Partida Rol por web

El hombre era previsor, y desde luego, Lucyen no iba a reprochárselo. 

Puedo presentarte a alguien al que he escoltado recientemente a esta ciudad. ¿Eso te serviría como prueba?

Eruá no pudo más que estar de acuerdo con lo precavido del comerciante. Estaba claro que nadie aguantaba tantos años en el negocio siendo demasiado confiado. Decidió acompañarlos a ver a quien fuera, total, tampoco parecía que ese fuera el día en que encontraría algo de interés en el mercado.

—Está bien, que Eruá vaya contigo a ver a ese que has escoltado. Me fío de él, lo que él decida haré —dijo—. ¡Eruá! Ten cuidado, y ya me dirás qué has decidido cuando sepas si podemos fiarnos de él o no.

Eruá y Lucyen van a la zona sur de la ciudad, donde están las prostitutas, y sin mucho esfuerzo encuentran al famoso herrero que había llegado de Uru y había vendido una auténtica daga de hierro allí. Parecía sonriente, y no para de mirar al culo de las mujeres que por allí había. Tenía una cara de salido que no podía con ella.

—¡Lucyen! ¿Tú también has venido a divertirte? —preguntó antes de que nadie pudiera decir nada—. ¿Qué tal ese brazo? ¿Ya está mejor? Tienes que probar esto, en esa casa hay una pelirroja impresionante. ¡Pelirroja! JAJAJAJA.

No he venido a divertirme- contestó al herrero, que no podía negar que el hombre no había perdido el tiempo en buscar una buena y acogedora diversión (además, para que negarlo, tenía un buen gusto)- tengo intención de partir en breves de esta ciudad con un nuevo encargo, pero necesito para ello una especie de aval para confirmar mi trabajo. 

Te presento a Eruá- dijo mirando al tipo en cuestión- y este ha sido mi cliente, el cual como comprobarás llegó sano y salvo y está disfrutando de ello en este preciso instante.

Sehúl pone la mano en el hombro a Lucyen y mira a Eruá.

—Si no llega a ser por este hombre, ahora mismo me estarían comiendo los buitres en el desierto —dijo con agradecimiento—. Me salvó la vida de unos bandidos. Creo que es alguien en quien se puede confiar.

-Y eso que no pareces hombre que necesite protección, ¿verdad?- Comentó Eruá amistosamente mientras tendía la mano al herrero. No lo conocía personalmente pero si que había oído hablar de él ya que los de su profesión no abundaban. Aquel hombre parecía sincero y no tenía razones para dudar de su palabra.

-Soy escolta de caravana y cuando se nos quiere unir alguien que no es comerciante bueno...nunca está de más ser precavido. Pero ¿quién soy yo para dudar de la palabra de un herrero? Le diré a Ormán que no hay problema. Me gustaría conocer a la señorita pelirroja pero por desgracia también tengo que cumplir con mi trabajo.- Eruá no gustaba especialmente de las prostitutas, el era más de seducir a las mujeres normales cosa que es difícil en el Valle pero no tanto en Arna. Pero hacía tanto tiempo que no veía una pelirroja...quizá volviera esa noche.- Así que ya que estamos en ello, vamos a ver a la mujer y al niño para confirmarles que vendrán con nosotros. -Añadió dirijiendose a Lucyen.

Hace un gesto en señal de despedida al herrero- que te diviertas- no era una recomendación, dado que Sehúl a todas luces ya lo estaba haciendo. 

Sígueme- tras decir esto, se encamino a buscar a la mujer en su casa.

Caminan con paso tranquilo por las calles de la ciudad. Tenía el suficiente conocimiento como para llegar a la casa de Wlada sin mayores problemas, y sin necesidad de preguntar. Asi que, tras una ligera caminata sin mucha conversación, llegaron a la casa de la mujer.

Lucyen llamó a la puerta- Walda, soy Lucyen. Traigo noticias.

Cuando la madre de Walda acababa de marcharse, llamaron a la puerta. Creyó que era otra vez ella, que se había olvidado algo o quería seguir convenciéndole de que se quedara. Pero en seguida oyó la voz del mercenario:

Walda, soy Lucyen. Traigo noticias.

Qué rápido había venido.  Creía que hasta el día siguiente no lo vería. Mucho mejor, penso Walda, así no tengo que esperar hasta mañana para saber en qué queda todo.

Abrió la puerta y ahí estaba Lucyen. Pero no venía solo. Lo acompañaba un hombre al que no había visto antes. ¿Sería un mercader dispuesto a dejarles ir en su caravana hasta Aku? Solo lo sabría de una forma:

Pasad. No os quedéis en la calle. Y cuéntame qué noticias son esas.

-Buenos días señora.- Eruá entró aceptando la invitación de la mujer, se quedó de pie cruzado de brazos.-Soy Eruá y me dedico a escoltar caravanas. Lucyen nos ha dicho que queríais viajar con nosotros y el mercader me ha encargado que me entere si sois de fiar, hablando claro. Las intenciones de los que salen de la ciudad no siempre son las mejores y no está de más ser precavido.- Los modales de Eruá eran más cuidados al hablar con la mujer que con Lucyen. Ella le resultaba más tranquilizadora que el hombre y se había relajado un tanto aunque seguía sin fiarse de él. -¿Cómo es que queréis dejar Arna? 

Walda sonrió. No conocía a mucha gente que hablara tan claro y directo, y eso le gustaba. Es comprensible que haya desconfianza. Hay mucho peligro por todas partes. Precisamente por eso no me he atrevido a irme antes y por eso pedí a nuestro compañero aquí presente que nos escoltara a mí y a mi hijo. Este hombre le daba seguridad. Que alguien se molestaba en investigar a los viajeros era señal de que se evitaba cualquier problema. Me voy de Arna porque esta ciudad no me aporta nada. Llevo 24 años viviendo aquí y cada día ha sido como el anterior. Tengo hambre de conocimiento y de experiencias diferentes, así que deseo ir a Aku para comenzar una nueva vida y, con suerte, conseguiré que Maba Gathra me admita como discípula. Hasta hace una hora he sido enfermera en la casa de curación que está al final de la calle y la ciudad entera conoce mi vida y mis sueños. Pregunte a quien quiera sobre mí. No supongo ningún peligro y menos acompañada de un niño de 5 años.

La mujer sabía lo que quería, habida cuenta de la explicación del porque de su idea de marcharse de aquella ciudad. Pero para Lucyen lo mas importante era ahora que Eruá no desconfiase de las palabras de la mujer,

¿Eso es suficiente para ir con la caravana?- le preguntó sin más preámbulos. 

-Si.- Eruá entendía ese sentimiento de querer ver mundo, aunque le parecía una locura que una mujer con un buen trabajo y un niño se lanzara a la aventura. No es que no hubiera familias de comerciantes que vivieran con sus hijos en ruta, pero el cambio de una vida estable a la nómada podía ser duro. En cualquier caso había decidido que aquellos tres no suponían una amenaza para la caravana.

-Igualmente me informaré sobre vosotros durante el resto del día, pero no creo que haya ningún problema. Saldremos mañana temprano, entonces le diré a Ormán que venís.-Hizo una pausa.- Creo que eso es todo, yo vuelvo al mercado a ver que puedo conseguir.-Se dirigió a la puerta.- Por cierto, conozco a Maba Gathra personalmente, cuando lleguemos a Aku quizá pueda hablarle bien de ti. Nos vemos mañana.

Nos vemos mañana. Y gracias por el ofrecimiento. El día de Walda iba mejorando. Ya estaba deseando que pasaran las horas para poder marcharse. No pudo evitar sonreír cuando salió el escolta por la puerta.