Partida Rol por web

Yzlín no esperaba el tirón. Uno de sus pies estaba demasiado cerca del borde y, por la inercia de la fuerza psiónica, pierde el equilibrio y cae en el interior del foso.

Hazir notó que la mercenaria se asía a la cuerda, y hasta se permitió tener esperanzas. Casi todos habían logrado esquivar la trampa de una forma u otra, y los que no, tal vez pudieran sacarles de allí antes de que esa manada de perros (o lo que fuesen) llegara hasta ellos. 

Pero era una esperanza vana en un lugar cambiante como el que estaban. En un plano tan extraño como aquel, dudaba que hubiera simples trampas de foso sin más, ni siquiera tenía estacas abajo. Un gnoll tuerto y manco podría hacer una trampa mejor que aquella, así que estaba claro que había algo más. 

Y no tardó en revelarse. De pronto, un aluvión de fuerza psiónica, visible como una onda en el aire, se abalanzó sobre ellos. Su primer impulso fue soltar la cuerda y esquivar la ola, pero eso habría supuesto varios problemas. Primero, dejar a los que estaban abajo vendidos ante los peligros de la trampa y esa manada que ya podía oír, y segundo, aunque pareciera una tontería, la cuerda era útil. Si la soltaban a la primera de cambio, se arrepentirían en cuanto la necesitaran para salvar la vida. Hazir clavó los talones y se preparó para resistir. A su lado Honny hizo lo mismo, cosa que Hazir agradeció. 

Por desgracia, la ola de energía les golpeó con más fuerza de la esperada, y Hazir notó como si el estómago fuese a salírsele por la boca del golpe en el vientre. Bloqueó el dolor en su mente, pero no a tiempo de evitar ser arrastrado al fondo. Resbaló y cayó, aunque la mujer amortiguó algo su caída. El suelo resonó con su golpe, y Hazir lo tanteó con las manos. 

Se levantó de un salto y volvió a recoger la cuerda rápidamente. 

-¡Cuidado! El suelo es una plancha de metal, podría ceder con demasiado peso. 

Cogió el rollo de cuerda con una mano y la otra se fue a la empuñadura del alfanjón. 

-La manada ya viene. ¡Preparaos! ¿Queda alguien arriba que pueda coger la cuerda? ¡Nickar!

Entonces giró sobre sus talones, como si se diera cuenta de algo. El olor de la sangre, que reconocería por encima de cualquier otro.

-¡Grook! ¿Estás bien?

No conseguí soltarme a tiempo del borde, cuando noté lo que ocurría ya era demasiado tarde, el golpe del martillo psionico me hizo soltar el borde del foso lo que me hizo caer estrepitosamente en este, sumandome a Lythrai y tras de mi, Hazir, Honny e Yzlin en el fondo, al parecer los demás había conseguido escapar de la trampa, lo cual era un alivio, aunque ahora, sería difícil el poder salir de aquí -debimos tener más cuidado, ahora solo esperemos que nadie más caiga con nosotros intentando ayudar- me levanté torpemente del suelo mientras mi mano se apoyaba en la empuñadura de mi espadón, desenvainando y situandome junto a Hazir para hacer frente a lo que sea que viniera contra nosotros ahora.

"¡Tsk! ¡Psiónica!" la mercenaria se aguantó las ganas de escupir al suelo. Si ya la magia estaba mal vista en su división de los Fonn'Aster, la psiónica prácticamente ni se mencionaba, como si no existiera. Lythrai, como siempre, había tenido que aprender sobre ella por su cuenta. El conocimiento era poder, y en este caso estaban a oscuras. "Si están usando psiónica podría significar que en efecto la magia por aquí es inestable... o directamente no sirve. Supongo que pronto podremos comprobarlo..." murmuró, alternando en su arma entre el arco y la espada ropera una y otra vez, expectante y sobretodo preocupada. "No tenemos mucha visión... lo natural sería hacer piña pero eso a su vez haría ceder la plancha metálica. El metal no aguantará mucho más peso... No os juntéis demasiado, pero tampoco os separéis."

Con todo el mundo pendiente de los que caían al agujero, fue fácil para Tizoc pasar desapercibido. Tan solo una fina línea de sangre en el hombro de un sorprendido Grook quedaba como testigo de lo que Tizco había hecho. El trasgo escondió la daga detrás de su brazo para evitar atraer las miradas.

Atento como estaba, noto el tirón antes de que llegase y se agarró con una de sus manos a la pared. Estaba acostumbrado a aguantar su peso así que soporto los dos tirones que tuvieron lugar sin ningún problema. Mascullo una maldición al ver como todos caían en el pozo. Algo se estaba acercando y con todos. Ahí abajo no habría nadie que le hiciese frente. Rápido como un pensamiento, Tizoc lanzó su daga contra Hazir confiando en pillarlo desprevenido. 

Si iba a responderme, no llegó a hacerlo. Fuera porque no tenía nada que decir —tenía la maldita costumbre de soltar lo que quería sin dar explicaciones— o si algo le había asustado y se había escondido, el caso es que no habló de nuevo, y antes de darme cuenta tenía que estar más pendiente de lo que ocurría alrededor que de lo que sucedía en mi propia cabeza.

Cogí a Grook por el hombro herido, ignorando su dolor —o disfrutando de él—, con firmeza, sin soltarle ni aflojar la presa. Notaba la sangre, escurriéndose entre mis dedos hasta bajar unos centímetros por mi muñeca y luego caer al suelo, gota a gota. Interesante. Una sonrisa se extendió por mi rostro cuando al fin le solté y presté atención, clavando los ojos en Tizoc mientras llevaba inconscientemente mi mano a la boca y saboreaba el dulce icor del kobold.

—Ten cuidado, lagartija. No quiero que mueras tan pronto —susurré sin perder el gesto.

El resto era un caos. Unos y otros parecían suspendidos en el tiempo, congelados en un incómodo momento hasta que, de repente, todo empezó a correr de nuevo. Una fuerza salvaje nos atrapó a todos, succionando hacia el interior del agujero abierto, golpeando con una fuerza aterradora y llevándose consigo a más de uno, mientras otros aguantaban a duras penas.

Hacía años que había aprendido a moverme con la velocidad de una serpiente, usando mi débil cuerpo con destreza y rapidez para compensar otros defectos. Colocar los pies de tal modo que la trampa no me arrastrara más que unos milímetros, y pivotar de nuevo —esta vez al contrario—, para que no me derribara el rebote, no me costó más que una fracción de segundo. Mi cuerpo se movía solo en ocasiones como aquella, acostumbrado al rigor de un duro entrenamiento que exigía mucho más que eso. Un acto reflejo, como lo fue sujetar a Grook por si él no era capaz de aguantar el tirón. Todo, por supuesto, sin perder detalle de los demás y ver sus reacciones.

Tan pronto como Lythrai vio al trasgo disparando una daga contra el Quisashi la Fonn'Aster parpadeó. De ser un ataque de Pain, habría reaccionado mucho más rápido, pero es que de Tizoc no se lo esperaba. Sí, cualquiera de un goblin habría esperado semejante acto sinsentido de cobardía, un último arrebato de estupidez atacando a un aliado en la esperanza de que el tiro fuera afortunado y le cortase el cuello. Y luego salir corriendo como alma que lleva el diablo. Sí, hacía tiempo que no veían al goblin, Tizoc, y podría haber cambiado de bando. ¿¡Pero qué iba a hacer la Fonn'Aster!? ¿¡Matarlo como la que no quiere la cosa!? No, la Fonn'Aster pensó que en ese cerebrito de trasgo había luces de inteligencia. De hecho, más de una vez la había sorprendido con su sabiduría, como aquella vez cuando entraron en Arkhania por primera vez y la cosa se puso tensa. En aquel momento el goblin le dijo unas palabras muy sabias que ella guardaba bien.

Lythrai cambió el estoque a arco y apuntó hacia el goblin. Con semblante y voz muy serias le dijo entonces: "Mucho que perder. Poco que ganar. Esas fueron tus propias palabras, Tizoc y aquí y ahora te las repito. ¿Qué diantres haces? Te doy un minuto para que te expliques, o juro por Shar que te coso a flechazos. Dame una razón o dos por la que no deba matarte, traidor." escupió la última palabra con bastante agresividad en su voz. Iba en serio, oh, vaya que sí que iba en serio.

El tiro no había sido todo lo certero que le habría gustado al Trasgo, era bueno dadas las circunstancias pero no tan bueno como para acertar en aquel humano y su asombrosa agilidad. La daga desapareció una vez hubo fallado y se materializó en la mano del goblin que estaba comenzando otro lanzamiento. Lanzamiento que quedó detenido a mitad cuando vio que Lythrai le apuntaba con su arma y le increpaba por su acción y lo acusaba de traición. 

Tizoc mirón a los ojos de la mujer y su rostro reflejó incomprensión primero y luego abrió paso a una expresión de estar dolido. Traidor. - ¿Traidor? Estaba intentando sacarlo  del pozo. - dijo mientras bajaba la mano que tenía la daga y la dejaba relajada a su lado. - Dijo que estaban viniendo una manada de algo y tenía la cuerda en la mano, lo iba a sacar del agujero para que os sacase al resto. ¿De verdad creías...? - preguntó mirando directamente a los ojos de la Lythrai con los ojos humedecidos. - Como pretendes enfrentarte a algo que encerró a los dioses si no confías ciegamente en quienes están a tu lado. No eres mejor que mis congéneres, no puedes pelear contra alguien si no confías en lo que van a hacer tus manos, esa falta de confianza vuelve lenta la mente y tarde o temprano te lleva con Ella. - añadió antes de negar con la cabeza y trepar hábilmente por la pared. - Sacadlos de ahí, voy a ver que es esa manada y como puedo entretenerlos. - dijo antes de alejarse en dirección al sonido. 

¿Sería la influencia de Pain, que la hacía desconfiar de todo y de todos? ¿Sería el hecho de que el goblin había provocado, literalmente, su muerte allá en la guarida de La Aguja? ¿O sería simple y llanamente porque acababa de ver al goblin lanzándole una daga a un aliado? Estaba segura de que cualquiera, incluido el propio goblin, habría reaccionado igual.

Pero eso no quitaba que, una vez más, las palabras del trasgo no fueran verdad. ¡Pero por el amor de Shar, que avisase primero de hacer tal cosa! Lo siguiente sería cortarle una pierna a alguien sólo para detener un veneno, y así tan fresco se quedaría igual. No sabía qué truco tendría bajo la manga, ni por qué necesitaba que Hazir sangrara, pero supuso que pronto lo vería. Lyth bajó el arco y suspiró, en una especie de gruñido de aceptación. "Concedo. Tienes razón, y me disculpo." bajó la cabeza medio segundo en un asentimiento o reverencia de disculpa. "Pero la próxima vez... que vayas a tirarle una daga a un aliado... por tu propio bien, y el nuestro, ¡avisa! ¡Por todos los dioses, avisa antes de tirarle un cuchillo a un aliado!"

Aunque desconfiara de Tizoc por las jugarretas pasadas, se posó cerca de él viendo como Lithray le reprendía por el lanzamiento de daga que para si misma había pasado desapercibido.

- ¿y dices que dándoles con ese daga los sacas? - en aquel momento seguramente no mentía, si venía algo querría aliados que le defendieran. Nickar dejó caer su fina cuerda de seda, pero sabía que no tenía tanta fuerza como para sujetarla sin más, ella podría irse volando de allí, pero una promesa le seguía uniendo a la Fonn'Aster - ¿me dejas probar?

Puso la mano por si Tizoc le prestaba el arma, no le agradaba demasiado, ya había intentado confiar en él, y traicionó esa confianza. Para un ente de su índole, confiar en los demás no era fácil, y mucho menos si ya le habían jugado alguna mala pasada antes.

Hazir se había vuelto para ver qué era esa sangre de Grook que le había parecido ver cuando de pronto sus instintos de bárbaro le gritaron. Por el rabillo del ojo, con sus sentidos sobrenaturales, pudo percibir el brillo de una hoja que salía a toda velocidad hacia él, silbando en el aire. 

Sin pensarlo, como acto reflejo, giró el cuerpo, esquivando la daga, y se volvió de un salto, con la mano en el alfanjón ya medio desenvainado. Sin embargo, allí solo estaba Tizoc, y era él el que había lanzado la daga. Su primer impulso fue terminar de desenvainar el arma, y llegó a sacar más de un palmo de hoja antes de que la adrenalina del momento remitiera y su parte racional comenzara a hablarle de nuevo. 

¿Les había traicionado el trasgo? Entraba dentro de lo posible, pero desde luego no allí y no así. Tizoc no era ningún estúpido, eso lo sabía seguro, y hacer aquello habría sido una estupidez de ser un intento de ataque. No. Hazir envainó el arma de nuevo, mirando la hoja del arma. Su mente volvió rápida a la guardia, a cómo el desgraciado mago había sido teleportado para luego caer sobre la mesa. Claro. No era un ataque, era una ayuda. Hazir sonrió. Se alegraba mucho de que no les hubiera traicionado, pero, santo Zoser, ya podía haber avisado. 

Lythrai estalló: ya sabía Hazir que era muy protectora con los suyos. Era una buena cualidad en una futura líder, aunque a veces pecara de impulsiva. 

-Tranquila, Layldara-dijo, antes de que el trasgo respondiera y la mercenaria se disculpara sin dudar, reconociendo su error. Otra buena cualidad en un líder. 

Hazir vio que el trasgo, que parecía dolido por las acusaciones, comenzaba a subir. 

-Espera, Tizoc. Disculpa la confusión, tu plan es bueno. Lanza la daga, esta vez no me moveré. Veamos si puedo agarrarme al borde. 

Hazir se preparó, tendría solo un segundo para agarrarse antes de caer de nuevo.