Partida Rol por web

AULA 1-3

EL PRELUDIO

Sois los alumnos escogidos para ir de intercambio a Transilvania, a aprender el húngaro; en verano, vendrán los nativos de Transilvania a Japón, a conocer ellos vuestras tradiciones y el japonés.

• Día: 31 de Enero.
• Hora: 17.55h
• Hora de salida del avión: 22.00h
• Hora de salida del instituto: 19.00h
• Tiempo instituto-aeropuerto: 20min.

A medida que vais entrando en el aula, podéis ver que la profesora Honda ya está allí, con una enorme maleta detrás de ella y con su cara de inexpresión absoluta, observando y escribiendo en un montón de papeles que tiene delante.

Espera a que lleguéis todos y a que os sentéis... aunque como siempre, no va a deciros nada por que charléis, almenos no, hasta que hayan llegado todos los alumnos.

Urahara reposaba a primerísima hora sobre sus brazos, cruzados con la gracia de un venado muerto sobre la mesa. Llevaba un chandal negro y casi parecía haber sido arrancado de la cama y colocado ahí sin mucha turbación.
Observaba la maleta, dubitativo y en duermevela, desde que había cambiado de casa, estaba más fuerte (lo normal cuando la persona con la que vives te lleva a hacer escalada, paracaidismo, rafting...) y también mucho más cansado.

"Te vendrá bien el viaje" -diría Arisa, y él se lo recordaba mentalmente- "Será una experiencia muy positiva".

Urahara ya fantaseaba con playas de arenas finas, con hamacas y daikiris con una sombrillita cutre... Pero no.

Transilvania.

"Muy bien, Arisa, donde nació y vivió Vlad el Empalador, donde se mueve toda la mafia de este de Europa".

No sirvió de nada. La decisión estaba tomada. Al menos iban los que, en la clase, estaban de algo más que de adorno. Alguno recordaba que no se hizo de notar más que el mobiliario. Tampoco es que se hubiese congraciado con su carácter anterior... Pero poco a poco iba recuperando cierto humor perdido. Qué ganas tenía de ver a Bunzo, el hombre "Dispensador de caramelos PEZ" (porque se le iba la cabeza y encima llevaba pastillas) en Transilvania, donde gracias a Dios no había supersticiones. Sólo por eso, merecía la pena ir.

Sonrió volviendo a caer su frente contra los brazos.

Bunzo entra al aula con la mirada al frente, perdida en quien sabe qué. Sus pasos son lentos pero firmes, sus brazos tiemblan, uno arrastra una valija, el otro esta agarrado de la tira de su mochila. Lleva un papel pegado en el pecho, una nota que cita: "Ahora es su responsabilidad". Los ojos grandes, abiertos sostenidos por grandes ojeras, la misma sonrisa idiota ya conocida por el curso. Sus movimientos, su rostro, su aspecto, es como si estuviera en trance.
Llega al banco y se sienta, casi desplomándose en el.
La ansiedad, los nervios, la historia y los relatos sobre Transilvania han colapsado la mente del chico. Casi no durmió en toda la semana, despertaba en las noches gritando de alegría, sonriendo, paso la ultima semana revisando una y otra vez las cosas que guardaba en su mochila, mirando su reloj cada 5 minutos, revisando mapas y libros, tachando los días en el almanaque. Estaba tan desbordado de alegría que rompía algo a cada paso que daba. Su abuela tubo que medicarlo para que descansara.
Aun estaba bajo los efectos de las drogas, al menos por 15 o 20 minutos seguiría así.
La imagen no era muy agradable, una figura desgarbada, desalineada, ajena totalmente a la realidad. Al menos ya no le sangraban los oídos, ni tenia espuma en la boca.

En su mente solo una palabra, un destino, una meta.
Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania, Transilvania...

No puede ser...

Urahara observó turbándose al instante a Bunzo. No se turbó como quien se turba al ver a alguien con quien mantener relaciones íntimas, no: Se turbó como se turba un tigre cuando ve un pescador sordo y gordo de espaldas él. El labio le tembló al ver el cartel sobre el pecho de Bunzo... Qué estampa, él en si era una obra de arte. Había que inmortalizarlo.

Sacó de su mochila algo que llevaba meses sin tocar: La cámara de fotos. La elevó con solemnidad y acechó a Bunzo hasta hacerle una foto en aquel precioso estado de enajenación.

- A veces me dan ganas de pedirte un autógrafo, Kuroda.

Las pequeñas cosas como Bunzo hacían la vida más bonita.

Haak entró en la clase llevando una abultada mochila a la espalda y una gran maleta negra de la mano. Ambas iban cubiertas de parches y pegatinas de multitud de grupos heavys y la maleta en concreto tenía media docena de cintas identificadoras de otros tantos aeropuertos a lo largo del globo. Pero lo que mas llamaba la atención era la camiseta, negra como siempre, con unas letras góticas que decían:

Abandona toda esperanza, Drácula...
Mi sangre es de Metal!!!

Llevaba una larga gabardina negra, hasta los tobillos, y unas pesadas botas que el único y posible adjetivo que se podía usar con ellas era 'Metal'. El pelo lo llevaba recogido en la consabida coleta y una sonrisa cruzaba su rostro. Iban a Transilvania, a Europa! No era su Finlandia natal, pero al menos era Europa.

Vió a Bunzo y... Bueno, genial, simplemente surrealista... Cada segundo junto a Bunzo era único y se podrían escribir libros sin parar del día a día del peculiar y mentalmente especial japonés. Sacudió la cabeza sonriendo aún mas.

- Bunzo, seguro que quieres estar bajo 'nuestra' responsabilidad? - Ese nuestra dejaba bien claro que excluía a Honda, con cierta malicia de imaginarse lo que se podía llegar a desatar a los pies de los Cárpatos si Kuroda se desataba. Luego miró a Ura y saludó con la cabeza. Vió la cámara y el comentario le salió solo. - Hola Ura. La cámara te sigue quedando igual de bien.

Dejó las cosas al lado de su mesa y se desperezó un poco.

Una cambiada Miaka, entra al aula levantando el brazo y sonriendo de oreja a oreja - ¡¡¡BUENOS DÍAAAAAAAS!!!

Lleva una gorrita azul en la cabeza, y el cabello, un poco más corto y escalado que antes suelto y liso; en la mano izquierda, su preciada cámara de vídeo rosa, y en su mano derecha... un queridísimo y chupado chupa chup.

¡¡¡NOS VAMOS A TRANSILVANIA!!! ¡¡¡YUJUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!! - sí, gritaba histéricamente contenta, e histéricamente feliz... luego cambia la cara y se pone las manos, después de meterse el chupa chup a la boca de nuevo - Un mes perdidos en el culo del mundo... qué guay...

¡Bueno! ò.ó ¡Voy a empezar la película! - enciende la cámara y empieza a grabar a los miembros de la clase... aunque son pocos: Ura, Bunzo y Haakon... aunque no se descuida a la profesora - ¡Profeeeee! ¿Qué no sonríe? : D

Al ver la cara que le dirige... se decide a ir a grabar a Bunzo y su fantasmagórico (y divertido) careto.

Tooru llega dos minutos después de Miaka, está arrastrando una gran y enorme maleta naranja de ruedas, y lleva también una mochila a la espalda.

Buenas - saluda con una sonrisa y levantando la mano.

Hacía un mes que no aparecía por clase, desde que había ido aquel día después de las vacaciones de Navidad y había desaparecido misteriosamente. Aunque se la veía algo distinta, además de tener un nuevo colgante de plata con un trébol de cuatro ojos dentro de una cápsula de cristal... quizás más adulta, y más independiente; de hecho, ni siquiera envía una mirada socarrona a ninguno de los chicos ya presentes, ni ningún saludo especial.

Eso sí, cuando Miaka la señala con la cámara, adopta casi con absoluta naturalidad posturas y sonrisas distintas... parece incluso acostumbrada.

Ren llega a clase arrastrando una aparatosa maleta azul marino de ruedas que casi parece más grande que él, teniendo que girarla de perfil para que pudiera caber por la puerta. Carga además con una mochila que sería su equipaje de mano.

- ¡Ohayo! - Saludó cuando lograr traspasar el umbral de la puerta y suspirar aliviado. Su equipaje parecía demasiado para sus delgados brazos pero su madre era como cualquier madre cuyo hijo se fuera a lo que ella pensaba que era el fín del mundo...Y eso que aún así Ren había dejado la otra maleta en casa...

Parecía realmente contento con la idea de viajar y salir de Japón. De hecho, llevaba en la mano que le quedaba libre un libro de turismo de Rumanía lleno de post-it y anotaciones sobre los lugares más importantes del país al que se dirigían.

Dejó la maleta junto a la puerta, ya que no quería seguir cargando más con ella. Hizo unos movimientos para que la sangre volviera a circular por su mano y para asegurarse de que aún era una parte de su cuerpo utilizable y comenzó a caminar hacia el resto.

Agujetas seguro...

Le dió un fugaz beso a Ura en los labios, sin poder evitar sonrojarse. Seguía siendo japones y las demostraciones de afecto en público hacían que su rostro adoptara en color de un tomate en su momento de madurez idonea para hacer un frito. Se giró hacia Miaka descubriendo la cámara con la que estaba inmortalizando el momento, haciendo que la sangre hirviera en sus mejillas con más brio. Tenía la cámara pero...

- Miaka...¿y tu maleta? - Preguntó mientras volvía a adoptar poco a poco el color de la piel de un ser humano.

¡¡¡Hola Tooru!!! ¡¡¡Hola Ren!!! - se queda mirando al puerta, sacándose el chupa chup de la boca y frunciendo el ceño... - ¡jo...! ¡Sí que tarda Keigo! ò.ó ¿¡Cómo puede llegar un día cómo hoy tarde!? - hincha un poco los carritos... después de meterse el chupa chup de sandía nuevamente a la boca.

Es cuando Ren se gira que Miaka lo mira y sonríe abiertamente de nuevo... - ¡Pues mi maleta está aquí! - se gira, señalando un espacio... vacío - Ah... no... mi maleta está... ¿dónde está mi maleta...? ·_·U - mira la clase, mientras varias gotas empiezan a bajar por su frente... - ¡¡¡Me he olvidado la maleta al aparcamiento de coches!!!

Y sale despedida de clase... dejando tras de sí una nube de polvo...

- Ey! Hola Ren. Hola Miaka. Hola Tooru. - Sonrió y saludó a los recién llegados. Estaba igualmente que Miaka mirando la puerta, esperando a Noa cuando le sonó el movil y cuando lo cogió empezó a hablar en un idioma raro, finlandés suponéis. Lo que sí entendísteis fue que palideció mucho. - Mierd...!!  - Mira de reojo a Honda encogiéndose un poco. - Estooo... Me he dejado una cosa... ahora vuelvo!!!.

Haak salió a largas zancadas, resonando todo el metal que llevaba encima y destacando las pesadas pisadas de las metal-botas contra el suelo. Casi sonaba como un solo de batería.

Cerca de unos 5 minutos despuñes volvió pero está vez andando y llevando en las manos el estuche de su guitarra. Se asomó por la puerta.

- Disculpe, profesora Honda... Me he dado cuenta mientras volvía de la carrera... - Se rascó la cabeza con la mano libre. - Bueno... Podría llevarme la guitarra, por favor? Prometo encargarme de todo, facturarla a parte y dejarla bien asegurada... Puedo? -

Levanta la mirada, primero para mirar cómo Miaka se larga escopeteada... luego mira a Haakon, largándose también corriendo y volviendo al poco con su guitarra.

La profesora se encoge de hombros.

Haz lo que quieras... tú compañera de habitación no soy yo.

Y esboza una siniestra... sonrisa.

Noa entró en la clase tirando de una mano la maleta y en la otra mano leía un librito delgado, al parecer sobre música. En la espalda cargaba el cello.

Transilvania...Ya me apetecía volver a Europa.

Al oir la voz de Haak, levantó la mirada esbozando una bonita sonrisa, fruto de que el tiempo había hecho cambiar a Noa a ser un poco más abierta a la gente. El pelo lo llevaba suelto, venciendo a la ilógica verguenza que antes le daba y le hacía llevar el pelo en coletas.

Su estilo de ropa seguía igual, pero quizás a ella en sí se la veía un poco más madura. Incluso parecía haber crecido, en altura y proprociones...

Buenos días...^^ Cerró el librito y caminó hacia su mesa, dejándolo sobre el pupitre y la maleta al lado junto con el cello. Luego se acercó a Haak para tomarle de la mano y besarle tiernamente la mejilla con una sonrisa.

Si esque...eres de lo que no hay... Le sonreía con cariño y algo ruborizada. Apretó suavemente su mano y tras acariciarle un poco la otra mejilla se acercó al resto, tirando del rubio.

Hola, ¿como va? Paso su mirada por el grupo hasta encontrarse con Bunzo...y su cara mostró una expresión indescriptible. ¿Bu-bunzo? Veía al chico-deshecho humano como en estado de trance, como si estubiese viviendo otra de sus aventuras cerebrales.

 ( . . . )

¿Bunzo es humano?*

Bueno...Esto...¿Que tal? Preguntó a Ren y a Urahara con una sonrisa y con la mano libre saludó a Tooru.

Etsuya entra con la mirada perdida, todos sabian lo que le habia pasado, lo habia dejado con narumi hace dos semanas y desde entonces estaba distinto, solia evitar al esto cuando intentaban hablar con el, ycuando alguna vez lo conseguian no hablaban mas de cinco minutos,se pasaba los recreos a parte, era como si no quisiera ver a nadie, pero no podia porque eso le conlleva vivir en sociedad,tras entrar se sienta y sigue con la mirada perdida en la pizarra, como apunto de echarse a llorar.Llevaba dos grandes maletas y un pequeño maletin, que habia dejado sobre la mesa.Entonces miro a todos con cara rara, como si hubieran aparecido de la nada, pero siguio callado.

- Bien! Gracias profesora Honda. - Haak sonreía feliz por la autorización... Hasta que pilló la indirecta pasados unos segundos. - ... - Otros segundos de silencio por parte de la aturdida torre finesa, solo faltaba una planta rodante. De pronto se empezó a poner mas y mas rojo. - Eh... Jeej... Ehh... Jeje... Bueno...Ya, ya se-se verá.  - Se acercó a su mesa y dejó la guitarra apoyada contra la misma mientras poco a poco el color volvia a la normalidad.

Con la llegada de Noa el color volvió a mutar en su rostro y una bonita sonrisa cruzó su rostro, con el aire ligeramente bobalicón que tan bien se le daba. Cuando recibió el beso el granate del rostro aumentó varios grados de intensidad.

- Buenos días preciosa. - Saludó, con la última palabra en un susurro y se dejó arrastrar por Noa. - Sí, ahora es nuestra responsabilidad... - Matizó sobre Bunzo. - Estoy pensando usarlo para amenazar al gobierno Rumano y - se inclinó y susurró algo al oido de Noa y cuando se retiró se quedó a la espalda de Noa, pasando por su hombro el brazo que llevaba entrelazado con ella.

- Y regalar un castillo encantado a la sidhe mas hermosa de todas. - Dijo susurrando en su oido y depositando un suave y fugaz beso en el cuello.

HHHHHHHHHHhhhhhhhhhhhhh!!!(¿como cuernos es la onomatopeya de una respiración profunda?)
Bunzo se irguió todo lo largo de su ser, con una profunda y fuerte inhalación de aire, similar al modo en que uno respira después de pasar un largo periodo aguantando la respiración bajo el agua.

El regreso de un estado de trance producido por narcóticos, hubiera sido diferente en cualquier otra persona, hubiera, talvez, cesado su actividad hasta finalmente caer rendido ante el sueño, o volver a la "realidad" con fuertes dolores de cabeza, pero al parecer el efecto era diferente en el "chico-deshecho humano"*.

Por fin empezaba a despertar, su cuerpo volvía a encorvarse, a tomar una postura mas cómoda, sus hombros bajaban, su tórax se desinflaba lentamente a medida que el aire era expulsado de sus pulmones.
Aparentaba estar volviendo al "mundo de los vivos", aparentaba ser el nuevamente.
Sus labios se movieron, la aparentemente interminable exhalación de aire, cedió paso a una palabra, a algunas tímidas letras que se atrevieron a asomarse por su boca, Trans... llego a decir, pero una nueva inhalación lo interrumpió.
Sus ojos nuevamente se perdieron en el vacío.

Falsa alarma! sigue en trance.

Fruuuuuussssssh...

Fruuuuuuusssssssssssssssh...

El pesado y siniestro sonido de arrastre provenía del pasillo. Algo grande y que seguramente no era humano se estaba acercando cada vez mas al aula 1.3.

Fruuuuuussssshhh...

A solo unos metros, el ruido era cada vez mas fuerte, cada vez mas ominoso. Fuera lo que fuera lo que se acercaba, debía tener un peso considerable y un movimiento torpe y lento. Quizá fuera una tropa de zombies que se habían levantado de sus tumbas. O una masa indeterminada de carne y vísceras que se arrastraba sobre unos pseudópodos de pesadilla sacados de una novela de Lovecraft. O uno de esos aliens de los que tanto hablaba Bunzo.
Podría tratarse de cualquier cosa, pero seguro que no era humano.

Y humana no era la figura que por fin llega hasta la puerta. Un Keigo con tan mala cara como Bunzo, tanto cansancio acumulado como Urahara y tan cargado de trastos como Haakon hace aparición en el aula. No una, sino dos maletas de buen tamaño y sin ruedecitas colgaban de cada mano, una de color verde manzana y la otra de un intenso naranja chillón. Una mochila de excursionista cargada hasta los topes a la espalda y una de deporte cruzada sobre el pecho, que parecía a punto de reventar por las costuras. A lo que había que añadir un balón de reglamento en su correspondiente red colgando de la boca del muchacho.
Tenía el pelo algo mas largo que en la entrega anterior* y su estilo a la hora de vestir había cambiado ligeramente. Seguía vistiendo tan desenfadado como siempre y con los mismos colores chillones, pero se le veía algo mas adulto. Sus googles estaban justo donde todo el mundo las recordaba, aunque algo movidas y medio caídas sobre un ojo. Pantalón militar de color caqui, sudadera naranja de capucha y una chaqueta deportiva con diversos parches era lo que llevaba debajo de todos los bártulos.
Había sido incapaz de elegir que ropa llevarse. Por no decir que también se llevaba mil trastos inútiles... Era increíble que solo llevase tan poco equipaje.

Cuando por fin cruza la puerta, las maletas se quedan enganchadas con el marco, una a cada lado. obstinadas. keigo tira de ellas cuanto puede pero acaba por rendirse. Las suelta y se deja caer al suelo, amortiguando la caída con la bolsa de deporte... pero aplastado por la mochila de excursionista.
MMMMbuenos... mmmdías...
Levanta una mano como puede con los dedos extendidos en el gesto de la victoria.
Mmmmmtransilvammmia... allá mmmmvamos!

Finalmente, Miaka aparece de nuevo... con dos maletas de ruedas a cada lado de ella, una rosa fluorescente odiosamente cantona, y otra de amarillo fosforito igual de cantona que la otra, el chupa chup lo lleva aun en la boca, y la cámara de vídeo colgando de la correa en su cuello.

¡¡¡HE VUELTO!!! - exclama, soltando la maleta y quitándose el chupa chup de la boca, contenta... hasta que ve a Keigo.

¡Keigo! ¡Llegas tarde! - le riñe, frunciendo el ceño y poniéndose las dos manos en la cintura.

Urahara responde discretamente al beso de Ren, eso sí: Agarrándole de la cintura y no soltándolo después, mientras observa el panorama. Se iba a Europa. El continente más maravilloso junto a Oceanía. Ahí la gente molaba y salían a pasear de la manita por la calle, heteros, gays e incluso gente de raza indeterminada como Bunzo. Al llegar Noa, Ura levanta un poco la cabeza.

- Hola, Noa... Tú y tu Torre volvéis más cerca de la patria, ¿eh? Ya nos contaréis que hay que hacer para que los servicios sociales europeos no nos quiten la custodia de Bunzo - lo señaló justo cuando surgía la falsa alarma. Luego miró a Keigo esbozando media sonrisa - ¿Qué tal, tío?