Partida Rol por web

Mientras unos y otros se peleaban y discutían, lancé una risilla por lo bajo, divertido por la situación. Era agradable verles así de perdidos. No perdí, en cambio, ojo de los ataques de Tizoc. Por mucho que dijera, no se fiaba del goblin.

...de pronto, el suelo vuelve a estar firme. A los ojos de los que aún se encuentran en el corredor, el foso a desaparecido y el suelo vuelve a estar en su lugar.

La daga de Tizoc rebota en el suelo. Suerte que ha dado con el mango o podría haber partido la hoja.

Desde la perspectiva de los que están en el pozo, de pronto, arriba sólo hay negrura. Las voces de los compañeros cesan abruptamente.

Grook, Nickar, Pain, Tizoc, Sabueso y Hexinton quedan arriba mirando al suelo. Algunos con cara de asombro, otros con media sonrisa.

-Estamos jodidos- apunta el semidragón.

-No entiendo muy bien qué acaba de pasar- Comenta el anciano humano.

Diraknian, Hazir, Lythrai, Yzlín y Honny quedáis abajo, en el foso, sobre una plancha de metal que, por ahora, aguanta vuestro peso.

Hazir sujetó con fuerza la cuerda en una mano y se preparó para asirse al borde con la otra en cuanto llegara arriba. Miró al trasgo, que había subido trepando con una agilidad sorprendente. Posiblemente, el propio Hazir también pudiera hacerlo: no eran pocos los muros que había escalado en su vida. Sin embargo, había gente allí con armadura pesada que encontrarían difícil la ascensión. Necesitaban la cuerda, lanzada por alguien desde arriba. 

Preparado para recibir el impacto de la daga, notó la fuerza que le proporcionaban los aumentos mágicos, y vio que el trasgo, ya arriba, la lanzaba. Pero el impacto no llegó. 

Al instante, la trampa se activó de nuevo y el suelo se cerró sobre ellos como la tapa de un ataúd. Todo se volvió oscuridad mientras eran sepultados en el foso, que ahora era una jaula. 

Maldición.

Mirándolo por el lado positivo, aunque habían perdido a sus compañeros y la sala de tesoros, por lo menos se habían librado de Pain. Ir con él era un problema, pues no se sabía cuándo podía atacarles. Ir solo con Lythrai, Yzlin y Dirkanian era mucho más manejable, un grupo pequeño pero versátil. Confiaba plenamente en las dos mujeres, y el hombre no tenía motivos para traicionarlos, ya que estaba atrapado como ellos. 

Hazir desenfundó el arma y retrocedió hasta que notó la cercanía de sus compañeros. No debían separarse. 

-Layldara, Yzlin, dadnos luz, rápido. Todos juntos, espalda contra espalda. No os separéis. 

Cuando menos lo esperaron, la trampa volvió a activarse y el segundo suelo se abrió bajo sus pies. Cayeron al foso separándose de los demás. Habían perdido a Nickar, Grook y Tizoc pero al menos se habían separado de Pain. Lythrai rezó por que no les pasase nada.

"Oído." asintió a la petición de luz, aunque probablemente no pudieran ver el gesto en la oscuridad. "Hora de ver si la magia funciona aquí dentro." Murmurando la letanía arcana mientras levantaba una mano, extendía dos dedos y dibujaba la silueta de una llama que pronto se materializaría flotando frente a ella, y subiría a por encima de sus cabezas. Cuatro llamas de fuego fatuo que iluminarían la estancia, si es que el conjuro funcionaba como tenía que funcionar...

El suelo vuelve a ser de piedra. Las paredes con las antorchas siempreardientes proyectan sombras zigzagueantes y reina el silencio. Ni siquiera el eco de la daga de Tizoc al chocar contra el suelo retumba en las paredes.

Algunas miradas se dirigirán hacia la estancia contigua con los objetos mágicos. Sin embargo, ésta ha cambiado. Ya no hay equipo o armas relucientes sino un montón de muebles viejos, enmohecidos y deteriorados, inservibles -¿Qué ha pasado con las armas?-

Al fondo debería estar la balconada, pero a unos 90' de vuestra posición hay un par de pertas dobles. El pasillo sigue siendo de 10' de ancho. Todo está sumido en el más absoluto silencio.

Segundos después, desde algún punto lejano, os llega el eco de la daga de Tizoc.

Cada vez estaba más segura que aquel plano estaba vinculado con la gruta en la que se había suicidado para volver ante el grosero. Pero era realmente molesto... Comenzó a mirar alrededor en busca de muchas cosas, primero cualquier detalle que le ayudara a entender lo que ocurría, segundo cualquier posible trampa y tercero si había algo que le pudiera servir de utilidad.

Inmóviles, aguardáis a que Lythrai ejecute el sortilegio. La suavidad de su luz no daña vuestros ojos y rápidamente analizáis la sala en la que os encontráis. Una estancia de 10x10'. La única abertura es... Todas las demás superficies y paredes, incluyendo el techo y el suelo, son simples planchas cuadradas de hierro sujetas sobre juntas de piedra. En el centro de cada plancha metálica hay un esquema, también cuadrado, de agujeros de 1'. Una ligera corriente de aire se filtra por ellos, transportando un olor a guarida de animal y sonidos de gemidos lejanos.

Al instante, percibís un sonido de sorpresa distorsionado, como si algo experimentase un dolor repentino, o un perro inquieto ladrase.

Estáis un poco apretados en esta estancia tan pequeña y la luz que Lyth ha creado se filtra a las estancias contiguas.

Los cambios que se producen en este lugar ocurren por psiónica. Una disciplina que juega con vuestras mentes y que no comprendes.

En cualquier caso, aquel pasillo no tiene nada de cotidiano, sabes que hay algo raro en él pero no consigues discernir qué. En cuanto a la estancia, parece un almacén de muebles viejos. Adviertes que tienen motivos tentaculares tallados en la madera podrida. Algunas molduras han desaparecido dejando su huella en la madera.

Tienes la total seguridad de que en esa estancia no hay nada útil. Sillas, escritorios, cajoneras, estantes y mesas. Todo ello lleva allí mucho tiempo y sus partes no sirven ni para estacas.

Pero ese pasillo... no es normal.

Por suerte, no tardaron en tener luz. Hazir se alegraba mucho de haber quedado encerrado allí con alguien que supiera hacer magia, porque de no ser así estarían a oscuras y completamente vulnerables.
Una vez con la luz iluminando la escena, Hazir miró a todas partes. Que no hubiera salida era bueno y malo a la vez. Bueno porque nada iba a entrar, pero malo porque ellos tampoco saldrían. Hazir avanzó con cautela a aquel extraño esquema de agujeros en las paredes y lo examinó, en busca de algo que les indicara cómo salir de allí.

Grook estaba a salvo y, por los demás, ni podía ni tenía intención de hacer nada. Yzlin, si acaso, era la única pérdida real de todos los que habían caído allí abajo, aunque de todas formas preocuparme era una pérdida de tiempo. Eran quienes eran, así que, no me cabía duda de algo. Puede que de lo único de lo que estaba realmente seguro en ese lugar.

—No les pasará nada —dije con un gruñido, para después escupir al suelo, dónde unos segundos antes había estado abierto el pozo que se los había tragado en la oscuridad—. Son como cucarachas, volverán a aparecer dónde menos te lo esperas, vivos y seguramente en mejor estado que nosotros.

Dicho eso, di la vuelta y volví a examinar la sala del tesoro, aunque ya no había nada ni remotamente parecido a algo a lo que dar ese nombre. El refulgente brillo del oro había cambiado por madera podrida, no había armas de exquisita factura ni bruñidas corazas, sino simples muebles enmohecidos y a punto de desmoronarse por su propio peso, incapaces de sostenerse en aquél estado de deterioro. Del ansiado equipo que buscaba ya no quedaba nada, como si el polvo asentado hubiera estado siempre allí. Puede que, de hecho, así fuera.

—Las ilusiones son una mierda —rezongué, soltando otro gargajo de un color amarillento, a apenas unos milímetros de mi pie. Tan cerca, que unas pocas hebras de aquella mucosidad enfermiza se pegaron a mi bota, sin que en apariencia me importara.

Tranquilamente, sin dejar que me afectara nada de aquello, volví a girarme, clavando una mirada lechosa en el viejo y el semidragón. Nickar, Grook y Tizoc tendrían que explicarse más tarde, decir como habían llegado hasta allí tan rápido, pero primero esos parecían ser los que más sabían sobre el lugar en el que estábamos, e iban a contarlo todo.

—Vosotros dos estábais aquí antes que los demás. Sabéis cosas que deberías compartir. Os invito a hacerlo antes de continuar. —A pesar de las palabras, el tono no dejaba lugar a dudas de que no era una petición. Y mucho menos amable. No era exactamente una intimidación, pero no hablar era ganarse un enemigo, y a pesar mi pobre complexión, esperaba que el haber llegado hasta allí por mis propios medios bastara para ponerles en sobre aviso de que no era alguien con quien se debía jugar.

En ese instante aptearía un mueble para derruirlo...

- balconada, armas... Ahora una sala desintegrada... Estoy reviviendo el camino a la sala del alquimista negro ese, aunque en el plano normal, eran cavernas enanas y majestuosas, las armas sirvieron para llegar ante el grosero de nuevo, y no llegué a abrir el laboratorio, pero desprendía un aura verdosa. Estoy casi segura de que este plano es una variante del original que no me gusta, aunque de ser así, las armas que mencionabas ya me pertenecían antes que a ti... Aunque me da igual quien las tome.

Luego miró a aquel par, lo que decía Pain nunca era cierto para la tiflin, aquel par habían estado ahí pero encadenados, no tenían por que saber mucho, pero toda información sería bien recibida.

No ves nada en la puerta, más preocupado de desentrañar los matices de aquel olor canino y penetrante. Ya sabías que era una madriguera pero... ¿de qué?¿de cuántos?. Inspiraste hondo llenando tus pulmones captando aquel aroma. -Sin duda no es un olor salvaje, no son lobos. Son perros- Aquello no era ni malo, ni bueno. Una manada salvaje era tan peligrosa como una manada de perros adiestrados -Tres, cuatro... cinco... no, seis. Seis perros y ¡ah! el alfa, 7 perros- pero hay más sutilezas en el aroma. Trazas ocultas bajo el aroma dominante.

Debes estar más cerca para identificarlo.

No entiendo de qué está hablando la tiflin. Tengo mis propios intereses en que se desvele información aquí y ahora.

-Sí, va siendo hora de hablar- repito con tono despectivo -Debes ser muy odiado allí arriba para que te metan aquí abajo. A mí me metió Darkhanis Gliargae. Mi queridísimo mediohermano. Porque soy... impredecible, según el. ¡Ja!- Cada vez que recuerdo cómo me traicionó -¡Fue por ser medio humano! Soy una mancha en su ascenso, un grano en su trasero escamoso- y este grano va a enquistarse.

-Pero, más allá de relaciones familiares. ¿Por qué se toman tantas molestias para encerrar a un viejo?¿Y a un trasgo?- me giro hacia el resto -Y, a fin de cuentas, a ellos los encerraron aquí. Pero vosotros habéis venido por vuestra propia voluntad. ¿Cómo? y lo que es más interesante ¿por qué?-

La actitud del semidragón es hostil y, aunque dice la verdad de por qué fue encerrado, no parece que esté contando todo lo que sabe. -¿Sus secretos son sobre Darkhanis?¿Sobre este lugar?¿Sobre la ciudad?- Difícil de saber en un primer encuentro.