Partida Rol por web

Todos se van a las literas, y Groth sale al cabo de un buen rato de la habitación de Auline, cansado pero sonriente. Echa un vistazo a Suk que parece pensativo acurrucado en una esquina sonriendo extrañamente, y también se dirige a una de las literas para descansar.

Satisfecho pero algo fatigado, bosteza mientras se frota las manos junto al fuego. Después se acerca donde Suk duerme y sujetando su asquerosa manta con dos dedos le arropa como si fuera una mascota... o un niño.

El mercenario parece más pensativo de lo habitual, y más serio. Su mente divaga entre la Vida y la Muerte, el sexo y el amor, lo necesario y lo contingente...

Hasta que al final suspira y se dirige a una de las literas vacías. Tiene que dormir un poco, pues mañana será un día en que habrá que tomar muchas e importantes decisiones.

Todos descansan plácidamente esa noche. No es que los camastros sean precisamente cómodos, pero un lugar cálido bajo techo después de largas jornadas acampando al raso se recibe como un palacio.

Durante la noche, observan que Horen y Gábriel han regresado y han ocupado tambien cada uno una litera, y se despiertan también con los ruidos de los demás al levantarse. Están algo malhumorados y se les nota que apenas han descansado...

El mercader se muestra nervioso. Se ha levantado antes del amanecer y ha estado hablando con el malcarado tabernero sobre lo que hablaron anoche antes de dormir, acerca de las distintas posibilidades de contactar con lugareños que puedan servirles de guías en la región. Cuando Horen y Gábriel se despiertan, se apresura a interrogarles bajando la voz y cuidando de que el tabernero no esté presente.

- Bueno, Gábriel, Horen, regresasteis anoche de madrugada, caminando en la oscuridad... ¿qué os impulsó a correr semejante riesgo para volver cuanto antes?, ¿qué noticias tenéis de los hombres que perseguimos?

Hacia tiempo que Gábriel no descansaba tan bien. Cuando escucho movimiento, se levantó e inmediatamente Heenshen les preguntó qué habian visto

- Verás, nuestros amigos se dirigian hacia las montañas que discurren paralelas a las montañas petrificadas, cuando divisé una torre vigia en lo alto de una de ellas. Estaba claro que iban hacia la torre, y pensé que era el momento de regresar e ir hacia allá todos juntos -le dijo al mercader.

Se despierta feliz y satisfecho, pero la alegría le dura poco y su expresión se tuerce al escuchar las noticias de Gabriel.

- Así que ahora están tras unos muros, en una posición fortificada -se frota las manos en un gesto de nerviosismo- Hemos perdido demasiado tiempo. En estas condiciones están fuera de nuestro alcance ¿o creéis que hay alguna posibilidad de entrar allí?

Al oír las voces, Vaerles se incorpora con los ojos medio cerrados y bosteza. No ha dormido muy bien y además ha tenido un sueño muy extraño: estaba en un bosque muy espeso y aparecía un monstruo humanoide de pelaje rojo y cabeza de chacal que quería destriparlo con sus garras, pero por suerte, conseguía ahuyentarlo con unos objetos mágicos muy ruidosos. Mientras la mirada del monstruo se difumina rápidamente en contacto con la realidad, el mercader se frota los ojos y se despereza estirando los brazos. Luego se une al corrillo y escucha con atención:

-¡Ah... debe ser la torre que me comentó anoche el tabernero...! -susurra Vaerles, emocionado-. Creo recordar que está patrullada por jinetes. Y antes de llegar a la torre parece que hay una granja. Podríamos acercarnos y preguntar al granjero, para luego espiarlos -propone, susurrando de nuevo-. ¡Por cierto, buenos días! -añade. Luego se vuelve hacia la cocina y grita-: Tabernerooo, ¡ese desayuno, por favooor!

Ante los comentarios de sus compañeros:

- Efectivamente, había una granja - le contesta a Vaerles - Y en vez de comenzar a hacer preguntas a los granjeros, pensé que era mejor esperar e ir todos juntos, para mantener la coartada que veníamos usando hasta el momento. No hay que dejar cabos sueltos  - entonces suspiró y contestó a Groth - No sabemos si es viable entrar en esa torre, pero a eso vamos, a averiguarlo...así que llenemos el buche y salgamos cuanto antes - les comenta.

-¡Bien dicho! -dice el mercader-. Tal vez quieran comprar algunas de nuestras mercancías, al fin y al cabo, por aquí no vienen demasiados mercaderes. Mientras llega el desayuno, si me permitís, voy a ir preparando la carreta -añade, y sale al patio para comprobar que todo esté en orden y que su mula esté bien alimentada.
 

A Groth le brillan los ojos ante la perspectiva de volver a ponerse en marcha. Ha recargado pilas con su pequeño desfogue de la noche pasada y está listo para la acción.

- Me parece bien. Auline me ha hablado de unos tramperos buenos conocedores de la región que tal vez encontremos en nuestro periplo -parece animarse según habla- ¡Y de la granja de la que habláis! Pero será mejor que vayáis pensando en una buena historia para cuando nos encontremos con los miembros de la caravana junto a la que viajamos...

Heenshen parece de acuerdo con lo planeado.

- Sea pues -dice palmeando la mesa-, apuremos nuestro desayuno y pongámonos en marcha a esa granja. ¡Tabernero, traenos ese desayuno cuanto antes y dinos cuánto se debe!

La puerta de la habitación que permanecía cerrada se abre y aparece Auline, una mujer de exhuberante belleza.

- Buenos días. He oído que ya os marcháis... ¡oh, pero si hay nuevos huéspedes!

Mira suspicaz al darse cuenta de que la pareja de recién llegados parece conocer al resto de los presentes.

- Vaya, no nos habíais hablado de vuestros compañeros rezagados -sus ojos se detienen en la mujer y el guerrero con curiosidad, aunque lo hacen mucho más tiempo sobre el escultural cuerpo de ella. Mi nombre es Auline, servidora de Uleria, y aquél es mi altar -dice señalando la habitación de la que acaba de salir. Veo que partís pronto, pero si los negocios os hacen quedaros por Karia una temporada os digo lo mismo que a vuestros compañeros: la diosa ofrece descanso y placeres para el cuerpo y el alma, no dudéis en acudir a ella cuando os sea necesario.

El trollkin suspira al pensar en el camino que le espera, las horas de Sol y la comida fría, pero se mantiene erguido junto a Groth.

Tras contar las monedas que Heenshen le da para cubrir el desayuno, el malhumorado posadero ve esfumarse la posibilidad de seguir embolsando dinero de los mercaderes, que se marchan apresuradamente por la mañana.

"Es mejor quedarse aquí alojados y correr la voz entre las granjas para que los colonos vengan por aquí a mercadear. Os haría un precio especial..."

"¿Y por qué no montar unos tenderetes aquí al lado con un poco de madera de los dueños de la serrería? Exponer la mercancía en un puesto decente es la mitad de la venta..."

"Pues vaya prisas... y ganas de patearse los caminos..."

Son algunas frases de Jorhen en un vano intento por retenerles allí cobrándoles una cuantiosa suma diaria. Y no serían malos argumentos, no. Pero el tabernero ignora que los mercaderes en realidad no ejercen como tales en este viaje, y por eso se les queda mirando desde el dintel de la destartalada taberna, rascándose la cabeza mientras se alejan hacia el oeste, bordeando la linde del bosque hasta que lo dejan atrás y comienzan a aproximarse a las Montañas de Karia, cerca de cuyas estribaciones Horen y Gábriel vieron una granja, y algunos kilómetros más allá, ya en las montañas, una torre a la que las carretas se dirigieron con toda probabilidad.

El viento es gélido y el cielo plomizo amenaza con descargar agua, que con esta temperatura será nieve que hará subir unos centímetros más la que cubre el suelo que pisan. No llevan más de una hora de camino cuando ven a unos jinetes que se aproximan en dirección contraria, lejos aún. Trotan a buen ritmo, como si llevaran prisa, y cuando a los pocos minutos llegan a su altura frenan los caballos para saludar.

Tienen aspecto de granjeros de la zona, de cultura orlanthi por lo que se ve en sus atuendos y maneras. Miran con curiosidad al grupo y cruzan una mirada entre ellos, de extrañeza tal vez. Uno de ellos rompe el silencio hablando en lenguaje comercial de forma amistosa.

Levanta la mano en señal de saludo y buena voluntad.

- Os saludo, viajeros. Es una sorpresa ver una caravana de mercaderes en la estación Oscura, pero siempre sois bienvenidos. Me llamo Palgrem, y este que me acompaña es Varhen, hijo de Helerlavi.

El otro hombre también levanta la mano cuando su compañero le presenta.

- Saludos, hombres del sur. No es la primera vez que una caravana tempranera se la juega para colocar sus mercancías a buen precio antes que los demás, que vendrán en la próxima estación. Pero como Palgrem dice, es poco común. En otras circunstancias me complacería guiaros hasta nuestra granja, justo allí delante -dice señalando en la dirección de la que proviene y a la que se encamina la caravana- y ser el primero en elegir entre vuestras mercancías. Pero tenemos prisa y debemos continuar camino.

De nuevo los dos hombres cruzan una mirada.

- Será mejor que deis media vuelta y os alojéis un día o dos en la taberna de Jorhen. Además el tiempo está empeorando. Se avecina tormenta. Y puede que de las fuertes.

El mercenario se inclina un poco hacia adelante y contesta levantando una mano a modo de saludo mientras sonríe.

- Precisamente de esa posada venimos, buena gente -escupe hacia un lado y asume aires de negociante- Tal vez podáis aconsejarnos sobre el camino que nos espera ahí delante. Nos habían dicho allí que podríais hacerlo. No os tomará mucho tiempo.

Y se vuelve a recostar con semblante satisfecho. Mira a los comerciantes animando a los picos de oro a intervenir.

-Saludos, Palgrem y Varhen -empieza el mercader peloriano-. Yo soy Vaerles, y estos son Groth, Heenshen, Bosporus, Horen y Gábriel -dice señalando a todos según los presenta-. Como bien ha dicho nuestro guardaespaldas, nos dirigimos a vuestra granja a comerciar, o incluso a la torre que nos ha dicho Jorhen que hay más allá. No podemos dejar que una tormenta nos retrase, pero os agradecemos vuestro consejo y también os agradeceremos que nos indiquéis el camino -afirma esperando que el resto del grupo esté de acuerdo con seguir adelante-. Pero antes decidnos, ¿qué motivos os hacen cabalgar con tanta prisa?

Bosporus no mira mucho a los orlanthis, se dedica a mirar en la direccion que deben tomar. Mira por los alrededores, como si pensase que los estan acechando y no los ve. Se le nota un poco nervioso o quiza miedoso.... quien sabe, es un mercader que aun no ha podido mercadear... sus mercancias no estan al alcance de todos y con tanto viaje y por estas tierras no cree que pueda vender sus esclusivos productos.