Partida Rol por web

Era una fría noche de mediados de Agosto. Llevaba ya dos días sin parar de llover, y la situación os desesperaba a todos. El monasterio era un convento de clausura, y no tenía ventanas al exterior. La única forma de controlar lo que pasaba fuera de esos muros era subir al tejado a hacer guardias, pero con el agua que estaba cayendo era imposible subir, y aunque hubierais podido, la cortina de agua hacía imposible ver mucho más allá de la puerta del monasterio.

Ni tan siquiera podíais ver el aparcamiento, que se encontraba a unos 50 metros de la puerta, debido a la densa vegetación y a la lluvia. Y de repente, tan pronto como había comenzado la lluvia, ésta cesó. Debían ser cerca de las doce de la noche, y os extraño el silencio que lo invadía todo. No se oían ni los grillos.

Pero eso no fue lo que os puso en alerta, sino el olor. Un olor nauseabundo, como si alguien hubiera estado almacenando carne podrida en un bote y lo hubiera abierto de golpe. Era imposible aguantarlo y los pocos que estaban dormidos se despertaron a causa del olor, que les ponía en guardia ante una posible amenaza. Elisa subió al tejado, al puesto de guardia, a ver si podía descubrir el origen de aquel olor.

La noche era cerrada y el cielo estaba completamente cubierto, y la ausencia de luces artificiales hacía realmente complicado ver nada. Pero cuando la vista se habituó a la oscuridad su rostro se quedó pálido. Al ver su expresión alguno más subió al tejado, y tras unos segundos intentando enfocar lo que señalaba Elisa, pudísteis verlo...

Cientos... Tal vez miles de caminantes se aproximaban en vuestra dirección desde el valle. Era como si la población entera de Zaragoza viniera a visitaros. Un mar horrendo y apestoso que se acercaba lenta, pero inexorablemente. La lluvia debía haberlos empujado a moverse, y el viendo venía de su dirección invadiéndolo todo. Y entonces un pensamiento se puso en común. El monasterio no era seguro. En breve llegarían aquí, en el mejor de los casos los muros y la pared aguantarían, pero quedaríais rodeados por miles de esos seres y moriríais de inanición. En el peor de los casos...

Maldita sea. Pensaba que este refugio seria seguro a largo plazo. Los movimientos de los muertos son prácticamente impredecibles. Necesitábamos salir de allí cuanto antes.

Siempre dormían abrazados, aunque hiciera un calor de mil demonios. Era una costumbre que Santos había adquirido desde que habían comenzado a vagar, obligados a menudo a dormir a la intemperie. Se colocaba a su espalda y la abrazaba, como si fuera una coraza, un escudo ante lo que tuviera que venir. Si alguno de esos seres se acercaba demasiado, y ellos no podían escucharlo, él sería el que recibiera el ataque. Durante las primeras semanas eso había sido motivo de discusión. Eli quería que se turnaran en ocupar esa posición, pero él no lo permitió. Con el tiempo, las discusiones desaparecieron.

Por aquella razón, cuando ese nauseabundo olor llegó hasta ellos, ambos se despertaron sobresaltados, incorporándose con rapidez, una rapidez adquirida por la experiencia. Santos se detuvo unos segundos para ubicar el hacha de acampada mientras que Eli se recogía el pelo en una coleta. No era necesario hablar entre ellos, era una rutina perfeccionada a lo largo de los meses.

A grandes zancadas salió hacia al puerta, hacha en mano, sólo para dejar escapar una maldición en voz baja al encontrarse aquel infierno ante sus puertas.

- Estamos rodeados... tenemos que salir de aquí - dijo, pasándose la mano por la cara - ¡Mikel! ¡Padre! ¡Todos! ¡Coged lo básico, hay que salir de aquí! ¡Las llaves de los coches! ¡VAMOS!

Lo tenía todo preparado por si había que escapar rápidamente. Siempre preparado. Cada objeto, ropa o utensilio que utilizaba volvía a la mochila o paquete correspondiente después de su uso. Nada quedaba por recoger en ningún momento. Si había que salir, solo era necesario recoger las mochilas y montar en los coches.

Alejémonos unos kilómetros hasta una zona relativamente segura y discutiremos sobre nuestra nueva dirección. Se me ocurren varias ideas pero los viajes largos son peligrosos.

Por el momento. Larguémonos.

Cargo las cosas en el Todoterreno y subo a Isabella en la sillita de bebe del asiento de detrás. Mi mujer se sienta con ella y aún queda espacio para alguien más. Me pongo mis guantes. Me gusta conducir con guantes. Así no corro el riesgo de realizar mal una maniobra por culpa del sudor. Sé que a los demás les hace gracia… pero puede salvarnos la vida un dia.

-Sabiamos que este dia llegaria. Llevamos meses postergando el translado, dudando en mi opinion. Se acabaron las dudas, hoy es el dia de cambiar de nido. Jared, el padre, Eider y los niños que vengan en el remolque del camion volquete.

En el camion militar... Santos, Elisa, llevad a Alvaro con vosotros y seguidme.

Jose Antonio, lleva contigo a Kepa en el todoterreno, cerrad el convoy vosotros, vuestro coche es el más versatil. Yo abrire camino con el Volquete maqueado en el que llevare todo lo que podamos cargar.  Las armas, agua y alimentos tienen prioridad, pero si podeis cargar alguna manta y alguna ropa, mejor.

No os engañeis, no trato de darmelas de jefecillo de esta "comunidad" pero de algun modo hay que ordenarse y soy uno de los que mas tiempo lleva por aqui, os pido que me dejeis guiaros hasta que salgamos de aqui. Una vez hayamos dejado atras la horda de Zombies, podremos parar un poco y decidir el destino final. Aunque yo haria lo que ya os comente, aprovisionarnos en los hoteles que podamos visitar. Explorar las dos bases militares de Zaragoza y despues ya veremos.

Una vez alguien me dijo que si hubiera un holocausto zombie, el se atrincheraria en un campo de futbol. Quizas no sea mala idea. Pero ya lo pensaremos.

Antes de emprender la marcha, se me ocurre que volquemos uno de los depositos de gasolina, que se mojen los coches del aparcamiento, con suerte alguno explotara, con el ruido y el fuego, puede que distraigamos a algunos de esos cabrones.

Mikel tiene razón. hay que poner en marcha este circo ambulante. Si Josean y yo cerramos el séquito tendremos que montar los fuegos artificiales y poder darnos una pequeña ventaja. Distraer a todos estos podridos y largarnos.

No me parece mal la disposición de los vehículos pero estoy completamente en contra de la idea de los coches explosivos. ¿Alguna vez has visto explotar un deposito de combustible? No es como en una película. Con suerte obtendrás una hoguera del tamaño de un Ford Focus con una explosión del nivel de un petardo en fallas. Los zombis ya vienen en esta dirección, eso podría atraer a zombis de los alrededores. No les va a suponer ninguna distracción. Al contrario.

Por otro lado, con un deposito de 50L de combustible podemos conducir 700km en mi todoterreno.
Los zombis no te mataran tío. La ausencia de recursos lo hará. O bien otro humano para quitarte los que tengas. El agua, la comida y el combustible son nuestros vienes mas preciados. Son oro.

Salvo que hagas pis de 95 octanos o tengas acciones de repsol ni se te ocurra tirar la gasolina de ese modo. No saben que estamos aquí. Recojamos, montemos en los coches y nos largamos sin hacer ruido.

-Tienes razon en lo del valor del combustible. En otras circunstancias ni lo habria propuesto. Pero debes entender que no pretendo hacer una explosion nivel Hirosima o Nagasaki, solo quiero algo de ruido y calor, los zombis van donde hay ruido y tambien al calor. Si les damos una fuente de calor y de ruido a la vez que la que los coches generen, quizas los dividamos. No queremos que nos siga la horda y evitar problemas hoy para tenerlos mañana.

Un regero de gasolina pequeñito, hasta uno de los coches, el deposito esta vacio, pero quedara algo de humedad y las paredes impregnadas de combustible, hara algun ruido y con suerte el coche ardera. No es tanto gasto como supones.

Pero da igual, si preferis no hacerlo, no lo hacemos. Salgamos de aqui como alma que lleva el diablo.

Esperad. He tenido una idea. El coche mas grande que no vamos a usar. Le quitamos la marcha, en punto muerto lo arrojamos pendiente abajo contra los zombies, que haga un camino entre ellos, si no funciona, al menos se cargara a unos cuantos.

Si tenemos oportunidad de viajar hacia el norte hay una prisión no muy lejos de aquí. Dispone de cercados, edificios muy bien acondicionados y resistentes, placas solares para generar electricidad e incluso un pequeño huerto dentro de las instalaciones. También habrá armas.

El problema es que no sabemos en que estado se encuentra y si hay alguien viviendo dentro. Podrían haber antiguos presos. No es gente con la que me gustaría cruzarme.

Por otro lado, algo mas al norte, en un pueblo llamado Sadaba, hay un castillo en unas condiciones excelentes. No dispone de nada. Solo es un sitio para visitar. Pero los muros son robustos y esta situado en una zona elevada.

Cualquiera de estos dos sitios podría servirnos para reagruparnos y valorar nuestras opciones.

-El castillo podria tener a algunos de los supervivientes del pueblo, pero seguramente seran mas amistosos que los supervivientes que podriamos encontrar en la prision. La gente se vuelve muy chunga en esta situaciones, preferiria limitar el riesgo. El castillo nos daria un lugar en el que asentarnos temporalmente, quizas en el pueblo hubiera alguna tienda o una pequeña gasolinera. Es un buen sitio en el probar suerte y aprovisionarnos.

Ahora mismo no tenemos municiones para las armas de fuego, preferiria dejar la prision para depues de tener municiones. No es que planee abrirme paso a tiros para hacerme con la prision, pero las armas de fuego son un plan B muy practico.

¿Vamos al Castillo no? Lo unico, si vas a guiarnos tu, cambiemos de vehiculos, yo conducire el todoterreno y tu llevas el camion JA? Asi nos guiaras facilmente, ademas tengo la impresion de que te gusta conducir y sabras llevar el cacharro este.

No me siento cómodo con el camión. Soy bueno al volante pero necesito un vehículo que responda a mis necesidades. Si no te importa conduciré el todoterreno.

La prisión nos pilla casi de paso. Podemos pasar cerca y acercarnos a pie para mirar. Escondidos. Si vemos alguna luz o alguien haciendo guardia... seguimos hacia el castillo.

-No me importa, pero dado que tu sabes ir a la prision. Es mejor que vayas delante y el vehiculo que debe ir delante, por cuestiones obvias, es el camion.

Da igual, conduce el todoterreno. Saldremos de aqui y cuando superemos la horda, te pones delante y nos guias. Yo dejaria de lado la prision por ahora. Me gustaria visitarla de dia, en silencio, sin prisa y solo con aquellos de nosotros con mejor disposicion para la lucha. Ir a la prision con niños no me gusta un pelo. Con los coches y los zombies posiblemente detras... yo preferiria dejar a nuestros compañeros menos aguerridos a buen recaudo en el castillo. Prepararnos un poco alli y aprovisionarnos en el pueblo. Entonces, iria a la prision a ver que se cuece.

Entonces, superamos la horda, te pones delante y nos guias hasta el pueblo del castillo. Trazamos un plan cerca del pueblo y nos hacemos con el lugar.

Tienes razón. Mejor ir a la prisión sin tanta carga. Si tuviésemos que salir por piernas de la zona no tendríamos mucha movilidad. Todo debería estar cargado y listo. Esperemos no encontrar demasiados problemas en la carretera.

No es el mundo ideal en el que criar a un hijo. Pero es el mundo que tenemos. Ella sera mas fuerte que yo. Vivirá y se adaptara a su entorno. Sera mas fuerte que yo.

Mientras se llevaba a cabo la conversación, Santos estaba ayudando a meter cosas en los vehículos junto al resto de supervivientes. Pasados unos tensos minutos, se acercó a ambos con las manos alzadas.

- No es momento para ponerse a charlar, ¡ya tendremos tiempo de discutir eso! ¡Tenemos que salir de aquí! - dijo, señalando con ambas manos la puerta del monasterio, aludiendo a los miles de caminantes que se acercaban - No me importa ahora hacia dónde ir o dónde instalarse. ¡Salimos y luego hacemos una parada para coordinarnos!

En cuanto Santos se había aproximado, la pelirroja Eli se había mantenido a una distancia prudencial, somo si temiera que algo sucediera.

Go! Go! Go!

-Adelante. Salgamos que aqui, despues decidimos.

Cargáis con todo lo que podéis y os acercáis corriendo al aparcamiento. A medida que avanzáis los pocos metros que separan el monasterio del aparcamiento notáis que los caminantes están mucho más cerca de lo que esperabais. El propio aparcamiento se encuentra lleno de figuras tambaleantes que se aproximan a los vehículos. Las conversaciones acaban tan pronto como empezáis a abriros paso esquivando a los muertos más adelantados.

De forma organizada hacéis pequeños grupos siguiendo las indicaciones de Mikel, aunque no de forma exacta. Santos y Monty se dirigen al camión militar acompañados por Eli y Alba. Jose Antonio, su mujer y su hija, junto con Kepa se montan en el todoterreno. Mikel, Eider y el Padre Domingo se dirigen al camión volquete seguidos de Elisa, Sara y Marc.

Hay demasiados, la lluvia ha enmascarado su presencia y desde la carretera cada vez vienen más y más. Es imposible pensar en planes, en incendiar coches o en nada parecido. Vuestros cuerpos responden de forma mecánica, apartando bocas sedientas de sangre y aplastando cráneos con lo que tenéis más a mano.

Los primeros en ponerse a salvo dentro de uno de los coches aparcados son Jose Antonio, su mujer y su hija junto con Kepa. Y en lo que se tarda en poner las llaves en el contacto y arrancar el motor, el coche está completamente rodeado. Decenas de cadáveres os rodean, empujando el todoterreno en todas direcciones. El motor ruge con violencia, pero sin resultado...

Por su parte, Santos y Monty llegan al camión militar. Eli se encarama con agilidad a la parte trasera, ayudando a Alba y a Álvaro a subir. En el suelo, Santos y Monty luchan contra los cuerpos podridos que intentan devorarlos, subiendo a la cabina del camión mientras la horda cada vez gana más terreno...

La lluvia, la maldita lluvia empieza de nuevo a caer. Como si Dios hubiera abierto el grifo del agua fría de golpe. Eider sube al volquete del camión con la intención de ayudar a los demás a subir, Mikel se pone al volante, poniendo el motor en marcha y esperando la señal para salir de ahí a toda prisa. Jared sube a su lado de copiloto, Jorge detrás en el volquete. Sólo faltan Marc, Sara, Elisa y el Padre Antonio... y de repente Sara se pone histérica. Sin dar tiempo a reaccionar a nadie, se pone a correr hacia la horda, gritando ¡MAMA! ¡MAMA! ¡ESTÁS VIVA! 

Elisa y Marc corren desesperados detrás de ella junto con el Padre Domingo. La lluvia arrecia y no perdona. A través de la cortina de agua podéis ver como varios caminantes acorralan al Padre Domingo al tiempo que Marc y Elisa consiguen inmovilizar a Sara y meterla en uno de los coches aparcados. Todos los coches tienen las llaves puestas, por lo que no deberían tener problemas para seguiros.

El camión militar ruge al tiempo que las ruedas traccionan sobre el barro aplastando cadáveres que intentan en vano alcanzar las puertas o la caja del camión. Los potentes faros iluminan el camino, no hay opción de bajar por la carretera, de modo que Santos opta por bajar por el pequeño camino que desciende por el sur. Pero el camión no es fácil de manejar y Santos no es particularmente hábil al volante. En su desesperada huida golpea contra el lateral del todoterreno de Jose Antonio por el lado del conductor, que se salva de milagro de acabar volcado gracias a las enormes barras de metal del preparado offroad. Justo en ese instrante, Jose Antonio engranaba la reductora del todoterreno, que al verse de repente libre de la presión de los caminantes en el lado del conductor da un fuerte empujón y pasa por encima de los caminantes que se agolpan en el morro, igual que en tiempos su antiguo propietario debió de hacer con rocas y otros obstáculos.

Y en último lugar, Mikel, con el motor en marcha y dudando si habría alguna manera de ayudar a los compañeros atrapados en el coche, cuando los gritos de Eider le devuelven a la realidad.

-¡¡¡ACELERA, O ACABAREMOS TODOS MUERTOS!!!

Mierda!...- fue lo único que atiné a decir mientras escuchaba que se nos venían los podridos encima otra vez; cuando Mikel, me dió la "orden", le hice un gesto con la cabeza, m,ostrándole que estaba de acuerdo... miré a Alvaro y a los demás que debían ir conmigo en el romolque y les dije:

- Rápido, recojan lo que puedan y salgamos de aquí, vamos Alvaro!- terminé diciendole al niño.

Me giré y tomé una mochila con ropa y unas latas de comida que aún quedaba, un a par de pistolas sin munición y tomé un machete:- esto es lo único que funciona ahora, el machete nunca me abandona- pensé mientras recordaba ese comercial de desodorante con la misma frase... 

caminé y comencé a cargar el remolque.

-¡Elisa, Marc, poneos tras el camion! ¡Seguidnos! Abriremos camino.

JA, Santos, salid de aqui. Os seguimos, daremos unos instantes a que Marc y Elisa puedan ponerse en movimiento y os seguimos. Avanzad 5 kilometros hacia  el este y esperadnos. Alli haremos planes.

No podemos perder a mas gente, pobre padre Domingo, otro amigo que perdemos frente a esa podredumbre andante, lo añorare, era un buen tipo. No solo perdemos un amigo, perdemos una pieza importante en nuestro grupo. Esperemos que sea el unico.

Era una maldita encerrona. Hasta esa misma mañana, el monasterio era un lugar seguro, pero ahora era una trampa. Si no salían de allí, seguirían entrando, como una caja que se llena poco a poco de agua hasta que te ahogas. No iba a permitirlo. No había sobrevivido todo un año desde que el mundo se había ido a la mierda para morir ahora en un maldito monasterio. Dedicó una mirada a Eli y salieron corriendo hacia el camión militar. Él pasó de largo, directo a la cabina de conductor, mientras vio cómo por el rabillo del ojo su prometida se encaramaba a la parte trasera. Qué orgulloso estaba de su pequeña gladiadora. Cómo había cambiado en tan poco tiempo. Estaba irreconocible.

El sonido del hueso frontal al romperse le indicó que el caminante estaba fuera de combate, y aprovechó la inercia para empujar con el hombro a otro que venía por su izquierda. El agua de lluvia jugaba a su favor: los volvía más lentos, el barro dificultaba sus movimientos, y ellos estaban desesperados. Trepó al asiento mientras dedicaba una, dos y hasta tres patadas en la cara a un caminante que antaño había sido un hombre bastante atractivo, pero su cara ahora se había transformado en un amasijo sanguinolento por los golpes del joven. El motor arrancó con fuerza y enfiló hacia un camino que casi había desaparecido con el tiempo.

- Joder, joderjoderjoder - dijo, mientras intentaba controlar a esa bestia lo mejor que podía. Pero él no estaba acostumbrado a manejar camiones, y el aparcamiento estaba lleno de caminantes - ¡Agarraos!

El impacto contra el todoterreno hizo estremecer todo el habitáculo, y Santos miró horrorizado por la ventana, rogando a todos los dioses que su descontrol no deje el otro coche a merced de esas criaturas. Lo siento, pudo leer Jose Antonio en sus labios.

- Por favor Monty, dime que están todos bien ahí atrás. - dijo, mientras intentaba averiguar hacia dónde estaba el este.