Partida Rol por web

ARENA ABIERTA, A LA ESPERA DE CONTRINCANTES.

Subió las escaleras que la llevaban de nuevo a la arena. Había habido un breve lapso de descanso, muy breve. Pero lo suficiente, suponía, para que otros hubieran entrenado hasta quedar exánimes sus habilidades, o para adquirir otras nuevas. No había sido así en el caso de Deseo.

Había desaparecido de la vista de todos, eso era cierto. Como otras veces, Deseo sólo aparecía, sin más. No había explicaciones, sólo ella. Un misterio... un nombre para un misterio.

Quizá los demás se preguntaban de dónde venía, o donde estaba. No se la había visto por la Casa de los Condenados... no respondía preguntas.

Taciturna, silenciosa. Y, sin embargo, a pesar de ser así, un enigma, a pesar de ser letal y peligrosa, había en sus ojos algo... había... ¿qué había en sus ojos...?

..............

Se giró, al oír pasos. Juan Bautista. Le saludó, con una inclinación de la cabeza. Y empezó como siempre, como ya era costumbre, su baile con su Guadaña...

Juan bautista contemplo la maestria con la que Deseo blandia su arma, definitivamente era una rivla de temer. Con tanto poder y destreza podria llegar muy lejos en el coliseo, pero el sabia que tenia un destino y una meta que cumplir y sin importar que tan dificil sea el rival, el deberia vencer.

-Mis Saludos, Deseo...Espero que todavia recuerdes mi nombre, despues de tanto tiempo sin vernos...

Juan Bautista saludo cortesmente como acostumbra hacerlo y luego la vio venir, la Guadaña se dirijia directamente a su cabeza, como la parca que venia a recolectar su alma... pero no se lo iba a poner tan facil... no esta vez...

Juan Bautista recibio de lleno al ataque de la guadaña que le dejo un profundo tajo en el cuello del cual comenzo a brotar su vida... tambaleandose y tratando de mantenerse en pie el espadachin sabia que no le quedaba mucho y se arriesgo al todo por el todo.

-Desde luego que recuerdo tu nombre, Juan Bautista. Y el filo de tu espada. Y te respeto por ambas cosas.

No habló más. Se había movido hábil, y la Guadaña había silbado su canción tremenda. El espadachín no había podido evitar el daño que le había caído encima. Se dispuso a devolver el golpe, pero la sangre que se deslizaba por su cuello era un torrente, tenía que estar ofuscando su consciencia con toda seguridad. Hizo un par de amagos con su espada, en un impecable estilo. Pero aunque el estilo era perfecto, y en las gradas así lo reconocieron con gritos de ánimo, sus fuerzas le abandonaban. Nadie podía aguantar un tajo como el que segaba su garganta, y pelear como si nada.

Deseo titubeó. Quizá se entretuvo demasiado pensando, quizá empezaba a pesar en ella algo que hasta ahora nunca había ni asomado...

...lo que fuera hizo que su giro fuera impreciso, y el peso del arma la venció, ladeándola. Había querido acabar rápida con el dolor de Juan, había querido hacerlo fácil. Había girado apuntando a la cabeza. Sin embargo, su vacilación llevó su guadaña abajo, y sólo consiguió sumar más dolor al que ya había proporcionado. No la muerte liberadora.

La pierna del hombre sangró abundante, mientras ella se mordía el labio, contrariada, o quizá apenada...

Juan apenas podia ver.. la vista se le nublaba por la perdida masiva de sangre, apenas pudo notar cuando la guadaña alcanzo su pie y ahora se le hacia mas dificil moverse. Sus movimientos eran lentos y toscos, la clase y destreza que mostraba en un principio se estaban desvaneciendo lentamente.

No..., todavia no... tengo..que...seguir...

tengo..

que....

SEGUIR!!!!

Las palabras salieron de la boca de juan mientras este hacia un esfuerzo por contener el fluido que desbordaba por su garganta. Aprovechando, involuntariamente, la indecision de Deseo, Juan se lanzo al ataque como una bestia salvaje. Su espada parecia las fauces de un Leon, por la bestialidad, por la curdeza, y por la magnitud del ataque.

Deseo se vio sorprendida al ver que aquel hombre todavia tenia esas fuerzas y no llego a levantar la guardia, la espadapenetro en la garganta de Deseo pasando a escasos milimetros de su arteria aorta, en la plenitud de sus facultades el espadachin hubiera terminado el combate en ese ataque pero en el estado en que se encontraba no tuvo la precision necesaria para hacer de ese un golpe mortal. Luego de retirar la espada la vida de Deseo tambien comenzo a filtrarse por su herida y ahora ambos estaban en condiciones parecidas. Aunque antes de que el hombre pudiera dar un paso atras por un instinto de luchadora Deseo blandio su arma y lastimo el brazo del tenaz luchador.

Aunque claramente, el espadachin seguia en desventaja.

Luego del sorprendente ataque, las fuerzas parecieron dejar al pobre guerrero de la espada, que respiraba entrecortadamente y ahora usaba su arma como sosten para no caer al piso y dejar su vida correr como un rio por las arenas del coliseo.

Se miraron. Una fracción de segundo... pero en sus mentes, en sus conciencias, fueron minutos, horas, eternidades.

Deseo se hundió en las pupilas oscuras, sus ojos verdes brillaron como ascuas de luz atravesando una esmeralda, y nadaron en los lagos profundos, serenos del guerrero. Sonreía en su mirada, que no en sus labios. No era una sonrisa alegre, era la dulzura de la comprensión, del dolor compartido.
Y algo más, quizá de un destino que no se elige, de la determinación.

Con todas las energías que pudo reunir, levantó su enorme Guadaña, y la balanceó, para darle inercia.

Juan Bautista seguía mirándola, apoyado en su espada. Exhausto. A sus pies la sangre que fluía de su cuello se juntaba con la que manaba a borbotones de la herida de Deseo. Ambas formaban un espejo carmesí sobre la arena, que se ensanchaba por momentos, bebiendo de sus dos fuentes. Arena de oro teñida, empapada de sangre. De ellos, de Gladiadores antes que ellos.

-Tu sangre y la mía... Y la de otros que han sido, y que vendrán...

La Guadaña voló, en paralelo, sus ojos aún prendidos. Cayó la testa orgullosa, cayó Deseo, de rodillas. Aulló el Coliseo, calló ella...

COMBATE TERMINADO, VENCEDORA DESEO.

ARENA LIBRE PARA PROXIMOS COMBATES

El pequeño de las cadenas se volvió a aproximar a la imponente bárbara de la guadaña, deseando que esta vez, sus cadenas consiguieran impedir que el filo de la ominosa arma segara su cuerpo.

- Un nuevo combate? - preguntó sin perder su buen humor - Quizás pueda ayudarte a que aprendas a combatir sin tu arma... o mientras ruedas por el piso - completó mientras comenzaba a balancear sus cadenas y observaba los movimientos de la guadaña, sorprendido por la velocidad que Deseo imprimía a los movimientos.

-Ah, Renato! Es un honor volver a verte, escurridizo humano.

Volteó su arma, sonriendo, como para que el pícaro comprendiera por qué era tan letal. Pasaba silbando junto a él, en rápida sucesión de amplios movimientos.

-No soy nada sin ella, me temo. Es parte de mi, si me la arrancas, estoy perdida. No es un secreto. Pero es un reto... que sé que vas a intentar conseguir...

- Si... y es claro que con ella eres mortal - aseguró el pequeño que se distrajo un momento con sus propias palabras y así no puedo evitar el mortal filo de guadaña que buscaba su cuello. Pese a sus desesperados intentos por evitarlo el arma impactó y cortó su cuello antes de poder decir nada más.

No había tenido ninguna posibilidad. Evidentemente, mientras no perfeccionara sus habilidades, la feroz bárbara estaba más allá de sus posibilidades.

Ricardo tenía ganas de ver a Deseo, era una adversaria peligrosa, su guadaña era mortal. Pero uno tiene que aprender por las duras si quiere fortalecerse.

Muy buenas Deseo, vengo a por la revancha, ¿Si te apetece claro?

Mientras el norteño hablaba desenfudó sus puñales y los hizo revolotear en sus manos.

Ricardo. Ahí estaba el norteño, fuerte como un roble, haciendo aletear de nuevo sus puñales con maestría. Deseo sonrió.

-Saludos, Ricardo, claro que lucharé contigo de nuevo. Tus puñales son temibles, y eso hace que aprenda...

Empezó con su movimiento habitual de la Guadaña, lento al principio, mesurado, preciso. Poco a poco se aceleró, praparando el golpe raso y mortal... que lanzó... sin éxito. El hombre era hábil, y rápido.