Partida Rol por web

No era algo nuevo que deje actuar y hablar a los demás. Unos son orgullosos y agresivos mientras que otros son silenciosos y calculadores. Son la amalgama que ejemplifica la variedad que la sangre del emperador es capaz de crear.

Cumpliremos las órdenes como escuadrón y serviremos al emperador como siempre hemos hecho y haremos hasta el final de nuestros dias. 

Soy el hermano bibliotecario Matheus de los Exorcistas. A sus órdenes.

El Capitán escuchó con atención, manteniendo la expresión seria y grave, a cada uno de los Marines presentándose y haciendo algunas preguntas que se podía esperar de algunos de ellos. O, como era el caso de Bethor, que no llegaran siquiera a hablar...

- Bien, Hermanos. Comenzaré aclarando algunos puntos y cuestiones que habeís formulado - dijo sin alterar el tono de voz que había usado antes ni sin apartar las manos de su espalda -. Como su oficial al mando, seré, por encima de todo, el supervisor de su escuadra y de sus misiones. Y cuando digo esto, quiero concretarles que no vendrán sólo de mí sus órdenes. Otros capitanes podrían necesitar de ustedes en ciertas ocasiones y lo mismo en lo que se refiere a los representantes de la Inquisición. Incluso los miembros de la Cámara de Vigilancia, el Comandante entre ellos, podrían requerir de sus habilidades en algún momento - se tomó un momento antes de volver a hablar, mirando al Lobo Espacial -. Hermano Magni, habeís preguntado cuando empezaran. La respuesta es sencilla: cuando considere que están preparados. He leído ya sus historiales y comprobado parte de su adiestramiento, más yo necesito algo más antes de enviarlos al campo de batalla. A pesar de todo, seguramente no retrasemos dicho momento mucho tiempo.

Tras eso, la puerta se abrió con el menor silencio porsible y un servidor sumamente modificado, con poco que ya le identificara como humano, entró y se acercó a Mathias, que le miró. Este le susurró algo al de los Hijos de Medusa, asintiendo y haciéndole una seña para que les dejara.

- Bien, Hermanos, acompañenme. Tenía pensado mostrarles la Fortaleza Erioch, al menos los lugares a los que tengan acceso, pero el Comandante quiere dedicarles un momento, así que eso deberá esperar.

Escucho atentamente las palabras del Capitán de Vigilia Mathias y asiento a ellas, emocionado por estar aquí y servir a la Deathwatch aun sea como un miembro a prueba. La Deathwatch es la élite de nuestra lucha contra las terribles fuerzas de los Xenos que atacan el Imperium por todos los rincones oscuros del universo.

"Me siento listo, me siento preparado. He luchado en muchos frentes y he visto la cara de la muerte demasiadas veces, por lo que no conozco el miedo y no retrocedo a la hora de luchar contra los enemigos del Emperador. Pero los mandos de la Deathwatch saben más de lo que se necesita de un miembro en pleno funcionamiento, por lo que no debo cuestionar sus juicios y pruebas hacía mí. Debo aceptar y obedecer, escuchar y aprender, analizar y resolver."

Asiento a sus palabras y me apresto para seguirle hacía donde nos espera el Comandante, quien quiere dedicarnos unas palabras. Somos los Ángeles del Emperador, tenemos dentro de nosotros los implantes que descienden de la propia sangre de los Primarcas, somos sus elegidos y nos comportaremos con tales.

Más pruebas -pensaba Bethor frustrado. Si estaba allí era porque había demostrado en múltiples ocasiones su valía. No era un explorador novato, era un miembro veterano de la Ravenwing y eso parecía no servir de nada en ese lugar, era como si todo lo que hubiera hecho antes de llegar allí ya no contara.

Y eso le frustraba.

Escuchó atentamente las palabras del que sería sus superior, entrarían en combate, pero dedujo entre líneas que les harían una prueba como conjunto. En ese momento no pudo evitar desviar la mirada ligeramente hacia el Lobo Espacial. Eran imprevisibles y no se podía confiar en que siguieran un plan.

-¿Podemos saber de antemano que quiere el Comandante de nosotros? -la pregunta era para estarse preparado. Estaba acostumbrado a los interrogatorios en los que dijeras lo que dijeras te lo darían la vuelta, por lo que tenías que usar las palabras correctas siempre. Esta era una pregunta de curiosidad, no le gustaban ni las sorpresas ni los cambios de última hora, aunque era lo normal en las batallas, él siempre podía decidir cierta parte o no.

Al menos hasta ahora. Solo esperaba que el Comandante fuera un gran táctico y no uno de esos que se lanza de cabeza contra el enemigo gritando y aullando.

El apotecario asintió ante las palabras del Capitán de Vigilia. Era de esperar que aún fueran puestos a prueba antes de su primera misión oficial. Era cierto que todos eran Marines con cierta veteranía, pero la Deathwatch tenía fama de ser especialmente selecta incluso entre los miembros de élite que conforman los Capítulos.

Lo que sorprendió a Wilhelm fue la declaración al respecto de ser recibidos por el Comandante. Haciendo un paralelismo inevitable con su Capítulo tenía el rango equivalente a un Mariscal, lo que implicaba una agenda terriblemente ocupada. Puesto que a todos los efectos ellos eran poco más que Neófitos en Erioch consideró que aquello era un honor desmedido y sorprendente.

Él no compartía las dudas del Ángel Oscuro, pero renegó de aumentar una brecha discutiendo aspectos puntuales sobre opiniones particulares. Había que estar más allá de esas preocupaciones casi mezquinas de mortales. Eran Adeptus Astartes, mucho más que humanos; creados para proteger a esos mismos humanos y esa superioridad era algo que no sólo se demostraba en el campo de batalla en opinión del apotecario. Hacía falta un comportamiento a prueba de toda duda en todo momento. Por ello se mantuvo en silencio, a la espera de que les indicasen dónde serían recibidos por el Comandante.

¡Qué hazañas habrá realizado!-pensó para si emocionado por dicha perspectiva. Se podía aprender mucho de los auténticos veteranos si uno atendía a sus enseñanzas en los momentos en que compartían tiempo.

Pruebas. Y mas pruebas. Mi vida ha sido una sucesión de pruebas, y por haberlas completado estoy aqui... con vida. Para mas de un ser vivo de ésta galaxia estar vivo lo es todo, sin propósito ni camino. Para mi, servir lo es todo. Si hay una prueba mas, la completaré.

Muevo la cabeza a un lado y al otro, estirando el cuello mientras escucho las palabras del Capitan de Vigia Mathias. Esto provoca un leve tintineo de las anillas metalicas que cuelgan de mi barba y entrechocan unas con otras. Me humedezco los labios, esperando que la respuesta sea "ahora mismo" cuando escucho que aun debemos ser probados.

Frunzo el ceño, sin decir nada. Acabo por darme cuenta de algo que ha dicho, de las palabras exactas. No quiere probarnos, si estamos alli, es por una razon. Necesita "algo mas". ¿Pero que podia ser ese "algo mas"? Esta vez no pregunta, ya que ve al servidor entrar. Lo sigue con la mirada, como si fuera una presa que debiera ser destrozada alli mismo con las manos desnudas. El comandante en persona queria vernos. Dudo que lo haga con todos los cachorros recien llegados...  No puedo evitar sonreir en esa mueca donde acabo por enseñar todos los dientes. La loba tras de mi se pone en pie, cuando ve que el Angel Oscuro me mira, poniendose a mi lado. Paso la mano sobre su cabeza, pareciendo tan docil en aquel momento. 

Aqui no somos mas que cachorros destetados. Como en Fenrir, cuando los mas grandes y fieros guerreros entre los nuestros son escogidos, y descubrimos que no somos si no niños en comparacion a otros. Todo esto ya se ha repetido... No puedo evitar pensar que todo aquello lo he vivido. Y no puedo evitar sentir orgullo y deseos de probarme a mi mismo, y de demostrar hasta donde puedo llegar.

Cuando el comandante dijo que le acompañaramos, me prepare para marchar cuando el diera la orden.

Magnífico honor se nos concede ... Seremos suficientemente actos ...

Las palabras de su superior no hacían más que confirmar que eran los verdaderos elegidos de la Deathwatch, y el favor del Comandante estaba con ellos. Esos por lo menos eran los pensamientos del hermano Palan, que ergido cual estandarte se dirigía tras el Capitán de Vigilia para recibir los honores de Comandante por su llegada.

¿Mas pruebas?.....bueno, así  todos podremos saber hasta donde llegan los demás y ellos saber hasta donde llego yo. Un equipo no se forma en unas horas ni en unos días. Siempre hay una explicación para todo en la vida al servicio del Sagrado Emperador.

Sigo a mis nuevos hermanos de escuadra hacia la visita con el Comandante....sus razones tendrá para convocarnos......Para mi esta bien saber el tipo de persona que es aquel que va a guiarnos en la batalla por la Humanidad. 

Antes de ir hacia la puerta, el capitán se acercó al Lobo Espacial, diciéndole con suavidad y discrección:

- Hermano, sería más conveniente que vuestro compañero - se refería a la loba de Fenris - esperase en vuestra celda. Vamos a reunirnos con el Comandante en una de las salas de control y, aunque le molestaremos por poco tiempo, sería recomendable que sólo acudiésemos nosotros. Tanto para ahora como para la ruta que seguiremos luego. Confío en que lo entiende.

Su tono había sido tranquilo y educado. Se notaba, claramente, que como miembro de la Deathwatch desde hacía bastante tiempo, sabía bien como tratar con miembros de otros Capítulos de Marines, por encima de las diferencias que pudiera haber entre unos y otros. Así, tras haber hablado con Magni, se volvió hacia Bethor y le dijo con un punto de seriedad:

- Eso, si es necesario, se lo explicará el mismo Comandante, hermano Bethor.

Sin decir más, salió de la sala, guiando a los Marines por los pasillos de Erioch él mismo. A pesar de lo inmensa que era la fortaleza, apenas os llevó más de quince minutos llegar a dónde debían. Era una sala de control de las muchas que debía haber dispersas por en aquél lugar. Grandes pantallas ocupaban un lado de la misma con múltiples datos pasando por las mismas, servidores trabajando junto a algunos Hermanos con sus servoarmaduras. Y en el centro, junto a una gran mesa con proyecciones holográficas, había uno más imponente que el resto. No era el tamaño, era el aura que desprendía. Tenía un rostro que parecía sacado de la estatua de un Santo Imperial, con unos ojos que reflejaban intensidad y decisión. Un buen número de sellos de pureza y honores adornaban su armadura que era, claramente, de una calidad excepcional. Y, en la hombrera derecha, el símbolo de los Ángeles Sangrientos.

El Capitán Mathias se acercó a él, inclinando la cabeza y cruzando la mano sobre el pecho, diciendo:

- Os saludo, hermano Comandante Mordigael. Espero que no lo hayamos hecho esperar demasiado.

El aludido levantó la cabeza de la mesa y os miró uno por uno, sin hablar por el momento.

De las cientos de cosas que aprendí en mi vida, aplico una de las primeras: El capitán habla y el soldado escucha. He venido aqui para recibir información y servir con mis talentos, asi que aguardé en silencio.

A pesar de la discrepancia inicial, ya me habian advertido que aqui las cosas no funcionaban igual que en El Colmillo. Esta era una de esas cosas que no funcionaban igual. Fruncí el ceño, y me quede mirando fijamente al Capitan sin decir nada, mostrando mi clara disconformidad con la peticion... y aun asi, al cabo de los segundos, asenti con la cabeza.

Clave una rodilla en el suelo, dejando pasar a mis compañeros, ahora ignorandolos, y miro fijamente a la loba, acariciandole la cabeza y el lomo, dandole un fuerte par de palmadas en este. Vuelve a la celda.  Le hablo como si fuera una persona mas. Y es impresionante que sin mas espera, se ponga en pie, y tome la ruta correcta para volver a la celda. Le sigo con la mirada hasta que la pierdo de vista por uno de los pasillos.

Estiro el cuello, haciendolo crugir de un lado a otro, cuando veo pasar al ultimo de mis compañeros, y me incorporo a la formacion, en silencio, siguiendo al capitan. No perdio de vista nada de la fortaleza, curioso, se limito a observar hasta que entro en aquella sala de control. Vio al Comandante. No esperaba un Angel Sangriento, y aun menos aquella enorme cantidad de sellos de pureza y honores. Se paro, junto a los demas hermanos. En silencio, se puso en primera linea, mirando al comandante. Esperaria a que fuera el quien dijera algo, y mientras, lo observaria y estudiaria.

El apotecario siguió al Capitán de Vigilia por los laberínticos pasillos de Erioch en dirección a la ubicación de comandante. -Las palabras son plata, el silencio oro- era un dicho de su planeta natal, ampliamente conocido. Por ello mantuvo la boca cerrada prestando atención a lo que otros dijeran así como la distribución de la fortaleza.

Aquello representaba un reto en incluso para su memoria mejorada, pero no era suficiente para desanimarlo a intentarlo. Tras un rato sorprendentemente corto el capitán Mathias indicó que habían llegado presentándolos al Comandante. Como muestra de respeto Wilhelm inclinó la cabeza a modo de saludo; alguien que ha alcanzado ese rango en la Deathwatch ha de tener un más que sobrado expediente militar. Tras el saludo quedó en posición de firmes mirando al comandante, fijándose en los honores que portaba, su heráldica personal

-Un hijo de Sanguinius- pensó, al percatarse de la marca de capítulo. Aquello le señalaba sin duda como un combatiente temible, pues la fama de éstos en combate cerrado era material de leyenda

Durante nuestro camino por los pasillos y salas de la fortaleza no dejo de maravillarme ante la gran capacidad del ser humano, en construir grandes y magníficas estructuras.  Nos cruzamos con otros hermanos de armas, así como sirvientes y servidores que por ahora llaman a esta fortaleza "su casa".

Al llegar a la sala donde el comandante nos espera, no puedo dejar de admirar el Holo-proyector que se encuentra en el centro de la sala.....hace tiempo que se han perdido estos perfectos ingenios en la galaxia....Al fijarme en el comandante y al ver su semblante puedo empezar a imaginarme el tipo de mando que vamos a tener.....exigente y sin dudas..... los sellos de su armadura no hacen mas que justificar mis pensamientos. 

Me cuadro en el interior de la sala y espero a que empiece a hablar. 

Palan expectante sigue el grupo y intenta mantener el ritmo, sin nada que añadir se mantiene callado hasta que el hermano comandante decida dirigirse a ellos.

Cuando el Capitán de Vigilia contestó a Bethor, este inclinó ligeramente la cabeza para dar a entender que lo había escuchado, y cuando salió de la sala el lo siguió.

Mientras caminaba observaba el camino, aprendiéndoselo y fijándose en todo lo que podía para tenerlo en cuenta, no quería que le pillara nada por sorpresa si podía evitarlo. Cuando entraron en la sala y vio a varios hermanos con sus servoarmaduras, Bethor se sintió desnudo sin su armadura, como un niño intentando jugar a ser un adulto, pero en realidad el era un guerrero tan válido como ellos, puede que más, solo necesitaba la oportunidad de demostrarlo.

En el centro de la sala estaba lo que tenía que ser un astartes físicamente. Grande, con un porte noble, la perfección de la humanidad. No pudo evitar desviar la mirada un milisegundo hacia el Lobo Espacial, que era todo lo que la humanidad intentaba evitar, el salvajismo, la furia. En ese momento se fijó en el emblema del capítulo del Comandante, un Ángel Sangriento- Si todo lo que se cuenta es cierto... -pensaba mientras miraba al comandante y luego al Lobo Espacial. Él sabía perfectamente que los rumores no eran más que la punta del iceberg. Él sabía que en realidad todo era mucho peor que lo que se contaba.

Solo tenía la esperanza de que no fuera tan real en el caso del comandante.

El Capitán de la Vigilia se muestra como un hombre de respeto y con una gran empatía, digna y necesaria para un buen líder. Eso se le enseña a los Ultramarines desde el comienzo de su entrenamiento, para que aprendan que la verdadera cooperación de los hermanos de batalla se consigue con el respeto y la capacidad de llegar al resto. Ese es el camino de un buen líder y es la forma que ha demostrado.

Escucho sus palabras y asiento al momento en el que decide guiarnos en persona hacía donde nos espera el Hermano Comandante. Recorremos los pasillos que nos separan de donde nuestro Comandante nos espera, lugar al que llegamos y vemos a varios hermanos con sus servoarmaduras, lo que me hace sentir un poco pequeño y vulnerable, a pesar de mi altura y la gran masa que me compone y me identifica.

Entro junto a mis hermanos y al Capitán de la Vigilia al salón y veo todo lo que me rodea con atención. Escucho lo que ocurre y me mantengo atento pero al margen, para así poder obtener toda la información posible sin interferir.

El Comandante alzó la vista de la mesa para mirar al Capitán y dedicar un rápido vistazo a todos los demás, moviendo la cabeza a modo de saludo:

- Capitán Mathias - su voz era la que uno espera de alguien al mando de toda una Fortaleza de Marines Espaciales: firme y, a la vez, con cierto deje de sabiduría, rematado con su imponente presencia. Aunque sin pelo en la cabeza, cosa no muy común entre los miembros de los Ángeles Sangrientos, tenía sin lugar a dudas el atractivo propio del Capítulo, sin dejar de verse en sus facciones que era un fiero guerrero con siglos de experiencia -. No, no se preocupe por ello - fijo ahora sí la mirada en cada uno de los Hermanos, diciendo a continuación -. Bienvenidos a Erioch, Hermanos. Imagino que ninguno de ustedes se esperaba conocer tan pronto a su Comandante, más prefiero siempre conocer en persona a los hombres que están bajo mi mando. Espero lo mejor de cada uno durante su servicio, Hermanos. Como sin duda saben y les habrá indicado ya el Capitán, afrontan una de las labores más peligrosas y, a la vez, importantes con las que un Marine Espacial puede encontrarse a lo largo de su vida. Sin la labor de la Deathwatch, incontables vidas y mundos se habrían perdido ya a manos de los insidiosos xenos. Incluso el mismo Imperio podría haberse extinguido - explicó con solemne seriedad, añadiendo después -. No lo olviden nunca, Hermanos.

Tras eso, devolvió la mirada a la mesa con un escueto:

- Pueden retirarse.

Mathias se cuadró ante Mordigael, para acto seguido volverse a los recién admitidos en la Deathwatch e indicarles que le siguieran para proseguir con el recorrido por la fortaleza.

No sólo iban a tener como enlace a todo un Capitán de Vigilia, sino que el mismísimo Comandante de Erioch iba a conocer sus caras. Eso decía mucho de sus habilidades como líder de una organización tan insigne e hizo que Wilhelm se sintiera henchido de orgullo. No por su propia importancia, la vanidad es un defecto mortal, sino por poder estar en presencia de alguien con las capacidades marciales como era el Comandante Mordigael.

La arenga fue breve pero intensa, reforzando en el Apotecario el fervor por servir al Imperio. Se encontraba ya en el estado mental apropiado para tomar parte en la misión que la DeathWatch necesitase por lo que siguió al Capitán Mathias por los laberínticos pasillos de Erioch fascinado una vez más por el lugar donde se encontraba y lo que representaba.

Cuando fueron presentados, Bethor se quedó muy quieto y mirando al frente, como si fuera un miembro de la Guardia y le estuvieran pasando revista. Cuando el comandante habló poco, conciso y dando a entender que sin ellos el Imperio habría caído no pudo evitar estar más de acuerdo. Le gustaban los discursos escuetos y directos, nada de esa pomposidad ni de esas cosas para "subir la moral". Eso era para la batalla, en las fortalezas había que dejar las cosas claras y precisas.

Cuando terminó se inclinó ligeramente ante el Comandante mientras esperaba a que el Capitán de Vigilia les guiara hacia donde fueran y les explicara cuales iban a ser sus funciones en ese lugar.