Partida Rol por web

A medida que va escuchando a Keigo... Miaka cada vez se pone más pálida, con las mejillas aun coloradas sí... haciendo que parezca un mimo de éstos de la calle, pero...

Pero luego dice lo siguiente:

Cita:

Y Miaka se vuelve a poner colorada, ahora toda su cara es un auténtico tomate... y aun baja más el tono de voz, poniéndose una mano al lado de la boca y hablando como si se tratara de un GRAN secreto o como si tuviera MUCHA vergüenza.

Una... ¿una cita...? Hace... hace un montón que no tenemos ninguna... - y como si realmente él se lo hubiera pedido seriamente, en plan "declaración de matrimonio", Miaka sonríe con timidez y asiente con vergüenza... - Me encantaría...

- Si... ¡una cita! - Responde Keigo con una sonrisa enorme que dejaba al descubierto una dentadura blanca y perfecta. Ya se había olvidado de los vampiros, los hombres lobo y todo el rollo de correr pos rus vidas. Ahora solo podía pensar en que Miaka estaba supercolorada y que eso le hacía mucha gracia. Claro que él parecía un gran chupachups de fresa, así que... - ¡Y podré comprarte un regalo! ¡Qué me hace mucha ilusión! Porque no nos hemos regalado nada... bueno... ya sabes... en plan... novios...- Cada vez hablaba mas bajo y bajaba un poco mas la mirada hasta que se encuentra a si mismo mirando al suelo. Pequeños hilillos de humos salían de su cabeza y se podría jurar que su piel brillaba en tonos rojos como una luz de navidad. - Jeee -

:O!

Es... ¡es verdad! Te he hecho pasteles caseros y tú me has comprado un montón de chuches, pero... no nos hemos regalado nada material... - comenta... parecía que iban a conjunto, los dos tan rojos, Miaka se queda pensando, cogiendo la mano de Keigo con confianza... aunque aun se ponga más roja - Podríamos comprarnos unos anillos iguales, o... o unos brazaletes, o... - se lo queda mirando a los ojos, sin quererlo, bueno, queriéndolo pero sin querer quererlo, se ha quedado tan cerca de él que... que casi...

>/////////<

Miaka se medio aparta, intentando que los demás no se den cuenta, y tose un poco. Le daba corte que se... besaran... en clase... pero... en la mente de Miaka...

Su cara... está más roja a más no poder...

Y justo en el momento en que Keigo estaba a punto de perderse en los ojos de Miaka y recorrer la distancia que separaba los labios de los dos jóvenes, extendiendo una mano para acariciar suavemente la mandíbula de ella y atraerla hacia sí...

Ella se aparta, roja como solo una japonesa podría estarlo, en honor a los colores de su bandera. Y lo peor del caso era que Keigo estaba exactamente igual. Dos perfectos ejemplos de las maravillas que podía hacer la vergüenza en los chavales de quince años. Parecían las luces de freno de un gran trailer.

Se queda un largo rato petrificado frente a Miaka, sin saber muy bien que hacer, mientras la revelación de que estaban en clase llegaba hasta él, lentamente. Muy lentamente. Como si de una estatua de piedra se tratara, gira la cabeza hacia atrás, con los ojos abiertos de par en par y una expresión de cautela. ¿Lo habrían visto sus compañeros? La verdad es que le importaba poco... pero... Gira la cabeza hacia delante, buscando a las profesoras. ¿Los habrían pillado aquellas dos bestias de la naturaleza?

Noooononononononononononononononononoooo... Qué no esté mirándonos. Qué no esté mirándonos... Qué no esté mirándonos... ó_ò

La profesora Petrova sigue con sus quehaceres... y la profesora Honda, ahora que te das cuenta, ni siquiera está en clase... sin embargo, al mirar los demás compañeros de tu clase... te das cuenta que tanto Dan como Irina y como Viorel os miran con la gota recorriendo su sien...

Os han visto de lleno...

Aunque Miaka sigue mirando lo fantásticas que son sus rodillas completamente avergonzada... sin embargo, mueve su mano hasta la mano que está en tu muslo (¿No lo estaba? Ahora sí : D xD) y te la coge con cariño... sin enterarse que sois el centro de atención de vuestra mesa...

Durante este rato que has estado haciendo la redacción... Keigo y Miaka no han estado parando de cuchichear entre ellos. No sabes de qué hablarán pero los dos están rojos como tomates y sonriendo como auténticos capullos...

Hasta que de repente, observas como los dos se acercan muchísimo, y como Keigo coge la mejilla de ella... hasta Miaka se aparta repentinamente completamente sonrojada, y Keigo mira, con la misma cara, si alguien los ha visto... sobre todo si los ha visto la profesora Petrova, que sigue con sus quehaceres y no se ha enterado de nada...

Pero vosotros sí... Irina, Viorel y tú... se han estado a punto de besar, y tus dos compañeros transilvanos los miran con una gota recorriendo su sien... y tú no puedes evitar hacer lo mismo...

Petrova estaba a lo suyo... Y sus compañeros ya los habían pillado... así queeeeeeee... Poco tenía que perder y sin embargo mucho que ganar. Y ese era Keigo, un ganador.

Keigo mira de reojo a un lado y a otro, saliendo de su estupor y armándose de valor para hacer una de las locuras mas grandes de toda su vida: Besar a su novia en clase. Si. Lo iba a hacer. Estaba mas que decidido. Y tampoco es que pudiera elegir hacer otra cosa. Estaba loco por Miaka y tenerla tan cerca, aún estando rodeados de gente, era más de lo que podía y quería soportar. Por no decir que la mano de Miaka sobre la suya era una invitación que no podía rechazar...

Luego se reirían los dos por los pasillos como los adolescentes que eran, sabiendo que habían hecho algo prohibido... O eso, o los castigaban. Aunque se reirían lo mismo. Eran un par de cabezas locas.
Por eso Keigo desliza la mano hacia la mandíbula de Miaka y le hace levantar la cabeza con dulzura, para que deje de mirarse las rodillas y le mire a él, clavando en los ojos de ella una mirada a la vez pícara y tierna. Sin darle tiempo a reaccionar, estampa un beso en los labios de la chica. Un beso rápido y corto, si, pero así es como son los besos adolescentes en los que uno se juega el tipo.

Sonríe y se encoje sobre sí mismo, como un crío que acabara de hacer una trastada a espaldas de su madre y se lleva el índice a los labios, conteniendo una sonrisa - ¡Ssssssssuuuuussssssssh! - Advierte a Miaka mientras frota con cariño el pulgar sobre el dorso de la mano de ella.

Por favor... murmura no ha modo de súplica, si no de queja, entornando los ojos.

Dan nunca había sido de chicas y nunca había estado enamorado, así que no podía entender como se podía ser tan...empalagosamente pastel. Decide ignorarles, y seguir con su redacción.

Mientras decías el por favor, Keigo toma la cara de Miaka y después de mirar a lado y lado se decide a besarla en los labios. Un beso rápido y corto, pero así son los besos de los adolescentes cuando se juegan el pellejo...

Irina y Viorel abren los ojos de par en par. Se miran. Te miran. Y siguen con la redacción, rojos como tomates.

O///////O

El rostro de Miaka es una bombilla roja de discoteca... mira a lado y lado, comprobando también que nadie los haya visto y cuando se asegura de que así es... mira a Keigo y se pone una mano en la boca para ahogar una risa y apretarle con algo más de fuerza su mano.

Estás loco... - dice aun con la mano delante de la boca, y sonriendo entre divertida y avergonazada... lleva escrito en la cara que le ha gustado y se acerca un poco a más a Keigo, hasta su oreja, para susurrarle - Por eso te quiero... - y le deja un beso fugaz en la mejilla, para separarse y reírse de nuevo.

Dan no puede evitar mirarlos, ante el rápido movimiento.

Coge una hoja y la arranca haciendo una bola. Y luego se la tira.

¡Idos a un hotel! Exclama en broma, pero serio. Y cuando vuelve a bajar la cabeza sonríe.

- ¡JjJjJjJjJjJ! - Keigo tenía los carrillos llenos de aire por la risa contenida en ellos y ya le resbalaba una lágrima por la mejilla cuando Miaka le da el último beso y le dedica aquellas palabras...

Nadie que no fuera de su familia le había dicho nunca que le quería. Dos palabras que parecían tan sencillas pero realmente eran tan importantes... "Te quiero"... Eso le había dicho Miaka... "Te quiero"... Keigo estaba siendo transportado hacia una nube en el séptimo cielo en ese mismo instante, un pasaje directo hacia el bienestar y la alegría mas absolutas. Suspira, completamente ido, mientras una sonrisa la mar de estúpida se dibuja en su cara. En ese momento solo tenía ojos para Miaka, que estaba taaan colorada... Y le sentaba tan bien el rubor... Parecía un caramelito de fresa con las mejillas sonrojadas...

Keigo suspira de nuevo, subido en su nube, y la bola de papel de Dan rebota en su cabeza sin provocar efecto alguno. Lo normal es que hubiera respondido con otra bola al instante... Pero Miaka le había dicho que le quería... Era taaaan perfecta... Solo tenía ojos para ella en ese momento.

Se frota la mejilla, justo donde ella le ha besado y da un ligero respingo de pura felicidad. Se acerca hasta el oído de ella entonces, ignorando todo a su alrededor, y le devuelve el gesto, pero con el beso antes de las palabras. -¡Y yo te quiero a ti! - Aunque quizá esta vez no se hubiera podido controla y lo hubiera dicho en voz mas alta de lo que creía... Dada su emoción.