Partida Rol por web

En aquellos pasillos amplios, cavernosos y barrocos, cualquier sonido tenía su respuesta en forma de eco. Se trataba de un hecho común en casi todas las construcciones imperiales más imponentes, pero aquí ese efecto parecía... más intenso. O más penetrante. Y es que, incluso para gente como vosotros, se podía decir que no habiaís visto nunca algo como aquél lugar. Vuestro último destino: La Fortaleza de Vigilia Erioch.

Ese era el puesto donde se os envió cuando fuisteis reclutados por la Deathwatch, desde distintos y muy diversos lugares, al que llegasteís tras un viaje de algunas semanas. Recordaís perfectamente cuando hicisteís el importantísimo Juramento de Obligación, que os prohibe revelar jamás, ni siquiera a vuestro propio Capítulo cuando regreseís (salvo entre otros que estuvieran, como vosotros, en la Deathwatch) a revelar nada de lo que veaís o suceda durante vuestro servicio.

Recordaís también el entrenamiento al que fuisteis sometidos: tras un período de hipno-adoctrinamiento que os indujo conocimientos básicos de multitud de pérfidos xenos, cada uno más vil que el anterior, llegó las horas y horas de estudio que aumentaron vuestro saber. Sin embargo, aquello no era más que el principio, pues después comenzaron los entrenamientos físicos y las teorías de combate, ya fuese contra blancos de prácticas o con enemigos reales.

Pasaron algunos meses (para unos más que para otros) hasta que llegó este día. A cada uno de vosotros vino a buscaros un servidor allá dónde estuvierais (vuestra celda, una de las salas de entrenamiento o cualquier otro lugar) para pediros, con gran respeto, que le siguieraís. Por ese motivo era por el que ibaís por esos pasillos antes mencionados hasta que llegasteís a una sala común, amplia y con una gran bóveda en el techo. Ibaís con vuestros ropajes corrientes, no con vuestras servoarmaduras.

Enseguida visteís que no eraís el único hermano convocado allí, terminando por ser siete de vosotros. Todos eraís de distintos Capítulos, un hecho que saltaba a la vista por los símbolos que portabaís. No os sorprendía, sabíais de sobra que esto era así desde los inicios de la mencionada organización. Todos os hicisteís la misma pregunta en ese momento.

¿Serían esos los Hermanos con los que lucharíais codo con codo?

Como es un fallo normal, sin llegar ni siquiera a un grado de fallo propiamente dicho, te suena en parte, pero no logras identificarle aún del todo.

El eco de mis pasos resuena por las enormes estancias de la Fortaleza de la Vigilia Erioch a medida que me dirijo a la primera reunión en la que mi destino como miembro de la Deathwatch será revelado. Acabo de terminar mi acondicionamiento y mis entrenamientos como miembro de esta institución, pero aun no sé bien cual será mi labor dentro de los siervos del Emperador que luchan día a día bajo este estandarte.

Los meses anteriores han sido de duro entrenamiento, tanto físico, psíquico como espiritual, pero he logrado imponerme a las dificultades como lo hice al momento de ser aceptado como un Space Marine. Mi vida desde el comienzo ha sido de gran esfuerzo y devoción en la lucha por el futuro de la humanidad, pero nunca incluso entre el Adeptus Astartes es un puesto de gran honor el pertenecer a la Deathwatch. Ahora soy finalmente uno de sus miembros y estoy ansioso por luchar en su nombre y en el nombre del Imperium.

A medida que mis pasos me acercan a la habitación designada, repaso mentalmente, de manera completamente involuntaria, todas las vivencias que me han traído hasta este punto. Me pregunto constantemente que hice para ser merecedor de este honor a pesar de mi corta edad y mi poca experiencia dentro del Astartes:

"A pesar de mi corta edad he luchado en la terrible batalla de Macragge y he sobrevivido después de asesinar a cientos o miles de asquerosos tiránidos. He luchado en la Cruzada Achilus contra las fuerzas del Caos y contra las bestias salvajes que luchan bajo el estandarte del Imperio Tau. He visto varias batallas a pesar de mi juventud y eso me hace un miembro valioso para la lucha y las misiones de alto riesgo que de seguro deben realizarse por mandato de estos muros."

Finalmente convencido y con el pensamiento en alto, al igual que mi frente, entro en el salón, que me maravilla con la visión de la grandeza de una gran construcción, digna del esplendor del Imperium en sus mejores épocas. Al entrar, veo que aun no ha llegado nadie más, pero al poco comienzan a entrar hermanos de distintos capítulos hasta ser siete quienes estamos dentro. Miro a mis compañeros, intentando identificar sus emblemas y el capítulo al que representan.

Entre ellos veo a un Ángel Oscuro, a quien me acerco y saludo amable y respetuosamente:

 - "Bien hallado Hermano. Mi nombre es Marcus y soy nuevo aquí. Acabo de terminar mis sagrados adoctrinamientos y estoy listo para servir al Emperador. ¿Cual es tu nombre, Hermano?"

Espero su respuesta mientras miro a los otros presentes. Hay un Lobo Espacial, un Templario Negro y otros más. Me gustaría conocerlos a todos pues si realmente ellos son a quienes acompañaré en mi primera misión, creo que debemos sabernos hermanos y respetarnos como tal para trabajar juntos en armonía y regocijándonos de nuestra presencia y Fe.

El Hermano cuyo emblema de Capítulo te cuesta un poco identificar pertenece a los Exorcistas. Apenas sabes de este Capítulo, sólo que se dice que es bastante único y que no es de los de Fundación más reciente.

El hermano apotecario Wilhelm se dirigía hacia la sala de reunión, el aviso tras la meditación matutina le había convocado allí junto a los demás. Por el camino iba repasando las últimas semanas, aún poco acostumbrado al servicio en la Deathwatch. Allí, según le habían inculcado, todos eran hermanos independientemente del capítulo y tenía que recordárselo de forma constante, primero Marine, después Templario...

La luz se reflejaba de forma extraña en su armadura, aún reciente la pintura. No dejó de apreciar con cierta ironía que ahora portaba más de la heráldica de su Capítulo que cuando se encontraba en él. Sin embargo ahí estaba, la librea del Apotecarion en su hombrera derecha, la marca de la Deathwatch en la izquierda y el casco blanco colgando de la cadera, golpeando rítmicamente al son de sus pasos.

Finalmente entró a la sala, ya había algunos de los que serían sus nuevos hermanos allí. Ultramarine, Salamandra, Ángel Oscuro, Lobo Espacial, una heráldica que no le era conocida y un Puño Carmesí. De forma incosciente ocupó una posición cercana a la de este último, pues ambos descendían de la estirpe de Dorn. Sin embargo cuando habló lo hizo para todos

-Saludos hermanos. Soy el hermano Wilhelm, apotecario de los Templarios Negros honrado por primera vez con el servicio a la Deathwatch-el narctecium de su muñeca chasqueó mientras su mirada franca y directa recorría a los presentes-Conozco grandes gestas de todos vuestros capítulos, salvo del tuyo hermano-comentó dirigiéndose hacia Matheus-Por favor, no dudéis en informarme cuanto antes podáis de cualquier particularidad que creáis necesario que sepa respecto a vuestra progenie; esperemos que no tengáis que veros bajo mi bisturí-eso podía considerarse casi un intento para relajar la tensión ante los desconocidos-pero mejor estar preparados para tal eventualidad-aunque no dejaba de tener sentido.

A fin de cuentas la semilla genética de cada capítulo difería en aspectos puntuales y sería todo un reto para él atender a estos nuevos compañeros, cada uno de un origen.

El Ángel Oscuro recibió el llamamiento mientras estaba en los rituales diurnos propios del capítulo. Se sentía algo desorientado y "sucio" pues tanto tiempo de adoctrinamiento como si fuera un miembro de los exploradores y de los aspirantes a ser astartes cuando ya era uno era un insulto a su orgullo, pero sabía que tenía que aprender muchas cosas de esa organización. El problema era que no le dejaban apenas tiempo para los rituales que llevaba haciendo desde que entró a ser un astarte.

Cuando recibió el aviso llevaba solo unos pantalones y unas botas, pero rápidamente se puso una túnica con capucha,  parecida a la que llevaba encima de su armadura, pero esta portaba la espada alada en el torso, para que no hubiera confusión alguna.

Caminaba por los pasillos con la barbilla alta y sin mirar a nadie en concreto, sin importarle que algún servidor tuviera que apartarse corriendo. Era el orgullo personificado y si esos siervos querían su respeto deberían ganárselo a pulso.

Entró en la sala en la que había sido llamado y allí encontró a otros astartes. Con la capucha echada escudriñó las diferentes heráldicas y no pudo evitar chasquear la lengua. Un chucho. Arrugó la nariz como si desde allí pudiera captar el mal olor de los animales que desprendía (o más bien creía) ese astartes. Vale, un Lobo y un bibliotecario, ambas cosas no me convencen del todo -pensaba- aunque prefiero a un Bibliotecario que a un Lobo, sin duda -El odio y rivalidad que le habían inculcado hacia ese capítulo desde su formación hacía que tuviera que concentrarse por completo para no retarle a un duelo de honor.

Mientras pensaba todo esto, el hermano ultramarine se acercó y se presentó- Bueno, al menos alguien con la genética correcta y educación -pensaba pues casi todos los capítulos habían desarrollado taras genéticas, salvo los Ultramarines y los Ángeles Oscuros- Soy el Hermano Bethor, antes del Ala de Cuervo de los Ángeles Oscuros -dije devolviéndole el saludo y pronunciando bien el nombre de una de las dos compañías de élite de su capítulo de procedencia- Yo también acabo de terminar mi re-educación como miembro de la Deathwatch. ¿Sabes algo del motivo por el que nos han reunido aquí?

En ese momento escuché de fondo hablar al que se presentó como el Hermano Apotecario Willhem- No tengo particularidades, soy como debería ser todo astartes -murmuró algo de mala gana, casi escupiendo las palabras, de tal forma que solo pudiera escucharlas el Hermano Marcus- Yo tampoco espero tener que encontrarme bajo un bisturí nunca, pero si es así espero que sea de alguien hábil como tú, hemano -dijo. Había que ser educado con los hermanos de batalla, pues si no fuera bueno no estaría en la Deathwatch.

Sabes que es un Hermano del Capítulo de los Exorcistas. No es un Capítulo nuevo, pero no se sabe mucho de él. Sólo se dice que colabora bastante con la Inquisición, en especial con el Ordo Malleus.

Me encontraba en la Armería terminando las transformaciones a la "sagrada armadura" que me marcaría como un Deathwatch, cuando recibí el mensaje por parte de un servidor de reunirme con el resto de mis "hermanos". Dejando las herramientas recogidas y el banco de trabajo pulcro para que otro hermano Tecno Marine pudiese hacer uso de el, me dirijo al punto de reunión.

En mi camino recorro las alas de la fortaleza y agradezco el sistema hipnótico que nos dio el conocimiento de esta, para cualquier otro aventurarse aquí esto sería un laberinto. Veo a otros marines así como a muchos sirvientes que con sus distintos cometidos se cruzan en mi camino....no me deja de sorprender lo poco que otros hermanos les aprecian con todo lo que les necesitamos....

Al parecer soy de los últimos en llegar, el resto de mi escuadra ya esta en la sala cuando entro. El aspecto exterior de todos es mas o menos "parecido" con las túnicas monacales, aun así el símbolo de cada capítulo de procedencia esta marcado en ellas.

- Bien hallados, hermanos. Espero no llegar demasiado tarde a esta reunión. Soy el Hermano Pyriel de los Salamandras e hijo del Mechanicus por vocación. Es un honor conoceros.  

Varias horas de meditación y oraciones son lo que necesita mi alma para estar preparado, aun más que dormir. Ya que el Emperador es mi guia, guia mi voluntad y mis pasos. Y por él... "Sirve y Muere". Sirve y Muere... Sirve... y Muere.

Ya llegó la hora. El sirviente por fin ha terminado de grabarme en la armadura los símbolos de la DeathWatch a la que ahora pertenezco, para guiar a mis hermanos en la senda del Trono Dorado y llevarles a la victoria. He de estar a la altura.

Me desacoplo del mecanismo de mejoras y me despido de los servidores antes de salir por la puerta. Sería "excitación" lo que podría ser que noto en el ambiente si no fuese porque de quienes emana son marines espaciales con un gran historial de servicio, y la excitación forma parte de la inexperiencia. Voy caminando por los pasillos, que aunque similares a los de otros lugares, están cargados de un secretismo y un poder como no puedo relacionar con nada antes.

En mi destino, ya se encuentran unos pocos marines de diferentes capítulos que de seguro serán mis hermanos en batallas venideras.

Gracias Hermano Wilhem por tu atención que de seguro nos hará falta en el futuro, pero estoy seguro que tus conocimientos sumados a la guia del Emperador harán que tu bisturí haga perfectamente su propósito.

Yo soy el Hermano Matheus, Bibliotecario de los Exorcistas. Será un honor servir a vuestro lado.

Pero algo empezaba a ir mal. Me quedé mirando por unos segundos al hermano Bethor antes de hablar.

Todos nosotros pertenecemos a diferentes capitulos por los que gustosamente daríamos la vida... pero por delante de nuestra heráldica está el Emperador. Y por él hoy estamos aqui, lucharemos juntos y serviremos hasta la muerte codo con codo. Todos nuestros prejuicios nublan el camino que el Emperador ha iluminado delante de nosotros. Libraos de las dudas pues a partir de hoy somos todos el mismo azote de los enemigos del Imperio.

Hacia seis semanas que estaba en La Fortaleza de Vigilia Erioch. La mayoria del hipno-adoctrinamiento la habia recibido en la misma nave que me llevaba a mi destino. Era la unica manera de tenerme entretenido, de soportar estar enjaulado en aquella carcel de metal a los que muchos se eforzaban en llamar nave.

Tras las primeras semanas de entrenamiento, habia variado mi posicion en la fortaleza entre el lugar donde podia beber cuanto deseara, y el lugar de entrenamiento con objetivos reales. Disfrutaba con aquello. No importaba el objetivo, solo importaba la emocion de la caza.

Aquella mañana no era distinta. Tras haber desayunado como para alimentar a tres marines espaciales, y beber hasta acabar con el barril de la sala, me dirigi a la sala de entrenamiento. Habia pedido un objetivo real, un xeno de la raza eldar. Queria retar sus habilidades contra mi sigilo. Moviendome sin emitir ruido, armado unicamente con un cuchillo, acechando en la oscuridad. Gustaba de ese momento, de esa inocencia de desconocer que esta apunto de morir. El desconocimiento de que el cazador esta sobre el cazado. Flexionando las rodillas hasta que practicamente tocaron el suelo, y apoyando la mano libre en el suelo, tense el cuerpo, lanzandome contra el xeno, asestandole un corte en el cuello, antes de que percibiera siquiera de donde habia procedido la amenaza. Asi era la vida del cazador. Asi era la vida del Lobo.

Limpiando mi arma, entro el servidor que anuncio que se esperaba mi presencia. Me giré hacia el, en silencio. Era un grande incluso para ser un marine espacial. El motivo era sencillo, era un lobo espacial. Pasé por mi habitación antes de marchar hacia el lugar de reunion. No queria hacerles esperar, pero el equipo con el que entrenaba no era el mejor para asistir a una reunion. No me demoro demasiado, y avanzo rapidamente hacia la sala de reunion, a paso ligero. Parezco un Rhino dispuesto a arrollar cuanto tenga delante, aunque le ruido que hago al andar es suficiente para avisar a la mayoria de mi presencia.

A cada paso, el tintineo de las anillas colgadas en mi espesa barba se hacia evidente, asi como las diferentes runas y simbolos propios del mundo de Fenris hechos en metal, colgaban de mi cinturon. Portaba una tunica gris, propia del color de mi capitulo, con el simbolo de este bordado entre runas y escrituras de textos pronunciados de boca del mismisimo Leman Russ. Con diferencia, tenia el aspecto mas salvajey animal de los presentes. Y estaba orgulloso de ello.

Al entrar en la sala, me paro cuando llego al centro, observando a los presentes con la mirada propia de un depredador. Aquellos serian mis compañeros. Hermanos. Lo que nos hacia diferentes antes, era precisamente o que ahora nos haria fuertes. Estaba deseoso ya de comenzar la caceria con esta nueva manada. La mayoria parecian fieros y dignos de estar alli. Seremos una jauria propia del mismisimo Leman Russ. Pienso, hasta que deposito la mirada sobre el angel oscuro. No puedo evitar sonreir ampliamente, mostrando una hilera de enromes dientes perfectos. Es una pena que estemos aqui. Como me habria gustado dejarlo como al ultimo... Y no puedo evitar bajar la mano hasta el cinto, donde uno de los muchos totems o fetiches que llevo, es un trozo colgante de la espada alada que llevara en la espada el angel oscuro. Recogido para rememorar el encuentro y celebrar la humillacion en duelo.

Soy el Hermano Magni Hijo del Lobo. La voz ronca, fuerte y profunda resono cuando abrio la boca. Fui llamado desde Fenris, de los Lobos espaciales para servir aqui, con vosotros, hasta acabar con todos los enemigos de la humanidad, o morir en glorioso combate.

Sobre el bibliotecarío, habria preferido un Sacerdote Runico, propio de Fenris, pero mientras recordara el espiritu de Fenris en sus hazañas, no me importaria.

Si es tu habilidad con el bisturí similar a la mia con el hacha, no temeré estar bajo tus instrumentos, Hermano.  Le digo, mirando a Wilhelm. Muevo de un lado a otro la cabeza, estirandome mientras espero, provocando un deliverado tintineo de todos aquellos objetos que portaba a modo de decoracion ritual. Aun necesitaba saber si eran dignos acompañantes, con honor, coraje y fuerza. Pero si habian sido llamados a la Deathwatch, debia ser por alguna razon, por lo que, por lo pronto, incluso el Angel Oscuro, tendria mi respeto.

Y mi respeto no lo ganaba un capitulo. Lo ganaba cada hermano que me lo demostraba con sus hazañas, y con su sangre.

El hermano Palan entra en la sala ocupando un lugar central en la misma, una vez allí examina minuciosamente a cada uno de sus compañeros, esperando ver a primera vista que era lo que había encontrado la sabiduría del emperador para que aquellos guerreros fueran dignos del honor de formar parte de la Deathwatch. Aunque sobretodo intentaba comprender a quien era aquel bibliotecario del que desconocía sus marcas.

Pero este hermano conocía que la sangre de sus hermanos carmesí y la gracia del emperador, le había permitido estar en La Fortaleza de Vigilia Erioch y Palan no estaba dispuesto a decepcionar a ninguno de aquellos que habían confiado en él, le cueste lo que le cueste.

Una vez que parecía que todos se habían presentado, Palan se decidió a presentarse:

Yo soy el hermano Palan, y espero ansioso de conocer cuales son los designios del Emperador con relación a nuestras vidas. Ya que, es el momento de demostrar que somos la mano de hierro del Imperio con los enemigos del mismo.

Sabes que es un Hermano del Capítulo de los Exorcistas antes de que él lo diga. No es un Capítulo nuevo, algo único, pero apenas sabes más en ese momento.

Tras estar unos minutos a solas todos ellos, la puerta se abrió de nuevo, grande y majestuosa, dejando ver una figura en el umbral de esta. Dicha figura, en ese momento, era más alta que todos ellos, pues vestía una servoarmadura bien cuidada, de color completamente negro, con dos excepciones: el brazo izquierdo, que era completamente plateado, cubierto con símbolos de la Inquisición; y la hombrera derecha es de color verde, con una calavera negra en el centro. Aquello les indicaba a todos, sin temor a equivocarse, que pertenecía a los Hijos de Medusa, un Capítulo era descendiente directo de los Manos de Hierro.

Su rostro era serio y firme, sin pelo en la cabeza, con ojos que se fijaron en todos los presentes.

Pero aún había más: llevaba en la armadura los honores que correspondían a un Capitán. No a uno corriente, sino a un Capitán de Vigilia. ¿Iba a ser él su superior directo?

- Hermanos - dijo con voz grave mientras los miraba, llevando sus manos a la espalda a la vez que entraba en el cuarto. La puerta se cerró tras él y se quedó a pocos pasos de ellos. No esperaba contar con su atención, sabía que la tendría -. Soy el Capitán de Vigilia Mathias y desde este mismo momento soy su oficial al mando, así cómo el responsable de su correcto funcionamiento como escuadra. Al igual que todos los demás miembros de la Deathwatch que residen aquí, cada uno de ustedes procede de un Capítulo distinto. A partir de ahora, como bien saben, eso no importa: han sido escogidos para una misión mucho más importante. Todo lo que hagan, aprendan, vean y oigan durante su servicio será un secreto absoluto que no podrán revelar a nadie, ni siquiera a sus Hermanos de Capítulo. Si desean hacer alguna pregunta, pueden hacerlo ahora - hizo una pausa solemne antes de añadir -. Bienvenidos a Erioch.

Las palabras del hermano Mathias, no hacían más que refrendar el orgullo y la satisfacción que corría por la venas de Palan. Cada palabra que le reconocía como miembro de pleno derecho de la Deathwatch, no hacía más que reconfortar su alma y su cuerpo. De hecho, el final de las mismas la supo a poco y espero un instante a que continuará, y como gran colofon recibía una bienvenida que parecía sólo destinada a sus oídos.

Capitán de Vigía Mathias, es honor que hayan confiado en mí para formar parte de la Deathwatch y ni la muerte podrá apartarme del cumplimiento de sus ordenes. Estoy deseoso de poder iniciar el servicio bajo sus ordenes.

Mientras observaba a los que parecian mis futuros compañeros de armas, y los estudiaba con la misma mirada que se espera de un depredador observando su presa, entra un nuevo marine en la sala. Debia ser diferente, este si portaba servoarmadura, y un segundo estudio de la servoarmadura me hace darme cuenta de quien es.

Me yergo, sacando pecho, en algo que podria recordar vagamente a ponerse firme. Una loba de blanco pelaje entra en la sala, aprovechando que el capitan abre la puerta. Esta se tumba detras mio, sin acer mas ruido ni molestia. Escucho las palabras del capitan, sintiendome orgulloso de lo que ya sospechaba. Mi sonrisa deja a la vista una hilera de perfectos dientes bastante pronunciados, sobretodo los caninos.

Gracias, Capitán de Vigía Mathias. Es un honor poder estar a su servicio en la Deathwatch. Espero estar a la altura de lo que se espera de nosotros, ahora que estamos aqui.

Yo si tenia una pregunta. Sencilla.

¿Cuando comenzamos?

Bethor intentaba apartar la vista de el Lobo Espacial, pero a ver ese símbolo de su capítulo colgando entre sus fetiches paganos y bárbaros era algo que le quemaba por dentro y le exigía que lo retara a un duelo de honor. Por el honor de su capítulo y por poder recobrar esa reliquia, pues para Bethor todo símbolo de su capítulo era sagrado.

Por fuera parecía una estatua, sin hacer ningún tipo de gesto que indicara su pequeño ataque de ira. Además, tenía a un hermano dándole lecciones morales. A él, un veterano de su capítulo, como si fuera un novicio, eso era algo que le hacía gracia y le molestaba a la vez, pero seguía impasible.

Escuchaba y media cada movimiento de sus compañeros como si fueran rivales. Debía conocer sus puntos fuertes y débiles para saber que podía esperar de cada uno de ellos y en que podían fallar, para él poder solventar esos problemas.

Mientras divagaba, entró otro astartes, este si equipado con la sagrada armadura y se presentó como el capitán. El Ángel Oscuro inclinó la cabeza ligeramente, en una reverencia muy leve, mientras hablaba. Escuchaba y memorizaba cada una de las palabras que este pronunciaba, así como lo que hacían y decían sus compañeros.

El típico ímpetu de los Lobos, si él está al mando duraremos poco -pensaba mientras se volvía a erguir por completo. Cuando llegó el turno de las preguntas miró por instinto al hermano Marcus, el Ultramarine. Ellos tenían una capacidad analítica legendaria, y seguro que tendría preguntas mucho mejores que las que se le podrían ocurrir a él.

Otra cosa que no hizo fue decir lo orgulloso que estaba de estar en la Deathwatch. Era algo obvio y Bethor era un hombre de pocas palabras. Prefería que sus actos hablaran por él, como había ocurrido durante toda su vida.

Ya nos habíamos reunido todos. Como Astartes nuestra unión era algo normal, otra cosa era que la historia de nuestros capítulos influyese en  nuestras relaciones en el futuro......¿que es lo que nos lleva ha sentir ese ansia de superación a los demás?..... Estaba sumido en esos pensamientos cuando otro de nuestros hermanos se unió a nosotros.

Una vez llega a nuestra altura y puedo verle mejor, observo que lleva los símbolos que le nombran como capitán. Esto y su presentación hacen que sepa quien va a dar las órdenes a la escuadra. Me cuadro ante él.

- A sus ordenes, Hermano capitán.  Miro el brazo metálico con curiosidad, es una maravilla de la habilidad del Mecánicus. En mi mente aparecen la estructura de forma y posible funcionamiento del artefacto.  

Después de que todos los Hermanos de Batalla ahí presentes se identifican y presentan al resto de los que estamos en esa sala, aparece quien es el Capitán de Vigilia Mathias, nuestro superior. Al mirarle se nota que es un veterano de gran dignidad, un valiente miembro de los Space Marines, digno de su puesto y la confianza que los hombres ponen en él en cada una de las misiones en que está al mando.

Escucho a mis compañeros hablar y yo les imito, dirigiéndome hacía el Capitán directamente:

- "Muchas gracias por su recibimiento, Capitán de la Vigilia Mathias. Yo soy el Hermano Marcus, devastador de los Ultramarines. Estoy al completo servicio de la Deathwatch y es para mí un gran honor ser parte de este grupo, para ponerme al completo servicio del Emperador en las tareas que la Deathwatch considere necesarias."

Hago una pequeña pausa antes de continuar y luego vuelvo a pronunciar mis palabras:

- Puede contar con que mi completa devoción e integridad están enfocadas en cumplir mis misiones de manera impecable y que las diferentes procedencias nunca interferirán en mi deber."

Luego guardo silencio. De seguro que él está esperando el momento apropiado para hablarnos de la misión que se nos viene encima, por lo cual no es necesario ser impertinente y presionarlo con preguntas que él solo responderá cuando sea necesario. Por el momento me mantengo allí, a la espera y reconociendo a quienes pasarán a estar constantemente a mi lado y en quienes confiaré mi vida.

El Apotecario escuchó a los Hermanos de batalla que le rodeaban. Todos parecían estar tan ansiosos como él de entrar en acción y no puedo evitar notar un cosquilleo anticipatorio, la sensación que solía acompañar la preparación de los despliegues.

Por los peldaños del Trono que no me sorprende esto-pensó para si asintiendo en silencio. Voto de secreto, ubicaciones cruciales... aquello era de esperar teniendo en cuenta el entrenamiento adicional que habían recibido y que hubiera sido necesario reunir tal disparidad de Capítulos.

-Capitán-saludó con una inclinación de cabeza-Listo para el servicio-dado que aún no sabía en qué consistiría la misión no tenía preguntas al respecto como parecía suceder con los demás. Parecían una manada de animales de presa, arqueados, prestos para saltar. Glorioso.