Partida Rol por web

Antes de que alguien haga alguna tontería cojo las llaves que hemos tomado a los guardias, y recordando que lo traían preso, busco la llave que encaje en las cerraduras de los grilletes para liberarlo.

Porque a menos que haya mucha mas magia sin duda las cadenas solas no se han puesto.

- ¿Has podido ver donde estaban el resto de prisioneros?

Valenso está un rato buscando llaves que encajen con la cerradura de los grilletes, parece que le llevará un rato, pero no va mal encaminado.

Domingo mira sin mucho entusiasmo al prisionero y examina la sala en busca de alguna pista, pero se rinde rápidamente.

-Hemos venido a cargarnos a Hernandez y a Ramírez y de paso a liberar a Fernando. Hace una pausa y examina rápidamente a Mariano.

-Te sientes capaz de presentar batalla? Le pregunta a la vez que registra los guardias en busca de sus armas(Y algo más :P).

-Los demás... Tiene que estar por aquí, no lo se, la verdad.

Pero os ayudaré a encontrar a Fernando y a Julian.

Matar a Hernandez? Hará falta un buen golpe de suerte, pero os ayudaré.

Al poco rato Mariano está libre de sus cadenas, se ha colocado unos pantalones del guardia muerto y con un sostiene bonito sable en el puño.

-Supongo que al soplón de Fernando lo tendrán cerca de la sala de interrogatrios, al otro lado del pasillo, a mi me han dejado estar, no se muy bien por qué, pero Ramirez tenía que irse.

Julián ha de estar por aquí cerca, en otra celda, pero no lo he visto, puede que esté en el otro pasillo.

Otro pasillo? que otro pasillo? yo no vi ninguno...

Bueno, a penas podía verme las narices jajaja, menuda cogorza!

Fanfarrona el pirata.

Pero, dime, no os han echo nada... Extraño?

Si.. ya sabes... Algo... fuera de lo normal...

Dice Vizarro rascandose el codo del brazo izquierdo de un modo nervioso.

Mariano niega con la cabeza, con cara de asombro.

MEJOR! vamonos...

salgamos en busca de nuestro destino pues, dice Wulf mientras sale por la puerta de la celda, espada en mano

- Tenemos las llaves de los guardias. Que es como decir que tenemos las llaves de las celdas - dice Valenso recordando a sus compañeros una pequeña verdad- ¿Por qué no liberamos a aquellos presos que están en este pasillo de celdas? Los que aun sepan empuñar un arma serán útiles, y los que no tendrán una posibilidad de escapar

eso nos puede traer un problema, digo algo serio, llamarian la atencion de los guardias, y los tendriamos a todos aqui para volver a encerrarlos, y si no estan en condiciones de luchar, solo nos estorbaran y haran que nos encierren tambien

pero en cuanto hayamos cumplido con nuestra mision, los soltaremos a todos para cubrir nuestra huida

Mariano se frota las muñecas doloridas por los grilletes, mira la conversación y comenta

con disgusto.

No hace falta que os molestéis...

Durante todo el rato que llevo aquí no he visto a mas presos, no vivos...

Además, sería peor, demasiada gente y demasiado ruido.

Pero no pienso dejar a Julian aquí! Vamos a buscarlo, y si encontramos a alguien mas que se venga también!

Dicho esto, se limpia un poco de sangre que le sale de la boca no el reverso de la mano.

Vámonos!

-De acuerdo, busquemos a Julián. Pero como no nos demos prisa se nos van a escapar. Dice al fin Domingo.

"Ramírez debe ir al puerto, pero Hernández tiene que estar por aquí, seguro."

Sin más preámbulos, Domingo sale al pasillo preparado para registrar la celda más cercana.

Escucha la conversación desde una esquina de la celda, al amparo de las sombras creadas por la antorcha de Vizarro. Apoya su espadón en el suelo, dejando que las gotas frescas del último guardia resbalen hasta el suelo empedrado, y coloca sus enormes manos en la empuñadura.

Cuando el prisionero se ha vestido y está listo para marchar, sale al pasillo de nuevo y tras echar un vistazo rápido se dirige en silencio hacia la siguiente celda.

-Rescatar y rescatar.. yo quiero matar a ese Zingaro de los cojones. Pero continuaré con vosotros...-

- No perdamos más tiempo

Encamina sus pasos por el pasillo en dirección a la sala de interrogatorios, dejando las celdas a un lado. Camina con decisión, y con el espadón preparado para un nuevo combate. Su sangre bárbara corre por sus venas, y cada vez le cuesta más detener su furia.

- Ya les liberaremos más tarde si es que podemos

Vah!

Aquí seguro que no hay mas que muertos de hambre y bichos raros...

Seguro que lo encontraremos mas adelante. Tened cuidado.

Tened cuidado.

Todos juntos avanzais poco a poco y con cuidado por el pasillo, al amparo de las sombras y atentos a lo que pueda pasar.

De tan en tanto Mariano inspecciona alguna puerta, pero parece que no hay suerte, Sea donde sea que esté Julián, no es aquí.

Cuando habéis pasado por delante de la puerta que lleva al laboratorio, unos metros mas adelante, el camino se bifurca.

El Pasillo en el que estáis hace un recodo a la derecha, pero hacia adelante continua un camino con el techo mas bajo y paredes mas estrechas.

Mariano se para al llegar a la intersección.

Yo iré a buscar a Julián, no puede estar muy lejos. Vosotros sacad al bocazas de aquí.

Vizarro se detiene también, pero con una mirada aterrada.

Sujeta con ferza su brazo izquierdo con la mano derecha, tartamudea un poco y finalmente dice:

Ee.. Si, ... Creo que yo le acompaño, Dadme las llaves.

Vizarro coje las llaves que le tiende Valenso.

Suerte, no dejeis que os maten, eh!?

Y estrecha su mano con la ve Domingo.

Si no nos encontramos aquí, nos veremos en El Perro Mugriento. Si no hemos llegado en unas horas, es que estamos muertos.

Continuáis por el camino recto después de despediros de los dos bribones.

Es un pasillo bajo, con las paredes sin tallar, irregular y oscuro, pero al fondo podéis ver una puerta metálica y por la ranura que queda entre esta y la puerta veis un tenue fulgor de la luz en su interior.

Con paso lento y seguro llegáis a la puerta sin hacer ruido, intentáis escuchar algo en su interior, pero no podeis escuchar mas que vuestro propio corazón bombeando sangre a toda velocidad.

Cuidadosamente, Domingo es el que toma la iniciativa y abre la puerta.

Al otro lado de la puerta hay una habitación redonda, bastante amplia con un techo abobedado del que cuelgan docenas de cadenas con ganchos ensangrentados en su extremo, seguramente para colgar ahí a algún pobre preso desdichado para dejarlo desangrar. Aun así la luz no ilumina todo el techo.

En el centro de la sala hay una mesa provista de correas y una palanca en uno de sus extremos.

Tumbado en ella parece que hay alguien atado y amordazado.

A los lados de la sala hay decenas de aparatos de tortura, algunos increiblemente simples, como un cepo, sierras, una rueda de madera, pero seguro que muy efectivos. Otros mas sofisticados como un garrote vil, Tornos, Damas de hierro...

En una estantería hay instrumentos cortantes, látigos y otras herramientas que han debido ser usadas para arrancar confesiones de quien ha caído en desgracia de estar aquí dentro.

Sorprendentemente no hay prácticamente sangre en la sala, solo la que cubre algunas heridas del reo que está tendido en el potro.