Partida Rol por web

Sales de la clase tan tranquila... los japoneses parecen majos, pero están un poco locos, y al final te has ido sin despedirte de Hana... ¿a dónde puedes ir ahora?

Cuando sales al patio, para salir del instituto, ves a Anrei Sarbu estirado en uno de los bancos del mismo patio... mirando al cielo tan tranquilo.

Natasha sale de la clase, con andar pausado, sin prisa, va observando todo el complejo. Lleva poco en el centro, y todavía no se ha tomado bien la molestia de conocer a fondo el lugar.

Sale al patio, y ve como uno de sus compañeros está allí. Se encuentra solo estirado en uno de los bancos. Vaya, parece ser que nos soy la única que prefiere estar sola, perdida en sus pensamientos. Ignorándole, pasa cerca de donde se encuentra y se dirige hacia uno de los árboles que puede apreciar al fondo. Se sienta bajo su sombra y saco un libro del interior de la mochila. En la portada, se puede apreciar con las letras haciendo pequeñas florituras: La princesa prometida.

Lo ha leído varias veces, pero siempre será uno de sus libros favoritos. Se lo regaló su madre cuando todavía recordaba cual era su función, y la trataba de vez en cuando con cariño. Con un suspiro Natasha abre el libro y se pierde en su lectura, intentando no pensar ni en su madre ni en la vida que está llevando. Perdiéndose en esa historia que tanto le ha gustado siempre sobre el amor verdadero.

¿Tú también eres autista...?

Arrastra las palabras, cuando levantas la mirada te encuentras con Andrei mirándote fijamente mientras se relame la mano... que tiene manchada de sangre.

¿Autista?

Natasha levanta la mirada, encontrándose con los ojos de Andrei. Éste la mira fijamente mientras se va relamiendo la sangre que cubre su mano.

La chica se queda por un momento en silencio, varias respuestas cortantes le pasan por la cabeza... Pero ninguna de ellas llega a formularse en sus tiernos labios. Sus grandes ojos grisaceos van alternativamente de los de Andrei a su mano.

Yo... Yo no soy autista... Consigue decir tragando un poco de saliva. Solo estoy aprovechando la calidez de los rayos de sol para leer un rato... Bueno, y si fuera un poco mas sincera, diría que se ha sentido incómoda con sus compañeros de clase. Completamente descolocada, prefiere la soledad, acompañada de su libro favorito, a los gritos y murmullos de esos animales de granja que tiene por compañeros. ¿Que... Que te ha pasado? Termina diciendo señalando su mano.

Pues lo pareces.

Su lengua es tan venenosa como su mirada... se mira la mano y vuelve la mirada a la morena.

Me he hecho daño. Obvio.

Hace ademán de irse, poniéndose la mano sano dentro del bolsillo del pantalón... pero se detiene y mira a Natasha.

Pues va a llover.

Justo en este momento, como si hubiera hecho un conjuro... una gotita cae encima de tu nariz, y otra en tu mano...

¡Que chico mas raro! Natasha, con los ojos bien abiertos, no puede parar de mirar a Andrei. Se siente un poco cohibida ante la mirada asesina del chico. Pero en un alarde de orgullo levanta la barbilla, negándose a amedrantarse por el muchacho.

¿Llover? Como confirmando las palabras de Andrei, una gota cae sobre su nariz, la chica se la seca con el dorso de la mano y se levanta del suelo, recogiendo su libro y guardándolo en la mochila. Se la cuelga ¿Eres con todos tan desagradable? Se atreve a preguntarle mientras empieza a caminar hacia el interior del edificio.

Echa a andar contigo al lado, sin importarle mojarse... sin embargo, saca un paraguas de su mochila y te lo pasa.

Sí.

Responde secamente una vez más, tan tranquilo.

Natasha se detiene sorprendida bajo la lluvia. Las gotas que poco a poco van cogiendo mas fuerza, resbalan por sus mejillas. Mira con los ojos bien abiertos a Andrei. Por un lado da la impresión que sea una persona inaguantable, ácida y fría como un témpano de hielo. Pero... Entonces, ¿Por qué saca un paraguas y me lo ofrece?

Una sonrisa tímida se dibuja en su rostro, mientras agradecida coge el paraguas. Sus grandes ojos azul grisáceo no se aparten de su extraña mirada. Gr... Gracias... Comenta Natasha mientras lo abre y pone freno así al contínuo deslizar de las gotas de lluvia.

Un rubor cubre sus mejillas, no está acostumbrada a las muestras de amabilidad, y menos en un chico como él. Avergonzada y con la cabeza gacha vuelve a emprender su camino hacia el interior del edificio.

El chico sigue a tu lado imperturbable, mojándose de pies a cabeza y con las manos en los bolsillos, hay un trecho hasta la residencia*.

La gente pasa por vuestro lado mojándose y corriendo, aunque a muchos otros no les ha cogido por sorpresa y llevan el paraguas... ya se sabe como es Transilvania a esta época del año.

Al llegar a la residencia, Andrei se dirige hacia la ala masculina.

Voy a cambiarme.

Te dice como si hubiérais quedado más tarde a algun lado.

Natasha se queda quieta, observando como Andrei se va alejando. Se siente completamente extrañada ante el comportamiento del muchacho. Baja la mirada y de repente se da cuenta que todavía se encuentra en posesión del paraguas del chico.

Espera... Grita casi sin pensar mientras corre detrás de él. Cuando lo alcanza le tiende el paraguas. Esto es tuyo. Y sin esperar respuesta da media vuelta y sale corriendo en dirección a las habitaciones de las chicas.

Tu habitación está vacía, solo el repicar del agua contra el cristal es lo que resuena en la estancia... ninguna de tus compañeras de habitación está, y tu maleta aun no está del todo ordenada.

Natasha deja la mochila en el suelo, al lado de su cama. Supone que sus compañeras de habitación no tardarán en aparecer con lo que se ha girado el tiempo. Decide hacer algo de provecho y empieza a colocar bien sus cosas...

Bastante asqueada, va colgando sus vestidos en el armario. Unos vestidos muy bonitos, pero que a la chica no le gustan...

Una vez termina de colocarlos, se dirige hacia la sala común para ver la algo la tele... No creo que ahora haya alguien... Piensa Natasha, ya que no tiene muchas ganas de encontrarse con la gente. Por un lado sabe que tarde o temprano tendrá que relacionarse con sus compañeros. Pero se siente tan incómoda con ellos que ahora mismo prefiere la soledad...

Mirando la tele está Andrei, completamente seco y con distinta ropa a la de antes... está mirando un programa de fenómenos paranormales que parece la mar de interesante.

El brazo lo tiene encima del sofá y la pierna cruzada encima de la otra pierna, pero no del todo juntas, dejando un triángulo en medio. Con la otra mano está comiendo Mikado's.

Ho... Hola... Saluda Natasha al entrar en la sala de la tele. Se sienta al otro lado del sofá, lo mas apartada del chico que le permite la anchura del asiento.

El programa parece bastante interesante, la chica no sabe de que puede hablar con Andrei, así que se mantiene en silencio, con la mirada clavada en la tele.

Él tampoco dice nada, ni te saluda, pero sigue a tu lado... es como si con su presencia no te sintieras tan sola como te sientes siempre... y es como si él lo supiera.

Cuando termina el programa, coge el mando de la tele y te lo pasa. Sin moverse y sin decir nada.

En un principio, Natasha se siente incómoda, este chico es muy raro, y lo tiene al lado, en silencio... Pero según va pasando el rato se va relajando, sintiéndose agradecida de su compañía silenciosa. Poco a poco ha ido acomodándose en el sofá y cuando Andrei le pasa el mando, asiente con la cabeza dibujando una sonrisa en sus labios, y empieza a hacer zapping, buscando algún programa entretenido para poder disfrutar junto al muchacho.

Quizás debe ser una mala hora, ya que la chica no consigue encontrar nada interesante, encogiéndose de hombros se atreve por fin a mirar al chico. Lo observa disimuladamente, preguntándose por qué será tan solitario... Vaya, lo pregunta la chica mas sociable del instituto. Piensa y se le escapa una sonrisa...

Cuando miras a Andrei... puedes comprobar que tal y con la posición que se ha quedado, de brazos cuadrados y con la pierna izquierda encima del muslo derecho, se ha quedado dormido. Con la cabeza apoyada hacia delante.

No emite ningún sonido. Incluso cuando duerme es totalmente silencioso.

Aburrida de la mala programación de la tele, Natasha decide ir a dar una vuelta. Deja el mando al lado del chico y se levanta sin hacer ruido.

Su primer pensamiento es dirigirse a las habitaciones en busca de un paraguas. Así que sin pensarlo mucho mas se dispone a hacerlo.

Justo al coger el paraguas, ya en la habitación, en la ventana empieza a repicar algo... no te hace falta fijarte mucho para notar que ha empezado a granizar con fuerza. Y por lo que parece, el cielo no tiene intención de despejarse y parece que la tormenta aún va más fuerte.

La puerta se abre y entra Irina vestida con un albornoz blanco y una toalla secándose el pelo.

Oh, hola. No sabía que estabas aquí, en la residencia.

Pues llevo toda la tarde. Comenta la morena con una voz seca, y sin ningún atisbo de calidez, mientras se encoge de hombros. Y por lo visto voy a tener que quedarme. Termina la frase con una expresión decepcionada en el rostro, mirando como el granito golpea los cristales de la residencia.

Dejando el paraguas, se estira sobre la cama. Hace tan solo unos instantes, estaba deseando poder hablar con alguien, intentar llenar esa soledad que atenaza su corazón. Pero... Ahora que ha visto a Irina, su compañera de dormitorio, vuelve a ella esa sensación de malestar, ese deseo de que nadie la moleste... De poder perderse en sus amargos y oscuros pensamientos, como si de una auto-tortura se tratase...