar apoyo a quienes la tomaran.

Wufan agradecía que hubieran tardado más de un día en llegar a tierra firme, pudo recuperarse completamente al día siguiente al de la celebración porque esa noche durmió poco y tanto el alcohol como las circunstancias hicieron mella en él. No obstante afrontó el viaje con una sonrisa bastante amplia y parecía que su ánimo había cambiado por fin.

Todo el tiempo que podía volaba sobre la nube evitando el barco pero se iba acostumbrando ya a los zarandeos del mar sobre la nave y hasta estaba orgulloso de ello.

Al llegar a la selva no solo le llamó la atención el extraño silencio sino las ruinas que encontraron.

- Puedo sobrevolar el sitio por si acaso, veré desde el aire si hay algo dentro.

Silvó para hacer aparecer al kintoun y se elevó con él hasta muy por encima de los árboles observando lo que había abajo antes de descender con noticias.

La oni se despertó en la cubierta con los primeros rayos de sol, confusa de como había llegado ahí. Tras un tentempié y un rápido aseo, empezó a trabajar con el resto de la tripulación para mantener el barco en buen estado y rumbo a su destinación. Aún se tambaleaba por el alcohol en sus venas, pero se las podía apañar para no caer por la borda cuando una ola grande impactaba contra la embarcación. Con una sonrisa saludaba a sus compañeros a medida que se despertaban, alegre de que todos hubieran vuelto de la aventura anterior.

Una vez llegaron a la isla, Lena les acompañó manteniéndose al frente del grupo con la esperanza de atraer (o asustar) a cualquier ente que quisiera abalanzarse sobre ellos. Le resultaba curioso ese lugar donde la naturaleza había reconquistado sus tierras. Tetsubo en mano, se dedicó a mantenerse alerta mientras sus compañeros hacían sus tareas.

-Arashi tiene razón... ¿Pero y si somos nosotros quienes les hemos asustado?-Se giró para mirarlos de reojo-No es que seamos un grupo que pase inadvertido fácilmente.