Partida Rol por web

Cuando registras el cuerpo de la giganta no encuentras gran cosa aparte de algunas baratijas que seguramente usaría en sus brujerías, pero que a ti no te sirven de nada. Luego te percatas de una gran pieza de hierro que está ajustada a su cinto. Cortas la correa de cuerpo y sacas la pieza, comprobando que en realidad es un escudo. La superficie es resistente, parece que está en buenas condiciones y te resulta cómodo de portar, ya que es de un tamaño mediano.

Luego registras los restos del otro gigante, ves que la armadura del guerrero así como su yelmo no te sirven, pues son demasiado grandes. El hacha está hecha pedazos, pero al voltear el cuerpo ves el mango de lo que parece una espada.

Cuando la ves por primera vez te parece más una pieza de decoración, ya que tanto el mango como el puño del arma están hechos de oro y esta bellamente tallada con figuras dracónicas y posee un rubí adornando el centro de la guarda. Tomas el arma y la desenvainas, escuchas como el filo de plata de la espada silba al surgir de la elegante vaina, y refleja las ultimas luces doradas del día en su impoluta hoja. Pero cuando miras hacia el sol, ves que este ya se ha ocultado... y el filo aun resplandece.

Un calor envuelve tu mano y el brillo de la espada se extiende a todo su filo, que cambia su tono argénteo por el dorado incandescente del metal fundido. El aire entorno a la espada parece prenderse en llamas mientras observas el arma y sientes que desprende un calor que rivaliza con el frio viento de la montaña.

Cuando aflojas tu agarre sobre la espada, su filo incandescente vuelve rápidamente a la normalidad y puedes volver a envainarla.

Está claro que esta arma no era de los gigantes, seguramente pertenecería a algún noble caballero que falló en su intento de liberar la montaña... y ahora es tuya para llevar tu furia ardiente contra el rey de la montaña, que se esconde mas allá de las puertas de piedra que custodiaban aquellos gigantes.

-. Veamos, veamos que cosas tenían estos hijos de puta jejeje-. Dije emocionado mientras saqueaba los cuerpos de los gigantes…  primero fue el cuerpo de la hembra, al comienzo pensé que solo encontraría objetos que les servirían a lanzadores de conjuros pero no fue así, entre sus restos descansaba un viejo escudo de hierro, de tamaño mediano, que a simple vista se ve en óptimas condiciones-. No será de la mejor calidad pero estoy seguro que me podría salvar el culo-. Exprese optimista mientras me amarro el escudo a mi brazo izquierdo, luego miro a un lado y me acerco al otro cadáver-.aquí vamos-. Exprese  tranquilamente a la vez que guardaba mi enorme martillo en mi espalda-. Haber, haber-. Dije con una sonrisa de oreja a oreja al notar la presencia de una extraña espada, que de alguna forma emitía un tipo de aura que no se podría describir fácilmente, la cojo y maravillado comienzo a contemplar sus finos detalles que abrazaban de forma gentil el mango y la funda.

Contento por la nueva adquisición  la desenfundo y veo como el inerte metal se convierte en llamas incandescente que podrían quemar sin ningún problema la coraza de un dragón-. JAJAJAJAJAAJAJAJAJA-. Río sin paragón-.¡¡ Esto sí que es un premio!!-. Digo feliz mientras guardo la espada en su funda, colocandola en mi cintura, dando las gracias al anterior portador que murió, quizás, hace tiempo en este páramo helado-. Creo que ya es hora de la función final-. Miro la enorme entrada de piedra que se encontraba a pocos metros de mí, mientras bajo del cuerpo del gigante  y comienzo con la nueva marcha hacia la fría montaña…

Atraviesas la puerta de piedra, la cual se cierra pesadamente tras de ti, dejándote en un gran salón de piedra cubierto de escarcha que conduce a una escalera. El tamaño es impresionante, los gigantes debieron de construir ese lugar hace mucho tiempo... y aunque parte esta desmoronado y todo cubierto de escarcha, aun conserva cierta belleza. Las runas adornan los muros y algunas banderas andrajosas ondean deshilachadas.

Asciendes por la escalera con cuidado de no resbalarte, por suerte algo de luz pasa por rendijas de antiguas vidrieras y el ascenso no te provoca grandes dificultades.

Finalmente llegas a una especie de sala común... hay varios portales que llevan a otros pasillos, pero están desmoronados... a medida que avanzas por la sala común, sujeta con pilares a un lado y con un gran ventanal en el otro, te percatas de que se trata de una especie de salón del trono.

Al final de la sala ves un trono de piedra desmoronado, con dos cofres a los lados y el suelo regado con monedas de oro. Tus ojos brillan ante el tesoro, pero algo te dice que esperes... En el trono hay alguien sentado... o algo. Parece un gigante como los de la puerta... pero esta inmóvil, su cabeza esta caída y tiene una corona de hierro sobre su cabellera canosa y descuidada. Te acercas un poco mas y te das cuenta de que el "gigante " está cubierto de heridas y yace muerto hace mucho. ¿Sera este el antiguo rey de la montaña?

Entro por las enormes compuertas de la antigua fortaleza, con una respiración tranquila y serena, miro con una enorme sonrisa la antigua gloria de los gigantes de hielo-. Mientras más grande son, más fuerte es el golpe al caer-. Digo con toda sinceridad con un tono burlesco y sarcástico, a la vez que ajusto mi escudo y desenfundo mi espada incandescente listo para la batalla…

Sigo avanzando por los desmoronados senderos de este viejo cementerio, atento, alerta e impaciente, humedezco mis labios mientras sigo caminando en una posición defensiva  hasta llegar, por lo que asumo, al salón principal-. Interesante, muy interesante jejejeje-. Expreso asombrado por las cantidades exuberantes de tesoros que ahí están reunidos-. Demasiado perfecto… demasiado diría yo-. Digo un poco decepcionado ,ya que una pequeña corazonada me invade, diciéndome de forma certera que todo esto es una maldita trampa para nublar mi temple, mientras estaba luchando contra la característica avaricia enana, noto algo que inmediatamente me llama la atención, era un trono, que estaba siendo ocupado por un desgastado cadáver de un gigante, que en su cabeza llevaba una antigua corona-. He aquí el cadáver de mierda, de un rey de mierda, de una raza de mierda-. Expreso asqueado por la posición del cuerpo-. No eres digno de sentarte en algún trono asquerosa criatura, ni siquiera después de muerto-. Manifiesto con odio mientras me acerco al cadáver para decapitarlo con mi espada de fuego…

Te diriges hacia el inmóvil cadáver pisando las monedas de oro que ceden levemente bajo tus pies. Te detienes un segundo sintiendo que la trampa que temías se ha activado, el vello de la nuca se te eriza y sientes algo a tu espalda.

-Ladrones...  -Escuchas en un débil susurro en tu mente.

Una neblina surge de las monedas tras de ti, reptando por el suelo y alzándose en una columna que parece una figura humanoide, aunque mas grande. Te vuelves hacia la figura listo para defenderte, pero esta lanza un grito y te atraviesa sin hacerte ninguna herida visible, pero haciéndote sentir un gran dolor, como si una sacudida eléctrica recorriera todo tu cuerpo y se llevara parte de tu misma alma.

La silueta de niebla sigue su trayectoria habiendo atravesado tu cuerpo. Continuando su agónico grito de ira, la silueta se interna en el cuerpo del gigante cadavérico.

El trono se agrieta levemente, cuando la mano del gigante cobra vida en espasmos, cerrando su puño sobre el reposabrazos del trono de piedra. Sus cabellos se agitan y en movimientos rápidos y discontinuos, la cabeza del gigante se alza, y sus ojos muertos y sin vida empiezan a brillar con un fulgor azulado.

-Es... mío... mi montaña...mi oro... -Vuelves a escuchar la voz, pero esta vez proviene del rey no muerto, aunque sus labios descarnados ni tan siquiera se mueven.

El gigante se incorpora del trono, su enorme cuerpo cadavérico se alza, tomando de su espalda un gigantesco mandoble, viejo y pesado, con largos filos serrados y afilados. Su vieja armadura chirria y se cae a pedazos, pero el antaño glorioso rey de los gigantes ignora estos hechos. Te mira con unos ojos vacios, pero que a su vez emiten una gran ira y rencor.

-¡¡¡ES MIO... MIO!!!! -Grita el no muerto con furia, descargando su filo ante ti. Evades el golpe que casi te roza la nariz, mientras la espada golpea el suelo cubierto de monedas de oro, que vuelan en todas direcciones ante la cólera del viejo rey de la montaña.

Me acerco rápidamente al asqueroso cadáver para decapitarlo, pero por culpa de mi odio hacia los gigantes, mis sentidos fueron nublados y caí en una trampa… al comienzo no sentí nada, pero a los pocos segundos una figura humanoide se acerca a mí, mirándome de forma hostil, me di vuelta, preparado para defenderme-. Muere hijo de puta-. Exclamó sin embargo en ese momento un maldito grito me hace sentir como si mis tímpanos fuesen carcomidos por algún tipo de ácido-. Mierda-. Aparto mi mirada por una fracción de segundo e inmediatamente ciento un dolor que quema mi alma como el trueno lo hace con la tierra-. Aaaaaaah jajajajajajaja eso si realmente dolió-. Manifesté adolorido, confundido y algo excitado-. Pero gracias a los dioses que tengo esto-. Saco mi pechera, mi vieja pechera que sirvió conmigo los últimos 2 siglos, la lanzo al suelo y veo como el antiguo metal enano es consumido por la maldición…

Cuando me estaba preparando para tomar un pequeño descanso, veo como el maldito espíritu se acerca al enorme cadáver del gigante-. Oh esto sí que tiene mala pinta-. Dije al darme cuenta que el inerte cadáver comenzó a convertirse en una enorme maquina machacadora de carne…

-Es... mío... mi montaña...mi oro... –

-.vete a la mierda, ni tu oro ni tu montaña me interesan… solo vine a matar bastardos como tú-. Le dije sarcásticamente mientras me preparo para la ofensiva.

-¡¡¡ES MIO... MIO!!!! –

-. Si, si, como digas-. Le grite, corriendo hacia la criatura con la esperanza de acabar con esto de un solo golpe, pero no fue así… el rey de la montaña reacciona mucho más rápido que yo y arremete con su arma, sin embargo gracias al destino o a mi experiencia en combate logro por poco esquivar ese gran ataque-. Parece que esto será mucho más interesante-. Exclame feliz, volviendo a la posición inicial y preparándome para el siguiente ataque-. Victoria o muerte-. Gritó mientras me acercaba rapidamente, con escudo en mano, al gigante, con el objetivo de cortarlo en mil pedazos….

Thrain se lanza contra el rey no muerto que alza de nuevo su espada, blandiéndola sobre su hombro y lanzando esta vez un golpe horizontal. El golpe falla, pasando por encima de la cabeza del enano, que aprovecha para cargar contra el gigante, y desequilibrarlo con el golpe de su escudo.

El viejo rey de la montaña se tambalea ante el golpe, intenta recuperar su postura pero el ataque del enano y su cercanía no le permiten manejar bien su gargantuesca espada, por lo que intenta agarrar al enano con una de sus manos esqueléticas.

La espada llameante se interpone, cortando los dedos de la enorme mano. Es demasiado tarde para el no muerto, pues una vez reducida la distancia, en gigante intenta blandir de forma ineficaz su arma con la mano restante, mientras el enano lanza un tajo tras otro en el cuerpo hecho jirones del gigante, que arde cada vez mas y mas.

Finalmente el gigante alza su espada y la clava justo donde estaba el enano, que se ve forzado a retroceder... sin embargo el combate ya ha terminado, pues el gigante en llamas apenas esta reconocible.

Cae de rodillas, envuelto en llamas, alzando su mano cortada hacia el enano, apoyándose sobre su espada.

-Es.... mioooooo... -Susurra con su voz moribunda, antes de caer pesadamente al suelo, ardiendo por los golpes de la espada flamígera. La cabeza del gigante choca contra el suelo de piedra en un golpe seco y su corona de hierro rueda a los pies del enano... rota por el golpe, mientras el maltrecho cuerpo del no muerto se convierte en cenizas y arde, llenando la sala de su humo pútrido.

Tal vez el combate habría sido diferente si el gigante no fuera mas que una sombra de lo que fue... sin embargo ya esta derrotado. Tras él, los dos cofres aguardan para ser saqueados, y tras el trono en el que encontraste el gigante, ves una pared derruida, un agujero que parece ser el único camino que te queda por recorrer.

Me abalanzo en contra del muerto viviente, sin miedo, sin temor, solo con una sonrisa que expresaba mi felicidad al estar nuevamente envuelto en una batalla de vida o muerte… corto sin piedad, destrozando los esqueléticos dedos del rey, muevo la espada de un lado a otro como si mi brazo danzara al ritmo de una dulce melodía… una melodía que pedía la cabeza de mi enemigo y que estimulada mi espíritu a seguir cortando y machacando, quizas en este momento los dioses de la muerte claman por esta alma, que se les ha escapado de sus heladas garras hace ya buen tiempo… al volver en si noto como mi adversario se desvanecía en medio del escarchado lugar y con una sonrisa burlona, expreso mientras rompo con mi pie la corona del  rey muerto-. Jajajajajajajajajaja los gigantes están mejor muertos… maldito hijo de puta jajajajajajajaja-. Carcajadas felices cubren el lugar, estaba feliz de haber cumplido, en parte, mi deber como legionario-. Ahora-. Digo más tranquilo acercándome a los dos misteriosos cofres-. Que cosa me esconden en su interior mis queridas preciosuras-. Abro ambos cofres de golpe, expectante por el botín de guerra y pensando al mismo tiempo, la manera de llevarme todo este oro al pueblo… si es que sobrevivo… claro…

Pasas por encima de los restos carbonizados del gigante no muerto y abres los cofres. En el primero encuentras una extraña arma, muy diferente a la espada llameante. Cierras la mano entorno a la empuñadura de una daga... su tacto es frio y algo desagradable, en cierto modo te recuerda a ese espectro que te atravesó hace un rato. Cuando la levantas te percatas de que prácticamente no pesa nada y su filo parece contonearse, como si fuera niebla hecha solida

Su filo curvilíneo y con dientes te hace suponer que se trata más de una herramienta ritual de algún hechicero, tal vez le puedas sacar algo de dinero... aun así la cuchilla esta afilada... tanto que podría cortar a un espectro.

En el segundo cofre encuentras otra cosa... deshechas algunos trastos inútiles hasta encontrar una especie de banda hecha de placas de bronce... Cuando la alzas ante tus ojos te percatas de que es una especie de cinturón, cuya gran hebillas central representa un puño cerrado. Por la manufactura dirías que es artesanía enana, te percatas de que incluso tiene algunas runas en los laterales, cuyo significado es básicamente "Fuerza"

Te pones el cinturón y notas que tiene algún tipo de encantamiento que refuerza tu fuerza y vitalidad... sientes que podrías luchar contra decenas de gigantes y aunque te golpearan repetidas veces seguirías en pie. Un artefacto realmente útil.

Tomas algunas de las monedas, pero necesitaras despejar la montaña por completo para llevarte todo... no es sensato llevar carros o porteadores con un dragón rondando por la montaña.

Escuchas un ruido proveniente del agujero que hay tras el trono... es de gran tamaño, tal vez te conduzca directo al "rey de la montaña"... es el momento de dar tus últimos pasos hacia la victoria o tu final.