Partida Rol por web

Sonrío a César - Soy Rapaz, pero por aquí ya todos me llaman El Rengo. La pierna se me quedó entre unos escombros, nada grave, supongo. - La chica continúa callada observando aunque el pandillero habla por ella, por lo que hablo con él directamente. - Así que escurridiza, que bien. Pero acá lo que importa es la actitud. ¿Se va a bancar vivir acá entre nosotros? No es para cualquiera... y El Jefazo no quiere quejas.¿qué? ¿Va a saber manejarse cuando no estés aquí para hablar por ella? - Ahora miro fijamente y sin un ápice de simpatía a la chica. - A mí me parece que va a estar sobre todo asustada.

Todos quieren algo. Ya sea un drogado que solo busca una nueva dosis, un alcalde que busca votos o un tipo que quiere lo mejor para su gente... Y todos ensuciaran sus manos por sus objetivos. No se si su historia es verdadera, pero al menos tiene la suficiente confianza en mi como para soltarme las manos. Aprieto su mano, levantándome al mismo tiempo. Siento los músculos duros y tensionádos. Mierda, estoy viejo.

-Muy bien Aaron, veré que puedo hacer- esto iba a ser una puta mierda, rodeado de drogadictos y cuidando mi trasero de ambos bandos-. No le prometo nada, pero si lo que esta diciendo es verdad, si en verdad su meta es ayudar a su gente... puede contar conmigo para lograrlo- después de todo soy un maldito policía... o lo era hasta hace unas horas.

Me estiré como si fuera un enorme gato, haciendo sonar todos los huesos de mi maltrecho cuerpo. Aún no entendía que había pasado, estaba seguro que habían usado algún tipo de gas o droga, pues no estaba herido ni nada de eso. Aproveché a que mi captor/protector me había liberado para echar una mirada a mi alrededor. Agucé mi oído para ver si escuchaba alguien más por los alrededores.

Claro... Claro tío, me arrodillo y te la chupo ¿No?  -Dijo, haciendo amago de moverse hacia delante, dando un paso hacia atrás para provocar un ataque de Máquina y proceder a un intento de desarmarlo-

Me alegró escuchar a Viktor, parecía que a pesar de todo no se encontraba tan mal como parecía, pero poco a poco mi alegría fue desapareciendo al escuchar la conversación que vino a continuación, sobre todo a raíz de aparecer aquel tipo de las muletas.

Me quedé en silencio, asimilando cada una de las palabras que escuchaba, intentando dilucidar en que puñetero momento de todo aquel despropósito habíamos llegado a deber nuestra vida a aquellos tipos. Joder, si nosotros sólo estábamos huyendo de unos bombardeos y buscábamos una salida de aquellos malditos túneles. Por cierto... ¿Qué habría sido de Jack y los ancianos?

Mis pensamientos se estaban yendo por las ramas y había dejado de prestar atención a lo que se decía, sólo me di cuenta que el de las muletas se dirigía a mí cuando vi entrar a César y éste contestaba algo sobre mí. Fue justo en ese momento que el desconcierto dio paso al enfado, y cuando me enfadaba podía resultar muchas veces un tanto bocazas, y a pesar de estar acojonada ese mismo enfadado me llevaba a tener una osadía que distaba mucho de sentir.

—A ver... No sé qué coño está pasando, ni sé qué puñetas hago aquí, ni tampoco entiendo porqué le tengo que pagar a nadie con mi trabajo... No sé qué quieres que te diga, ¿para qué sirvo? Ponme a prueba. Quizás no sepa manejar un cuchillo o disparar un arma, pero hasta donde yo sé nadie nació aprendido. De todas formas César tiene razón, sé escabullirme... Eso es algo que he aprendido bastante bien allá arriba.

Miré a César con una expresión mezcla de furia y agradecimiento un tanto extraña. Estaba furiosa, no tanto con él sino por la situación, y a la vez le agradecía que hubiera intercedido por mí de aquella forma.

Bueno, la chica también tiene carácter. Eso va a ayudarles… seguramente.

- Ojalá aprendas a tiempo. No era mi intención fastidiarlos pero lo he conseguido. Sólo les dejo un consejo, sepan cuando hablar y cuando callar, tengan respeto, el respeto a veces se gana callando y otras mostrando los dientes. Puede irles muy bien o muy mal. Yo llegué aquí hoy, igual que ustedes, pero entendí rápido, El Enterrador no me dejará mentir. – Me pongo de pie con un poco de esfuerzo, apoyado en las muletas. –No los molesto más – Me despido con una sonrisa.

Antes de salir dedico una larga mirada a César. Observo los tatuajes y otros signos que pueda llevar. Busco saber a qué banda pertenece o cuál es su oficio. Yo llevo un gato negro tatuado en el brazo derecho, signo inconfundible para alguien de la calle que me marca como ladrón.

Merodeo un rato por la zona. Estoy esperando a ver si César salé pronto de la enfermería. Si tarda demasiado lo dejo para después y me voy dando saltitos hacia la cocina.

La reacción de Zoe me arranca una discreta sonrisa con los labios sellados. Ya había comprobado antes el carácter de la muchacha y que me aspen... me gusta hacerla rabiar un poco, su lado revoltoso me atrae.

La señalo con el dedo índice 4 o 5 veces ensanchando mi sonrisa cuando ella termina de hablar.

- Te lo dije Rengo... - suelto ahora una carcajada [B]- ¡esta niña vale!/B]

Sé que a ella le molesta eso, no puedo evitarlo. Cuando se mosquea me divierte demasiado.

Me sorprende lo que El Rengo nos cuenta; por su desenvoltura en el lugar, si solo lleva un día aquí, queda claro que es un tipo que sabe sobrevivir en cualquier condición. Eso hace que me fije más en el tipo y veo con facilidad el tatuaje que luce en su brazo derecho.

Ya veo...

Quien nace, vive y crece en la calle sabe que los tatuajes son la verdadera historia. El mapa de la vida. Mi cuerpo luce varios tatuajes de vírgenes, santería y muerte. Para alguien observador es identificable el símbolo de una Cruz en mi antebrazo, que es en realidad una "T", precedida por una "m" y seguida por una "n". Alguien que conozca la realidad ahí fuera lo puede identificar como el tatuaje de los miembros del Cártel de Minotar.

El joven yonki del cuchillo se enfurece aún más ante los improperios y palabras del soldado. Sin pensárselo dos veces se lanza con el cuchillo a voz en grito, tratando de darle una lección a Anastazy -¡Te voy a matar cabronazo!

El arma logra acertar de refilón en el costado de su víctima, haciéndole un leve rasguño sin importancia del que apenas sale sangre. Máquina queda a un lado del militar, preparado para lanzarle una nueva cuchillada.

El Enterrador había permanecido a un lado de la conversación junto a su nuevo ayudante, Rob. Hasta que el cojo no sale de la tienda en sanador no rompe su mutismo.

Miren, no me caen mal y, la verdad, creo que necesitamos a más gente como vosotros. Pero os voy a ser sincero, como dice vuestro amigo, El Jefazo solo usará a aquellos que le sean útiles y no correrá riesgos con los otros. Los matará. Les aconsejo quedarse al margen si quieren sobrevivir -os deja claro, comentando las posibles muertes con naturalidad -y hará las ejecuciones frente a todo el campamento. En los barrios fondos la justicia se imparte frente a todos los implicados. Y nosotros estamos aún más abajo que esos putos barrios.

Gracias Jack. Le prometo que, si tiene éxito, tanto usted como su compañero tendrán un lugar entre nosotros. Y, gracias a las provisiones que obtengamos, tendremos tiempo suficiente como para encontrar una salida a la superficie y sobrevivir un tiempo allí fuera, mientras encontramos más comida -te promete Aaron acompañándote a la puerta de la estancia. Por lo que escuchas no hay nadie más en habitación pero, fuera de ella, si notas la presencia de más gente -se que será peligroso pero, oiga, como usted dice, es policía, estará acostumbrado a tratar en ese tipo de situaciones. Le presentaré a algunos de los miembros de mi familia, para que usted vea las vidas a las que vas a ayudar.

Tras la marcha del resto de compañeros Nacer se queda a solas con el hombre del cigarro, Carlos -Bien, bien, nos hemos quedado a solas. Me temo que, dada tu habilidad con las palabras, El Jefazo tiene muy claro que hacer contigo. Vamos, ven conmigo, te voy a llevar con el resto de inútiles.

Por lo que parece la conversación continúa en la tienda del sanador así que optas por marcharte a la cocina. Una vez allí ves que solo hay un hombre con una pequeña ametralladora colgada de la cintura, observando una olla con un caldo espeso. Cuando le preguntas te responde secamente, contándote que el cocinero se ha marchado con uno de los nuevos a dar de comer a los prisioneros.

Conforme avanzáis acercandoos a las paredes del norte del campamento te percatas de unos agujeros de menos de dos metros de alto, cerrados por puertas hechas con barrotes de hierro. Parecen ser las celdas en las que han encerrado los prisioneros. Te percatas de que una de ellas está abierta de par en par y te parece ver a alguien moviéndose en su interior.

Es muy raro que dejen las puertas abiertas -comenta sorprendido cuando se da cuenta, dada su peor vista, de la puerta abierta.

Trata de desarmarlo agarrando su brazo con una mano mientras que le propina una fuerte patada en las piernas para desestabilizarlo.

El militar trata de desarmar a su oponente pero este recula, dando un salto hacia atrás y alejándose de las hábiles manos de Anastazy. Justo después de dar el salto vuelve a tratar de acuchillar a su oponente pero la hoja solo corta el aire entre ambos combatientes. 

En pocos segundos la situación ha dado un cambio drástico y ahora es el yonqui armado el que tiene la espalda cerca de la pared de piedra de la celda mientras que el militar se encuentra en la puerta de la celda.

El tipo sabe expresarse, noto que puede convencer a cualquiera a base de palabras, no por nada es el líder de esta comunidad. Aún así, mantengo mi mente alerta, pues no seria la primera vez que encuentro un hermoso envoltorio cuyo contenido no es mas que mierda. Lo sigo en silencio, curioso por ver a más miembros de la comunidad. 

Por un instante, me pongo a pensar en lo que seria mi vida a partir de ahora. Todo se había ido tan a la mierda que el futuro que me esforcé por crear ya no existía, todo y todos habían perecido en un ataque de quien sabe que gobierno. Era un pensamiento tan deprimente que simplemente lo deseché de mi mente, no necesito esa carga extra a mis problemas. Un paso a la vez, luego, cuando este mas tranquilo me daré la frente contra ese muro. Por ahora solo quiero sobrevivir unos días más.

Viktor miró al enterrador y a los presentes.-Gracias por el consejo y al menos yo pienso hacer caso de él, chicos.-Dijo agradeciendo al Enterrador y luego avisando al resto, al menos ese hombre le había salvado la vida y lo hacía con mas ahinco dandole consejos.-Me caéis bien y puede que seais las únicas personas que conozca cuando salga o salgamos de aqui...no os murais.-Viktor les dedicó una media sonrisa mientras intentaba bajar de la improvisada camilla con cuidado, tanteando si era capaz de andar.-Oye César, me echas un cable para andar? después de todo lo que ha pasado no confio del todo en poder hacerlo solo.-Le pidió ayuda al chicano con total confianza, fueran o no miembros de banda a Viktor le daba igual, ambos habían vivido en los Guettos de Vega y sabía como hacer colegas.

Oye...Enterrador, muchas gracias y la verdad, viendo como es todo esto no sé por que una persona como tu está en un lugar tan cruel como este.

¿Que pasa eh? ¿Que pasa ahora, chucho? Vamos vamos -Se apoya en ambos lados de la pared, impulsandose hacia arriba y con fuerza trata de propinarle una patada al muchacho en el pecho-

Sí que parece raro que una celda se haya quedado abierta. Teniendo en cuenta la seguridad que he visto hasta ahora, no parece muy normal.

Despacio miro el interior de la celda por ver si hay alguien.

¿De quién era esta celda?

Agradezco y pido unas instrucciones para llegar a los prisioneros. Gran oportunidad de husmear entre los prisioneros y aprender algo mas de este lugar. Apuro mis saltitos ayudado por las muletas para llegar a hablar con el tal Raymond.