Partida Rol por web

Doce minutos y treinta tres segundos... Doce minutos y treinta y cuatro segundos... Doce minutos y... ¡SE ACABO! - Keigo se levanta de repente, mirando con la cabeza de una lado para otro hecho un manojo de nervios. Miaka estaba tardando una barbaridad. Y después del susto de la vieja... ¡¡MIAKA ESTABA SOLA EN ESE MERCADO LLENO DE GENTE A LA QUE NO CONOCÍAN!! ¿Y SI LA HABÍAN SECUESTRADO? ¡¡LA HABÍA DEJADO SOLA!! ¡¡OOOOOH NOOOOOO!!

Sube de un salto al banco y se pone de puntillas sobre el respaldo, haciendo bocina con las manos alrededor de la boca y gritando a pleno pulmón - ¡¡MIIIIAAAKAAAAA!! ¡¡MIIIIIIAAAAAAKAAAAAAA!! ¡¡MIAAAAAAAAKAAAAAAA!! ¡DI ALGO PARA QUE SEPA DONDE ESTÁS Y PUEDA IR A SALVAAARTEEEEEE Subido en lo alto del banco, gritando como un loco y moviendo la cabeza un lado a otro para ver si encontraba a la japonesita que le había robado el corazón... Keigo parecía algún tipo de perturbado peligroso.

Miaka aparece con un cargamento de refrescos, dos bolsas de chuches inmensas y un montón de chocolatinas, todo en sus brazos... y caminando lentísima, con la lengua a fuera para que no se le cayera todo... pero al verte allí encima del banco y gritando a pleno pulmón... el rostro de Miaka se pone completamente rojo y... se gira para irse al mismo paso lento.

¿Miaka? ¿Quién es Miaka?

Keigo descubre a la chica haciendo malabares con un montón de dulces y refrescos dándose la vuelta, lentamente para no tirar nada, roja como un tomate y sana y salva- ¡Miaka! - Exclama lleno de alivio y se dispone a bajarse del banco cuando se da cuenta de que... Estaba subido a lo alto de un banco, gritando en un idioma extraño, en mitad de un mercado abarrotado de gente. Gente que le estaba mirando ahora preguntándose quién sería ese crío y porqué demonios estaría armando tanto follón...

Keigo esboza una graaaan y temblorosa sonrisa mientras toda la sangre del cuerpo le sube directamente a la cabeza. De forma instintiva empieza a hacer reverencias hacia todas partes para disculparse por el espectáculo. Eso en Japón hubiera servido, claro... Pero en Europa le hacía perecer mas raro todavía.

- Esto... yo... Solo estaba... buscando a mi novia... y... - Comienza en un inglés torpe y tembloroso, bajándose lentamente del respaldo, cogiendo todas las cosas que habían llevado hasta allí y caminando hacia Miaka con la mirada baja, evitando las caras de los desconocidos.

- Menuda he liado... ¿eh? - Murmura por lo bajo cuando llega hasta la chica. - Pero es que... es que tardabas tanto... y yo estaba taaaan preocupado... Porque la vieja divina daba taanto miedo...

Cuando Keigo llega a junto a Miaka descubre que... se ha girado para... ... ...

¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! - todos los refrescos, chocolatinas y las dos bolsas de chuches se caen al suelo mientras la chica se coge la barriga para seguir riendo, sujetándose al brazo de Keigo y... haciendo que la gente con la que él se ha disculpado vuelven a mirarlos con una ceja arqueada. - ¡Eres la monda, Keigo! ¡AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Keigo parpadea fuerte dos veces. Mira a Miaka riéndose a mandíbula batiente y con las manos en la tripa. Mira los dulces por el suelo, los refrescos rodando sobre si mismos y haciendo que las burbujas cojan fuerza en su interior para saltar con saña a la cara de quienes los abran. Parpadea fuerte dos veces mas. Una sonrisa aparece en su cara mientras se contagia de la risa de Miaka.
Parpadea fuerte otra vez... - Je... Jejeje... Jejejejejejeje - Y entonces estalla también en carcajadas. No podía resistirse a la musicalidad de la risa de Miaka. - JAJAJAJAJAJAJAJAJA -

Una vez los dos dejan de reírse, con Miaka apoyada en Keigo y casi cayéndose por el suelo... recoge todo lo que se ha caído por el suelo, aun riendo y dándole cosas para que lleve Keigo también.

Si es que... me parto contigo... - vuelve a reírse divertida - yendo a comprar he visto una cosa que me ha llamado la atención, ¿quieres verla?

Sonríe de oreja a oreja, esperando la respuesta de Keigo.

- ¡Claro! - Exclama con los brazos llenos de bolsas de chuches -había cogido mucho mas de lo que Miaka le ofrecía para que ella no fuera cargada- y se acerca para estamparle un sonoro beso en la mejilla, sonriendo a la par que ella. - ¡Vamos a ver eso que has visto! ¡Solo espero que no sea otra adivina malvada que nos pegue un susto de muerte!

Sin dejar de sonreír, Miaka camina por entre la gente... esquivando y mirándote de vez en cuando sonriendo... parece que os estáis alejando del núcleo de la feria... y llegáis finalmente al borde, justo donde hay las máquinas expendedoras... el cielo está ya completamente nublado...

Keigo mira a un lado y a otro, con el palo de una piruleta asomando por la comisura de los labios, nada mas llegar al borde de... la civilización. Porque mas allá solo había un bosque oscuro, lleno de árboles oscuros y un suelo oscuro, oscurecido todo más todavía por la falta de luz que provocaban las oscuras nubes del cielo.

Frunce el ceño y dibuja una mueca con los labios, extrañado. - ¿Qué me quieres enseñar, Miaka?... Porque ese bosque da un montón de mal rollo... - Pregunta con la voz ligeramente preocupada. No es que estuviera asustado, porque Keigo nunca se asustaba, pero si que estaba intranquilo. Aquello era muy raro.

Miaka sonríe de oreja a oreja, y mira a Keigo divertida.

¿Entramos? Seguro que es divertido, llevamos un montón de comida por si nos perdemos - dice enseñando la sana dieta que lleva entre sus brazos - ¡Vamos!

Le daba miedo una adivina... los hombres lobos y los vampiros pero no entrar en un bosque que daba... algo que más que "mal rollo", pero, es Miaka... y los incoherencias son el pan de cada día en ella. Salta el pequeño muro que hay, y da un par de pasos hacia la vegetación.

- Poooouuuuueeeeesss... - Keigo solo se lo piensa unos segundos, en los que pone los ojos en blanco, y enseguida sigue a Miaka, saltando también el murete para adentrase en la espesa vegetación - ¡Venga, vamos! ¡Qué no se diga que Ryuuta Keigo se echa atrás ante un desafío! - Exclama, brazo en alto, poniéndose justo al lado de Miaka y mirando al bosque como quien mirara a un tío al que va a echarle un pulso.

Al fin y al cabo, esas pequeñas locuras eran lo que mas le gustaba de Miaka. Nunca te aburrías con ella y cada día era diferente al anterior.

Empezáis a adentraros por el bosque dejando atrás la civilización... vais con los brazos cargados, por lo que vuestro andar es algo lento, pero no os detenéis. Miaka se entretiene mirando los grandes árboles y contemplando florecitas... mientras Keigo sigue atento a cualquier ruido... de los cuales hay muchos.

Cuando lleváis unos 20 minutos así... le cae a Keigo una gota en la nariz, y a Miaka una gota en la frente, quizás es momento de volver, pero... os giráis y... ¿por dónde era? En cuestión de 10 segundos, se escuchan tres truenos, se ven dos relámpagos y empieza a llover como nunca.

- Ooooooooooh... miiiiieeeeeeerdaaaaa - Justo lo que no necesitaban, que lloviera en un bosque siniestro que no conocían, en un país que no conocían y... y... sin paraguas. Keigo mira a Miaka y se encoje de hombros, sin tener ni la más mínima idea de por donde volver cuando los tres truenos resuenan con fuerza, uno detrás de otro, haciendo que Keigo se estremezca al ritmo de las detonaciones como si fuera un gato.

- Eeeeeestooooooo - Se acerca a Miaka, poniendo hombro con hombro y mirando hacia el cielo. - Dime que sabes volver. Porque yo no se volver. ¡¡Y nos vamos a mojar un montón!! - Mientras dice eso, mira hacia todas direcciones, en busca de un tronco hueco, una piedra grande o cualquier cosa bajo la que se puedan refugiar de la lluvia mientras piensan en como volver.

Miaka sube la mirada hasta al cielo, al mismo momento que empieza a llover como nunca. La ropa de abrigo que lleva ya no sirve para nada... y mira a Keigo preocupada, poniendo cara de "Creí que sabrías volver tú". Pero por suerte, los sentidos felinos del chico, le hacen ver una solitaria cueva debajo de unas rocas, un poco por encima del terreno normal y bastante hondo.

Al llegar allí, Miaka suelta las cosas y te mira con los ojos llorosos - Yo... yo... lo siento... ha sido culpa mía... - unos lagrimones empiezan a descender por sus mejillas... mira hacia el bosque, que no para de llover, y se abraza al cuerpo por el frío... mira a Keigo... y vuelve a bajar la mirada.... - ¡¡¡VAMOS A MORIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIR!!! ¡¡¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!

Keigo no se lo piensa y rodea con ambos brazos a Miaka, agarrándola con cariño para consolarla. Si había algo que le partía el alma y le hacía ponerse realmente serio, era ver a alguien llorar. Era superior a él. Por eso siempre se metía en problemas mas grandes de los que podía manejar. Y por eso siempre hacía el payaso. Las sonrisas eran mucho mejores que las lágrimas.

Y que fuera Miaka quien estaba llorando ahora...
- No llores, Miaka - Le pide con voz profunda, una nota mas grave de la que suele utilizar siempre, hablándole directamente al oído en poco mas que un susurro, rozando el pelo castaño de la chica con los labios, con extrema suavidad. - No tienes porqué tener miedo. No vamos a morir. - Le enjuga las lágrimas con el pulgar, deslizando el dedo por la mejilla y apartando el agua de los ojos de la chica en una muestra de cariño y preocupación - Y si no fueras como eres, no te querría tanto como te quiero. Es parte de tu encanto ser así de impulsiva... No tienes que sentirlo - Le coge entonces la cara entre las manos, cálidas y firmes, y le mira directamente a los ojos, conectando con ella. Permanece unos segundos en silencio, sin decir nada más, y esboza una tímida sonrisa.

- Ya verás como esta tormenta no dura demasiado y en seguida podemos salir para volver al hotel... Antes de que te des cuenta, esto no será mas que un recuerdo que podremos contarles a todos. Cómo los valientes Miaka y Keigo se perdieron en un bosque de Transilvania mientras llovía a mares... - Le guiña un ojo y se acerca mas a ella, abarcando su pequeña figura con la amplitud de sus brazos, para darle calor y que no tiritara de frío. - Ya verás, no tienes que preocuparte. Al fin y al cabo, estás con el invencible Gamba Ranger. ¿eh?

*Snif Snif* *Slurp* - se pasa los dedos por los ojos y se sorbe los mocos hacia arriba, escuchando atenta a Keigo... finalmente asiente... y esboza una leve sonrisa. - Tienes razón, si viene un oso grande y enorme tú lo derrotarás con una mega patada. Lo sé.

Pero han pasado quince minutos y sigue lloviendo, tronando y relampagando a mares... así cogidos, no tienen tanto frío como podrían tener si no estuvieran cogidos... aunque los dos tiritan de arriba abajo.

Miaka se remueve un poco y finalmente saca una chocolatina por detrás del brazo de Keigo, poniéndola delante de su cara.

¿Quieres? - sonríe levemente.

- ¡Sip! :3- Asiente con una sonrisilla, controlando los temblores y frotando ligeramente los brazos de Miaka para que no perdiera el calor. - ¡Chocolate!

Le pega un tiento a la chocolatina y, aún con la boca llena, mira hacia dentro de la cueva, pensando en eso que acababa de decir Miaka sobre un oso o algo parecido. - ¿Los osos no hibernan durante el invierno? - Pregunta no demasiado convencido. - ¿Y no estamos en invierno aquí? - Añade todavía menos convencido, pero sin perder la sonrisa.

Miaka se lleva una chuche a la boca mientras la mastica y sigue mirando a Keigo... con una sonrisa. Perdida en el bosque con Keigo... era difícil de explicar cómo algo malo, como perderse, podía volverse agradable estando a su lado... suspiró comiéndose otra chuche y se apoyó algo mejor en el chico, cerrando los ojos... estaba tranquila.

Cuando dice lo de los osos, Miaka sonríe divertida - No sé, estamos en Transilvania... quizás existen osos vampiros u osos hombres lobos y no necesitan hibernar... - pero no ha abierto los ojos, sigue entre los brazos de Keigo comiendo chuches.

- Pues... qué raro sería, ¿eh?- Responde con total tranquilidad, como quien estuviera hablando sobre una serie de la tele y no estuviera perdido en mitad de ninguna parte. - ¿Te imaginas qué pinta tendría un oso vampiro? Con su capa negra y roja de cuello alto, pálido y con los colmillos, quiiisssjj... jejeje... - Se hace la imagen mental del susodicho y se muerde los labios para no estallar en carcajadas - O un oso-hombre-lobo... ¿Cómo es eso? ¿Como un oso que se transforma en hombre lobo las noches de luna llena pero sin dejar de ser un oso, con sus zarpas y sus orejas redonditas de oso y la cola y el morro de un lobo? - En la cabeza de Keigo, mientras que el oso vampiro aún podía ser algo serio, el oso hombre lobo era mas bien un dibujo adorable de un cachorro mezcla de oso y perro. - jejejejejeje -

Miaka se imagina al Oso Vampiro... y un escalofrío recorre su medula espinal... sin embargo, al imaginarse el Oso Hombre Lobo... se queda pensando hasta que coge un palo del suelo y empieza a dibujar en el barro, cuando termina, se gira hacia Keigo y le muestra el dibujo, completamente seria.

Yo me lo imagino así, al Oso Hombre Lobo

Se notaba que el arte de Miaka... no estaba en dibujar.