Partida Rol por web

La Casa de los condenados consta de varias plantas. Tiene una planta común, compuesta de un comedor con muchas mesas, ya que el número de gladiadores es elevado, una pequeña biblioteca (un lujo que solo pocos podrían apreciar en estos tiempos), una enfermería en caso de que alguien se lastime durante un entrenamiento y una sala común donde de vez en cuando, la Ama del coliseo trae entretenimientos.

En los pisos superiores se encuentran las habitaciones de los gladiadores. Constan de cuatro pisos. Cuanto más alto el piso, mayor lujo y confort trae la habitación. Mientras que los cuartos del primer piso apenas tienen más que una cama, los del cuarto parecen un pequeño palacio, lleno de adornos, y detalles. Sin embargo, no importa cuan alto estés, debes bajar al comedor a comer con tus compañeros.

- Hola tristes gladiadores, me presento soy Svaltafer, de las gélidas montañas del norte, y espero poder cortaros a algunos vuestras cabezas en la arena JA JA JA JA

Un elfo oscuro levanta su mirada de su copa y te observa con una desagradable mezcla de curiosidad y aburrimiento.

- Supongo que eso debe darnos miedo a todos, ¿no?. Muy bien, hermano, como quieras. Bienvenido. Ya tendré tiempo de matarte luego, si quieres. Ahora déjame comer tranquilo. Tengo cosas mejores que hacer que soportar tus bravatas

Sentado en una de las mesas que hay, oigo más que veo al elfo oscuro que acaba de entrar pavoneandose. Sin inmutarme vuelvo a mi plato de comida cuando el otro elfo oscuro que hay en la sala le hace replica (que seguramente sería lo que el bocazas que entro quería conseguir).
Fastidiado termino de comer y con la jarra de bebida en la mano me levanto y me dirijo hacía mi habitacion.
Doy un rodeo para no pasar entre los dos elfos no vaya a ser que la cosa ascienda de palabras a hechos y subo las escaleras camino a mi cuarto.

Si hay jaleo no pienso limpiar nada.

- Jajaja lo estoy deseando hermano elfo y le sonrio cons acarsmo.

Acto seguido, pillo un poco de comida del plato de al lado del elfo oscuro y me voy a un rincon oscuro a evaluar a mis contrincantes

De improviso, las rejas que llevan a la arena se levantan, y cuatro Monjes Restauradores entran portando el cuerpo de un gladiador brutalmente asesinado. Sin perder un instante llevan su cuerpo empalado a la enfermería. La sangre mancha los ropajes rojos que cubren cada centímetro del cuerpo de los Monjes, mientras estos comienzan su letanía en un idioma perdido antes de que nacierais. Todos lo habéis visto con anterioridad, algunos incluso lo habéis experimentado. Las heridas se cierran, los huesos se sueldan. La boca se convulsiona, aun incapaz de emitir sonido alguno, intentando gritar la agonía del Rito de Restauración. En instantes, el gladiador se encuentra completamente recuperado, pero el dolor... eso es más dificil de olvidar. El joven, apenas un crío de la Baronía de Piedra del este del Reino Humano, se desmaya del dolor. Los monjes le dejan descansar, y se retiran en silencio.

Me paro al momento al oir las rejas, veo como entran los monjes portando a un humano en dirección a la enfermeria. Sacudiendo la cabeza sigo mi camino.

Antes o despues nos pasa a todos en este negocio, siempre acabas llegando a la enfermeria.

En una esquina, media docena de norteños miran a Ricardo, murmurando entre ellos. Después de un rato, uno de ellos, el más anciano, le hace una señal para que se acerque.

Cita:

Cuando estaba a punto de continuar mi camino hacia mis habitaciones despues del incidente del gladiador muerto, veo como un grupo en una esquina (norteños por su aspecto) me hacen señas.
Por un momento pienso en no hacerles caso, luego, viendo que al parecer los dos bocazas de elfos oscuros estan callados decido ir.
Bajo lo poco que había subido de las escaleras y apurando lo que queda de bebida en la jarra me dirijo hacía ellos.

Bien. ¿Qué quereis? Pregunto mientras me siento.

Compañía de alguien que reza a mis mismos Dioses, gladiador, El mayor de los hombres le miraba con dureza. Y tal vez un poco de cortesía. Todos estamos aquí porque nos lo han arrebatado todo, joven. Empujó con el pie una banqueta para que Ricardo se sentase. Mi nombre es Adrián, del pueblo de Altea. Estos son Tomás, Elías y Jesús, y el callado del fondo es "Mudo" Sanchez. Los hideputas de los Elfos Oscuros le arrancaron la lengua.

Sí, eso suena a algo que esos cabrones harían.

Lo miro pensativo.

Mira voy a darte un consejo, viejo. Somos del mismo pueblo, pero hace tiempo que deje de creer en los dioses. No me han dado motivos para agradecerles mi vida.

Cuando salgo a la arena peleo para poder sobrevivir, y peleo para matar porque es la única manera de sobrevivir. Así que si nos vemos en la arena y no estamos en el mismo bando no me des cuartel ya que yo no lo haré.

Soy Ricardo Corazónfrio, el último de mi aldea, como pronto os pasará a alguno de vosotros.
Si no quereis nada más me marcho a descansar, tengo un combate mañana.

No, nada más, joven. Pensativo, Adrian vuelve a su bebida y sus hombres con él.

Estaba sentado en el comedor, apartado del resto, comiendo de mi pocillo sin cubiertos, esas eran cosas para humanos y elfos, no para un orco hambriento. A diferencia del resto, yo todavía no había luchado en la arena, era nuevo aquí, y me permitieron no luchar por un tiempo para adaptarme al lugar, pero ya llegaría mi turno.

Me sorprendí al ver un grupo de monjes entrando con un cadáver y que luego ese cadáver sea una persona de nuevo.

-¿Qué clase de sádicos son estos repugnantes elfos?. Entre mi gente la muerte es una cosa honorífica y no hay vuelta atrás, uno muere, y muere para siempre, no hay ritual que valga.

Cabisbajo, miraba detenidamente a los que se encontraban en el comedor conmigo. Todavía no me acostumbraba a este lugar, pero tarde o temprano tendría que hacerlo.

"mmmm un orco ... sería un contrincate interesante, nunca me he enfrentado a un orco, solo he practicado con los sucios humanos de mi padre"

Como un bocado de mi plato y me dirijo hacia el Orco. "joder si está comiendo en un cubo ... JAJAJA estos orcos son interesantes" y esbozo mi sonrisa heladora.

Y ahora hablando al orco

- ¿Es que los de tu especie no saben comer? espero que al menso sepas luchar ... o no

Despues de deacansar de mi acombate anterior con el elfo oscuro bajo otra vez al salón. Veo las mismas caras de pededores y novatos que la ultima vez, aunque hay un par de excepciones. Aparte de los dos cabrones de Elfos oscuros hay dos humanos (un hombre y una mujer) y un orco. Eso es nuevo.

Vaya ya está el bocazas metiendose con el orco, creia que su "hermano" negro se lo había cargado. Últimamente los monjes no parecen dar a basto.

De repente recuerdo algo y sonrio.

Con un poco de suerte con el que le saqué los ojos tendrán problemas y no volverá. Aunque no caerá esa breva.

La mujer está buena, parece ser del sur. Mmmm, mejor no intentarlo con ella, suelen ser unas fanaticas religiosas. Y siempre he dicho que religión y sexo es una mala mezcla.

Pido de comer y me voy a una mesa que este vacia.

La sala parece bulliciosa. La temporada ha empezado y hoy han llegado muchos más gladiadores. Algunos, viejos conocidos, se saludan levemente. Otros prefieren no conocer a aquellos a quienes puede que arrebaten la vida. Otros suelen compartir sus momentos de descanso con aquellos de su misma raza. Los norteños entonan lóbregas canciones sobre sus destrozados hogares, mientras los orcos pelean entre sí por cualquier motivo. Por su parte, Los Elfos oscuros entran y salen a su antojo, soltando comentarios mordaces a los demás. Los Hakhim están extrañamente ausentes, solo hay dos en toda la sala. Pero han llegado varios durante el día...

Delderius sale a la sala y mira con una sonrisa como su compañero Svaltafer zahiere con sus comentarios a un orco. Desde luego al muchacho le va la caña, será buena cosa compartir un par de cacerías juntos. Luego ve a Ricardo y su sonrisa se acentúa. Se acerca al humano mirándole a los ojos

- Sangras muy bien. Me han contado que te comiste uno de mis ojos, pero ya vez. Aquí lo tengo nuevamente. En fin... tus dioses te han sonreido. Pero ten en cuenta una cosa. Mis recuerdos de ese combate son estar pegándote una paliza, y de pronto un estallido de sorpresa y la muerte y la resurrección. Pero a ti te queda cada gramo de dolor que te he producido. Y eso me gusta. De todas maneras... no peleas mal para ser un humano.

De mala gana levanto la vista de mi plato.

Disculpa negrito, pero estoy tratando de comer tranquilamente. Y el olor de la sala de resurreción todavía está impregnado en ti. Apestas vamos.

Miro fijamente al elfo oscuro a sus ojos nuevos.

Lo que quiero decir es que molestas. Por si he sido demasiado sutil.

Río a carcajadas ante el desplante del humano y lo miro a los ojos con malicia

- ¿Qué? ¿te jodimos bien, eh, asqueroso retono de la Locura de la Gran Muerte?

Escucha ojazos, no voy ni a intentar hacer ver que me interesa esta conversación o que entiendo algo de lo que quieres decirme. Creia que el bocazas era el otro, veo que me equivoqué.
¿Quieres que me cague de miedo por haberte matado?, ¿amenazarme con que mire siempre detras mio porque estarás ahí?, etc... vale ya lo has dicho, mira como tiemblo.
Ahora ya puedes largarte a tu sitio privilegiado de elfitos.

Bebo un gran trago de cerveza de la jarra.

Aunque yo de tí me andaría con ojo. Si empiezas a perder contra humanos lo siguiente será que te gane un orco, y despues de eso ya no se puede caer más bajo.