Partida Rol por web

Ahora no había duda, todo había sido obra del demonio. El mal había pasado por la aldea y la había arrasado. El pirata no pudo aguantar el horror de la visión, los cuerpos quemados y mutilados. Cayo de rodillas en el suelo y trato de no vomitar, pero fue un intento vano. En su mente se entre cruzaban los recuerdas del monasterio ardiendo, la imagen del demonio en la sala del trono y el cuerpo crucificado en la iglesia. Todo era confuso y daba vueltas en la cabeza del pobre pirata, acostumbrado a la muerte, pero no a la brujería.

Los ojos del color del mismísimo infierno de los lobos que nos atacaron confirmaron mis sospechas, Mataran estaba bajo ataque del maligno. Intentaría defenderme del que tenía encima y acabar con él lo antes posible.

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   Por un momento he estado en un mundo sin sonidos hasta que consigo vaciar de nieve mis orejas, me dispongo a continuar cuando veo entre los árboles los rojos ojos de ¡un lobo! y lo más importante ¡se lanzaba sobre mí!

   - Ihhhhhh Otsoak! Lagunduuuuu! -

   Intento serenarme y tranquilizarme, ya habrá momento de dejarse llevar por el pánico, sobre todo porque el jodío lobo se abalanza sobre mi.

   Deslizo de mi tosca funda el bracamante a mi mano, siempre me reconforta el tacto de este pesado cuchillo de cazador, que tan buenos servicios me ha prestado, mientras con la otra mano agarro mi cruz de caravaca que está oculta bajo mis ropas y me preparo para vender cara mi calva.

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PNJOTIZADO.

Pese a que andaba yo bastante convaleciente, sabía que saliendo de St. Bartomeu me exponía a los peligros del camino. No dudé en sacar la espada y cogerla con fuerza, la que mi brazo me permitía, y prepararme un poco antes de atacar.

PNJOTIZADO.

Llevaba sujeta la lanza en la mano, y tal que así, usada de bastón para caminar, que la cogí a dos manos rápidamente cuando ví aparecer a esos dos canes, y dispuse atacar al que iba a por Eguzki.

Los lobos saltaron y corrieron sobre el caballero, embotado en la suya armadura, y después sobre Eguzki el curandero, el otro. Y tal que así comenzaron a tratar de despellejarlos...

Resumen turno 1:

En la primera tanda, fue Caitán quien, apadrinando su lanza, cargó en primer lugar contra uno de ellos, concretamente contra el que iba contra Eguzki. Logró herir al animal:

Daño: 6 (sin armadura): 6 puntos de daño.

Acto seguido, el mismo lobo que saltó contra Eguzki se tropezó un instante antes de abatir al curandero, tal vez del dolor del lanzazo un instante antes, y tal que así que no pudo ni tan siquiera rozarle. El que cargaba contra Dalmau se llevó una refriega por su parte, pues el caballero detuvo con su montante la embestida del animal, rechazándolo y lanzándolo un poco para atrás. Después, el propio Dalmau le contrarrestró con su filo, hiriendo al animal con el gran arma:

Daño: 4 (sin armadura): 4 puntos de daño.

Instantes después, el propio Eguzki trató de apuntar a los cuartos delanteros del animal que le hostigaba, pero sin éxito alguno, pues su bracamante cortó el aire. Finalmente, el caballero de la Torre Quebrada, hallándose desprovisto de fuerza, sacó de éstas de su interior y trató de herir al lobo que atacaba a Dalmau:

Daño: 9 (sin armadura): 9 puntos de daño.

Sebastián le otorgó un mandoble de gracia, y le atravesó el cuerpo de cabo a rabo, haciéndo a su espada entrar y salir del cuerpo del animal, y quedándolo inconsciente sobre la nieve. El contraste de supelaje negro y ésta era muy fuerte.

Caiste de rodillas, y la situación te sobrepasaba. Parecía que aquel horror te había llegado al alma, como así fue, y tus vísceras y humores interos se revolvieron. No supiste qué pensar, ni tampoco qué decir si hubiera alguien cerca de tí. Durante un rato te quedaste ahí, como en trance, y tu cabeza daba vueltas y vueltas. Después, tras unos minutos, sentiste una terrible pena por aquellos desgraciados que, al parecer, se habían refugiado en la casa de Dios, pero ni por esas habían conseguido librarse de la desgracia que había asolado al pueblo. Entonces, cuando levantaste la mirada, viste algo totalmente espeluznante: ¡el tipo crucificado en la cruz invertida estaba moviéndose! Sus ojos tornaron en blanco, y pese a sus heridas parecía que podía moverse y tratar de zafarse de aquella trampa.

Oiste entonces también allá afuera, entre el humo y sobre la nieve que aún descansaba en el suelo de Maratá, voces y lamentos, aquí y allá; no venían de ningún sitio y venían de todos. Al asomarte por uno de los huecos de la destrozada iglesia te diste cuenta de algo tremendamente terrorífico. Una vez más, como en el monasterio que acabábais de dejar atrás hace días, los muertos que había por el suelo de la aldea y no estaban calcinados... ¡comenzaban a moverse!

Era yo tan solo una sombra de mi mismo, pero incapaz de quedarme quieto dejando todo el peso del combate a la suerte de mis compañeros, desenfundé mi espada y entre Dalmau yo mismo dejamos a uno de aquellos lobos al borde de la muerte.  Mis movimientos no eran ni tan rápidos ni tan fuertes como me tenían acostumbrado. 

Eguzki era un hombre sencillo, me había estado tratando con sus remedios, y mucho me temía que de no ser por él yo ya no estaría en este mundo. Decidí dejar a Dalmau para que le diese el golpe de gracia a aquel lobo demoníaco si lo creía oportuno, y yo me acerqué para respaldar al curandero tan raudo como mi cuerpo me permitía. 

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   La sangre salpica la nieve mientras yo brinco nervioso moviendo mi bracamante como si espantara ovejas con una rama de acebo y con idéntico resultado, ninguno. Si me viera mi aita fallando así, la ostia que me daba me ponía la calva del revés.

   Menos mal que el resto del grupo, hombres de armas, se desenvuelven mejor que yo en el fragor del combate y son más efectivos. Esperando estar cubierto por el número me acerco con precaución y doy un tajo lateral, algo menos fuerte, algo más preciso, al cuerpo del lobo, mientras rezo mentalmente a los santos implorando protección contra el maligno.

   - San Zoilo, San Zoilo Mártir. Tu que eres martir que proteges de las heridas y a los peregrinos, peregrinos somos en busca de una cura, que no le pase nada a Damiá que va por ahí delante todo sólo el loco de él. -

   Y procuro estar atento por si llegará un golpe pararlo. Que nunca se sabe con estas criaturas tan extrañas, que me erizan la piel.

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El primer lance habíase decantado a mi favor, pero la criatura con forma de lobo aún estaba con vida, aunque confiaba en poner remedio a esto último raudamente.

El pirata estaba demasiado impresionado por la situación como para poder fijarse en ningún detalle. Al ver como los muertos volvían a levantarse, trato de despejarse lo más rápidamente posible. Tenía que huir del recinto, salir corriendo en busca de ayuda. El solo no podía enfrentarse a tanto mal. Busco una salida segura, un sitio por donde volver al camino.

Lo cierto es que ante el temor y la incredulidad por lo que presenciabas (aunque a estas alturas tal nivel era un poco bajo), pudíste salir por el mismo lugar en que entraste en la derruida iglesia, mientras los malogrados habitantes allí hacinados comenzaban a moverse. El humo se te metía en la boca, y nada más salir al exterior volvías a estar de nuevo en medio del pueblo. Algunos cadáveres de fuera, arrojados en plena aldea, también comenzaban a moverse. Suerte que alguno carecía de piernas, brazos y otras partes del cuerpo como para tener fuerzas y ponerse en pie. De momento no veías ninguno de ellos que pudiera ser una grave amenaza para tí.

Veía que el animal venía contra mí, el segundo de los lobos de rara mirada. Decidí entonces protegerme como pude, tratando de esquivar el ataque del fiero can. Confiaba en que mis compañeros pudieran darle su merecido mientras yo atraía la atención, sin quererlo, del animal.

Hallábase el caballero Sebastián aún relamiéndose de sus heridas de enfermedad, que seguía luchando, y pronto se acercó a Eguzki, para tratar de atacar al indeseable lobo. Sin embargo, su espada tambaleó en su mano y poco pudo hacer por cortar en mitad al animal mientras corría hacia Caitán. Por su parte, Eguzki empuñaba el bracamante con la misma intención, pero con menos garbo y menos finura (aunque ello no quería decir que no fuera igual o más efectivo movimiento que alguno de los de sus compañeros). Y mira tú por donde, que el curandero logró acertar a los cuartos delanteros del hostigador, hiriéndole de pleno corte:

Daño: 2 (/2 por ataque preciso) + 3 por bonus (sin armadura): 4 puntos de daño.

Finalmente, antes de que el lobo llegara a su destino, el caballero Dalmau hizo acopio de su fiereza en el combate y logró ensatar un tajo severo con su montante en el animal:

Daño: 13 (sin armadura): 13 puntos de daño.

El corte que Dalmau hizo con su arma al lobo lo despedazó. La sangre negra y roja se vertió sobre la nieve, y la mitad superior del animal cayó a un lado y la mitad inferior a otro. El destrozo fue harto inenarrable, dividiendo al ser en dos mitades horizontales, en un impacto perfecto. Caitán se llenó de sangre, pues el corte en dos había llegado justo antes de alcanzarle, y la sangre del animal llegó hasta sus ropas y su cara... El peligro había pasado.

El pirata busco otra construcción entra el humo que pudiera haber servido de refugio a su amigo. Los cadáveres aun no eran una amenaza y puede que pudiera salvar algo de la aldea.

Con delicadeza, limpié la sangre de mi espada y la devolví a su funda. - Encuanto estéis recuperados debemos continuar con presteza la marcha. Temo que nuestros compañeros hayan sufrido ataques similares en su camino a Maratà

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   Pincho un par de veces a la bestia para asegurarme de que el lobo o lo que sea está muero, luego miro al otro y me santiguo.

   - ¿To...dos bien? - me retuerzo las manos nervioso y limpio la sangre en la nieve hasta dejar limpio el bracamante, antes de guardarlo.

   - Deberiamos adelantarnos, no sea que Damiá esté en peligro, - luego recuerdo que me dirijo a caballeros y añado, - si les parece bien a sus señorías. -

   Miro nervioso a mi alrededor esperando ver más lobos.

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